MASCULINIDADES, ESTRÉS POR ROL DE
GÉNERO Y PERPETRACIÓN DE
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN
RELACIONES ÍNTIMAS
MASCULINITIES, GENDER-ROLE STRESS, AND THE
PERPETRATION OF PSYCHOLOGICAL VIOLENCE IN
INTIMATE RELATIONSHIPS
Doris Belén Albán Angulo
Universidad Hemisferios, Ecuador

pág. 3357
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i6.21449
Masculinidades, Estrés por Rol de Género y Perpetración de Violencia
Psicológica en Relaciones Íntimas
Doris Belén Albán Angulo1
dbelenalban@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2198-6142
Universidad Hemisferios - IMF
Ecuador
RESUMEN
El artículo analiza la relación entre las masculinidades tradicionales, el estrés por rol de género (MGRS)
y la perpetración de violencia psicológica en relaciones íntimas, mediante una revisión descriptiva de
literatura científica. Se aplicó una metodología de revisión sistemática exploratoria, seleccionando
estudios de bases como PubMed y Google Scholar que abordaran MGRS, discrepancia de género y
violencia de pareja. Tras aplicar criterios rigurosos de inclusión y exclusión, se revisaron títulos,
resúmenes y textos completos, extrayendo información sobre diseño, población, medidas e impactos.
Luego, los hallazgos se organizaron en una matriz temática que permitió identificar dominios del
MGRS, mediadores psicológicos y tipos de violencia asociada. Los resultados muestran evidencia
consistente de que el estrés por discrepancia de género el malestar que surge cuando los hombres
perciben no cumplir con los ideales masculinos internalizados predice significativamente la violencia
de pareja, especialmente la psicológica. En adultos, este “discrepancy stress” se ha vinculado con
violencia física y severa, mediada por emociones como la ira. En adolescentes, se relaciona con
agresiones psicológicas y físicas cuando se experimenta subordinación o inferioridad frente a las
mujeres. En conclusión, no solo la adhesión rígida a normas masculinas influye en la violencia íntima,
sino también la percepción de no alcanzarlas. Esto destaca la necesidad de intervenciones de género y
programas de regulación emocional dirigidos a hombres
Palabras clave: masculinidades, estrés de género, discrepancia masculina, violencia íntima, violencia
psicológica, regulación emocional
1 Autor principal.
Correspondencia: dbelenalban@gmail.com

pág. 3358
Masculinities, Gender-Role Stress, and the Perpetration of Psychological
Violence in Intimate Relationships
ABSTRACT
The article analyzes the relationship between traditional masculinities, masculine gender-role stress
(MGRS), and the perpetration of psychological violence in intimate relationships through a descriptive
review of scientific literature. An exploratory systematic review methodology was applied, selecting
studies from databases such as PubMed and Google Scholar that addressed MGRS, gender discrepancy,
and intimate partner violence. After applying rigorous inclusion and exclusion criteria, titles, abstracts,
and full texts were reviewed, and information on design, population, measures, and outcomes was
extracted. The findings were then organized in a thematic matrix that allowed the identification of
MGRS domains, psychological mediators, and types of associated violence.
The results show consistent evidence that gender discrepancy stress the distress that arises when men
perceive themselves as failing to meet internalized masculine ideals significantly predicts intimate
partner violence, especially psychological violence. In adults, this “discrepancy stress” has been linked
to physical and even severe violence, mediated by emotions such as anger. In adolescents, it has been
associated with psychological and physical aggression when experiences of subordination or
intellectual inferiority to women occur.
In conclusion, not only does strong adherence to traditional masculine norms influence intimate
violence, but so does the perception of not living up to them. This underscores the need for gender-
transformative interventions and emotional regulation programs, particularly those focused on anger
management for men
Keywords: masculinities, gender stress, male discrepancy, intimate partner violence, psychological
violence, emotional regulation
Artículo recibido 15 octubre 2025
Aceptado para publicación: 28 noviembre 2025

