DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v6i5.3326

Impacto de la aplicación de una metodologia participativa

en pro de la seguridad alimentaria y las relaciones de solidariadad en un grupo de mujeres de Oaxaca

 

Said Omar Díaz Ortega 

[email protected]  

  https://orcid.org/0000-0001-9652-6573  

 

 María Eufemia Pérez Flores 

[email protected]  

https://orcid.org/0000-0002-9448-6317

Instituto Politécnico Nacional.

Centro Interdisciplinario de Investigación para

el Desarrollo Integral Regional Unidad Oaxaca


 

RESUMEN 

El objetivo del estudio fue determinar el impacto de la aplicación de una metodología participativa para atender necesidades de seguridad alimentaria y de utilidad en el ejercicio de las relaciones de solidaridad entre mujeres de la comunidad rural El Sandial, Huayápam, Oaxaca. Fue un estudio de intervención con la aplicación de la Investigación-Acción-Participativa (IAP). Se utilizaron métodos cuali-cuantitativos para la obtención de la información, estos fueron: un cuestionario validado que constó de 41 ítems sobre las temáticas: abasto y provisión de alimentos, frecuencia de consumo de alimentos y percepción de la reciprocidad con respecto a la alimentación, y una entrevista semiestructurada enfocada en la percepción de los cambios adoptados. El resultado logrado fue la creación de una red de solidaridad en un grupo de mujeres, al instaurarse un sistema de intercambio y donación de alimentos provenientes de la producción interna y las alacenas de los hogares, así como la provisión de la información por parte de los facilitadores. También se obtuvieron cambios positivos en la frecuencia de consumo diario de alimentos, esencialmente en las verduras como: calabacita (de 40% a 60%), chayote (de 60 a 73%), papa (de 60% a 73%), huevo (53% a 60%) y arroz (40% a 47%); el 67% de las mujeres del grupo consideraron que su seguridad alimentaria mejoró después de la intervención. Se concluye que la aplicación de la IAP en un grupo de mujeres en pro de la seguridad alimentaria es útil para mejorar las condiciones de dicha seguridad y fortalece los lazos de reciprocidad social.  

 

Palabras clave: investigación acción participativa; reciprocidad; técnicas de intercambio de alimentos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Correspondencia: [email protected]   

Artículo recibido 10 agosto 2022 Aceptado para publicación: 10 septiembre 2022

Conflictos de Interés: Ninguna que declarar

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Cómo citar: Díaz Ortega , S. O., & Pérez Flores, M. E. (2022). Impacto de la aplicación de una metodologia participativa en pro de la seguridad alimentaria y las relaciones de solidariadad en un grupo de mujeres de Oaxaca. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 6(5), 3393-3412. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v6i5.3326


 

Impact of the application of a participatory methodology in promotion of food security and solidarity relations in a group of women from Oaxaca

 

ABSTRACT 

The objective of the study was to determine the impact of the application of a participatory methodology to meet food security needs and usefulness in the exercise of solidarity relationships among women from the rural community El Sandial, Huayápam, Oaxaca. It was an intervention study with the application of Participatory-Action-Research (PAR). Qualitative-quantitative methods were used to obtain the information, these were: a validated questionnaire that consisted of 41 items on the themes: supply and provision of food, frequency of food consumption and perception of reciprocity with respect to food, and a semi-structured interview focused on the perception of the changes adopted. The result achieved was the creation of a network of solidarity in a group of women, by establishing a system of exchange and donation of food from internal production and household cupboards, as well as the provision of information by facilitators. Positive changes were also obtained in the frequency of daily food consumption, essentially in vegetables such as: zucchini (from 40% to 60%), chayote (from 60 to 73%), potato (from 60% to 73%), egg (53% to 60%) and rice (40% to 47%); 67% of the women in the group considered that their food security improved after the intervention. It is concluded that the application of the IAP in a group of women in favor of food security is useful to improve the conditions of said security and strengthens the bonds of social reciprocity.

