Nuevas estrategias turísticas en Teotihuacán,  México tras la pandemia Covid-19

Verónica Ortega Cabrera

[email protected]

Centro Universitario Valle de Teotihuacán,

Universidad Autónoma del Estado de México

https://orcid.org/0000-0002-7215-2228

Cerrada Nezahualcóyotl S/N, Sto. Domingo Aztacameca, Axapusco,

C.P. 55955. México

 

Norma Lizbet González Corona

[email protected]

Centro Universitario Valle de Teotihuacán,

 Universidad Autónoma del Estado de México

https://orcid.org/0000-0002-1678-8491

Cerrada Nezahualcóyotl S/N, Sto. Domingo Aztacameca, Axapusco,

C.P. 55955, México

 

Susana Esquivel Rios

[email protected]

Centro Universitario Valle de Teotihuacán,

Universidad Autónoma del Estado de México

https://orcid.org/0000-0002-8198-5555

Cerrada Nezahualcóyotl S/N, Sto. Domingo Aztacameca, Axapusco,

C.P. 55955, México

RESUMEN

El turismo cultural en el valle de Teotihuacán, México, tiene la oportunidad de diversificarse y ofrecer nuevas estrategias tras la pandemia del Covid-19, mediante el aprovechamiento de los recursos históricos y tradicionales con que cuenta, para reducir la excesiva carga turística en la zona de monumentos prehispánicos. En este trabajo presentaremos opciones para establecer nuevos circuitos de visita, basados en el patrimonio inmaterial de la región, como la base de nuevos productos turísticos sostenibles, con medidas de bioseguridad que garanticen al visitante una estancia saludable e informada. El estudio está enfocado a buscar alternativas para mantener el flujo de visitantes al valle, pero distribuidos en una serie de atractivos que dinamicen de manera directa sectores sociales como el artesanal y el gastronómico, potencializando la categoría de Pueblo Mágico que comparten las cabeceras municipales de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides. 

 

Palabras Clave: Turismo pos Covid-19, patrimonio tangible, intangible, Teotihuacán.

 

New tourist strategies in Teotihuacán, Mexico after the Covid-19 pandemic

ABSTRACT

Cultural tourism in the Teotihuacan Valley, Mexico has the opportunity to diversify and offer new strategies after the Covid-19 pandemic, by taking advantage of its historical and traditional resources, to reduce the excessive tourist load in the área of pre-Hispanic monuments. In this work we will present options to stablish new visiting circuits, base don the intangible heritage of the región, as the basis for new sustainable tourism products, with biosafety measures that guarantee vosotros a healthy and informed stay. The study is focused on finding alternatives to maintain the flow of visitors to the valley, but distributed in a series of attractions that directly energize social sectors sush as artisanal and gastronomic, enhancing the category of magic Town shared by the municipal seats of Teotihuacán and San Martín de las Pirámides.

 

Keywords: Pos Covid-19 tourism, tangible and intangible heritage, Teotihuacán.

 

 

 

Artículo recibido: 15 abril 2021
Aceptado para publicación: 19 abril 2021
Correspondencia: veronicabmx@yahoo.com.mx 
    Conflictos de Interés: Ninguna que declarar
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


INTRODUCCIÓN

Hasta inicios del año 2020, la actividad turística del valle de Teotihuacán, en el centro de México, tenía como su principal atractivo la visita masiva a los monumentos de la antigua ciudad prehispánica, generando una dinámica en la que surgieron de manera acelerada ─en las dos últimas décadas─, diversas empresas prestadoras de servicios turísticos, principalmente aquellas dedicados a los alimentos, el hospedaje, los vuelos en globo aerostático y los recorridos en bicicleta o cuatrimoto sobre el circuito empedrado que rodea los monumentos arqueológicos más emblemáticos, así como todo un contingente de comerciantes informales tanto dentro como fuera de los límites del área custodiada por el INAH. Con la inclusión, en el año 2015, de las cabeceras municipales de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides al programa federal Pueblos Mágicos, se buscó descentralizar la oferta turística hacia dichas comunidades, ofreciendo oportunidades a otros actores sociales para participar en una actividad que, de acuerdo con las estadísticas oficiales, atraía a cerca de cuatro millones de visitantes a este valle anualmente.[1] Sin embargo, la pandemia generada por el Covid-19 ha dejado al descubierto que el modelo de desarrollo basado en un solo atractivo es poco sustentable, y pone en estado de vulnerabilidad económica a toda la cadena de valor construida por empresarios y prestadores de servicios, mostrando además la urgencia de una planeación integral en la que se considere al valle como un espacio geográfico complejo, cuyo patrimonio arqueológico se acompaña de joyas arquitectónicas novohispanas, pero sobre todo de una enorme riqueza biocultural reflejada en la gastronomía y la producción agropecuaria, así como en actividades tradicionales de gran proyección, entre las que sobresalen la elaboración artesanal de piezas de obsidiana y las vistosas fiestas patronales.

