IMPACTOS DEL CONFLICTO ARMADO
DURANTE EL PERIODO 2000-2016 EN LA
VIDA DE MUJERES EGRESADAS DE LA
UNIVERSIDAD DE LA AMAZONIA
IMPACTS OF THE ARMED CONFLICT DURING THE
PERIOD 2000-2016 ON THE LIVES OF WOMEN
GRADUATES FROM THE UNIVERSITY OF THE AMAZON
Diana Katherin Martínez Caleño
Universidad de la Amazonia, Colombia
Patricia Franco Rojas
Universidad de la Amazonia, Colombia
pág. 14456
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i5.20623
Impactos del conflicto armado durante el periodo 2000-2016 en la vida de
mujeres egresadas de la universidad de la amazonia
Diana Katherin Martínez Caleño1
dk.martinez@udla.edu.co
https://orcid.org/0009-0007-7562-8790
Universidad de la Amazonia
Colombia
Patricia Franco Rojas
p.franco@udla.edu.co
https://orcid.org/0000-0003-3018-1474
Universidad de la Amazonia
Colombia
RESUMEN
Este trabajo se propuso comprender los impactos del conflicto armado durante el periodo 2000- 2016
en la vida de mujeres egresadas de la Universidad de la Amazonia, en el departamento del Caquetá,
territorio que ha sido escenario de violencia armada por más de cinco décadas. Con el propósito de
recopilar, reconstruir e identificar en las narrativas de las mujeres participantes, los impactos del
conflicto armado su ciclo vital. Su contribución ayuda en la reconstrucción de memoria histórica para
la región y el fortalecimiento de tejidos sociales, en el marco de la construcción de Paz. La investigación
asumió un enfoque cualitativo, de diseño narrativo, a través de entrevistas a profundidad, empleando la
técnica de mapas corporales y líneas de tiempo. Las participantes son mujeres egresadas de la
Universidad de la Amazonia con edades entre 29 y 39 años. Respecto a los resultados se identificaron
diversos impactos del conflicto armado en las dimensiones sociales, emocionales y académicas de las
participantes quienes enfrentaron de diferentes formas la violencia y a su vez buscan superarse y
transformar su vida.
Palabras clave: Impactos; Mujeres; Conflicto armado
1
Autor principal
Correspondencia: dk.martinez@udla.edu.co
pág. 14457
Impacts of the armed conflict during the period 2000-2016 on the lives of
women graduates from the university of the amazon
ABSTRACT
This study aimed to understand the impacts of the armed conflict during the period 2000-2016 on the
lives of women graduates of the University of the Amazon, in the department of Caquetá, a territory that
has been the scene of armed violence for more than five decades. The purpose was to collect, reconstruct,
and identify the impacts of the armed conflict on their life cycle in the narratives of the participating
women. Their contribution contributes to the reconstruction of historical memory for the region and the
strengthening of social fabrics, within the framework of peacebuilding. The research adopted a
qualitative approach with narrative design, through in-depth interviews, employing body mapping and
timeline techniques. The participants were women graduates of the University of the Amazon, between
the ages of 29 and 39. Regarding the results, diverse impacts of the armed conflict were identified on
the social, emotional, and academic dimensions of the participants, who faced violence in different ways
and, in turn, sought to overcome and transform their lives.
Keywords: Impacts; Women; Armed conflict
Artículo recibido 05 setiembre 2025
Aceptado para publicación: 09 octubre 2025
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INTRODUCCIÓN
Este trabajo investigativo se aborda a partir de las experiencias de vida de mujeres que han enfrentado
el conflicto armado en el departamento del Caquetá, a través de sus historias de vida se conocieron los
impactos en las dimensiones sociales, emocionales y su trayectoria académica desde una perspectiva de
género. A partir de un análisis de las narraciones de cada participante, se evidencian los impactos que
cada una de ellas ha enfrentado en su vida antes, durante y después del conflicto armado.
De esta manera, también se permite visibilizar los afrontamientos y la resistencia de las mujeres víctimas
del conflicto armado, siendo las autoras de su historia de vida y de cómo han logrado reconstruirse,
resignificando el dolor, aportando con sus narrativas a la reconstrucción de memoria histórica regional.
El conflicto armado colombiano ha tenido un impacto particular y desproporcionado en la vida de las
mujeres y particularmente de las caqueteñas. Según el (Registro Único de Víctimas (RUV), 2025) hasta
julio de 2025 en Colombia hay 10.011.972 víctimas de conflicto armado, de las cuales 5.026,028 son
mujeres. Esta violencia ha sido reconocida por la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (2017)
como un continuum de las violencias que constituyen “una manifestación de relaciones de poder
históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y
a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer”
(Zuloaga, 2011, p.25).
La violencia ejercida contra la mujer, que no solo se presenta en el marco del conflicto armado, si no en
todas las esferas de vida, es resultado de la una estructura social en la que los hombres son los dueños
de la guerra como lo señala Margarita Rico (2014), así como han sido los dueños de la tierra, de la vida
pública e incluso de nuestros cuerpos. Somos las mujeres quienes vivimos con mayor rigor el horror de
la guerra, nos convertimos en botín de los combatientes, vemos a los hijos que parimos y criamos en el
amor, tomar las armas; lloramos la perdida de nuestros seres queridos y la destrucción de nuestras
familias aun así debemos salvarnos y continuar la vida, porque así lo ha determinado la misma
estructura.
La Corte Constitucional en el auto 092 (2008) ha señalado que las mujeres colombianas hemos
enfrentado más de diez riesgos específicos del conflicto, que nos impactan de manera diferencial,
específica y agudizada, por causa de nuestra condición femenina, los cuales responden a patrones de
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violencia y discriminación de género de índole estructural anteriores al conflicto. Sin embargo, en
nuestra nación, los actores armados hicieron la guerra en nuestros cuerpos, nos instrumentalizaron a su
antojo, nos desplazaron de nuestros territorios, nos arrebataron a nuestros seres queridos, fuimos
hostigadas, reclutadas a la fuerza, destruyendo nuestros proyectos de vida.
Para algunos autores como Mary Kaldor (2001) desde siempre las guerras han tomado como víctimas a
las mujeres, pese a que con el trascurrir de los años la guerra ha cambiado en sus formas de
confrontación, las violencias contra las mujeres vienen desde las viejas guerras
2
, ejerciendo el maltrato
físico- psicológico, la violencia sexual y utilizando el cuerpo de las mujeres como escudo y premio de
las batallas.