 

Keywords: participatory action research; reciprocity; food exchange techniques.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 INTRODUCCIÓN 

Según reportes de la FAO 805 millones de personas continúan sufriendo hambre alrededor del planeta. Los altos costos de los comestibles tienen impactos inmediatos sobre el desarrollo familiar, disminuyendo la adquisición de alimentos o servicios, aquejando así tanto la cantidad como la calidad de los comestibles comprados por las familias, afectando principalmente a los pobres y vulnerables, ya que son los que destinan alrededor de 60% a 70% de sus ingresos en alimentos (FAO, 2022).

Las campesinas son garantes de más de la mitad de la producción de alimentos, ellas realizan un papel transcendental en la preservación de la biodiversidad y salvaguardan la soberanía y seguridad alimentaria. No obstante, viven en posición de desigualdad social, política y económica con apenas el 30% de propiedad de sus tierras, el 10% de los créditos y el 5% de la asistencia técnica. Debido a esto es imprescindible construir políticas públicas para fomentar la igualdad de género. En Latinoamérica y el Caribe 58 millones de mujeres viven en franjas rurales, 17 millones son integrantes de la población económicamente activa y 4.5 millones son productoras agropecuarias. La grieta de género es un costo real para la sociedad en aspectos de producción agrícola, seguridad alimentaria y desarrollo económico. Según la FAO (2022), si las mujeres agrícolas tuvieran las mismas condiciones que los hombres, sería posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo. 

Los gobiernos y las políticas públicas deben enfrentar estas crisis e impedir que su población muera de hambre, asimismo debe de abastecer en todo momento un acceso físico y económico a alimentos sanos, nutritivos y libres de enfermedades (CONEVAL, 2010). En nuestro país aún la seguridad alimentaria no está presente en todas sus vertientes, y esto se observa en los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) del año 2018, en su cobertura nacional, ya que los resultados arrojados nos dicen que solo el 44.5% de los hogares en México se encuentran con seguridad alimentaria. Por otro lado, el 22.6% tiene inseguridad alimentaria moderada y severa y el restante 32.9% presenta inseguridad leve. Esto nos indica que menos de la mitad de la nación tiene acceso a alimentos seguros, inocuos y nutritivos en todo instante para cubrir sus necesidades alimenticias diarias. 

Por lo anterior se busca un proceso en el que las mujeres y las familias se apropien de la responsabilidad en torno a la alimentación y bienestar personal y de la comunidad, para favorecer al desarrollo socio-económico-alimentario a nivel comunidad. La aplicación de metodologías participativas ayuda a resolver los problemas de seguridad alimentaria ya que favorecen la acción comunitaria en favor de la búsqueda de las soluciones a las problemáticas detectadas en la comunidad y hace a las personas entes activos de su propia transformación (Williams et al, 2019).La Investigación Acción Participativa (IAP) hace referencia a un grupo de corrientes y aproximaciones a la investigación que tienen en común tres ejes:  Investigación: creencia en el valor y el poder del conocimiento y el respeto hacia sus distintas expresiones y maneras de producirlo; Participación: enfatizando los valores democráticos y el derecho a que los individuos controlen sus propias situaciones y recalcando la importancia de una relación horizontal entre los investigadores y los integrantes de una comunidad; y  Acción: como búsqueda de un cambio que optimice la situación de la comunidad involucrada (Zapata, 2016). 

Las acciones gubernamentales para solucionar estas problemáticas van en tono a mayor industrialización del campo, menor intervención estatal, mayor comercio externo y ayudas alimentarias temporales, no obstante, estas acciones no buscan la estabilización de los sistemas alimentarios a mediano y largo plazo. Por tanto, resulta necesario adquirir una mejor comprensión de la inserción del sistema agroalimentario en los sistemas ecológicos y sociales tal y como lo ofrece esta intervención (Ortega-Cerda M, 2010).