Bajo un esquema de diversificación de la oferta turística que incentive nuevos nichos de negocio, el valle de Teotihuacán tiene el potencial de ofrecer experiencias de viaje que valoren la cultura desde una perspectiva continua, es decir, sin ese corte histórico que mucha gente le atribuye al reconocerle únicamente su importancia en el periodo prehispánico, cuando este territorio ha estado presente en todas las etapas históricas del país y en la actualidad ofrece paisajes semi rurales en los que se reproducen costumbres y tradiciones de interés para el visitante.

El turismo en torno a la Zona Arqueológica de Teotihuacán

El valle de Teotihuacán ha sido objeto de interés científico prácticamente desde mediados del siglo XIX, cuando comenzaron las exploraciones arqueológicas financiadas por el gobierno, las cuales paulatinamente dejaron a la vista numerosos vestigios arqueológicos de carácter monumental, que fueron habilitados para el público, generándose así las condiciones para el desarrollo de actividades de visita, que años después serían la base de una creciente dinámica turística (Díaz Andrew, 2014: 10). Con la inauguración en 1964 de la Zona Arqueológica de Teotihuacán durante el sexenio de Adolfo López Mateos, los monumentos arqueológicos fueron dotados de una infraestructura moderna que permitió las afluencia cada vez más amplia de visitantes nacionales e internacionales, convirtiéndose en un símbolo de identidad cultural e interés turístico para propios y extraños. En las décadas más recientes, con el surgimiento de nuevas tecnologías y la búsqueda de experiencias diferentes por parte de los visitantes, han surgido una serie de productos turísticos que complementan el recorrido arqueológico, que van desde los vuelos en globo aerostático hasta los senderos subterráneos que conducen a los visitantes al inframundo, así como los paseos en bicicleta y cuatrimoto con los que se aprecia el patrimonio natural y la belleza del paisaje.

Sin embargo, en muchas ocasiones, estos nuevos productos pasan por alto la fragilidad de los vestigios arqueológicos y el riesgo que éstos corren cuando se sobrevuela cerca de ellos o se abren nuevas brechas para el paso de senderos y rutas vehiculares. Además la oferta prolifera en torno a la zona arqueológica, lo que deriva en la saturación de las vialidades que conducen a ella y en una serie de problemas que van desde la concentración de basura, la inseguridad y la falta de regulación sobre los productos que se venden, particularmente las bebidas alcohólicas y los alimentos, factores que afectan la experiencia de visita de forma negativa. Otro elemento que pocas veces consideran los empresarios pero que resulta de fundamental importancia, es el marco jurídico que protege los vestigios arqueológicos, pues la Declaratoria de Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán (Diario Oficial de la Federación, 30 de Agosto de 1988) establece un área de amortiguamiento en torno a la zona protegida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en la que no se deben llevar a cabo construcciones nuevas ni ampliaciones a las ya existentes, debido al enorme potencial arqueológico que resguarda, situación que se contrapone al interés de construir espacios para el servicio turístico muy cerca del principal atractivo, por considerar que ahí ya se tiene a un público cautivo y que no conviene alejarse, pensando siempre en la facilidad para el turista, aún a costa de la conservación y protección de los vestigios.

Es innegable que el patrimonio arqueológico despierta un gran interés por visitar el valle, debido en buena medida a la amplia difusión de sus valores científicos, históricos, artísticos y estéticos, elementos que son aprovechados para construir  imaginarios turísticos centrados en una visión prehispánica casi idílica además de accesible, pues la zona arqueológica esta conectada con la CDMX a través de una autopista que facilita el traslado de visitantes nacionales y extranjeros en apenas 45 minutos. Esta estrategia ha desplazado a otros recursos culturales y naturales de la región, dejándolos en franca desventaja al carecer de conectividad, conservación, habilitación para la visita y difusión.