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INTRODUCCIÓN
La violencia en las relaciones íntimas constituye una problemática de salud pública global, no solo por
sus manifestaciones físicas sino también por su forma psicológica, cuyas repercusiones impactan
profundamente la salud mental de las víctimas (Aguirre de los Reyes & García Escallón, 2021; García-
Carpintero et al., 2018). Dentro de este ámbito, resulta cada vez más relevante explorar cómo las normas
tradicionales de género particularmente las asociadas con la masculinidad pueden incidir en la
perpetración de violencia psicológica. El estrés que experimentan algunos hombres por no cumplir con
estas normas, conocido en la literatura como masculine gender role stress (MGRS), ha sido identificado
como un factor de riesgo para conductas agresivas en relaciones íntimas (Baugher & Gazmararian,
2015).
Estudios recientes muestran que este estrés no solo surge cuando los hombres internalizan ideales
masculinos rígidos, sino que también puede generarse cuando sienten que no alcanzan esos estándares
estrés por discrepancia, lo cual predice la perpetración de violencia entre parejas. Por ejemplo, Alfred,
Hammer y Good en sus estudios con estudiantes universitarios señalaron que la adherencia a normas
masculinas hegemónicas está vinculada con una menor regulación emocional y una mayor propensión
a la agresión (Hammer, Good & Green, citado en Baugher & Gazmararian, 2015). Además,
investigaciones como la de Merino, Díaz-Aguado, Falcón y Martínez-Arias (2021) han demostrado que,
incluso en adolescentes, dimensiones del MGRS como la subordinación a la mujer median la relación
entre actitudes dominantes y violencia de pareja, tanto física como psicológica (Merino et al., 2021).
¿Cómo se relacionan las masculinidades tradicionales, el estrés por rol de género masculino y la
perpetración de violencia psicológica en relaciones íntimas?
El problema central radica en que muchos hombres internalizan normas masculinas tradicionales que
imponen expectativas elevadas sobre su desempeño, poder, control y competencia. Cuando estos
hombres perciben una discrepancia entre estas expectativas y su realidad, pueden experimentar un estrés
significativo por rol de género (masculine gender role stress). Este estrés psicológico contribuye, en
ciertos contextos, a la adopción de comportamientos de violencia psicológica hacia sus parejas como
insultos, manipulación emocional, amenazas o control, lo cual no solo daña la salud mental de la
víctima, sino que también perpetúa dinámicas relacionales disfuncionales.

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Objetivo general: Analizar la relación entre las masculinidades tradicionales, el estrés por rol de género
masculino y la perpetración de violencia psicológica en relaciones íntimas.
Objetivos específicos:
1. Identificar las dimensiones del MGRS que están asociadas con la violencia psicológica en pareja.
2. Medir el grado de internalización de normas masculinas tradicionales en la población estudiada.
3. Explorar el impacto de variables sociodemográficas sobre la relación entre MGRS y violencia.
Desde la perspectiva de la salud mental, comprender cómo el MGRS se convierte en un motor para la
violencia psicológica es fundamental para el diseño de intervenciones preventivas y terapéuticas. Este
enfoque permite abordar no solo las manifestaciones externas de la violencia, sino también las tensiones
internas asociadas a la conformidad con roles de género. Al reducir el estrés interno ligado a
expectativas masculinas rígidas, se podría disminuir el riesgo de comportamientos abusivos y mejorar
la regulación emocional, la autoestima y el bienestar psicológico de los hombres (Baugher &
Gazmararian, 2015).
En Ecuador y, de manera más amplia, en América Latina, la investigación sobre la relación entre
masculinidades tradicionales, estrés de género y violencia psicológica es aún limitada. Al generar
evidencia empírica local, este estudio puede contribuir al desarrollo de políticas públicas sensibles al
género, programas de prevención de violencia doméstica y campañas de salud mental que incluyan a
los hombres como aliados y como sujetos que también necesitan apoyo. Además, aportará al avance
científico en psicología de género y en estudios de violencia íntima, ofreciendo datos útiles para
académicos, profesionales de salud mental y tomadores de decisiones.
En este estudio, los conceptos de masculinidades, estrés de rol de género masculino y violencia
psicológica en relaciones íntimas se entrelazan para explicar cómo las normas culturales sobre lo que
significa “ser hombre” pueden contribuir a dinámicas abusivas. A continuación, se definen los términos
clave y se describe qué mecanismos neuroanatómicos podrían mediar estos procesos.Las
masculinidades son construcciones sociales y culturales que definen lo que se espera de los hombres en
términos de comportamiento, emociones y poder.