Durante los años anteriores  el consumo de alimentos y el  derecho a comestibles saludables, nutritivos y que estén acorde a la cultura de cada comunidad, han estado afectando, en primer lugar debido a que en las zonas rurales hay incremento al acceso de alimentos ultra procesados  que son ricos en calorías  y con nulo valor nutrimental, por otra parte, la producción comunitaria de alimentos ha sido reemplazada por elementos como la venta de áreas de siembra, la migración, la carencia de organización para solucionar la baja disponibilidad de alimentos  y la existencia de comestibles externos a las comunidades sobre todo de alimentos de low cost  o ultra procesados. 

Como lo menciona Williams et al. (2021) la IAP tiene potencial como herramienta para el desarrollo de capacidades, la promoción, el cambio social y el empoderamiento. Por lo tanto, las mujeres y los socios implicados en la investigación comentan sentirse empoderados por los procesos de IAP que les permitieron compartir sus historias y, al hacerlo, favorecieron al cambio. Según estudios anteriores las mujeres desarrollan fuerzas ideológicas con los procesos de la IAP que han contribuido a afrontar las narrativas dominantes alrededor a la alimentación, tales como: la comida como mercancía versus la comida como un derecho, e imaginarios sobre los pobres desfavorecidos, incluyendo aquellos que sugieren que la pobreza resulta de elecciones individuales, en lugar de pensar que son los sistemas sociales y económicos los que impactan en los individuos y hacen que estos dispongan de menos oportunidades. 

Las mujeres que participan en procesos con base a la IAP desarrollan cinco elementos fundamentales para contribuir a su seguridad alimentaria, estos elementos son los siguientes: –sensibilización sobre la experiencia personal; conocimiento y conciencia adquirida; mayor capacidad para influir y tomar medidas; sentido de pertenencia a la comunidad o grupo; mayor interés y capacidad para establecer redes. Los hallazgos mostraron cómo la IAP fortaleció las habilidades de sujetos y organizaciones en estas cinco dimensiones y se generaron nuevos espacios de debate y discusión sobre inseguridad alimentaria –fuerzas ideológicas–, para construir alianzas y construir capacidad organizativa para el cambio de políticas –fuerzas organizacionales–; y cuestionar los sistemas actuales, las capacidades económicas y las voces dominantes en el proceso, es decir, las fuerzas económicas. Williams et al. (2021).

El bienestar de las necesidades primordiales abona la edificación de Redes de Solidaridad1 dentro del esfera de la unidad de producción, así como en su exterior. En ese sentido, los ingresos insuficientes para obtener los alimentos básicos cuentan con amplio potencial para forjar a través de la organización de los sectores populares más necesitados, la generación de estrategias con cimientos en la acción colectiva, los patrones culturales, solidaridad a nivel nuclear o en la familia extensa que le permitan salir a flote de su precaria situación (Sánchez, 2015).

La reproducción de la vida en las familias, el desarrollo de labores productivas, la lucha contra horizontes adversos de índole doméstica, productiva, comunitaria, etcétera, son entre muchas otras, las funciones principales que desarrollan las mujeres del campo mexicano. Ellas se desarrollan en un ambiente adverso con el que se enfrentan mediante estrategias de sobrevivencia y adaptación (Lahoz, 2011). El papel que desempeñan en el ámbito nacional es de vital valor, sobre todo en el sistema alimentario el cual alcanza lazos como la producción, distribución y consumo de alimentos. 

Partiendo de estas necesidades globales, se tiene como objetivo del estudio probar una metodología participativa de utilidad en la formación de redes de solidaridad entre mujeres de la comunidad rural para atender necesidades alimentarias, en la localidad de El Sandial, San Andrés Huayápam, Oaxaca. 

METODOLOGÍA

Se realizó un estudio de intervención comunitaria participativa de tipo longitudinal, en la comunidad de el Sandial, perteneciente al municipio de San Andrés Huayápam del estado de Oaxaca. Se incluyeron en el estudio un total de 14 mujeres, quienes debieron cumplir con los principales criterios para formar parte del estudio, ser mujer residente de la comunidad, ser mayor de edad, estar encargada de la alimentación en el hogar, ser física y mentalmente capaz de contestar las preguntas y contar con disponibilidad para realizar las actividades generadas con la aplicación de la metodología.

