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“Las tradwives rescatan lo mejor de la familia tradicional que hoy se ha perdido.”
(Usuario 12, comunicación personal, Instagram, 2024)
Estos discursos coinciden con Rita Segato (2013), quien describe los procesos de restauración patriarcal
como respuestas a los avances feministas, y con Lamas (2019), quien señala que la idealización del
cuidado opera como mandato cultural disfrazado de moralidad. Fraser (2013) complementa esta lectura
al explicar que el neoliberalismo convierte la retórica de la libertad en una herramienta que despolitiza
desigualdades estructurales. Así, las críticas evidencian que la estética pulida del contenido funciona
como dispositivo simbólico que suaviza la asimetría de poder y transforma la subordinación en un
producto consumible.
Por su parte, la postura intermedia expresa que el fenómeno tradwife es atractivo no necesariamente
por su ideología, sino por su dimensión aspiracional, emocional y estética. Una joven en TikTok señala:
“Me gusta ver este contenido porque motiva, aunque sé que no todas pueden vivir así.”
(Usuario 61, comunicación personal, TikTok, 2025)
En Instagram, esta distancia estética se expresa de manera similar:
“Es bonito como estética, no como estilo de vida.” (Usuario 42, comunicación personal,
Instagram, 2024)
Estas expresiones coinciden con Illouz (2007), quien describe este tipo de dinámicas como parte de la
emoción neoliberal, donde el deseo, la comparación constante y la aspiración configuran la subjetividad.
En este sentido, la figura tradwife funciona como un refugio simbólico ante la incertidumbre emocional
y económica contemporánea. Millán (2020) y Duffy y Hund (2019) explican que las plataformas
digitales privilegian imágenes idealizadas que se convierten en mercancías emocionales, lo cual permite
comprender por qué este contenido resulta atractivo incluso para quienes no buscan adoptar el estilo de
vida. La postura intermedia revela que el fenómeno también opera como una narrativa de orden, calma
y pertenencia frente al caos social y la saturación discursiva que enfrentan las mujeres jóvenes.
En conjunto, las tres posturas muestran que el fenómeno tradwife no se limita a una simple preferencia
estética o moral, sino que constituye un entramado emocional, estético e ideológico que reconfigura la
feminidad en la era digital. La domesticidad se convierte en un producto simbólico que apela a la
autonomía, el romanticismo y la aspiracionalidad, aun cuando reproduce patrones históricos de