Rita Segato (2016), coincide en reconocer que las violencias contra las mujeres vienen de las viejas
guerras, sin embargo, para esta antropóloga feminista, hay un cambio en la manera de instrumentalizar
las violencias de género de manera sistemática.
Las nuevas formas de la guerra tienen como característica una victimización extrema de las mujeres,
[…] en guerras anteriores el daño a las mujeres era colateral al daño bélico, a la guerra misma. Sucedía
por botín de guerra, por la anexión del territorio y la anexión de sus mujeres como territorio, por
inseminación y captura como concubinas, esclavas sexuales, etc. […] la guerra se hace hoy mediante la
victimización de las mujeres. Lo que era colateral se vuelve central, se vuelve la forma de hacer la guerra
[…] la guerra ha introducido como estrategia la tortura sexual de las mujeres hasta la muerte (p.160-
161).
Se ha demostrado que en todas las guerras las mujeres hemos sufrido la peor parte de la violencia, una
violencia que no es pasajera que es, un continuum de los vejámenes que la sociedad ejerce contra las
mujeres y las niñas, que ha permanecido en una estructura patriarcal que nos vulnera, y nos señala como
el blanco para controlar territorios o comunidades. Este es el caso del pueblo Wayuu que vivió en la
Masacre de Bahía Portete (2010), cuando hombres armados pertenecientes a la AUC atacaron a la
comunidad, violaron y mataron a mujeres Wayuu, quienes desempeñaban el papel de voceras
2
Mary Kaldor (2001), entre otros autores. se refiere al concepto de "viejas" y "nuevas guerras", las primeras hacen referencia
a los conflictos entre naciones con objetivos geopolíticos claros y enfrentamientos militares convencionales. Las nuevas guerras
señalan los cambios en la naturaleza de los conflictos armados a partir de la Guerra Fría, son a menudo conflictos internos, en
los que se involucran múltiples actores no estatales, se financian de forma irregular y utilizan el terrorismo y la violencia contra
el “enemigo interno”. N.A.
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comunitarias y pilares de la vida social del pueblo Wayuu. Este hecho no implicó solo la violencia en el
ámbito privado, sino también la extensión al dominio de lo público, a través del cuerpo de las mujeres.
Incorporar la perspectiva de género en la reconstrucción de la memoria histórica, no solo es reconocer
las violencias que hemos vivido, es ampliar la comprensión del conflicto armado, para comprender los
entramados de una estructura que ha otorgado a las mujeres un rol como cuidadoras de la vida, al tiempo
que silencia nuestros saberes y memorias, y se invisibilizan los impactos y desafíos que hemos
atravesado en medio del conflicto. Como afirma María Emma Wills (2011), coordinadora del Proyecto
Género y Memoria de la CNMH:
Esta opción parte de que otorgar un lugar central a las memorias de las mujeres es reconocer que ellas,
por el modo como han sido socializadas y constituidas históricamente, tienen formas particulares de
rememorar, y maneras de silenciar, también específicas. Aun cuando muchas de ellas son víctimas
sobrevivientes, son pocos los relatos que les otorgan a ellas un lugar central y que hacen un esfuerzo por
comprender la orilla particular desde la que hablan y rememoran. (p.55).
Entonces, la perspectiva de género nos conmina, no solo a reconstruir los relatos de las mujeres, sino a
validar la manera de narrarnos, reconocer los sentimientos que afloran en nuestros relatos, aceptar con
respeto nuestros silencios, en ntesis, comprender desde la sensibilidad femenina los sentidos que las
memorias tienen sobre nuestros cuerpos, sobre nuestra identidad, sobre nuestras familias, pues sin las
voces femeninas, distintas de las masculinas, el relato de lo que significó el conflicto quedaría
inconcluso; pues cono afirma Elizabeth Jelin (2020), las memorias tienen género
3
.
La certeza de que las mujeres y los hombres tenemos maneras de narrar situaciones similares de distinta
forma, es lo que nos ha llevado a poner en el centro de esta investigación las voces femeninas, las
narrativas de mujeres caqueteñas que han vivido el conflicto armado, en uno de los territorios más
desiguales, donde los grupos armados al margen de la ley han sometido sus habitantes mientras se
disputan el control de los territorios y sus pobladores, mientras el Estado abandonó a estas comunidades,
3
Existen algunas evidencias cualitativas que indican que las mujeres tienden a recordar eventos con más detalles,
mientras que los varones tienden a ser más sintéticos en sus narrativas, o que las mujeres expresan sentimientos
mientras que los hombres relatan más a menudo en una lógica racional y política, que las mujeres hacen más
referencias a lo íntimo y a las relaciones personalizadas sean ellas en la familia o en el activismo político (Jelin,
2020, p. 535).
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la violencia armada se agudizó (Molano, 2001) e hizo mella en los cuerpos y memorias de estas mujeres
que compartieron con nosotras las aulas en la Universidad de la Amazonia.
El Caquetá como escenario de guerra
El Caquetá se encuentra al noroccidente de la Amazonia Colombiana, es un departamento caracterizado
por su biodiversidad, inmensos bosques, ríos caudalosos y la presencia de comunidades indígenas, que
finalizando el siglo XIX fueron sometidas a la explotación cauchera. Desde entonces predominaron
prácticas extractivas: madera, quina, caucho y coca, son algunas de las bonanzas económicas que
marcaron hitos en el desarrollo regional. A mediados del siglo XX, el territorio caqueteño empezó a
recibir decenas de familias campesinas provenientes de otros departamentos como Huila, Tolima y
Cundinamarca, quienes huían de la violencia en sus territorios de origen, lo que empezó a consolidar el
imaginario de tierra de esperanza y promisión para las familias de colonos (Castañeda & Quiñones,
2011).
A pesar del anhelo paz de sus pobladores, el departamento del Caquetá ha sido escenario de guerra. En
sus selvas, diferentes actores del conflicto, se han disputado el poder durante los últimos 50 años. La
débil presencia estatal permitió a los grupos armados asentarse y controlar el territorio, al tiempo que el
Estado se dedicó a combatirlos, dejando en medio a la población civil que enfrentó un amplio repertorio
de violencias: atentados, asesinatos, secuestros, reclutamiento, violencia sexual.