De acuerdo con las proyecciones de las autoridades turísticas del Estado de México, la tendencia a desarrollar nuevas formas de apreciar el patrimonio arqueológico, como es el caso del producto denominado “Experiencia nocturna”, daba continuidad a la estrategia de concentrar al turismo alrededor de los monumentos prehispánicos, a pesar de que las dos cabeceras municipales más cercanas al atractivo cuentan con el nombramiento de Pueblo Mágico, en una nominación compartida, sin embargo se les visualiza únicamente como opciones de pernocta para los asistentes al evento nocturno de la zona arqueológica, dejando de lado el potencial que tienen en sí mismos dada su historia y características intrínsecas.

Con el surgimiento de la pandemia de Covid-19 y el cierre de la zona arqueológica, toda la actividad turística se vio afectada de manera severa, debido al confinamiento y distanciamiento social para ralentizar los contagios, situación que se extenderá por lo menos hasta mediados del año 2021. Ante este escenario ¿qué opciones tendrán los prestadores de servicios turísticos cuando el ingreso de visitantes a la zona arqueológica se limita al 30% de su capacidad?, ¿deberá continuar la estrategia de concentrar  la mayor parte de la oferta en el área periférica a los edificios monumentales de la antigua ciudad prehispánica?, ¿cómo mantener las estadísticas de visitantes al valle sin poner en riesgo la seguridad sanitaria de las comunidades locales? El patrimonio cultural podría aportar algunas soluciones en la era pos Covid-19.

OBJETIVO

ü  En este trabajo realizaremos una revision histórica del turismo en el valle de Teotihuacán para reflexionar en torno a las posibilidades de desarrollo que ofrece la diversificación del destino.

Patrimonio cultural material e inmaterial de Teotihuacán

A.    Patrimonio cultural no arqueológico

El valle de Teotihuacán es un territorio de naturaleza generosa y ubicación estratégica en la conexión entre la CDMX y el Golfo de México. En la actualidad incluye seis municipios del noreste del Estado de México[2] en los que el desarrollo industrial es escaso, por lo que la actividad económica tiende a la terciarización,[3] predominando las actividades agropecuarias cuyo desarrollo permite la persistencia de un paisaje semi rural.

Sus características geográficas y climáticas han generado condiciones propicias para su ocupación permanente desde al menos 2,000 años antes de nuestra era. Al colapso del sistema político y urbano de la época clásica (100 aC a 650 dc) le sucedieron nuevos poblamientos que también dejaron numerosos indicios arqueológicos, de los cuales poco se sabe, a pesar de que son numerosas las exploraciones científicas que los han registrado. Durante el contacto con los europeos, este valle fue testigo de las nuevas tendencias constructivas, por lo que alberga ejemplares únicos de arquitectura monacal así como bellas piezas de arte tequitqui en diferentes poblados. Las nuevas técnicas y productos agrícolas modificaron el paisaje durante el período novohispano, dejando interesantes testimonios de obras hidráulicas como presas, jagüeyes y puentes, además de que incentivaron el cultivo de magueyes y nopales para abastecer las demandas de pulque y verduras a la gran capital novohispana.

Durante el siglo XIX el paisaje teotihuacano se salpicó de imponentes haciendas agrícolas, cuyos productos llegaban a la capital de manera rápida gracias a las vías férreas que atravesaron el territorio y que aún continúan en funcionamiento. Para el transporte de personas se edificaron diversas estaciones de estilo neoclásico, con ladrillo y piedra que recrean los tiempos en que las viejas locomotoras pasaban silbando por los sembradíos de magueyes.

Esta historia ha tenido repercusiones importantes en el entorno medioambiental, del cual se han tomado las materias primas necesarias para la edificación de las obras arquitectónicas e hidráulicas, por lo que en conjunto existe un paisaje cultural que hace referencia a diversas épocas, organizaciones sociales y manifestaciones patrimoniales.

B.    Patrimonio inmaterial

Aunado a lo anterior, las comunidades teotihuacanas son herederas de tradiciones culinarias en las que se han combinado ingredientes americanos con productos venidos de los diversos territorios que conformaron el imperio español, como el ganado vacuno, porcino, ovino y las especias ─por mencionar solo algunos─, con los que se recrean diversos platillos típicos que hacen las delicias de los comensales.

Los ciclos anuales dan paso a las diversas fiestas patronales y festividades comunitarias, como las ferias en las que se promueven los principales productos de la región: las artesanías de obsidiana,  el nopal y sus frutos la tuna y el xoconostle, con sus respectivos derivados industrializados, las plantas cactáceas y las piñatas.

