Covid-19:
implicancias y desaf�os para la salud mental
de las
personas mayores
Fabiano de Abreu Agrela Rodrigues[1]
Maria Clea Marinho Lima[2]
RESUMEN
La pandemia caus� factores que favorecen
alteraciones en el estado de salud mental, como la propagaci�n de noticias
falsas, el exceso de informaci�n, el distanciamiento social y sus repercusiones
incluso la empleabilidad y el sustento. La asociaci�n establecida entre el
aumento de la edad y el mal pron�stico en el COVID-19, ser�a sensato plantear
la hip�tesis de que la angustia emocional evolucionar�a de la misma manera,
colocando a los ancianos en una situaci�n de vulnerabilidad al virus, as� como
a los efectos psicol�gicos de la pandemia y la cuarentena. Sin embargo, la
informaci�n sobre el impacto y el estado de salud mental de los ancianos es
incipiente, y los datos que abordan el impacto de epidemias anteriores en este
grupo de edad tambi�n son escasos. Para responder a esta necesidad, el presente
estudio se realiz� para evaluar las implicaciones y los desaf�os de la salud
mental de los ancianos. Para hacer frente al envejecimiento de la poblaci�n y a
la creciente demanda de servicios adecuados es necesario cualificar a los
profesionales sanitarios y aplicar un enfoque multifac�tico (equipo
multidisciplinar). Dichas estrategias se consideran importantes para el
mantenimiento de la funcionalidad, la preservaci�n y mejora del rendimiento
cognitivo y la calidad de vida, respetando la singularidad de cada persona y la
atenci�n sanitaria integral, sin infringir los principios del Servicio Nacional
de Salud (SNS). Tambi�n se enfatiza la necesidad de observar al apoyo y soporte
familiar, requiriendo que la familia, junto con el anciano, reflexione y
discuta las estrategias necesarias.
Palabras
clave: covid-19; salud
mental; ancianos.
Covid-19: Implications and
challenges for elderly mental health
ABSTRACT
The pandemic
has brought several factors that can favor changes in the mental health
condition, such as misinformation or fake news, excess information, social
distance, and its repercussions, including the employability and livelihood of
many. Given the established association between increasing age and poor
prognosis in COVID-19, it would be sensible to hypothesize that emotional
distress would evolve in the same way, placing the elderly in a situation of
vulnerability to the virus, as well as to the psychological effects of the
pandemic and quarantine. However, information on the impact and mental health
status of the elderly during the COVID-19 outbreak is incipient, and data
addressing the impact of previous epidemics in this age group are also scarce. To
meet this need, the present study was carried out to assess the implications
and challenges of the mental health of the elderly. Therefore, to deal with the
aging population and the growing demand for adequate services, there is a need
for the qualification of health professionals, and the implementation of a
multifaceted approach (multidisciplinary team). Such strategies are considered
important for maintaining functionality, preserving and improving cognitive
performance and quality of life, respecting the uniqueness of each elderly
person, and comprehensive health care, not violating the doctrinal principles
of the National Health Service (NHS). It also emphasized the need to look at
family support and support, requiring the family, together with the elderly, to
reflect and discuss the necessary strategies.
Keywords: covid
19; mental health; elderly.
Art�culo
recibido:� 03 marzo 2022
Aceptado para
publicaci�n: 20 marzo 2022
Correspondencia: [email protected]
Conflictos de
Inter�s: Ninguna que declarar
INTRODUCCI�N
La pandemia caus� varios factores que pueden
favorecer los cambios en el estado de salud mental, como la desinformaci�n o
las noticias falsas, el exceso de informaci�n, el distanciamiento social y sus
repercusiones, incluso en la empleabilidad y el sustento de muchos (RANSING et
al., 2020).
Adem�s, cabe destacar que, en el contexto de la
actual pandemia, la poblaci�n de edad avanzada est� incluida en el grupo de
riesgo de infecci�n por Covid-19, factor que puede considerarse de riesgo para
el desarrollo de cambios emocionales motivados por la ansiedad y el miedo a la
contaminaci�n y tambi�n a lo desconocido. La pandemia se presenta como una
situaci�n estresante durante el periodo de alejamiento, que puede provocar
cambios en las condiciones de salud mental, as� como empeorar las condiciones
de los que ya est�n afectados (BROOKS et al., 2020).