Desde 1964 empezó la expansión de las FARC y posteriormente del M-19, caracterizada por las
sucesivas tomas de poblaciones y ataques guerrilleros contra el ejército, en respuesta el gobierno del
presidente Turbay Ayala implementó el Estatuto de Seguridad (1978), “una ofensiva de la Fuerza blica
que consist en la militarización de la región, así como asesinatos, torturas, desapariciones y
detenciones por parte de miembros del ejército contra dirigentes sociales, políticos y campesinos
(Vásquez, 2014, p. 158-159).
Los serios problemas por la presencia de grupos armados al margen de la ley se incrementaron con la
llegada de la coca a finales de los años 70 y comienzos de los 80, pues se empezó a usar la región del
piedemonte caqueteño como un corredor estratégico para el narcotráfico y los cultivos ilícitos, vieron
como una alternativa para el desarrollo socioeconómico de las comunidades campesinas, que no
encontraban mejores alternativas económicas (Murillo et al., 2017).
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En los años 90, intensas movilizaciones campesinas, secuestros masivos de militares y policías y un
recrudecimiento de la violencia que cobró la vida de importantes líderes de todos sectores políticos del
Caquetá, consolidaron la imagen del territorio como zona roja. A pesar de ello, la búsqueda de la paz
convirtió al departamento en un espacio para diálogos, durante los gobiernos de Ernesto Samper y
Andrés pastrana se desmilitarizaron zonas clave como, Montañita, Cartagena del Chairá y el Caguán,
región que se hizo famosa a raíz de las de las negociaciones entre el gobierno de Pastrana y las FARC.
Sin embargo, el fracaso de los diálogos de paz del Caguán desató una ofensiva militar del Estado, el
Plan Colombia (2000-20015) y el plan Patriota (2002-2006) fueron las estrategias del gobierno, con
apoyo de EEUU, para reducir el poder militar de las FARC y desarticular su principal financiador, el
narcotráfico. Mientras tanto los paramilitares del Frente Sur Andaquíes consolidaban el dominio en
municipios como Valparaíso, Belén de los Andaquíes, Curillo, entre otros (Verdad Abierta, 2011). Una
vez terminado los diálogos la disputa territorial fue explícita y dejo en medio a la población civil. Sobre
este periodo Amnistía Internacional informó que
Aunque la guerrilla cometió numerosos actos de violencia contra miembros de la población civil y
persistentes violaciones del derecho internacional humanitario durante el tiempo que tuvo el control de
la zona de despeje, el nivel de violencia se ha incrementado notablemente desde que el ejército retomó
la zona, y la población civil es víctima de los ataques sistemáticos tanto de las fuerzas de seguridad y
sus aliados paramilitares como de la guerrilla […] Tanto la guerrilla como las fuerzas armadas y sus
aliados paramilitares han atacado también a la población civil mediante otros métodos, como el acoso,
la tortura y las amenazas (Amnistía Internacional, 2002)
La ruptura de las conversaciones de paz agravó la crisis de derechos humanos, no solo en la antigua
zona de despeje, sino en todo el departamento. Las medidas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez,
sumadas a la presencia paramilitar en lugares como Puerto Torres, consolidaron un círculo de violencia
que arrastró aún más a la población civil al conflicto y fortaleció la impunidad.
Los más recientes procesos de paz con los paramilitares (2003-2006) y con las FARC-EP (2012-2016)
le dieron al departamento de nuevo, la ilusión de poner fin a la guerra, y dejar de ser un lugar de
confrontación armada, para convertirse en un escenario de simbólico que busca la paz donde las
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comunidades se volvieran protagonistas de la memoria que nos permita contar lo que ocurrió en medio
de las confrontaciones.
El Centro Nacional de Memoria Histórica (2013, 2014) y la Comisión de la Verdad (Comisión de la
Verdad, 2022), realizaron enormes esfuerzos para reconstruir la memoria de las víctimas, estas
iniciativas que se han materializado en archivos testimoniales, procesos, espacios comunitarios de
diálogo y reconstrucción de las voces que han sido históricamente silenciadas no solo cumplen el
propósito documental, sino también de dignificar sus historias de vida y reconocer su lugar en la historia
como aporte a la construcción de una memoria individual y colectiva.
Frente al caso colombiano, Néstor Calbet (2021), Camilo Galeano (2023),Sandra Poveda(2023), Nubia
Frasser-Thompson (2023), Eliana Gamba (2020), han abordado el conflicto armado con un enfoque de
género, lo que nos permitió visibilizar las violencias ejercidas hacia las mujeres en el marco del conflicto
armado. Por otro lado Amandine Fulchirone (2009), (Saldarriaga et al., (2024), coinciden en
comprender y visibilizar el significado de la infancia en el marco del conflicto armado, las niñas sufren
episodios que afectan su niñez, dejando secuelas imborrables en sus cuerpos, en su memoria que luego
transcienden en su identidad afectando las dimensiones sociales y académicas en su trayectoria de vida.
Desde esta manera, la presente investigación aporta y contribuye a la memoria histórica regional a partir
de las narrativas de 5 mujeres egresadas de la Universidad de la Amazonia que vivieron la guerra armada
en el departamento del Caquetá. El estudio se desarrolló con un enfoque narrativo que reivindica las
voces de las participantes, lo que permitió comprender su historia de vida y los impactos que dejó la
guerra armada en las dimensiones emocionales, sociales y su trayectoria académica. A partir de esto se
diseñaron los siguientes objetivos: en primer lugar, el objetivo general es comprender la experiencia de
mujeres egresadas de la Universidad de la Amazonia en relación con los impactos del conflicto armado
durante el periodo 2000 al 2016, en su vida personal, social y académica a través de la reconstrucción
de sus historias de vida. En cuanto a los objetivos específicos se formularon tres: 1) Reconstruir los
relatos de vida de mujeres egresadas de la Universidad de la Amazonia que han sido afectadas por el
conflicto armado haciendo énfasis en las dimensiones sociales, emocionales de su trayectoria. 2)
Identificar en las narrativas de las participantes los impactos del conflicto armado en su vida personal y
familiar destacando estrategias de afrontamientos. 3) Analizar como las experiencias sobre el conflicto
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armado de las mujeres han influido en su identidad, su participación en la comunidad universitaria y sus
aspiraciones académicas.