En lo que se refiere a las artesanías, Teotihuacán se ha ganado un prestigio por la elaboración de objetos de obsidiana, que van desde las reproducciones de piezas prehispánicas, hasta la bisutería y piezas de ornato de gran calidad, cuya fama trasciende fronteras. Por otro lado, la elaboración de piñatas en el poblado Acolman data de los primeros años de la evangelización, por lo que se le conoce a este poblado como la cuna de dichas piezas, que hacen las delicias de las celebraciones decembrinas.

Ambas tradiciones artesanales son únicas, sin embargo los visitantes conocen muy poco del trabajo en este ramo y todo lo que implica en el tema de la autenticidad, la tradición y la originalidad.

El aprovechamiento turístico del patrimonio cultural teotihuacano: una revisión

Ya hemos mencionado el uso turístico que los vestigios arqueológicos teotihuacanos han suscitado desde principios del siglo XX, cuando el gobierno mexicano abrió a la visita pública la Pirámide del Sol, dentro del programa conmemorativo del primer centenario de  la independencia de México (Ramírez, 2008). En el año de 1921,  Alberto J. Pani, Secretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Álvaro Obregón, en una ceremonia con motivo de los festejos del centenario de la consumación de la independencia del país, expresaba al cuerpo diplomático acreditado en México, que la actividad turística permitiría a los mexicanos admirar nuevos panoramas y poblaciones, así como estimular su solidaridad; en cuanto al turismo extranjero ─interesado en conocer los vestigios de las culturas antiguas─ podría generar inversiones, empleos y divisas, por lo cual el turismo estaba llamado a contribuir de forma importante en el desarrollo material y moral del país, hasta ubicarlo en el primer sitio dentro de las actividades económicas (Mercado, 2016).

Lo relevante del programa desarrollado en esos años por Manuel Gamio en el Valle de Teotihuacán, es que fue el primer intento formal, pertinente y fundamentado para conjugar el patrimonio cultural y el turismo, como estrategia económica bajo la conducción del Estado, acorde a los fines sociales planteados por la Revolución Mexicana, en un proyecto que partía de la reconstrucción de las ruinas, con lo cual se “[…] abriría la zona al desarrollo turístico y a su uso simbólico para la reconstrucción de un imagen de México” (Lomnitz citado por Mercado López, Op. Cit.: 1030). Como una opción adicional para el desarrollo de la población, Gamio visualizó aprovechar el valle de Teotihuacán como región turística con base en su belleza natural, sus sitios pintorescos, antecedentes históricos y monumentos, así como por las facilidades de comunicación con la capital del país. Como atractivos para el visitante se mencionaban las gigantescas pirámides, los monstruos mitológicos, los murales policromos, el espacioso museo, los cuales permitían acercarse a la vida prehispánica del sitio, sus costumbres, ritos y sacrificios humanos. Además se mencionaban los monumentos virreinales, desde el Ex convento de Acolman, hasta las parroquias e iglesias de las comunidades circunvecinas a las ruinas prehispánicas, así como los cerros y volcanes cercanos, que invitaban a vulcanistas y alpinistas a explorar cráteres inactivos y montículos arqueológicos inexplorados; la población de San Juan Teotihuacán con sus numerosos manantiales, ahuehuetes centenarios y una variada flora ofrecían un agradable ambiente, en tanto que el Cerro de los Ixtetes podía ser un atractivo para geólogos y personas interesadas en las manufacturas de lapidaria, que podían encontrarse en ese sitio. Con el interés de promover las corrientes de visitantes, el propio Manuel Gamio publicó en 1921 la Guía para visitar la ciudad arqueológica de Teotihuacán (Gamio citado por Mercado López, Op. Cit.: 1030).

Aprovechando la idea que se gestó durante el porfiriato, con Leopoldo Batres que construyó un hotel muy cerca de la Pirámide del Sol, y viendo la suerte que había corrido, Gamio se planteó que ante el incremento de la afluencia de turismo a la zona, habría que fomentarlo más todavía, y que incluso se podrían obtener recursos de ello, por lo que además de publicar la guía turística inglés-español, se mejoró la disposición y montaje de las piezas del Museo de sitio que había montado Batres; se imprimieron fotografías de los trabajos arqueológicos y de la zona para su venta al público (postales), y se dotó de servicios para la atención a los visitantes que llegaban a la zona arqueológica: sanitarios, un lugar para estar (el kiosco y el jardín botánico), transportación a través de un tranvía de mulitas, que trasladaba a los visitantes desde la estación del ferrocarril San Juan Teotihuacán, el Mexicano, hasta el Museo y la Pirámide del Sol, así como también se buscó establecer ─en el área en que ahora se ubica el Restaurante la Gruta─, un servicio permanente de comida. Pero lo más importante, se diseñó en una de las salas del Museo que había construido Batres, una exhibición permanente y venta de los productos típicos de la region (Gallegos, 1979).