Seg�n Morens, Folkers y Fauci (2009), las
pandemias se conocen como epidemias que se propagan r�pidamente por varios
pa�ses y afectan a un n�mero relativamente grande de personas. Seg�n datos de
la Organizaci�n Mundial de la Salud (OMS), el brote de COVID-19 comenz� en
China el 31 de diciembre de
2019 y desde entonces se ha extendido por m�ltiples lugares y
poblaciones. En el �ltimo informe de la OMS, publicado el 20 de agosto de 2021,
se documentan 209.876.613 casos
confirmados y 4.400.284 muertes, con
registros en pa�ses de todas las regiones del mundo (OMS, 2020). En Brasil, el
primer caso de la enfermedad se notific� el 25 de febrero de 2020 y el n�mero
de personas afectadas por el virus ha ido aumentando gradualmente desde
entonces (MARSON, 2020).
Primeros
casos en Bolivia, Portugal y Brasil
Una mujer de 78 a�os residente en la ciudad de Santa
Cruz de la Sierra fue la primera v�ctima del coronavirus COVID-19 en Bolivia,
un caso que se detect� el 26 de marzo de 2020. La autoridad ministerial indic�
que la mujer falleci� por dificultad respiratoria severa, neumon�a t�pica y
coronavirus positivo. La v�ctima contrajo el virus a trav�s del contacto con un
familiar que lleg� de fuera del pa�s (Ministerio de Salud, 2020).
En Portugal, la contaminaci�n por SARS-CoV-2 comenz�
el 2 de marzo de 2020, con dos casos importados de Espa�a e Italia. En regiones
muy pobladas, han aparecido varios brotes principalmente en grupos de riesgo,
sobre todo en la poblaci�n de edad avanzada que reside en residencias de
ancianos, en algunos sectores de la construcci�n y asociados a cuestiones
laborales (Minist�rio da Sa�de,
2020).
En Brasil, se confirm� el primer caso de Covid-19 en
S�o Paulo. El hombre de 61 a�os ingres� en el Hospital Israelita Albert
Einstein el 25 de febrero con antecedentes de viaje a Italia, regi�n de
Lombard�a (Ministerio da Sa�de, 2020).
Dada la asociaci�n establecida entre el aumento de
la edad y el mal pron�stico en el COVID-19, ser�a sensato plantear la hip�tesis
de que la angustia emocional evolucionar�a de la misma manera, colocando a los
ancianos en una situaci�n de vulnerabilidad al virus, as� como a los efectos
psicol�gicos de la pandemia y la cuarentena. Sin embargo, hay poca informaci�n
sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud mental de los ancianos
fuera de China (ARMITAGE & NELLUMS, 2020).
Los estudios realizados con la poblaci�n de China,
el primer pa�s que adopt� la cuarentena y el aislamiento social como medidas de
protecci�n contra la propagaci�n del nuevo coronavirus, indican que existen
posibles consecuencias psicol�gicas de este confinamiento masivo (LUO et al,
2020). Los resultados mostraron tasas m�s elevadas de ansiedad, depresi�n,
consumo nocivo de alcohol y menor bienestar mental que las tasas habituales de
la poblaci�n (AHMED et al, 2020). En general, los pacientes con COVID-19
confirmado o sospechoso pueden sentir miedo a las consecuencias de la infecci�n,
potencialmente mortales, y los que est�n en cuarentena pueden sentir
aburrimiento, soledad y rabia (XIANG et al., 2020). Adem�s, los s�ntomas de la
infecci�n, como la fiebre, la hipoxia y la tos, as� como los efectos adversos
del tratamiento, como el insomnio causado por los corticosteroides,
pueden provocar un empeoramiento de la ansiedad y la angustia mental (LIU et
al., 2003).
El estr�s mental y la ansiedad pueden servir de
ignici�n a las enfermedades cardiovasculares, tanto en su forma cr�nica como aguda.
Las alteraciones fisiol�gicas que pueden causar, principalmente en la
hemostasia y el metabolismo intermediario nos revelan esta caracter�stica.
Tambi�n es pertinente referirse a la hiperactividad simp�tica y a la inhibici�n
vagal que desencadena el estr�s. En este caso y
cuando se observa, provoca un desequilibrio en la actuaci�n del sistema
nervioso aut�nomo que puede ser responsable de causar isquemia y eventos
arr�tmicos, m�s importantes en presencia de disfunci�n (YANO y RODRIGUES, 2021,
p 44264).