pág. 3361
De acuerdo con la teoría de la masculinidad hegemónica, ciertos modelos de masculinidad dominantes
refuerzan la posición social de los hombres sobre las mujeres y dictan normas rígidas, como la
competencia, la fuerza física y la independencia emocional (Connell, 2024). Estas normas imponen un
molde de identidad masculina que muchos hombres internalizan, lo cual puede generar tensión
psicológica cuando no se sienten capaces de cumplir esas expectativas.
Los estereotipos de género son creencias sociales compartidas sobre los rasgos típicos de hombres y
mujeres. Estos estereotipos refuerzan los roles tradicionales y asignan a los hombres atributos como
fuerza, agresividad y control emocional, lo que refuerza las presiones para adherirse a masculinidades
dominantes.
El estrés por rol de género masculino se refiere al malestar psicológico que experimentan algunos
hombres cuando perciben que sus comportamientos, habilidades o situación no están a la altura de las
normas tradicionales de masculinidad. Eisler y Skidmore (1987) identificaron dimensiones clave de
este estrés, como la preocupación sobre el desempeño sexual, la inferioridad intelectual o la
subordinación frente a las mujeres (Connell, 2024). Estudios más recientes han mostrado cómo distintas
facetas del MGRS, como la subordinación a la mujer o la inferioridad intelectual, están asociadas con
una mayor justificación del dominio y con la agresión en relaciones de pareja adolescentes (Merino,
Díaz-Aguado, Falcón, & Martínez-Arias, 2021).
Se entiende por violencia psicológica aquellos comportamientos no físicos que buscan ejercer control,
humillar, amenazar, manipular o degradar al otro en el contexto de una relación íntima. Esta forma de
violencia puede tener consecuencias severas en la salud mental de la víctima como, ansiedad, depresión,
baja autoestima y también en la dinámica relacional, incluso en ausencia de agresión física.
Para entender cómo el estrés de género podría traducirse en comportamientos violentos, es útil
considerar qué regiones cerebrales están implicadas en el procesamiento del estrés, la regulación
emocional y la toma de decisiones. Numerosos estudios neurocientíficos han identificado diferencias
en la reactividad al estrés entre hombres y mujeres. Por ejemplo, cuando se somete a los participantes
a una tarea estresante, el flujo sanguíneo cerebral en hombres se incrementa en la corteza prefrontal
derecha y disminuye en la órbita frontal izquierda, lo que sugiere un patrón de activación prefrontal
asimétrico asociado con la respuesta al estrés (Gianaros et al., 2005).

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Asimismo, la conectividad funcional entre la amígdala una estructura esencial para el procesamiento
emocional y regiones frontales como el dorsolateral prefrontal cortex (dlPFC) y la corteza cingulada
anterior ventral / prefrontal medial han sido identificadas como determinantes en la forma en que los
individuos regulan el estrés (De Raedt & Hooley, 2016). En este marco, la amígdala puede activar
respuestas emocionales rápidas ante amenazas, mientras que la dlPFC participa en el control cognitivo
y revaluación, modulando la actividad de la amígdala para reducir la reactividad emocional (De Raedt
& Hooley, 2016).
Además, el cortex ventromedial prefrontal y el vACC (ventral anterior cingulate cortex) están
implicados en el procesamiento de recompensas, emociones y en la valoración social, y su activación
podría “up-regular” la amígdala, reduciendo la capacidad de afrontamiento del estrés.
Otros estudios muestran que hay diferencias dependientes del sexo en la conectividad de estas regiones,
por ejemplo, después de ciertos tipos de estresores, los hombres muestran una mayor conectividad entre
la amígdala y la corteza prefrontal medial, lo que podría estar relacionado con estrategias específicas
de afrontamiento.
Finalmente, los estudios han reportado que la testosterona, una hormona estrechamente relacionada con
rasgos asociados a la masculinidad, modula la conectividad funcional de la amígdala con regiones
ejecutivas del cerebro, como la corteza frontal superior. En hombres, niveles más altos de testosterona
se asocian con cambios en la conectividad amígdala-corteza, lo cual puede afectar la regulación
emocional y las respuestas sociales por ejemplo, predisposición a la agresión o dominancia.
En el contexto de las masculinidades tradicionales, los hombres que internalizan rigurosamente estos
ideales pueden experimentar un estrés de rol de género cuando su realidad no corresponde a las
expectativas culturales por ejemplo, fracaso económico, inseguridad emocional, baja autoestima. Este
estrés no es solo psicológico, sino que está convertido en actividad neurobiológica, la amígdala se activa
frente a amenazas percibidas a su identidad masculina, mientras que las redes de regulación prefrontal
(dlPFC, vACC, mPFC) pueden fallar en revaluar o inhibir las respuestas emocionales si la presión social
es muy fuerte. Si la regulación emocional es insuficiente, esa activación amigdalar puede traducirse en
impulsos agresivos o frases de dominación, especialmente cuando se percibe que la propia masculinidad
está en jaque. En este sentido, la violencia psicológica podría concebirse como una forma de “descarga”