La metodología empleada fue la aplicación de una Investigación Acción Participativa (IAP) con el fin de iniciar una estrategia de cambio para las trasformaciones positivas de la comunidad, ya que es capaz de generar redes por las experticias similares compartidas (Fals Borda 1991), se aplicó como referencia las fases propuestas por Martí (2017) incluyendo la etapa Cero. El diseño de las fases y su duración varían en cada contexto, motivo por el cual, la metodología se adaptó a la realidad y temporalidad del estudio. La esquematización de aplicación de los ejes centrales de la IAP y su desarrollo se pueden observar en la imagen No. 1

Imagen 1: Esquematización metodológica de la IAP

Fuente: Adaptada de Martí, J. (2017)

Estrategias originadas durante la aplicación de la metodología para la generación de redes de solidaridad en pro de la Seguridad Alimentaria.

Intercambio de productos del campo

Tomando como referencia la experiencia del Mercado Territorial-Agricultura Familiar creado en Argentina (Solano, H. A. y Niño, L., 2019). Se buscó generar un intercambio de productos del campo con una lógica de intermediación solidaria, para fortalecer el intercambio simbólico y relacional entre las participantes y la reconstrucción del vínculo social a partir de la organización y la búsqueda de solución a la problematización del consumo, promoviendo de esta manera la participación de las actoras, la democratización en la toma decisiones, el refuerzo de las instancias colectivas como las asambleas entre productoras y consumidores/as. 

Canasta solidaria

Se realizó la actividad denominada “Canasta solidaria”, dicha actividad consistió en que cada mujer del grupo participaba donando un alimento de su alacena familiar, que a su consideración la ausencia de dichos alimentos no afectaba su canasta familiar. Se colocaba la canasta en el centro de lugar de reunión, posteriormente las integrantes del grupo que, de acuerdo con su necesidad, desearan tomar alguno de los alimentos donados, lo podrí hacer. A consideración de las participantes, esta actividad se realizó en tres sesiones diferentes donde las mujeres intercambiaban dichos alimentos con otras integrantes. Esta fue con la finalidad de que cada familia aprovechara algún alimento excedente en su mesa, y lo intercambiara por algún otro tipo de alimentos que le fuera de utilidad para mejorar la alimentación.

Este ejercicio nació a partir del trabajo descrito por Chiroque Solano, H. A. y Niño, L. (2019) donde se crean los Nodos de Consumo Solidario que son grupos de consumidores/as organizados-as que se reúnen para la realización de compras en forma colectiva y de los Bolsones de verduras que son canastas de vegetales básicos provenientes directamente del productor hacia el consumidor eliminando a los intermediarios. Ambos casos los tomamos como base con sus respectivas adaptaciones al entorno social-alimentario presente en la comunidad de El Sandial, donde se creó un Nodo de consumo comunitario y una Canasta de intercambio de alimentos entre las familias de la comunidad.

 

Instrumentos de recolección de datos

Para la recolección de la información se recurrió a los métodos cualitativos y cuantitativos a través de un cuestionario validado, con prueba piloto y entrevistas grabadas. 

Cuestionario

Se aplicó un cuestionario validado a las mujeres participantes que contenía 41 ítems distribuidos en cuatro temas de investigación: características sociodemográficas, producción de alimentos, abasto y provisión de alimentos, frecuencia de consumo de alimentos y percepción de la reciprocidad con respecto a la alimentación. La duración de su aplicación fue de aproximadamente 20 minutos. Con la finalidad de evaluar los cambios en los indicadores de seguridad alimentaria, se aplicó dicho instrumento en tiempo de antes y después de la intervención para la seguridad alimentaria.

Frecuencias de consumo de alimento.

El cuestionario incluyó la frecuencia de consumo de alimentos representativos de la comida local:  maíz, frijol, arroz, sopa de pasta, pan, carne de res, pollo, cerdo, pescado, huevo, leche, lentejas, avena, habas, zanahoria, tomate, papas, calabacita, chayote, manzana, naranja, pera, mango, durazno, piña, refrescos, golosinas o dulces, frituras y enlatados. Para tal fin, se le preguntó a la persona en el hogar si se consumen o no los alimentos que se refieren en el cuestionario; en caso afirmativo, cuántas veces al día o la semana.