El aumento de la esperanza de vida de la poblaci�n y
el descenso de las tasas de fecundidad y mortalidad han provocado el
crecimiento de la proporci�n de personas mayores en Brasil. Seg�n el Instituto
Brasile�o de Geograf�a y Estad�stica (IBGE), el n�mero de personas mayores debe
pasar de 14,9 millones (7,4% de la poblaci�n) en 2013 a 58,4 millones en 2060,
lo que corresponde al 26,7% de la poblaci�n (MAGALH�ES et al, 2016). El
crecimiento de la poblaci�n de edad avanzada provoca un aumento de las personas
con riesgo de adquirir enfermedades neurol�gicas y psiqui�tricas. Dichas
enfermedades constituyen un grave problema de salud p�blica y est�n asociadas a
un empeoramiento de la calidad de vida (SANTOS, 2015).
As�, la Pol�tica Nacional de Salud del Adulto Mayor
recomienda la formaci�n de profesionales de la salud para la atenci�n integral
y se�ala que �sta debe permitir la sistematizaci�n de la atenci�n, con �nfasis
en las acciones dirigidas a la promoci�n de la salud, la prevenci�n de
discapacidades y el mantenimiento del desempe�o cognitivo de los adultos y
adultos mayores que viven en la comunidad (FALC�O & ARA�JO, 2018). Sin
embargo, las personas mayores siguen sin tener garantizada una participaci�n
activa en su proceso de salud-enfermedad y no tienen garantizada la salud, lo
que dificulta el mantenimiento de la salud mental y la adherencia al
tratamiento.
�Los ancianos
de Bolivia pasar�n del 8,1% de la poblaci�n total en 2012, al 9,5% en 2020 y al
11,5% en 2030, una tendencia que refleja el inicio del proceso de
envejecimiento de la poblaci�n en el Estado Plurinacional de Bolivia. En 2020,
la esperanza de vida de los hombres aumentar� a 70,5 a�os y la de las mujeres a
77,5 a�os. La transformaci�n de la pir�mide poblacional se manifiesta tambi�n
en la actual esperanza de vida media, que alcanza los 72,5 a�os: 69,1 a�os para
los hombres y 75,9 a�os para las mujeres (Instituto Nacional de
Estad�stica,2017).
Con el mayor porcentaje de poblaci�n de edad
avanzada (m�s de 65 a�os), Portugal es el cuarto pa�s m�s envejecido de la
Uni�n Europea, siendo el Alentejo la regi�n con m�s ancianos, seg�n los datos
publicados por la oficina europea de estad�stica, Eurostat.
Seg�n Eurostat, Portugal registr� un porcentaje del
22,1% de personas mayores de 65 a�os en 2020, el cuarto m�s alto de la UE, por
encima de la media europea del 20,6%. En 2011 (el primero del que se dispone de
datos), hab�a alrededor de un 18,7% de portugueses mayores de 65 a�os, una
cifra que ha ido aumentando con el tiempo, registrando un 21,8% en 2019 (Eurostat, 2020).
Cabe destacar que el proceso de envejecimiento est�
impregnado de acumulaciones de p�rdidas simb�licas y reales, teniendo en cuenta
que en esta etapa de la vida se produce una importante disminuci�n del vigor
f�sico y del sentido de la productividad. Las p�rdidas de seres queridos son
frecuentes, lo que conlleva el debilitamiento de las relaciones afectivas y la
disminuci�n de la interacci�n social, ya que la viudez carga a la vejez con el
peso de la soledad y el sentimiento de p�rdida de la fuente de apoyo social
(DOS SANTOS RIBEIRO, 2018).