A la luz de estos objetivos, logramos a través de las narrativas de las participantes identificar los
impactos del conflicto armado en las dimensiones personales, sociales y académicas, como también la
resiliencia, fuerza y voluntad con la que han enfrentado cada obstáculo transformando los daños en
aprendizajes. Hoy sus voces sostienen la verdad y nos recuerdan que sin la voz de las mujeres la historia
es inconclusa y que aun en medio de la guerra siguen sembrando vida y esperanza.
METODOLOGÍA
La investigación asumió un enfoque cualitativo que permitió abordar de manera amplia las descripciones
del fenómeno estudiado a partir de las narrativas de las participantes. Al respecto, Bonilla y Rodríguez
(2005) afirman que este enfoque “se orienta a profundizar en algunos casos específicos y no a generalizar
con base en grandes volúmenes de datos. Su preocupación no es prioritariamente medir, sino describir
textualmente y analizar el fenómeno social a partir de sus rasgos determinantes.” (p. 110)
Integrar la perspectiva feminista fue esencial para abordar las historias de vida de las mujeres que
participaron en la investigación, con una sensibilidad que permitió reconocer nuestro lugar de
implicación como investigadoras, capaces de reconocer las voces de otras mujeres y en ellas nuestra
propia experiencia como mujeres habitantes de un territorio atravesado por el conflicto armado.
Esto coincide con lo que Norma Blázquez (2010) ha llamado el estilo cognitivo femenino, el cual define
como “concreto, práctico, comprometido emocionalmente, sintético, intuitivo, cualitativo, relacional y
orientado hacia valores de cuidado” (p.31), por lo que dan valor a la implicación, la intimidad, la
proximidad y la empatía; en contraste con el estilo cognitivo masculino, predominante en la
construcción de conocimiento social, “en los que los hombres tienen el monopolio de las ciencias
teóricas, la guerra y las posiciones del poder político y económico que se caracterizan por la distancia y
el control” (p.31) exigen autoridad e imparcialidad, sin embargo, la ética del cuidado es más fuerte que
la ética de dominación.
La perspectiva feminista supone, además, replantear las maneras de producir, validar y circular el
conocimiento social, desafiando los cánones androcéntricos de la ciencia (Franco, 2019), que nos
permiten nombrar y hacer visible la experiencia femenina y darle a esta apuesta de investigación un
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doble cariz político y ético. Político, porque asume una postura de denuncia de los impactos del conflicto
en la vida de las mujeres como una consecuencia del patriarcado y ético, en la medida en que pone en
el centro de la relación entre investigadoras y participantes el cuidado, como un valor fundamental.
Esto se refleja en las técnicas empleadas en la investigación, pues además de ser dispositivos dialógicos
se convirtieron en herramientas que emplean la fuerza de lo simbólico para expresar las emociones,
sentimientos y experiencias más allá de las palabras, convirtiéndose también en una manera de
resistencia y transformación. En cuanto al diseño narrativo, recurre a las historias de vida de las
participantes, sus experiencias con el fin de comprender los impactos o fenómenos sociales que se
quieren abordar, en el arte de la narración implica expresar las experiencias, los acontecimientos, lo
que se ha vivido a la luz de las emociones. Paul Ricoeur (1995) plantea que, “la narración identifica al
sujeto en un ámbito eminentemente práctico: el del relato de sus actos. Sin narración no hay, pues,
identificación posible ni del individuo ni de las comunidades” (p.27).
A través del diseño narrativo se reconstruye las vivencias y sus identidades a partir de sus propios
protagonistas, especificando los impactos personales, sociales y apreciando las emociones que afloran
en la narrativa desde una experiencia llena de dolor, felicidad, miedo., etc.
Por esta razón, desde la perspectiva de Bolívar et al., (1997)
Los principios teóricos del enfoque narrativo conforman un modo propio de investigar, sobre el que más
específicamente vamos a referirnos ahora. Además de un enfoque conceptual, la narrativa es un método
de investigación e interpretación. Por ello mismo se inscribe en una metodología de corte
«hermenéutico» que permita comprender conjuntamente las dimensiones cognitivas, afectivas y de
acción de la experiencia. (p.16)
Lo narrativo no es solo recolección de datos, se fundamenta en interpretar las narrativas desde la
hermenéutica que es una disciplina que se encarga de la interpretación del sentido y significado de lo
que vivieron y viven las personas.
Teniendo en cuenta la sensibilidad de las narrativas, durante el proceso de análisis y recolección de la
información y con el propósito de resguardar la identidad de las participantes y su seguridad, para esta
investigación se utilizaron seudónimos para remplazar sus nombres en las citas textuales. Esto con el
compromiso de proteger su buen nombre, considerando que son entrevistas sensibles relacionadas con
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su historia en el conflicto armado, cada una de ellas fue identificada mediante el nombre de Participante
1,2,3,4,5. Fijado en el momento del análisis y transcripción de la información.
Técnicas e instrumentos de investigación
Mapas corporales
El cuerpo es un territorio, un lugar donde habitan las vivencias, emociones y sensaciones, un vehículo
que nos ayuda a sentirnos libres, felices, con miedos, angustias, heridas, es por esto que los mapas
corporales es una técnica pedagógica antes que investigativa, es una técnica visual que invita a cada una
de las participantes a dibujar la forma de su cuerpo en tamaño real sobre un papel, señalando mediante
dibujos sus emociones, sentimientos, marcas físicas y simbólicas de su historia de vida. “Un mapa
corporal narrado es una forma de narrativa visual y oral sobre las experiencias de una persona, que
representa su trayectoria de vida a través de una imagen de su cuerpo a escala real.” Denise Gastaldo
(2019) a través de este ejercicio se ayudó a explorar el cuerpo como territorio de memoria e identificar
los impactos emocionales y sociales favoreciendo la expresión no verbal, aquello que las narraciones no
pueden decir.
Líneas de tiempo
Esta técnica es un ejercicio que ayuda a organizar los acontecimientos de una persona de manera
cronológica, se recurre a la memoria histórica para facilitar la reconstrucción de las experiencias de vida
que se están estudiando.