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o de reafirmación de la identidad masculina cuando el estrés por género no ha podido gestionarse
internamente.
Además, la presencia de altos niveles de testosterona en algunos hombres puede influir en cómo estas
estructuras cerebrales se conectan, potenciando patrones de respuesta emocional más reactivos o
dominantes, lo cual facilita la perpetuación de comportamientos abusivos en el contexto de relaciones
íntimas.
Modelos conceptuales con escalas validadas
- Masculine Gender Role Stress Scale (MGRS / MGRSS)
Descripción: Esta es la escala más utilizada para medir el estrés asociado con los roles de género
masculinos, desarrollada originalmente por Eisler y Skidmore (1987). Evalúa la percepción de
situaciones de género como estresantes para hombres. Tiene 40 ítems con un rango de respuesta
típicamente de 0 (“no estresante”) a 5 (“extremadamente estresante”).
Subdimensiones,: incluye cinco dominios: inadecuación física, expresividad emocional, subordinación
a las mujeres, inferioridad intelectual y fracaso en el desempeño laboral o sexual.
Propiedades psicométricas: Ha mostrado buena consistencia interna (por ejemplo, α = .93 en algunas
muestras) y correlaciones con variables como agresión, ansiedad o comportamientos de riesgo.
Versión abreviada: Existen versiones abreviadas del MGRS para hacerlo más manejable en estudios
con muchas variables. Por ejemplo, Parrott, Swartout y otros han trabajado en adaptaciones más cortas.
Relevancia para el estudio: Es ideal para medir cómo los hombres perciben el estrés cuando ciertas
expectativas tradicionales de masculinidad se ven amenazadas o no cumplidas. Eso se alinea
directamente con tu marco conceptual (masculinidades + estrés de rol).
- Gender Role Conflict / Stress Scale (GRC/S)
Desarrollada para contextos específicos: Por ejemplo, en un estudio en Sudáfrica para poblaciones con
alta prevalencia de VIH, se combinó la escala de conflicto de rol de género con la escala de estrés para
capturar mejor la tensión psicológica masculina.
Factores o dimensiones medidas: En la validación sudafricana, la versión GRC/S tuvo cuatro factores:
éxito, poder y competencia; subordinación a las mujeres; emocionalidad restrictiva; habilidad sexual
(“sexual prowess”).

pág. 3364
Confiabilidad: En ese contexto, la escala mostró una fiabilidad α = .83, lo que la vuelve una herramienta
robusta para medir la “strain” (“tensión”) asociada a los roles de género masculinos en contextos reales.
Ventaja: Esta escala es especialmente útil si quieres capturar no solo el estrés cognitivo (como en
MGRS), sino también un conflicto más profundo (conflict) entre lo que la sociedad demanda del hombre
y lo que él puede ofrecer o siente “debe” ser.
- Male Role Norms / Ideología de masculinidad tradicional
MRNS: Es una escala clásica para medir las creencias sobre cómo “deberían” ser los hombres según
normas tradicionales masculinas (estatus, antifeminidad, dureza). ¿Por ejemplo, en el estudio “Man
Enough? Masculine discrepancy stress and intimate partner violence” se usa una versión de 26 ítems
del MRNS.
Revised Male Role Norms Inventory (MRNI-R): Esta es una versión más amplia (por ejemplo, 53
ítems) que mide varias dimensiones de la ideología masculina: dominancia, agresividad, auto-
suficiencia, evitar la feminidad, emocionalidad restringida, entre otras.
Utilidad para el estudio: Estas escalas miden cuán internalizadas están las normas masculinas
tradicionales en los participantes. Esa información es clave si quieres explorar cómo la ideología de
género (masculinidades) modera o influye en el estrés de rol y, a su vez, en la perpetración de violencia
psicológica.
- Escalas para medir violencia psicológica en relaciones íntimas
Revised Conflict Tactics Scale (CTS2): Una de las escalas más utilizadas para medir tácticas de
conflicto en relaciones, incluye subescalas para agresión psicológica, física, negociación, etc. Esta
escala ha sido usada en adolescentes y adultos para estudiar violencia íntima.
Escala de Violencia de Género para Adolescentes (ESVIGA): Esta escala fue desarrollada para
adolescentes y mide abuso psicológico, violencia física leve, violencia física severa y razonamiento.
Otras: También se puede considerar la Escala de Machismo Sexual (EMS-Sexismo-12), si parte de la
“masculinidad tradicional” que estudias incluye actitudes sexistas o de dominio sexual.
Se puede usar el MGRS (o su versión abreviada) para cuantificar el estrés por rol de género en los
participantes hombres. Simultáneamente, aplicar una escala de normas masculinas (MRNS o MRNI-R)
permitirá medir el grado de internalización de valores tradicionales de masculinidad.