La ansiedad y el miedo inherentes a toda situaci�n
de pandemia, a nivel de salud mental, desarrollar�n respuestas a nivel cerebral
con mucha variaci�n en el orden de escala de complejidad. La sensaci�n de
inseguridad es constante, as� como el miedo a contraer la enfermedad, unido a
la insuficiencia de recursos para combatir la pandemia con eficacia. Adem�s, la
privaci�n del contacto con los miembros de la familia y la distancia social
contribuyen con un impacto en la sociedad y en la forma de construirla y
gestionarla (YANO y RODRIGUES, 2021,p 44264).�
La p�rdida del olfato, o anosmia, es otro s�ntoma
que se da con frecuencia, as� como la posibilidad de p�rdida de memoria porque
la prote�na Covid-19 se adhiere a los astrocitos,
c�lulas de la gl�a de soporte neuronal, perjudicando su funci�n con la neurona
de alimentaci�n, suministro de energ�a y limpieza de la c�lula, perjudicando la
memoria. El origen de la p�rdida de la capacidad de percibir y distinguir los
olores puede deberse a cambios en las neuronas sin que �stas se infecten. Las
neuronas olfativas son las c�lulas que transmiten los olores al cerebro, ya que
carecen del sitio de acoplamiento primario, que es un receptor para el SARS-CoV 2, y hasta la fecha no hay pruebas cient�ficas que
demuestren su capacidad para sufrir la infecci�n. La p�rdida de olfato puede
ser el resultado de una interacci�n entre el virus y otro receptor de las
neuronas olfativas o del contacto con las c�lulas no neuronales que forman el
revestimiento de la nariz es objeto de investigaci�n por parte de la comunidad
cient�fica. En este sentido, podemos concluir que el virus no necesita
propagarse dentro de las neuronas para causar estos misteriosos s�ntomas
neurol�gicos que ahora surgen de la enfermedad (YANO y RODRIGUES, 2021, p
44262).
A medida que avanza la edad, existe entonces la
posibilidad de la aparici�n de alg�n deterioro psicol�gico, que es m�s
frecuente en las personas mayores de sexo femenino (SILVA et al., 2018; MARTINS
et al., 2016; NOORBALA et al., 2017), las personas mayores insatisfechas con la
vida, que presentan alteraciones mentales (SILVA et al., 2018) o f�sicas, que
consumen habitualmente bebidas alcoh�licas y las que han declarado haber fumado
en alg�n momento de su vida (NOORBALA et al., 2017). La insatisfacci�n de los
ancianos con la vida se produce por varias razones, una de ellas es el cerebro
formateado por medio de los problemas a lo largo de la vida, saturado y
moldeado a un ambiente m�s negativo debido a las circunstancias de la
experiencia. La percepci�n de la proximidad de la muerte tambi�n afecta, ya que
somos organismos con instintos de supervivencia. Covid-19 aumenta los riesgos
de enfermedades neurodegenerativas, especialmente en los casos con precursores
gen�ticos, debido a este da�o en el sistema nervioso en relaci�n con las
c�lulas neuronales y de soporte. Es necesario prestar m�s atenci�n a los
ancianos que han adquirido la enfermedad con terapias cognitivas y para
desarrollar la plasticidad cerebral.
Los aspectos de comportamiento y de la salud mental
de los brasile�os se vieron afectados por la pandemia. Entre mayo y junio de
2020, se realiz� un estudio con hombres y mujeres de varias regiones del pa�s
(Distrito Federal y 26 estados brasile�os), que mostr� que un gran n�mero de
personas presentaba s�ntomas de ansiedad, estr�s y depresi�n (Serafim AP, Dur�es RSS, Rocca CCA, Gon�alves PD, Saffi F, Cappellozza A, et al,
2021). Tambi�n hubo un mayor consumo de alimentos, medicamentos, cigarrillos y
drogas il�citas. Las mujeres se vieron m�s afectadas emocionalmente, con un
40,5% de s�ntomas de depresi�n, un 34,9% de ansiedad y un 37,3% de estr�s. La
investigaci�n se realiz� con 3 mil voluntarios y fue dirigida por el neuropsic�logo Ant�nio de P�dua Serafim, del Instituto de
Psiquiatr�a (IPq) del Hospital das Cl�nicas (HC) de
la Facultad de Medicina de la USP (FMUSP).
Otro dato interesante revel� otra cara de la
cuesti�n de g�nero, adem�s del perfil de una mujer multitarea que concilia el
trabajo dom�stico y la vida profesional. Los que viv�an solos y no ten�an hijos
tambi�n se ve�an afectados por la angustia emocional. Las mujeres que se
encuentran en esta situaci�n presentan niveles m�s altos de estr�s, depresi�n y
ansiedad. Seg�n el estudio, es probable que se asocien otras variables que
contribuyen a la enfermedad de los entrevistados. Muchos ten�an antecedentes de
enfermedades cr�nicas (25,9%), estaban en contacto con personas diagnosticadas
de Covid-19 (35,2%) y estaban desempleados. La falta de perspectivas e
incertidumbre sobre el futuro, que habr�a causado m�s sentimientos de
impotencia, ansiedad, angustia, causando m�s sentimientos de malestar y falta
de perspectivas e incertidumbre sobre el futuro, fue una de las hip�tesis
planteadas por el investigador (Serafim AP, Dur�es RSS, Rocca CCA, Gon�alves PD, Saffi F, Cappellozza A, et al. (2021).