Entrevistas grabadas:

Para los datos cualitativos de medición de la percepción se aplicaron seis entrevistas representativas, dos de cada grupo de edad divididos de la siguiente manera 23 años a 33, 34 a 44 y de 45 a 59 años, donde se midió la percepción de los cambios adoptados con respecto a la reciprocidad en las actividades de solidaridad para la seguridad alimentaria. Las entrevistas duraron en promedio 30 minutos con un máximo de 45 minutos, y un mínimo de 25 minutos, se realizaron con grabación en dispositivo celular. 

Captura y análisis de los resultados. 

El tratamiento de los datos cuantitativos se llevó a cabo con el programa SPSS V.21. Se realizaron análisis estadísticos de frecuencias, medias, desviación estándar, máximos y mínimos relacionados con las variables sociodemográficas para el diagnóstico y frecuencia del consumo de alimentos para la medición del antes y después de la intervención.

Mientras que para el análisis de datos cuantitativos se siguió el procedimiento de trascripción, procurando mantener la originalidad y el anonimato, usando claves por sexo y edad. Y se sistematizó la información por categorías de respuestas 

RESULTADOS

Los datos obtenidos demostraron que el grupo de 15 mujeres que participaron en el estudio se encuentran en una edad joven media de 36.73 años, con un mínimo de 23 y máximo de 59 años. En lo que respecta a la ocupación se determinó que el 73.3% de las mujeres tenían como principal ocupación el hogar, mientras que solo el 26.7% eran empleadas dentro de diversos giros comerciales. De acuerdo con el número de integrantes, las familias de las encuestadas son de tamaño mediano cuyo promedio fue de 5.4 (±1.6) integrantes. El número de años de residencia en la localidad tuvo un rango muy amplio, desde un mínimo de 2 años hasta el máximo de 34 años, dichos datos corresponden a la fecha en que llegaron los primeros pobladores a esa parte del municipio.

Condiciones de abasto y provisión de alimentos en los hogares.

El 80% de las personas encuestadas manifiestan comprar todos sus alimentos en el mercado. El resto los adquiere en diversos establecimientos comerciales. Más de la mitad de las mujeres encuestadas realizan la compra de despensa alimentaria cada 7 días, seguido de la compra de forma quincenal. El gasto promedio para la compra de la despensa alimentaria fue de $656,67 ± $397,25 pesos M.N.

Las hortalizas son el alimento que más se produce y consume en la localidad con un 67.7% seguido por el frijol en solo un 6.7. El 46.7% de personas que poseen un huerto de traspatio, siembran el chayote, calabacita, lechuga, rábanos; seguido de los frutales como limón, lima y naranja, en su mayoría lo aprovecha en el autoconsumo y solo una persona manifestó vender excedentes y otra mención apartar parte de la producción para semilla del próximo ciclo de siembra.

La producción avícola de traspatio es baja, solo el 40% de las personas tienen alguna granja o animal que crie para su consumo, que son en su mayoría aves de corral con un promedio de 2.8 animales por granja o por hogar.

 

 

Resultados del Antes y Después, referente a los cambios adoptados a la frecuencia de consumo de alimentos e intercambio de alimentos.

Como lo muestra el Cuadro 1, los alimentos que presentaron cambios adoptados a la mejora en la frecuencia de consumo fueron: arroz, sopa de pasta, huevo, papas, calabacita y chayote, estos alimentos tuvieron una mejora porcentual en su consumo diario a partir de la formación de la red solidaria. De igual forma se creó una red de intercambio para los siguientes alimentos: arroz, sopa de pasta, huevo, papas, calabacita. Es de importancia resaltar que para el tomate y chayote ya existía con anterioridad el intercambio de estos productos en la comunidad.

Cuadro 1: Resultados del Antes y Después, referente a los cambios adoptados a la frecuencia de consumo de alimentos e intercambio de alimentos.