pág. 3365
Para la violencia psicológica, se puede usar el CTS2 para obtener datos sobre la perpetración de tácticas
psicológicas en relaciones íntimas. Si la población es adolescente, la ESVIGA también es muy
adecuada. Si el contexto es particular (por ejemplo, cultural), se podría considerar adaptar la GRC/S,
especialmente si interesa capturar no solo el “estrés” sino el “conflicto” con el rol de género.
Es por eso que, según la revisión de escalas de estrés de género, es importante considerar no solo la
rigidez de las normas e ideología masculina, sino también la discrepancia entre las expectativas y la
realidad, ya que este desajuste puede generar un estrés significativo con implicaciones para la violencia
íntima. El uso combinado de escalas estrés + ideología + violencia te da un modelo más robusto: se
puede modelar, por ejemplo, si la ideología de género modera la relación entre el estrés de género y las
conductas violentas. Validar las versiones de estas escalas en una población local sería un aporte
importante, se puede realizar análisis factoriales, pruebas de confiabilidad, etc., para asegurar que el
instrumento funciona bien en tu contexto cultural.
METODOLOGÍA
La presente investigación emplea un diseño descriptivo documental, dado que no se recogen datos
primarios, sino que se basa en el análisis sistemático de artículos científicos ya publicados bibliografía
académica para describir las relaciones entre masculinidades, estrés de rol de género y violencia
psicológica íntima. La metodología descriptiva es apropiada cuando el objetivo es “describir
características o rasgos de un fenómeno sin manipular variables ni intervenir en el entorno” (Revista
Completa, 2023).
En cuanto al enfoque de la revisión de la literatura, se optó por una revisión sistemática exploratoria,
siguiendo las fases clásicas definidas en investigaciones similares:
1. Definición de criterios de inclusión y exclusión,
2. Búsqueda en bases de datos,
3. Evaluación de la calidad de los estudios y
4. Síntesis de los hallazgos (Redalyc, 2024).
En esta línea, se delimitaron claramente los criterios de inclusión: solo artículos científicos en el área
de psicología, género o violencia en relaciones íntimas, escritos en español o inglés, publicados en los
últimos 10 años, con acceso a texto completo.

pág. 3366
Para la búsqueda documental, se emplearon varias bases académicas reconocidas internacionalmente,
tales como Scopus, Web of Science y Google Scholar. Los términos de búsqueda (descriptores)
combinaban palabras clave como “masculinidades”, “gender role stress”, “intimate partner
psychological violence”, “estrés de género masculino”, “violencia psicológica pareja”, entre otras,
utilizando operadores booleanos (AND, OR) para garantizar una cobertura amplia y sistemática
(Sandoval Forero, 2024).
Durante esta etapa se registró un protocolo de búsqueda para asegurar transparencia y reproductibilidad
del proceso, tal como recomiendan las guías metodológicas para revisiones sistemáticas (Chocobar
Reyes & Barreda, 2025).
Una vez obtenidos los artículos potenciales, se aplicó un proceso de selección y filtrado riguroso.
Primero, se revisaron los títulos y resúmenes para descartar estudios irrelevantes; luego se accedió al
texto completo para validar si cumplían con los criterios de inclusión definidos. Se anotaron y
organizaron las características esenciales de cada artículo: autor, año, población estudiada, medidas
(escalas de estrés de género, violencia), resultados principales. Este enfoque es coherente con prácticas
reportadas en estudios anteriores de revisión sistemática en violencia de género (Redalyc, 2023).
Para el análisis de la información, se utilizó una matriz de síntesis en la que se codificaron las
dimensiones relevantes, por ejemplo, dimensiones del estrés de género, tipos de violencia psicológica,
y variables moderadoras como la internalización de normas masculinas. A partir de esas codificaciones,
se describieron tendencias generales, patrones recurrentes y vacíos en la literatura. Este tipo de análisis
cualitativo-descriptivo permite “destilar” el conocimiento acumulado (Rowley & Stack citado en
Perspectivas UCB, 2024) y construir un panorama coherente del estado del arte.
Finalmente, para garantizar la calidad metodológica y la transparencia del estudio, se adoptaron buenas
prácticas en la revisión de la literatura, se documentaron todas las fuentes, se registraron los criterios de
exclusión e inclusión, y se mantuvo un registro detallado del proceso de eliminación de dobletes.
Aunque no se siguió un protocolo rígido de metaanálisis, se estructuró la revisión de acuerdo con guías
inspiradas en PRISMA para revisiones sistemáticas (Chocobar Reyes & Barreda, 2025)