En cuanto al arreglo familiar, el estudio realizado
con personas mayores en Paran� por Lentsck et al.
(2015), se�ala que el cambio en la estructura familiar, caracterizado por el
aumento de personas mayores viudas o divorciadas y que viven solas, asociado a
los desaf�os de la sociedad contempor�nea, puede justificar la mayor
prevalencia para la aparici�n de s�ntomas depresivos.
Tambi�n son frecuentes los trastornos relacionados
con el abuso de alcohol y otras drogas l�citas. La demencia afecta a entre el
1% y el 8% de la poblaci�n mayor, convirti�ndose en un importante problema de
salud p�blica y promoviendo cambios de comportamiento y psicol�gicos en esta
poblaci�n (MALTA, 2017).
En los grupos vulnerables al desarrollo de
alteraciones en el estado de salud mental se encuentran las personas mayores,
especialmente aquellas que ya tienen alg�n deterioro cognitivo, ya que las
p�rdidas cognitivas y afectivas y el desapego pueden ser factores de riesgo
para la aparici�n de trastornos mentales y para producir un impacto directo en
la calidad de vida (CASTRO & MACHADO, 2020).
Un estudio realizado en el interior de S�o Paulo por
J�NIOR, MARTINS y MARIN (2016) mostr� que la tercera causa m�s frecuente de
demanda de los ancianos por parte de la Estrategia de Salud de la Familia (ESF)
estaba relacionada con los trastornos del comportamiento. Entre ellos, el 55%
recibi� prescripciones de medicamentos para ansiol�ticos y el 29,7% para
antidepresivos. Dado que la Atenci�n Primaria se considera la puerta de entrada
a la asistencia sanitaria, cabe destacar la necesidad de invertir m�s en la
promoci�n de la salud mental y la prevenci�n de los trastornos mentales.
Las alteraciones del envejecimiento pueden influir
en el deterioro cognitivo y contribuir a la aparici�n de manifestaciones
f�sicas, psicol�gicas y sociales. Este declive cognitivo puede evaluarse como
un factor de riesgo para la aparici�n de s�ntomas depresivos y demencia. Muchas
veces, debido al olvido de los familiares, los ancianos quedan al margen de la
sociedad, sin apoyo emocional y psicol�gico, lo que acaba dificultando el
establecimiento de relaciones afectivas, familiares y sociales tan importantes
para la convivencia del ser humano en sociedad (RIBEIRO et al., 2017).
La adaptaci�n de las estrategias de las diferentes
fases de pre-crisis, intra-crisis y post-crisis debe
ser construida en consecuencia para la gesti�n de este problema. Los efectos
m�s reportados de la cuarentena y el aislamiento social, diez meses despu�s del
inicio de la crisis sanitaria, incluyen s�ntomas como la confusi�n y la ira, el
estr�s postraum�tico, la apat�a y los sentimientos de soledad en relaci�n con
la realidad, causando enormes p�rdidas de bienestar psicol�gico (YANO y
RODRIGUES, 2021, p 44264). La intervenci�n p�blica es necesaria, ya que en
muchos casos los ancianos son olvidados por sus familias, es necesaria una
atenci�n especial a aquellos que sirvieron como seres humanos a un pa�s pagando
sus impuestos y trabajando. El gobierno deber�a prestarles atenci�n y no
esperar a la familia.
Entre los principales trastornos mentales, los m�s
comunes incluyen la depresi�n y los trastornos mentales comunes, caracterizados
por s�ntomas de ansiedad, insomnio, fatiga, irritabilidad, olvido, dificultad
de concentraci�n y quejas som�ticas, presentando un impacto negativo y
limitante, considerado un grave problema de salud p�blica (YIMAM, KEBEDE &
AZALE, 2014).