Alimento

Diariamente (%)

Por lo menos una vez a la semana (%)

Existió intercambio o recibió donación de este alimento

Antes

Después

Antes

Después

Antes

Después

Maíz

93.3

93.3

6.7

6.7

NO

NO

Frijol

86.7

86.7

13.3

13.3

NO

NO

Arroz

40.0

46.7

60.0

53.3

NO

SI

Sopa de pasta

46.7

73.3

53.3

26.7

NO

SI

Pan

33.3

33.3

66.7

66.7

NO

NO

Carne de res

73.3

73.3

26.7

26.7

NO

NO

Pollo

6.7

6.7

93.3

93.3

NO

NO

Cerdo

53.3

53.3

46.7

46.7

NO

NO

Pescado

33.3

33.3

66.7

66.7

NO

NO

Huevo

53.3

60.0

46.7

40.0

NO

SI

Leche

46.7

46.7

53.3

53.3

NO

NO

Lentejas

13.3

13.3

86.7

86.7

NO

NO

Avena

80.0

80.0

20.0

20.0

NO

NO

Habas

40.0

40.0

60.0

60.0

NO

NO

Zanahoria

46.7

46.7

53.3

53.3

NO

NO

Tomate

93.3

93.3

6.7

6.7

SI

SI

Papas

60.0

73.3

40.0

26.7

NO

SI

Calabacita

40.0

60.0

60.0

40.0

NO

SI

Chayote

60.0

73.3

40.0

26.7

SI

SI

Manzana

26.7

26.7

73.3

73.3

NO

NO

Naranja

60.0

60.0

40.0

40.0

NO

NO

Pera

6.7

6.7

93.3

93.3

NO

NO

Mango

26.7

26.7

73.3

73.3

NO

NO

Durazno

13.3

13.3

86.7

86.7

NO

NO

Piña

40.0

40.0

60.0

60.0

NO

NO

Refrescos

6.7

6.7

93.3

93.3

NO

NO

Golosinas o dulces

40.0

40.0

60.0

60.0

NO

NO

Frituras

20.0

20.0

80.0

80.0

NO

NO

Enlatados

6.7

6.7

93.3

93.3

NO

NO

Otro

0.0

0.0

0.0

0.0

NO

NO

 

Evaluación de las acciones de reciprocidad y el grupo de mujeres.

Según los resultados obtenidos en el cuestionario, los motivos que las mujeres tuvieron para pertenecer al grupo fueron en primer lugar, mejorar las condiciones de la seguridad alimentaria en la comunidad (67%), seguido de la búsqueda de solidaridad y unión con otras mujeres (33%). Las mismas evaluaron su grado de motivación como alto y solo una manifestó estar poco motivada.

La mayoría de las mujeres refirieron que a partir de que son parte del grupo, cambiaron su concepto de intercambio y solo dos ya conocían dicha actividad o la practicaban de manera natural. El 53% de las mujeres consideró que el intercambio de productos del campo y alimentos son necesario para mejorar las relaciones sociales y para el desarrollo de la comunidad, ya que se fortalece la confianza, en cambio el 47% indican que no es necesario porque no lo ven como una actividad relevante en la familia y/o en la comunidad.

En relación con que, si consideraba realizar otro tipo de intercambios, el 33% de las personas piensan en realizar algún otro intercambio, no solo de alimentos sino también de algunos otros bienes, pudiendo ser herramientas de trabajo como lo comentan las integrantes del grupo y el 87% de las personas mencionó haberle gustado la dinámica de la canasta de alimentos para intercambio, mismas que recomendarían a sus demás familiares y vecinos.

Referente a la forma de elegir sus alimentos, se produjo un cambio positivo en el 93% de las mujeres del grupo; esto debido a la información nutricional que se les proporcionó en los temas de leyenda de etiquetas, vitaminas y minerales y el plato del bien comer como parte de las actividades de enseñanza en nutrición que se impartieron al grupo.

Debido a lo anterior el 100% de las mujeres indicaron tener más información de cómo elegir alimentos más saludables ya que conocieron temas que no tenían claros como, el de leyendas de etiquetas, vitaminas y minerales y el plato del bien comer.