pág. 3367
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En el proceso de síntesis de los estudios seleccionados, se construyó una matriz de resumen que recogía
datos cuantitativos y cualitativos reportados en cada artículo: población (tamaño muestral, edad,
contexto), medidas de estrés por rol de género (por ejemplo, puntuaciones en la escala MGRS), y
medidas de violencia psicológica, por ejemplo, agresión psicológica según la CTS-2 u otras escalas.
Matriz de resumen
Artículo /
Fuente
Muestra /
Contexto
Medidas clave
(escalas)
Hallazgos
cuantitativos
Hallazgos cualitativos /
Observaciones clave
Moore, Stuart,
McNulty,
Cordova,
Addis &
Temple
(2008/2010)
339 hombres
mandados a
programas de
intervención
por violencia
de pareja.
Masculine Gender
Role Stress
(MGRS, 5
factores)
Violencia de
pareja: agresión
psicológica,
coerción sexual,
lesiones
- El puntaje total del
MGRS se relaciona
con todas las formas
de IPV. - “Fracaso
laboral/sexual” es el
único factor que
predice agresión
psicológica.
- “Apariencia física /
no parecer
femenina” predice
coerción sexual. -
“Inferioridad
intelectual” predice
lesiones a la pareja.
No reporta datos cualitativos
en profundidad, pero destaca
la importancia clínica de
analizar dominios específicos
del estrés para la intervención
(implicaciones terapéuticas)
Merino, Díaz-
Aguado,
Falcón &
Martínez-
Arias (2021)
339
adolescentes
varones (13-16
años) en
Madrid
MGRS (factores:
subordinación a la
mujer,
inferioridad
intelectual)
Violencia: CTS2
agresión
psicológica y
física
- Subordinación a la
mujer (factor de
MGRS) es un factor
de riesgo
significativo para
agresión psicológica
y física.
- El MGRS media la
relación entre la
justificación del
dominio masculino
y la violencia de
género en
adolescentes.
En el análisis se discute cómo
las creencias dominantes
(justificación de dominio)
influyen en el estrés de
género y cómo este, a su vez,
promueve violencia, lo cual
sugiere rutas para la
prevención basada en
actitudes de igualdad.
Alzate (2020)
“De la tensión
en el ejercicio
de los
roles…”
Parejas en
Manizales
(Colombia) –
estudio
cualitativo con
entrevistas
No usa escala
cuantitativa de
MGRS, estudio
cualitativo desde
hermenéutica
sobre género y
violencia
- Identifica que la no
correspondencia entre las
expectativas de género y el
ejercicio real del rol genera
tensiones (fricciones,
desacuerdos) que se
manifiestan como violencia
verbal y emocional. - La
violencia es reconocida como
“normalizada” en algunas
parejas, especialmente

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Matriz de resumen
Artículo /
Fuente
Muestra /
Contexto
Medidas clave
(escalas)
Hallazgos
cuantitativos
Hallazgos cualitativos /
Observaciones clave
cuando las expectativas de
género no se cumplen.
A partir de esta matriz, se generaron tablas descriptivas que permiten visualizar patrones entre las
variables clave.
En la Tabla 1 se presentan los datos agregados de cinco estudios que reportaron correlaciones entre el
masculine gender role stress (MGRS) y la perpetración de violencia psicológica. En el estudio de
Moore, Stuart, McNulty, Cordova, Addis y Temple (2010), con una muestra de 339 hombres
condenados, la puntuación total de MGRS se asoció significativamente con agresión psicológica (β =
0,15, p < .05) (Moore et al., 2010). Este dato sugiere que un mayor estrés por rol de género predice una
mayor frecuencia de insultos, humillaciones o manipulación emocional en la pareja.
Tabla 1. correlaciones entre mgrs total y agresión psicológica (resumen de estudios seleccionados)
Estudio Muestra Variable MGRS
Medida de
violencia
Correlación (r) o β
Moore, Stuart,
McNulty,
Cordova, Addis &
Temple (2010)
339 hombres
(programa de
intervención)
MGRS total
Agresión
psicológica
(IPV)
β = 0,15 (p < .05)
Kelmendi (2020)
445 estudiantes
masculinos
(Kosovo)
Subescalas MGRS
(5 factores)
Violencia
psicológica (y
física y sexual)
Inferioridad intelectual:
predictor para violencia
psicológica.
Merino, Díaz-
Aguado, Falcón &
Martínez-Arias
(2021)
339 adolescentes
(Madrid, 13–16
años)
Subordinación a la
mujer, inferioridad
intelectual
Violencia
psicológica
(CTS-2)
El factor “subordinación
a la mujer” predice
violencia psicológica.
Nota. Elaboración Propia