Los s�ntomas
neurol�gicos que m�s persisten en los pacientes afectados por el SARS-CoV2
suelen ser de menor gravedad, aunque no es f�cil descubrir el diagn�stico y
cerrar un cuadro cl�nico �nico. Incluso despu�s del alta, muchos pacientes
pueden sufrir s�ntomas f�sicos, experimentando una serie de indicadores
relevantes, y muchos experimentan p�rdida de memoria (de duraci�n variable),
confusi�n y otras desorientaciones mentales. El desarrollo de la fatiga
muscular y la confusi�n mental puede durar meses, experimentada por muchas
personas incluso despu�s de un caso leve, no necesariamente estimulando el
sistema inmunol�gico para salirse de control (YANO y RODRIGUES, 2021, p 44262).
Puede haber
muchos efectos relacionados con el dolor derivados de un ataque a las neuronas
sensoriales, as� como a los nervios que se extienden desde la m�dula espinal,
que reciben informaci�n de los procesos internos del cuerpo y del propio
entorno. Existe una comprensi�n progresiva por parte de los investigadores
sobre el SARS-CoV-2 de c�mo podr�a secuestrar las neuronas llamadas nociceptores o neuronas sensibles al dolor con el fin de
producir algunos s�ntomas caracter�sticos del COVID-19 (YANO y RODRIGUES,2021,p 4426 ).
La depresi�n y
la ansiedad son com�nmente atribuidas al proceso natural de envejecimiento,
siendo acompa�adas por p�rdidas de trabajo, p�rdidas sociales, cambio de roles
y nuevas condiciones de salud (DE MEDEIROS POSSATTO & RABELO, 2017). Por
ello, al estar interconectados con hechos comunes de la vida cotidiana, existe
una falta de diagn�stico y tratamiento adecuado, as� como una escasez de
acciones dirigidas a promover la salud mental de la poblaci�n en cuesti�n.
Seg�n Matos (2016), es la asociaci�n de la depresi�n
a cambios a nivel estructural y funcional del cerebro, que se expresan de forma
demostrable por la disminuci�n de �reas, como el hipocampo, el cerebelo y la
corteza prefrontal, originando as� cambios en el procesamiento de la
informaci�n, la percepci�n el aprendizaje, la memoria, la atenci�n, la
vigilancia, el razonamiento y la capacidad de resoluci�n de problemas, adem�s
de las implicaciones en el tiempo de reacci�n, el tiempo de movimiento y la
velocidad de ejecuci�n, produciendo, por tanto, un intenso impacto en la vida
cotidiana, el bienestar y, sobre todo, la calidad de vida de la persona que envejece.
La investigaci�n sobre el estado de salud mental de
los ancianos durante el brote de Covid-19 es incipiente, y los datos que
abordan el impacto de las epidemias anteriores en este grupo de edad tambi�n
son escasos (EL HAYEK et al., 2020), se observa que hubo una exclusi�n de los
pacientes mayores de los ensayos cl�nicos (Lithander et al., 2020). Se estima
que pasar�n a�os antes de que comprendamos el alcance total del desastre de
Covid-19, pero un aspecto de la destrucci�n est� claro: los adultos mayores
constituyeron el grupo de edad m�s afectado. El ochenta por ciento de las
muertes en Estados Unidos se produjo entre personas de sesenta y cinco a�os o
m�s (CDC, 2020; MONAHAN et
al, 2020).
Un porcentaje importante de la poblaci�n puede
sufrir las consecuencias del COVID-19 a corto o largo plazo. Por lo tanto, se
considera importante implementar acciones que incluyan la atenci�n a la salud
mental de los ancianos, como el acceso a los medicamentos y el asesoramiento
psicol�gico en el per�odo de la pandemia y posteriormente. Se destaca la
importancia de garantizar a esta poblaci�n una informaci�n precisa como forma
de contener el miedo y la ansiedad, adem�s de poner a su disposici�n canales de
escucha que aporten informaci�n pr�ctica sobre c�mo afrontar y gestionar las
situaciones de estr�s (BROOKS et al., 2020).
Tener una renta familiar reducida debido a los
impactos de la enfermedad en el escenario econ�mico local y la exposici�n a
informaci�n negativa sobre el COVID-19 (como el n�mero de muertos e
infectados), por ejemplo, pueden ofrecer m�s riesgo para la salud mental. De
este modo, los factores econ�micos y la p�rdida de ingresos de las familias
requieren una atenci�n especial, lo que puede reforzar la necesidad de
pol�ticas p�blicas y prestaciones de ayuda financiera en este periodo (LI & MUTCHLER, 2020). Tambi�n
es importante desarrollar intervenciones en atenci�n primaria dirigidas a la
prevenci�n, como campa�as y acciones sanitarias (TULLY ET AL., 2019).