Vale la pena destacar que, hasta 1904, la visita a Teotihuacán era escasa, pero tras la revolución el sitio comenzó a ser escala obligada para grupos de turistas, congresistas y personal diplomático, así como de estudiantes de diversos niveles escolares y científicos, que buscaban comprender mejor el legado prehispánico que estaba saliendo a la luz. Las cifras de visitantes se multiplicaron razón por la cual las actividades de investigación se mantuvieron y ampliaron, con la finalidad de ofrecer nuevos hallazgos y adaptar una mayor cantidad de atractivos.

Hacia la década de los años sesenta del siglo XX una moderna autopista de cuatro carriles conectó a la CDMX con la zona arqueológica, facilitando la llegada de mexicanos y extranjeros que arribaban al aeropuerto internacional Benito Juárez, y visitaban Teotihuacán en un recorrido de unas horas. El gran proyecto arqueológico Teotihuacán 1962-1964, auspiciado por el gobierno del presidente Adolfo López Mateos, al tiempo que expropió 264 hectáreas para conformar el área resguardada por el gobierno y sufragó la exploración de diversos monumentos, como la Pirámide de la Luna, su Plaza y el Palacio de Quetzalpapálotl, también desarrolló la infraestructura de visita que hasta la fecha funciona en la zona arqueológica: un nuevo museo de sitio, áreas de venta de artesanías, estacionamientos, servicios sanitarios, un restaurante al interior del área monumental y un circuito escénico que interconecta a los diferentes edificios prehispánicos (Medina y Ortega, 2020), propiciando recorridos amplios entre uno y otro, pero al mismo tiempo aislándolos de las comunidades circunvecinas, que permanecen marginadas de la actividad que generan los visitantes.

Con el énfasis que se le otorgó a los grandes monumentos prehispánicos, el patrimonio novohispano y la cultura de las comunidades locales pasó prácticamente desapercibido para los proyectos de inversión y fomento al turismo, de tal forma que toda la actividad se centralizó en la zona arqueológica, pues la principal vía de comunicación entre ésta y la CDMX  no permitía la incorporación de los visitantes a los poblados cercanos, haciendo del recorrido arqueológico, una extensión de la oferta turística de la ciudad capital, en donde siempre se ha concentrado la derrama económica del turismo que visita Teotihuacán, pues el valle aún no logra desarrollar un buen equipamiento ni una infraestructura adecuada que fomenten la pernocta de quienes llegan a visitar el legado precolombino.

A finales del siglo XX se intentó descentralizar por primera vez la actividad turística de la zona arqueológica, a partir de un proyecto de equipamiento de tres plazas comerciales y áreas de comida que canalizarían a los turistas fuera del área monumental, sin embargo el gran potencial arqueológico que posee el subsuelo no permitió que se llevaran a cabo dichas construcciones, pues al iniciarse los trabajos de cimentación, se registraron evidencias culturales de gran valor artístico y científico , razón por la cual el proyecto se cancel (Ponce, 1994). Habría de pasar una década más para que se renovaran los impulsos de hacer de esta región un espacio con mayores posibilidades turísticas, en esta ocasión también con motivo de un centenario más del movimiento independentista y los primeros 100 años del inicio de la Revolución Mexicana. Surge así en el año 2005 el programa estatal “Pueblos con Encanto del Bicentenario”, creado como un instrumento de apoyo para aquellos municipios mexiquenses con posible vocación turística (FONATUR, s/f) en el cual quedaron incluidos todos los municipios que conforman el valle, invirtiendo importantes cantidades de recursos para mejorar la infraestructura urbana, delimitar áreas patrimoniales, mejorar las fachadas de inmuebles e identificar los atractivos con los que podrían desarrollarse productos turísticos (Leyte y Navarro, 2020).