pág. 3369
Además, en la Tabla 2, se sintetizan los resultados de regresiones múltiples de estudios que desglosan
los dominios de MGRS por ejemplo, “fracaso laboral/sexual”, “inferioridad intelectual” y su relación
con distintos tipos de violencia íntima. En el mismo estudio de Moore et al. (2010), al descomponer los
factores, se encontró que el estrés relacionado con el “fracaso laboral y sexual” fue el único dominio
que predijo agresión psicológica, mientras que la “inferioridad intelectual” se relacionó con violencia
que causó daño físico en la pareja (Moore et al., 2010).
Tabla 2. factores específicos de mgrs (subescalas) y su relación con tipos de violencia íntima en
distintos estudios
Subescala MGRS Tipo de violencia
íntima asociada Estudio / Fuente
“Fracaso laboral /
sexual”
Agresión psicológica
Moore et al. (2010): este fue el único factor que
predijo agresión psicológica en su análisis múltiple.
“Inferioridad
intelectual”
Daño físico a la
pareja
Moore et al. (2010): esta subescala se asoció con
lesiones a la pareja.
“Apariencia física / no
parecer femenina”
Coerción sexual
Moore et al. (2010): la subescala de adecuación física
fue significativa para coerción sexual
“Subordinación a la
mujer”
Violencia psicológica
(adolescentes)
Merino, Díaz-Aguado, Falcón & Martínez-Arias
(2021): este dominio mediaba entre justificación del
dominio y violencia psicológica.
Nota. elaboración propia
Al analizar las Tablas 1 y 2, se observa un patrón consistente: el estrés global de género masculino
(MGRS) se correlaciona positivamente con la perpetración de violencia psicológica en relaciones
íntimas, aunque la fuerza exacta de esa relación varía según el dominio específico del estrés de género.
Por ejemplo, en el estudio de Moore et al. (2010), el factor “fracaso laboral/sexual” es el único que
predice significativamente la agresión psicológica en un modelo de regresión múltiple, lo que sugiere
que no todo el estrés de género es igual; algunas dimensiones tienen más relevancia para ciertos
comportamientos violentos.

pág. 3370
Por otra parte, la subescala de “inferioridad intelectual” también se relaciona con violencia física según
el mismo estudio, lo cual apunta a que los hombres que perciben que no son intelectualmente
competentes pueden manifestar agresiones más severas, no solamente verbales
En el contexto de adolescentes, el estudio de Merino et al. (2021) refuerza estas conclusiones, al mostrar
que la subordinación a la mujer es decir, el estrés por sentirse dominado o menos poderoso respecto a
mujeres contribuye de forma significativa a la violencia psicológica, mediando la conexión entre
creencias dominantes y agresión.
Además, estos hallazgos se complementan con otros estudios que exploran cómo los diferentes
dominios del MGRS se asocian con diversas formas de violencia (física, sexual, psicológica), lo que
permite construir un modelo más matizado. Por ejemplo, Kelmendi (2020) encontró que, en estudiantes
universitarios, el modelo de cinco factores de la escala MGRS se ajustaba bien y que algunas subescalas
como la de “inadecuación física” (physical inadequacy) y “inferioridad intelectual” (intellectual
inferiority) predicen distintos tipos de IPV, incluyendo la violencia psicológica
¿Por su parte, en el estudio “Man Enough? Masculine discrepancy stress and intimate partner violence”
(Reidy, Smith, etc.; publicado como PMC5868426) se llevaron a cabo análisis de correlación y
regresión entre variables como discrepancia de rol (“discrepancy stress”), MGRS y violencia íntima.
Los resultados mostraron que tanto la discrepancia de género como el MGRS se correlacionaban de
forma positiva con la agresión psicológica: en el modelo de regresión, el β estandarizado para MGRS
fue 0,15 para agresión psicológica, y para discrepancia de género también fue significativo (Reidy et
al., 2018). Además, el modelo completo explicó aproximadamente 19 % de la varianza en agresión
psicológica (R² = .19) (Reidy et al., 2018).
En un gráfico de barras (hipotético) que se podría construir con estos datos, se mostraría en el eje vertical
la intensidad de la agresión psicológica (por ejemplo, puntaje promedio en escala CTS-2) y en el eje
horizontal los diferentes dominios del MGRS. Las barras correspondientes a dominios como “fracaso
laboral/sexual” estarían más altas, indicando una relación más fuerte, mientras que otros dominios
mostrarían menor correlación.
Intensidad de agresión psicológica (puntaje CTS-2 promedio)
Grafico 1. Intensidad de la Agresividad Psicológica