Aunque la depresi�n es una patolog�a mental
incapacitante responsable de la p�rdida de autonom�a, funcionalidad y
agravamiento de otras patolog�as, adem�s de afectar directamente a la calidad
de vida, sigue estando muy infradiagnosticada porque
los profesionales sanitarios creen que sus s�ntomas est�n relacionados con el
proceso de envejecimiento (RIBEIRO
et al., 2017). El conocimiento de tales hechos por parte de los
profesionales sanitarios es necesario, ya que existe un elevado n�mero de
personas mayores deprimidas que llegan a los servicios sanitarios a trav�s de
las urgencias, en ocasiones con otras dolencias (LIMA et al., 2016). En cierto
modo, existe una relaci�n entre la vejez y la depresi�n, debido a los cambios
anat�micos en el cerebro como consecuencia de una vida con muchos problemas
como la ansiedad y el estr�s, lo que facilita la aparici�n de la depresi�n.
Adem�s, seg�n (Lima et al., 2016), la depresi�n se
relaciona con otras numerosas comorbilidades, interfiriendo tanto en la
adherencia al tratamiento como en los procesos inflamatorios y degenerativos a
menudo relacionados con alteraciones cerebelosas y
cerebrales, adem�s de ser, para (Silva et al., 2018), considerada un factor de
riesgo para un peor pron�stico de enfermedades cr�nicas, como la diabetes y el
s�ndrome coronario.
Hasta que no podamos medir la tasa de infecci�n de
toda la poblaci�n, no sabremos si los adultos mayores son m�s susceptibles que
los j�venes a las infecciones por Covid-19. Sin embargo, sabemos que los
adultos mayores con Covid-19 son m�s propensos a desarrollar s�ntomas graves,
como enfermedades cr�nicas no transmisibles (ECNT) (MALTA et al., 2017).
Este escenario se presenta como consecuencia de la
disminuci�n de las tasas de fecundidad y el aumento de la esperanza de vida de
la poblaci�n, lo que se refleja en cambios en el perfil de las causas de
muerte, en el que, anteriormente, estaba marcado por las enfermedades
transmisibles y actualmente prevalecen las Enfermedades Cr�nicas No
Transmisibles (ECNT) (MALTA et al., 2017).
Formar parte del grupo de riesgo del nuevo
coronavirus, es decir, estar embarazada, tener m�s de 60 a�os o padecer
enfermedades preexistentes como la diabetes y las cardiopat�as, supone un mayor
riesgo de padecer la enfermedad en su forma agravada (OMS, 2020).
En este contexto, un estudio descriptivo realizado
con pacientes ancianos de la Consulta Externa de Geriatr�a/HC-UNICAMP se�ala
que la resiliencia es un factor de protecci�n emocional en los ancianos
afectados por enfermedades cr�nicas, ya que se asocia a la preservaci�n de la
funcionalidad de los individuos, as� como a una menor predisposici�n a los
s�ntomas depresivos (PORTELLA, 2015).
Koenig (2020) analiza c�mo la religi�n y la espiritualidad
pueden desempe�ar un papel como factor de riesgo o de protecci�n. Por otro
lado, las personas mayores religiosas pueden sentir una tensi�n adicional por
no poder asistir a los servicios. Al mismo tiempo, para estas personas mayores,
su fe tambi�n puede servir como un importante mecanismo de afrontamiento,
adem�s, estamos aprendiendo c�mo COVID-19 puede impactar tambi�n en el personal
que las cuida.