Finalmente, el 73% de las mujeres del grupo mencionaron que ha mejorado la alimentación de la familia con la información proporcionada acerca de los alimentos saludables porque ahora conocen la importancia de una alimentación saludable en la familia y el porcentaje restante aun refieren no notar cambios en la alimentación familiar.

Percepción de las mujeres participantes con respecto a las acciones para la reciprocidad en favor de la seguridad alimentaria.

Las entrevistadas perciben tener conocimiento actual de la reciprocidad, ya que ese concepto no lo conocían y algunas de ellas no lo practicaban, y que, a partir de ahora la pondrán en práctica como lo hace saber una de las mujeres entrevistadas:

“¡antes no sabíamos que era eso de la reciprocidad, pero ahora, ya lo sabemos y ahora que trabajamos de forma conjunta y que nos ayudamos entre todos, ahora sabes que podemos hacer muchas cositas, para que se mejore aquí en El Sandial y más para el bien de los chamacos...! (Mujer, 28 años).

En la pregunta cómo percibe la reciprocidad entre la gente del grupo de trabajo, ellas indicaron que a partir del trabajo grupal ahora existe mayor solidaridad y ayuda entre los miembros del grupo:

“ahora estamos aprendiendo a trabajar en equipo, antes cada uno hacia las cosas por su lado, es difícil que todos trabajen de forma desinteresada, pero esta primera vez que lo estamos haciendo, se ve que es muy bueno, y más, para todos los que viven aquí” (Mujer, 44 años).

Las entrevistadas hicieron hincapié en que la Comunidad como acción social, es importante, así mismo el Tequio como forma de trabajo comunal en pro de la localidad, manifestando que esta actividad debe seguir conservándose conjuntamente con nuevas formas de trabajo u organización como las que se llevaron a cabo durante el desarrollo de esta intervención:

    “en la comunidad seguimos trabajando con el tequio y lo bueno es que todos trabajamos, cuando limpiamos calles, cuando limpiamos cunetas o en la fiestita de la comunidad donde participamos todos, y por eso creo que es importante que esto sigua conservándose y ahora que sabemos trabajar en equipo con las reuniones que hicimos para saber qué comer, qué nos hace bien y qué no de la comida…” (Mujer, 23 años).

Cabe resaltar que las entrevistadas consideran el esfuerzo que se requiere para el trabajo colectivo en comparación con los que no practican la actividad en equipo cómo lo manifiesta una de las mujeres:

  “es muy difícil trabajar en grupo con las demás compañeras por que unas les interesa, pero a otras no les importa estas actividades, porque se aburren y la gente solo espera que les traigan cosas sin tener que trabajar….” (Mujer, 28 años)

Discusión

Este trabajo cuyo objetivo fue el de probar una metodología participativa de utilidad en la formación de redes de solidaridad entre mujeres rurales para atender necesidades alimentarias, primeramente hallamos que el 80% de las personas encuestadas manifestaron comprar todos sus alimentos en el mercado, el resto los adquiere en diversos establecimientos comerciales, de forma semanal o quincenal.

Las hortalizas son el alimento que más se produce y consume en la localidad con un 67.7% seguido por el frijol en solo un 6.7%. Más de la mitad no cuentan con un huerto de traspatio propio por diversas causas. El 46.7% de personas que poseen un huerto de traspatio, siembran el chayote, calabacita, lechuga, rábanos; seguido de los frutales como limón, lima y naranja. Todo esto es para autoconsumo y solo una persona manifestó vender su producto sobrante y otra utilizar el sobrante para semilla del próximo ciclo de siembra. Lo que conlleva a  que las familias adquieran los demás alimentos en establecimientos comerciales.

A partir de la formación de la red solidaria los alimentos que tuvieron cambios favorables en su frecuencia de consumo fueron: arroz, sopa de pasta, huevo, papas, calabacita y chayote, estos alimentos tuvieron una mejora porcentual en su consumo diario. De igual forma se creó una red de intercambio que anteriormente no existía para los siguientes alimentos: arroz, sopa de pasta, huevo, papas, calabacita.