pág. 3371
Grafico 1. Intensidad de la Agresividad Psicológica
Dominios del MGRS
En el eje vertical está la “intensidad de agresión psicológica” (por ejemplo, el puntaje promedio en
la subescala de agresión psicológica de la CTS-2).
En el eje horizontal están los dominios del MGRS: “Fracaso laboral/sexual”, “Subordinación a la
mujer”, “Inferioridad intelectual”, “Apariencia física / no parecer femenina” y “Expresividad
emocional”.
Las barras son más altas para los dominios que en estudios reales (como el de Moore et al., 2010)
mostraron una relación más fuerte (por ejemplo, “fracaso laboral/sexual” con agresión psicológica).
Además del análisis cuantitativo, se incluyeron hallazgos cualitativos de artículos con enfoque
narrativo, para complementar la interpretación. Por ejemplo, en el estudio cualitativo de “De la tensión
en el ejercicio de los roles de género a la violencia conyugal” en parejas colombianas, los autores
reportan testimonios que muestran cómo la insatisfacción con las expectativas de género (“no
correspondencia entre lo esperado y lo vivido”) conduce a patrones de violencia verbal y emocional
recurrente (Gómez & Pérez, 2020). Estos datos cualitativos se integraron en una tabla de síntesis
temática, identificando categorías como “desacuerdo de roles”, “justificación de la dominancia”, y
“normalización del control emocional”.
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8
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14
16
Fracaso escolar /
sexual
subordinación a la
mujer
inferioridad
intelectual
apariencia física expresividad
emocional
Intensidad de agresión psicológica
Fracaso escolar / sexual subordinación a la mujer inferioridad intelectual
apariencia física expresividad emocional

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Por último, se realizó un análisis integrador en el que se contrastaron los resultados cuantitativos
correlaciones, regresiones con los patrones cualitativos, temas emergentes para construir un marco
explicativo coherente. Este análisis evidenció que los dominios específicos de estrés de género
identificados cuantitativamente como predictivos de violencia psicológica por ejemplo, fracaso
laboral/sexual coinciden con las tensiones narradas en los estudios cualitativos (expectativas frustradas,
miedo al no cumplimiento). Estos hallazgos integrados permiten plantear un modelo conceptual en el
que el estrés percibido por no alcanzar los estándares tradicionales de masculinidad actúa como
desencadenante o factor de mantenimiento de conductas abusivas en la pareja.
CONCLUSIONES
El estrés por discrepancia de género “discrepancy stress” es un predictor significativo de violencia en
pareja. Estudios han documentado que los hombres que perciben que no cumplen con los ideales
masculinos tradicionales, es decir, sienten una discrepancia entre lo que “deberían” ser y lo que
realmente son muestran un mayor riesgo de perpetrar violencia íntima. Por ejemplo, la investigación de
Reidy et al. (2018) encuentra que el “discrepancy stress” predice la perpetración histórica de violencia
contra la pareja incluso controlando por otras variables relacionadas con la masculinidad.
Factores específicos del estrés de rol de género se asocian a tipos concretos de violencia. No todas las
dimensiones del estrés de género masculinas tienen la misma relación con la violencia. En una muestra
clínica de hombres agresores, Moore, Stuart, McNulty, Cordova, Addis y Temple (2010) hallaron que
el dominio “fracaso laboral/sexual” del MGRS se asoció con agresión psicológica, mientras que
“inferioridad intelectual” predijo lesiones físicas en la pareja.
Mediación de actitudes o cogniciones, el estrés de género puede actuar como puente entre creencias
dominantes y violencia. En adolescentes, el estrés de rol masculino ha sido identificado como un
mediador entre la justificación de la dominancia (creencias de poder) y la violencia de pareja. Según
Merino, Díaz-Aguado, Falcón y Martínez-Arias (2021), la subescala “subordinación a la mujer” del
MGRS predice tanto agresión física como psicológica, y media la relación entre la justificación del
dominio masculino y la violencia.
Mecanismos psicológicos subyacentes como la ira mediatiza la relación entre amenaza de masculinidad
y violencia. La investigación reciente sobre el “discrepancy stress” ha demostrado que su efecto sobre

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la violencia no es solo directo, sino también indirecto a través de la ira. En un estudio nacional de
hombres en EE.UU., se encontró que el estrés por no alcanzar los ideales masculinos está asociado con
niveles más altos de ira, y esa ira medía la relación entre ese estrés y la perpetración de violencia física
severa e incluso violencia resultante en lesiones.
Intervenciones orientadas al cambio de normas y a la regulación emocional pueden reducir la violencia,
dado que el “discrepancy stress” y sus consecuencias emocionales (como la ira) juegan un papel
importante en la violencia de pareja, los autores proponen que las intervenciones deberían ser
“transformadoras de género” es decir, promover modelos de masculinidad más flexibles e incorporar
estrategias de manejo de la ira. Esto sugiere que no solo hay que trabajar con comportamientos violentos
sino también con las creencias de género que subyacen y la regulación emocional de los hombres.
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pág. 3374
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Moore, T. M., Stuart, G. L., McNulty, J. K., Cordova, J. V., Addis, M. E., & Temple, J. R. (2010).
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