Adem�s, hay que tener en cuenta las consecuencias
sociales de la cuarentena. La desconexi�n social es especialmente importante
para este grupo de edad menos acostumbrado a las tecnolog�as digitales, ya que
pueden limitar el compromiso social, interferir en las rutinas diarias,
aumentar la inactividad, incrementar el consumo de drogas y disminuir la
estimulaci�n sensorial. Todas estas circunstancias, junto con el aislamiento,
pueden tener un impacto negativo en la salud mental de la poblaci�n mayor
(ARMITAGE & NELLUMS, 2020). Por otro lado, el aumento del uso de las redes
sociales por parte de ni�os, j�venes y adultos est� trayendo graves
consecuencias a la sociedad, como el aumento del trastorno por d�ficit de
atenci�n e hiperactividad (TDAH), trastornos enmarcados en los de personalidad
histri�nica, adicciones, depresi�n y trastornos de ansiedad. El ciclo de
dopamina relacionado con las redes sociales y el "secuestro de la
am�gdala" se han convertido en factores que han desencadenado graves
problemas que afectan a la sociedad en el presente y que traer�n consecuencias
para el futuro.
Finalmente, la pandemia trajo a la luz la necesidad
de atenci�n gerontol�gica de forma calificada y segura, tambi�n la importante
acci�n de educaci�n y formaci�n profesional para atender las demandas del
p�blico objetivo (DE ALMEIDA & SANTANA, 2020) respetando la singularidad de
cada anciano y la atenci�n integral de la salud, no infringiendo los principios
doctrinarios del Servicio Nacional de Salud (SNS).
La comunidad cient�fica debe considerar, a nivel
neurol�gico, que ya se ha demostrado el da�o a las c�lulas de soporte que
afectan al sistema nervioso central. La entrada directa del virus en las
c�lulas nerviosas es el principal mecanismo que provoca da�os a nivel celular.
Las c�lulas nerviosas alteran su actividad debido a condiciones inflamatorias
externas y pueden causar da�os permanentes (YANO y RODRIGUES, 2021, p 44262).
CONCLUSI�N
Por lo tanto,
para hacer frente a la crisis de salud mental, al envejecimiento de la
poblaci�n y a la creciente demanda de servicios adecuados, es necesaria la
cualificaci�n de los profesionales sanitarios, la aplicaci�n de un enfoque
multifac�tico (equipo multidisciplinar), la prestaci�n de tratamientos
psiqui�tricos, el uso de plataformas de asesoramiento en l�nea y los programas
de rehabilitaci�n. Dichas estrategias se consideran importantes para el
mantenimiento de la funcionalidad, la preservaci�n y la mejora del rendimiento
cognitivo y la calidad de vida (LIMA et al., 2016), respetando la singularidad
de cada persona mayor y la atenci�n sanitaria integral, no vulnerando los
principios doctrinales del Sistema
Nacional de Salud (SNS). Tambi�n se enfatiza la necesidad de mirar a este grupo
en cuanto al apoyo y soporte
familiar, ya que la distancia social no justifica ni caracteriza el abandono,
requiriendo que la familia, junto con el anciano, reflexione y discuta las
estrategias necesarias para el momento oportuno, existiendo tambi�n la
necesidad de que el gobierno intervenga en este cuidado, no dependiendo s�lo de
la familia. (DE ALMEIDA
& SANTANA, 2020).
En este sentido, cabe destacar la importancia de las
terapias de rehabilitaci�n cognitiva que ayudan a la neuroplasticidad.
La rehabilitaci�n neuropsicol�gica, la terapia cognitivo-conductual (TCC), la
terapia ocupacional y el an�lisis del comportamiento son algunos ejemplos de
herramientas valiosas para ayudar a la modificaci�n del cerebro y al desarrollo
de nuevas habilidades cognitivas.
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http://dx.doi.org/10.4172/2167-1044.S1-007.
[1] PhD, neurocientista, mestre em psicologia, bi�logo,
historiador, antrop�logo, com forma��es tamb�m em neuropsicologia,
neurolingu�stica, intelig�ncia artificial, neuroci�ncia aplicada �
aprendizagem, filosofia, jornalismo, programa��o em python e forma��o
profissional em nutri��o cl�nica - Diretor do Centro de Pesquisas e An�lises
Her�clito; Chefe do Departamento de Ci�ncias e Tecnologia da Logos University
International, Professor e investigador na Universidad Santander de M�xico;
Cientista no Hospital Universit�rio Martin Dockweiler; Membro da SFN - Society
for Neuroscience, Membro ativo Redilat.
[2] Estudiante
de pregrado de medicina en la Universidad de Aquino Bolivia (UDABOL), psic�loga
con especializaci�n en neurociencias, neuropsicolog�a y an�lisis del
comportamiento aplicado (ABA).
Hospital Universit�rio Martin Dockweiler