Entrevistas
Las entrevistas son un método para la recolección de información, son espacios de exploración y
compresión, son abiertas, flexibles y conversacionales lo que permite conocer la historia de vida de las
participantes a partir de la memoria, recuperando recuerdos y expectativas hacia el futuro.
Para este estudio se llevaron a cabo 5 entrevistas con mujeres víctimas del conflicto armado egresadas
de la Universidad de la Amazonia, las mujeres entrevistadas todas son oriundas del departamento del
Caquetá. Cabe indicar que el desarrollo de esta investigación tuvo unas características que permitieron
asumir el cuidado como centro de la relación con los participantes; en cuanto a la fiabilidad y la validez
de la información estuvieron relacionadas con el objetivo de garantizar el desarrollo de la investigación,
con la intención que este fuera riguroso y eficaz. Por ello se pretendió que el progreso de la investigación
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fuera un proceso válido y coherente que se adaptara perfectamente al fenómeno que se está estudiando.
“Esto supone que el valor de una investigación, dependerá del grado de fidelidad de la descripción y
análisis del evento, fenómeno o situación problemática abordada” Yadira Corral (2016), p.197). Esta
investigación es válida porque en su proceso investigativo incluyo la representatividad de las voces y en
la elección de la población se procuró integrar mujeres de diferentes zonas del territorio.
Participantes
Tabla 1 perfil sociodemográfico de las participantes.
Participante
Año de
nacimiento
Lugar de
Origen
Programa egresado
Participante 1
1994
La Montañita
Administración de empresas
Participante 2
1993
Curillo
Ciencias Sociales
Participante 3
1993
Unión Peneya
Pedagogía Infantil
Participante 4
1991
Puerto Rico
Ciencias Sociales
Participante 5
1996
San Antonio
de Jetucha
Ciencias Sociales
Fuente: Elaboración propia.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados arrojados a partir de las narrativas de mujeres víctimas del conflicto armado y que han
sido parte de la Universidad de la Amazonia, con su rol de estudiante, muestran los diferentes episodios
que vivieron de violencia por parte de grupos armados. A través del análisis de sus narrativas surgieron
tres categorías que permiten comprender los impactos del conflicto armado en la vida de las participantes
en las dimensiones sociales, emocionales y académicas de su trayectoria.
Con base a los objetivos de la investigación se organizaron tres categorías de análisis a partir de las
narraciones de las participantes entrevistadas, a su vez se plantearon sub categorías que a continuación
se presentan en la siguiente tabla:
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Tabla 2 categorías de análisis
Categoría
Sub categorías
Trayectoria de
vida
Momentos de la infancia,
adolescencia, vida familiar
Impactos del
conflicto armado
Violencia de género en el conflicto.
Impactos en relación de pareja,
maternidad, en la sociedad.
Identidad y
aspiraciones
Impactos académicos - proyecto de
vida.
Fuente: Elaboración propia
Tras varios años compartiendo los corredores y aulas de clases nos pudimos dar cuenta de esas
experiencias dolorosas y difíciles de contar que nos indujo a reflexionar sobre la historia del conflicto
armado a partir de la voz de las mujeres; charla tras charla fuimos construyendo lazos de confianza que
nos permitió obtener los resultados que hoy tenemos. ¡La verdad a partir de sus autoras! ¡las narrativas
del conflicto armado desde el papel de la mujer!
Trayectorias de vida
La trayectoria de vida de las participantes tuvo grandes episodios y cambios que experimentaron a raíz
del conflicto armado, como el desplazamiento forzado, hostigamiento y reclutamiento, desaparición y
violencia sexual, estas situaciones marcaron sus vidas y cuerpos de una manera desproporcionada; es
por esto, que fue necesario conocer, comprender e identificar las violencias de las cuales fueron víctimas
desde su infancia hasta su edad actual. Las narrativas nos situaron en el lugar de los hechos y nos
pudimos dar cuenta que todas coincidieron que sus vínculos afectivos se vieron alterados desde su
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infancia y, que, a partir de allí, transcendieron a violencias basadas en género que luego afectaron su
identidad personal, social y académica, siendo la infancia una de las etapas más vulnerables.
Para empezar, es necesario señalar que durante su infancia de las cinco participantes cuatro de ellas
experimentaron desplazamiento forzado y una el reclutamiento. Desde la vivencia de este hecho es que
sus vidas toman un giro inesperado, pues su vida en familia y los juegos de niños se reducen a recuerdos.
Es por esto, que en las narrativas se podrá leer con dolor todo aquello que debían enfrentar, siendo unas
niñas resistían las consecuencias de la violencia armada, una infancia interrumpida marcada por la
pérdida de seres queridos, el abandono de sus hogares, la desintegración familiar obligatoria y los duelos
inconclusos, obligando a cada una de las niñas a asumir roles para los que no estaban preparadas, siendo
los responsables los grupos armados ilegales. Así se puede demostrar en una de las narraciones obtenidas
correspondiente a hechos sucedidos para el año 2003 en el municipio de La Montañita:
Mi mamá empezó a enseñarnos a nosotros como salir adelante, a trabajar y eso, y saber que de una u
otra forma uno también tenía que empezar a trabajar en vez de enfocarse en jugar o en simplemente
vivir como una niña, lo que era en ese momento; entonces tuve que vivir cosas que en realidad no quería,
que fue el reclutamiento (Participante 1, comunicación personal, 23 de abril de 2025).
Significativamente la violencia armada desintegró sus familias, generando una ruptura en los vínculos
emocionales, desde su infancia cargaban con el peso de la guerra, con profundas heridas que aún
persisten en su trayectoria de vida, impactos emocionales o psicosociales acompañados de miedo y de
ansiedad cada vez que recuerdan algún episodio de esa época de dolor:
Yo hasta el momento no puedo escuchar helicópteros, yo escucho un helicóptero y de una vez se me
viene a la mente algo malo va a pasar, porque cuando en el desplazamiento uno escuchaba los
helicópteros y plomacera por aquí y plomacera por allá, eso me pone nerviosa (Participante 3,
comunicación personal, 29 de abril de 2025.
