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En este orden de ideas, entre las competencias vinculadas con los compromisos, se tiene la fijación de
objetivos, búsqueda de información y la elaboración de planes con seguimiento y control, en este
aspecto cabe destacar que el emprendedor, no solo debe tener motivación, sino disciplina para gestionar
su emprendimiento con base en objetivos, metas, planificación y mecanismos de seguimiento y control
bien establecidos. Por último, las competencias del liderazgo están asociadas a la construcción de redes,
la capacidad de persuasión, el trabajo en equipo, solución de problemas, negociación, iniciativa,
independencia de criterio y la autoconfianza (González- Pernía y Peña-Legazkue, 2002). Desarrollar el
espíritu emprendedor entre los jóvenes implica la realización de políticas específicas y no genéricas
aplicadas a toda la población. Precisamente, estudios vienen indicando que para promover el
emprendimiento se debe tener conciencia de que ciertos factores determinantes no impactan por igual
a todos los segmentos de la población (Bönte et al., 2009). Hay que tener en cuenta modelos formativos
para los procesos de emprendimiento que se fundamentan en los siguiente tres elementos: el mercado,
(representado por las oportunidades), las personas, (representadas por el equipo emprendedor) y los
recursos, (que consisten en los elementos de planificación y gestión eficiente de estos). En este sentido,
bajo el enfoque del modelo, se considera que las capacidades para emprender pueden ser adquiridas
mediante procesos formativos, independientemente de las características del individuo, su formación
previa o la etapa de vida que viva actualmente.
Shapero (1984), citado por Zhang et al., (2014), propone cinco elementos relacionados entre sí y
fundamentado en dos competencias básicas, las relacionadas con los conocimientos que se requieren
para poner en marcha una empresa y las competencias de orden individual, que no son más que todo el
conjunto de habilidades, actitudes, valores, comportamientos que se requieren para ser un empresario
de éxito. Las etapas propuestas por Shapero son las siguientes: motivacional (Gusto), la cual tiene que
ver con los estímulos que el emprendedor recibe de su entorno y que le dan el impulso para enfrentar el
proceso emprendedor, este entorno se compone por los sistemas educativos, la sociedad y la cultura. La
segunda etapa es la situacional (oportunidad), donde el emprendedor, a partir de un análisis de su
entorno, identifica una necesidad que puede ser cubierta (Zhang et al., 2014). Seguidamente viene la
etapa psicológica (decisión), en la cual se evalúa la prefactibilidad de la idea de negocios y se decide si
continuar o no con el proceso dando paso a la fase analítica (Plan de negocios), en donde se desarrollan