Derivado de la integración del grupo formado las mujeres manifestaron formar parte de el para la mejora de las condiciones comunitarias (Seguridad alimentaria) y a partir del mismo su percepción hacia el intercambio de alimentos mejoró notablemente.

En el consumo de alimentos se produjo un cambio positivo en el 93% de las mujeres del grupo; esto debido a la información nutricional que se les proporcionó en los temas de leyenda de etiquetas, vitaminas y minerales y el plato del bien comer como parte de las actividades de enseñanza en nutrición que se impartieron al grupo.

Debido a lo anterior todas las mujeres indicaron tener más información de cómo elegir alimentos más saludables. En cuanto a la mejora de frecuencia de consumo de alimentos seis fueron los alimentos de la canasta básica que presentaron esta mejora a partir de la sistematización de las relaciones de solidaridad para la seguridad alimentaria, lo que fomentó mayor arraigo a la actividad.

Finalmente, el 73% de las mujeres del grupo mencionaron que ha mejorado la Seguridad alimentaria de la familia con la formación de la red y la información proporcionada acerca de los alimentos saludables porque ahora conocen la importancia de tener una alimentación saludable en la familia y comunidad.

Estos mismos resultados son encontrados en el estudio de Williams (2021) donde sus hallazgos apuntan al potencial de emplear enfoques participativos para cambiar el pensamiento individual, impulsar el cambio comunitario a nivel local, y comprometerse mejor con las cosmovisiones divergentes sobre la inseguridad alimentaria y la pobreza para reconocer las limitaciones estructurales de la inseguridad alimentaria en el hogar, permitiendo en última instancia un cambio en las relaciones de poder, necesarias para abordar verdaderamente la inseguridad alimentaria y las desigualdades sociales relacionadas.

Todo esto nos muestra que la IAP tiene potencial como herramienta para el desarrollo de capacidades, la promoción, el cambio social y el empoderamiento. Por lo tanto, las mujeres y los socios implicados en la investigación relatan sentirse empoderados por los procesos de IAP que les permitieron compartir sus historias y, al hacerlo, contribuyeron al cambio como lo mencionan Williams (2014) y Monteith, Anderson y Williams (2019).

El estudio estuvo en concordancia con Sánchez (2015), quien concluye que “La satisfacción de las necesidades básicas presupone la construcción de Redes de Solidaridad dentro del ámbito de la unidad de producción, así como fuera de ella. En ese sentido, los ingresos insuficientes para obtener los alimentos básicos cuentan con amplio potencial para forjar a través de la organización de los sectores populares más necesitados, la generación de estrategias con cimientos en la acción colectiva, los patrones culturales, solidaridad a nivel nuclear o en la familia extensa que le permitan salir a flote de su precaria situación.

CONCLUSIONES

Se concluye que la aplicación de la IAP en un grupo de mujeres en pro de la seguridad alimentaria es útil para mejorar las condiciones de dicha seguridad y fortalece los lazos de reciprocidad social.  

De esta investigación podemos destacar que las mujeres son actores principales para la Seguridad alimentaria en el hogar y a nivel comunitario por el papel que desempeñan dentro del núcleo familiar. Además, encontramos que es imprescindible la formación de redes de solidaridad como una herramienta emergente hacia la solución de problemas comunitarios actuales de alta importancia como lo es la alimentación en todas sus vertientes y dinámicas.

Los resultados de esta investigación apuntan a que es necesario continuar con la exploración de las metodologías participativas aplicadas a nivel comunidad con el fin de que estas sean un instrumento de vital importancia para el desarrollo familiar y local. Y sean puestas como agenda pública en diversos sectores tanto de la sociedad civil como en las políticas públicas estatales y nacionales.

Y por último el anteponer a la alimentación como un eje rector en la IAP fortalece estos modelos participativos y es punta de lanza para la búsqueda y satisfacción de las necesidades básicas humanas que contribuyen a disminuir la desigualdad socioeconómica en nuestro país y el mundo.

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