Este fragmento tomado de una de las entrevistas nos reflejó el dolor que ha vivido y la impotencia de
no poder librarse o liberarse de esa realidad. Así también se puede observar en la narrativa de la
participante 2, resalto lo siguiente: “¿Por qué si siempre fui valiente, nunca me supe defender?” Esta
frase nos da a conocer la vulnerabilidad en la que se encontraba una niña que no se podía defender ni
salvarse a misma del daño que le estaban haciendo. La infancia representa para estas participantes una
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etapa que cambió abruptamente su destino, pues el futuro que habían soñado o pensado de niños
desapareció ante sus ojos cuando la violencia armada llegó a la puerta de sus casas.
El caso de reclutamiento, que pudo recuperarse a través de las narraciones recopiladas, evidencia que
los grupos armados ilegales actuaron de diferentes formas para ganar miembros en su organización, en
el caso de la participante 1, no actuaron de manera violenta, sino que al inicio llegaron con palabras, con
invitaciones que convencieron a una inocente niña que creyó que aquella vida iba a ser lo mejor para
ella:
ellos me empezaron a endulzar el oído, que me fuera con ellos, que allá iba a estar mejor, que iba a estar
bien, que no me iba a pasar nada malo, siempre diciendo cosas positivas, de que yo iba a dejar de sufrir,
que ya no me iba a pasar nada malo, pero cuando yo llegué allá, todo cambió, todo fue demasiado
diferente, me amenazaban, me ponían a cocinar, me ponían a hacer guardia, a manejar armamento, cosas
que yo nunca había hecho en mi vida.
El engaño es una de las formas en las que cientos de niños fueron allegados a grupos armados, un
fenómeno que en Colombia aún persiste: ¿Y el engaño? "Promesas de empleo y de envío de dinero a
su madre para que no trabaje más. A las niñas, entre los once y los diecisiete años, las enamoran. Y ellas
se van, supuestamente, con un chico", (Bachón citando a Zapata, 2025) Una vez logrado su objetivo, los
grupos armados muestran realmente su intención y obligan a la niña a realizar actividades que benefician
únicamente su actuar delictivo, causando así una vida desgraciada a la niña engañada, pues no hay vuelta
atrás, su vida será marcada para siempre con las vivencias de ese lugar y con esas personas.
En las otras cuatro narrativas se evidencia el desplazamiento forzoso, en el que todo el núcleo familiar
conformado hasta el momento tuvo que despojarse de sus pertenencias, tierras y hogar:
Nos tocó salirnos de la finca porque nos amenazaron por parte de las FARC. Eso duramos como cuatro
meses que nos amenazaban y nos amenazaban […] se llevaron a mi hermano, no sabemos qué le
hicieron, si lo mataron, si no, si eso, pero esta es la fecha y no sabemos de él, muy posiblemente si lo
hayan asesinado (Participante 1, comunicación personal, 23 de abril de 2025).
En estas narrativas si hay una clara demostración de violencia, en el que se empleó la intimidación con
el fin de ganar terrenos y desplazar a aquellos que no estaban dispuestos a ser parte de estos grupos
armados: “Mataron a mi tío en un establecimiento, eso donde tomaban, y después que vaya a recogerlo,
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le mocharon un dedo y se lo mandaron a mi abuela, lo dejaron feo, por cobrar venganza” (Participante
4, comunicación personal, 20 de abril de 2025).
Este tipo de escenas es la triste historia de una Colombia inhumana, en la que no significaba nada quitar
la vida de una persona simplemente por el hecho de no tener la misma perspectiva o ideología de vida
para esta época; simplemente se ejercía la violencia en todo su esplendor.
A raíz del desplazamiento forzado las víctimas lejos de su hogar, de sus hábitos, costumbres y tradiciones
propios del campo, tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias, a sobrevivir en un mundo que no
era suyo pero que se vieron en el dolor de aceptar la realidad que el destino les había preparado
amargamente, así lo ilustra una de las participantes: “cuando llegue al pueblo me tocó trabajar en una
casa, yo cocinaba, pero no sabía manejar nada de estufas eléctricas, para adaptarme fue difícil
(Participante 5, comunicación personal, 25 de abril de 2025).
Pasar de tener su propio sustento a través de la venta de gallinas, cerdos, verduras que se producían en
su tierra, a pasar a trabajar bajo el mandato de alguien y bajo un salario que quizás no suple las
necesidades básicas en el nuevo contexto o lugar en el que se encuentra (la ciudad).
Estas mujeres hoy son sobrevivientes de una guerra que hasta ahora no ha parado, sigue ocurriendo en
diferentes territorios, sin embargo, esto sembró en ellas semillas de resistencia y fortaleció la lucha por
cumplir sus metas y propósitos, no se limitaron, se enfocaron en encontrar la manera de afrontar la vida
y las violencias, han cuidado sus hijos, han sostenido sus familias, han recuperado su autoestima, han
buscado y siguen buscando sus seres desaparecidos:
Quise transformar todo ese sentimiento de dolor, de tristeza, transformarlo con ganas de salir adelante,
con ganas de, necesito o quiero cambiar, quiero ser una mejor persona, quiero brindarles un futuro mejor
a mis hijos, que ellos no tengan que vivir absolutamente nada de lo que yo viví, y aparte de que mi
historia sea un ejemplo de valentía para otras personas (Participante 1, comunicación personal, 23 de
abril de 2025).
Crecer con miedo, con amenazas, con armas apuntando sus cuerpos, la perdida de sus hogares y de seres
queridos, les hizo perder la niñez, una etapa que debieron vivir con risas, juegos y refugiados en el amor
de su familia. La historia de estas mujeres y de su niña interior que quedó en congelada por la violencia
no termina, se sigue tejiendo con esfuerzo y sobrellevando el peso del pasado, las marcas de la violencia
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siguen allí, pero para recordar que se pueden superar las adversidades y se puede seguir construyendo
camino.
Impactos del conflicto armado
Las participantes no solo describieron los daños en la infancia, también describieron lo que fueron y a
lo que fueron obligadas a hacer en medio de la violencia armada; recordar las botas con las que recorrían
grandes montañas, el armamento que nunca aprendieron a disparar porque su corazón no guardaba
maldad, se convirtió en el motor de escapar de esa realidad: cuando decidimos escaparnos con los
cuatro, nos enterrábamos de día y caminábamos de noche para avanzar y no dejarnos pillar” (Participante
1, comunicación personal, 23 de abril de 2025).
