pág. 13835
una clasificación funcional de los documentos garantiza la trazabilidad y coherencia de la información,
facilitando la recuperación y control archivístico.
El catálogo de disposición documental define los plazos de conservación y el destino final de cada serie
y subserie. Se determinó que los contratos, las solicitudes y respuestas de información, los informes
finales y la evidencia de cambios institucionales debían conservarse de manera permanente; que
diagnósticos, matrices, comparativos y evaluaciones se mantuvieran entre cinco y diez años en archivo
de concentración; y que copias normativas, tablas de seguimiento, borradores y denuncias anónimas se
conservaran solo de manera selectiva, con baja documental una vez concluida su función. Esta
valoración se apoyó en el concepto de ciclo vital de los documentos (Schellenberg, 1956) y en la
necesidad de preservar el valor probatorio y social de la documentación ciudadana (Cook, 1997).
Finalmente, el archivo opera bajo un conjunto de reglas específicas para documentos electrónicos. Cada
pieza se registra con un código de foliación que incluye año, proyecto, serie y número consecutivo, lo
que asegura unicidad y trazabilidad. Además, se completan metadatos mínimos en hojas de control:
fecha, productor, tipo documental, serie/subserie y estatus. Los documentos fuente se conservan en una
carpeta digital de solo lectura, llamada carpeta congelada, mientras que los materiales derivados
(análisis, matrices comparativas, fotografías) se almacenan en carpetas de trabajo. Estas prácticas
responden a los lineamientos internacionales sobre gestión de documentos electrónicos contenidos en la
norma ISO 15489 (International Organization for Standardization, 2016). En conjunto, estos
componentes conforman un modelo archivístico diseñado para sostener la autenticidad, integridad,
fiabilidad y disponibilidad de la evidencia ciudadana, y para convertirla en prueba organizada y
replicable en contextos diversos.
Cuadro de series y subseries
El núcleo organizativo del archivo ciudadano electrónico se construyó a partir de un cuadro de
clasificación archivística, que define ocho series principales (A–H) y sus respectivas subseries. Este
diseño responde a la obligación legal establecida en la Ley General de Archivos (Congreso de los
Estados Unidos Mexicanos, 2018) y en la Ley de Archivos del Estado de Chihuahua (Congreso del
Estado de Chihuahua, 2019), que señalan al cuadro como instrumento básico para organizar documentos
por funciones y actividades. Como señala Cruz Mundet (2018), el archivo contemporáneo se concibe