Esto no solo afectó la vida personal de cada participante también afectó la forma de relacionarse con
los demás, el aislamiento y las estigmatizaciones por ser víctimas produjeron evadir escenarios de
socialización: “Cuando entré a la universidad fui muy callada, casi no hablaba con nadie” (Participante
3, comunicación personal, 29 de abril de 2025).
La ruptura de los vínculos familiares y emocionales cuando fueron desplazadas de sus tierras, cuando
fueron amenazadas sus familias y tenían que huir, generaron una fractura con sus tradiciones, sus
amistades y su vínculo con la tierra en la que nacieron. Más allá de eso, este episodio de violencia en
sus vidas ha causado impactos negativos a nivel emocional y mental: “Pues la verdad, después como en
el 2011 en ese año fue de duelo, o sea, fue donde batallé con sentimientos, con depresión, con angustia,
con tristeza, pero me aferré a la idea de que tenía a mi hijo” (Participante 4, comunicación personal, 20
de abril de 2025).
Una vivencia como estas es difícil de procesar, de asimilar, ya que a menudo pueden llegar a la memoria
los recuerdos que nublan el presente, generando episodios de ansiedad y tristeza complejos de controlar
y que si no se encuentra un punto de equilibrio o una razón para sobrellevar esta vivencia se puede caer
un túnel sin salida y que impide reconstruir su vida.
Desde el presente estudio se realizó una actividad que llevó a expresar y plasmar de manera gráfica las
emociones y recuerdos más marcados de esta etapa de su vida, esta actividad fue la del mapa corporal,
en la cual cada una de las mujeres participantes de esta investigación, dibujó su cuerpo y ubicó en él los
miedos, aspiraciones, fortalezas, sujetos involucrados, año en el que sucedió este hecho victimizante,
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entre otros elementos que le son propios de su vivencia. De esta actividad se pueden destacar aspectos
negativos que quedaron como secuela en sus vidas, alguno de estos que se pueden destacar esta que
después de la vivencia de violencia armada por
su vulnerabilidad y falta de seguridad en
mismas, continuaron experimentando la
violencia, pero esta vez por parte de sus parejas
sentimentales; es el caso de la participante 4,
quién creyendo haber superado las agresiones e
ingenuamente haber encontrado el amor y un
nuevo comienzo en familia, halen su pareja
una nueva etapa de violencia:
El papá de mi hijo mayor es un tipo muy
machista, al comienzo yo me dejaba humillar,
me pegaba y la señora donde trabajaba me dijo
que me fuera para allá porque ella se daba
cuenta, y así me libre de él (Participante 5,
comunicación personal, 25 de abril de 2025).
Es importante también mencionar que aquí
juega un papel muy importante los estereotipos
de género, la violencia hacia nosotras las
mujeres no solo es física, es estructural y
cultural, desde temprana edad nos están
exigiendo “aguante como macho”,
encasillándonos en roles que la misma sociedad
ha construido para excluirnos. Sin embargo, a
pesar de los diferentes comportamientos
violentos hacia las mujeres, especialmente las que han sufrido de violencia armada y quienes han
resistido narrando sus historias, se han convertido en un ejemplo de resiliencia.
Ilustración 1. Mapa corporal elaborado por una de las
participantes. Fotografía de elaboración propia, 2025.
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Otro de los impactos negativos que surgieron y retomaron de la actividad del mapa corporal fue revivir
el hecho del desplazamiento, que conllevó a un quiebre familiar y de identidad, porque en muchos casos
las familias ya contaban con problemas de convivencia familiar y el desplazamiento forzado fue un
agravante para romper lazos familiares y que cada uno tomara un rumbo diferente. La participante 2,
expresó:
La familia empezó a desintegrarse desde que llegó mi padrastro a la casa y con el desplazamiento
perdimos lo que éramos, la esencia de todo lo que conocíamos y la muerte de mi hermano fue el punto
final para la familia.
Bajo estas situaciones con familiares desaparecidos o asesinados el sentido o significado de la familia
se esfuma. Lo más importante para una sociedad es la familia y si esta no está organizada o estructurada
desde la unión y el amor y la integración de sus miembros, se pierde el equilibrio emocional que
transciende a una comunidad inestables y con vacíos que se evidencian en esa interacción social.
Actividades como estas, realizada con las mujeres víctimas del conflicto, permitió visualizar y dar un
espacio terapéutico para que a través del dibujo expresaran los dolores que se concentraban en cada una
de las partes de su cuerpo; en ciertas ocasiones las palabras no fluyen naturalmente porque los recuerdos
entrecortan la voz, por eso se empleó el dibujo, los colores, como forma de comunicar las emociones
producidas en aquella etapa de violencia armada.
Bien se sabe que procesar los dolores padecidos no es fácil y que son varios los impactos negativos que
quedan de por vida, sin embargo y a pesar de los hechos violentos vividos, estas mujeres se arriesgaron
a compartir su historia, en construir una verdad que no solo afectó a unas cuantas personas sino a cientos
de jóvenes que padecieron el dolor en tierras caqueteñas. Narrar la guerra desde la voz de la mujer
demuestra la resistencia y el coraje que éstas tuvieron para continuar con sus vidas y la determinación
de enriquecer la memoria colectiva, porque se comparte otra perspectiva de cómo se vivió la violencia
armada y las secuelas que estas dejaron.
Identidad y aspiraciones
El conflicto armado afectó el desarrollo de la escolaridad de las participantes, tuvieron que abandonar
los escenarios educativos por el desplazamiento, por las amenazas o combates que se presentaban en
zonas aledañas a sus hogares, creando un vacío académico que afectó sus aspiraciones de aprender y
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una soñada carrera profesional: “había días que yo no iba a la escuela, nadie, todo eso era quieto, la
gente no salía por miedo”(Participante 3, comunicación personal, 29 abril de 2025).
Esto generó una desventaja y desconfianza frente a sus capacidades a la hora de retomar los estudios,
se sentían menos inteligentes, diferentes. “Cuando llegué a la universidad era un mundo muy
desconocido para mí, muchachas bonitas, manejando moto y ese lugar super grandísimo, ahora me
parece pequeña pero ese día me sentí como una hormiguita…” (Participante 2, comunicación personal,
15 de mayo de 2025).
Dentro del proceso académico en la Universidad las participantes se enfrentaron a nuevos desafíos que
por un lado fue riguroso, porque hicieron parte de semilleros de investigación y crecieron en el ámbito
social porque contaron con la fortuna de tener buenos docentes y compañeros con los que construyeron
lazos afectivos de amistad que fortalecieron su seguridad. Sin embargo, por otro lado, fue desalentador
cuando los recursos eran limitados para pagar matrículas y sostenerse a sí mismas:
Cuando llegó la hora de pagar el otro semestre, pues yo con mucha tristeza porque no podía pagar, tenía
como 200 pesos cuando había que pagar el segundo semestre no sabía cómo pagarla, el caso es que
preciso me llamó un sobrino de la señora que me había ayudado antes, entonces él me dijo que, si era
por plata, que él me prestaba para el siguiente semestre (Participante, 3 comunicación personal, 29 de
abril de 2025).
Estos altibajos inestabilizaron su desempeño académico y como consecuencia muchas veces se vieron
obligadas a frenar sus estudios. No obstante, cada una de las participantes buscó la manera de solventar
sus necesidades buscando trabajos que le permitieran cumplir con su vida académica. Para ellas estudiar
fue mucho más que cumplir un logro personal, es honrar a sus padres, sus seres queridos y a las personas
que por culpa de la violencia armada no lo pudieron hacer.
Un aspecto para resaltar en las participantes es que lograron transformar su dolor, sus miedos en
liderazgo y participación social en espacios de memoria y paz para las ctimas del conflicto armado,
aprovechando diferentes escenarios para liberar su alma, su pasado, mediante la palabra: “a me
gustaban esos espacios porque se compartían situaciones que yo había vivido, y yo quería saber que
pasaba con esa gente que hacía daño, además me sentía bien hablando” (Participante 2, comunicación
personal, 15 de mayo de 2025).
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Integrarse a estos escenarios que brindó la Universidad de la Amazonia para las víctimas fue parte del
proceso de ayudarlas a crecer no solo académicamente sino personalmente; de esta manera, el alma
mater se convirtió en lugar de resignificación y liderazgo abriendo brechas de reconstrucción social para
las víctimas del conflicto armado.
El hecho de que estas mujeres a pesar de todas estas vivencias de violencia, decidieran estudiar, convierte
a la educación como una forma de resistencia, la convierte en ese escudo que necesitaban para
defenderse y afrontar su nueva realidad, su nueva vida llena de desafíos pero que dignifica su ser, que
redirecciona el rumbo de sus vidas desde sus propias decisiones.
La educación cambió la historia de estas mujeres, no permitieron que su pasado determinara su futuro,
por lo que tomaron las riendas de sus vidas para hacer de ella lo que mejor era para mismas. No
permitieron que el eco de las armas y de las amenazas resonaron en su mente para iniciar nuevos
procesos que transformaran su presente y su futuro: “Pues imagínese quien iba a pensar que yo iba a ser
licenciada, mi familia está muy orgullosa de mí” (Participante 1, comunicación personal, 23 de abril de
2025).
Este tipo de testimonios que parten de una mujer víctima del conflicto armado, reconforta la fe en las
personas, demuestra que si se puede cuando se quiere superar las adversidades:
En ese momento no me encuentro laborando en mi profesión, pero estoy en mi hogar, estoy con mi
familia, estoy con mis hijos, me siento feliz, me siento afortunada, sí, y super conmovida de que me
tengan en cuenta en este tipo de investigaciones de trabajo porque sé que mi historia será contada y será
un ejemplo de superación (Participante 4, comunicación personal, 20 abril de 2025).
Reconstruir sus vidas no ha sido un proceso fácil, por el contrario, ha sido complejo volver a confiar,
dado que las circunstancias las han llevado a recorrer un camino pedregoso pero que al final hallaron la
forma de encontrar su lugar en el mundo, donde ya no se sienten amenazadas ni intimidadas; aunque
hay marcas y recuerdos que jamás van a olvidar, éstas serán la razón para no detenerse, para avanzar
hacia sus sueños, para reconstruir los diferentes aspectos que fueron vulnerados durante el tiempo que
sufrieron violencia por parte del conflicto armado.
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CONCLUSIONES
La investigación enfatiza que las violencias ejercidas contra las mujeres en el marco del conflicto
armado generan una serie de impactos en las dimensiones sociales, emocionales y su trayectoria
académica, dejando secuelas que propagaron el dolor físico y emocional afectando el desarrollo de su
proyecto de vida.
Los mapas corporales, una herramienta que antes de ser investigativa es pedagógica, nos enseñó y
demostró los impactos de la violencia armada en las participantes, cada una de ellas nos permitió
demostrar gráficamente su historia de vida y la realidad que reflejan, tras el uso de las entrevistas y la
línea de tiempo se pudo profundizar las identidades de las participantes, los duelos, las pérdidas y
situaciones de vulnerabilidad. En cuanto al ámbito académico demostraron que nunca fue tarde y nunca
lo será para ser lo que ellas querían ser, profesionales; Además de esto, en sus narrativas se encontró que
su proceso en la vida universitaria, aunque no fue fácil, encontraron en el alma mater un espacio para
crecer personalmente y académicamente. Por esto desde las instituciones educativas es importante el
compromiso y el fortalecimiento de espacios de acompañamiento en estos procesos que nos forman no
solo como personas, también como profesionales.
Como mujeres e investigadoras comprendemos que estas historias de vida no solo son testimonios para
contar lo que paso o como ocurrió, se trata de que las mujeres han decidido darles un nuevo significado
a sus vivencias de mantenerlas vivas porque están en constante cambio y transformación para entender
y comprender que lo que vivieron no es culpa de ellas. Igualmente, es importante resaltar que esta
investigación no solo nos permitió comprender los impactos del conflicto armado en la vida de las
mujeres, apreciar y valorar sus historias de vidas para reconocer y romper los estereotipos donde las
vemos como víctimas.
Ahora podemos decir que, en cada narrativa se tejen memorias, aspiraciones, esperanza, transformación
que demuestran que sus aspiraciones no solo son académicas, son de contribuir, acompañar y narrar sus
historias para poner un alto a la no repetición y reconocer que con el tiempo han resistido para no
permanecer en el silencio.
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