Lo anterior fue un importante antecedente para la presentación de un proyecto más amplio denominado Corredor Turístico del Valle de Teotihuacán, lanzado por el gobierno del Estado de México, a través su Secretaría de Turismo en el año 2008, abarcando los municipios de Ecatepec, Acolman, San Juan Teotihuacán, San Martín de las Pirámides, Otumba, Axapusco y Nopaltepec, localidades interconectadas por la autopista México-Tulancingo, una de las principales arterias de acceso a la CDMX, mismas que destacan por su alto contenido en paisajes naturales y agrícolas (nopaleras y magueyales), un prestigio gastronómico consolidado y sus edificaciones históricas y culturales como haciendas, conventos, iglesias, estaciones ferroviarias, acueductos y zonas arqueológicas que destacan y representan los orígenes de México (Jácome, 2015).

Con este corredor, se intentó dar impulso a nuevos productos turísticos que estaban despuntando en ese momento, como los vuelos en globo aerostático y el espectáculo de proyección de mapping conocido como “Experiencia Nocturna”, con vistas a promocionar una oferta más amplia para los viajeros que llegarían al Nuevo Aeropuerto Internacional de México, que se planteaba construir en el antiguo lago de Texcoco, para lo cual se diseñó una nueva autopista, así como una ramal ferroviaria que permitiría trasladar a los visitantes con mayor eficiencia. Este último proyecto seguramente sufrirá modificaciones con la cancelación de la construcción del aeropuerto, sin embargo las vías de comunicación llevan un alto porcentaje de avance, debido en principio a que, en el año 2014, durante el Tianguis Turístico, se había anunciado la creación de un Centro Integralmente Planeado (CIP) en Teotihuacán, el cual estaría coordinado por FONATUR en coordinación con el INAH, y constaría de mil hectáreas cercanas a la zona arqueológica, por lo que se canalizaron recursos que abonarían al equipamiento turístico y de transporte. Para el año 2016 el CIP fue cancelado, por falta de presupuesto, aunque aún se aplican algunos rubros en materia de estudios previos para la ejecución del Proyecto Centro Turístico Sustentable de Teotihuacán (ídem).

En este contexto el gobierno del Estado de México instauró la Comisión para el Desarrollo Turístico del Valle de Teotihuacán (COVATE), organismo encargado de la creación, supervisión y seguimiento de todos los proyectos que en esta materia son destinados a cada municipio, con base en las necesidades y posibilidades que cada uno expone previamente, a través de sus respectivos alcaldes y directores municipales de turismo.

Uno de los acontecimientos más recientes, enfocados a incentivar la actividad turística como motor económico, fue la inclusión al programa federal Pueblos Mágicos de las cabeceras municipales de San Juan Teotihuacán y San Martín de las Pirámides en el año 2015, en un nombramiento conjunto con el objetivo de fomentar la visita a los pueblos aledaños a la zona arqueológica, en donde se ofrecen opciones de recorrido hacia monumentos coloniales, restaurantes de comida regional y zonas de producción artesanal. El programa federal otorgó recursos económicos para mejorar la infraestructura urbana y, en este caso específico, durante los años 2015 al 2017, se financió el sendero interpretativo en torno al área monumental prehispánica, para interconectar a la zona arqueológica con las localidades vecinas.

Como podemos ver después de este breve recorrido por las diversas estrategias de fomento a la actividad turística, que se han implementado por más de un siglo, las ruinas arqueológicas continúan siendo el principal atractivo para los visitantes de la región y, a la vez que es indispensable su conservación y protección, la presencia de vestigios arqueológicos en el subsuelo requiere de mecanismos de equipamiento y desarrollo de infraestructura sumamente cuidadosos y respetuosos de la riqueza patrimonial. Esto último nos lleva a plantear que el desarrollo turístico de Teotihuacán no puede ser visto de manera simplista, sino como un caso extraordinario en el que se conjuntan condiciones únicas respecto de uno de los yacimientos arqueológicos más grandes e importantes del mundo, localizado en un área de intenso crecimiento urbano y muy cerca del centro neurálgico del país, que además continúa siendo un referente nacional e internacional en cuanto a número de visitantes.

De manera adicional, la legislación en materia de conservación y protección del patrimonio cultural abarca todos los niveles, tanto nacionales como internacionales, y se aplican todo tipo de programas de inversión turística, por lo que es indispensable retomar los elementos vinculantes del marco jurídico patrimonial y los programas de inversión, para potencializar la región, de manera sustentable y equilibrada (Ortega, 2005).

 

 

Nuevas estrategias tras la pandemia Covid-19

Tras cuatro meses de confinamiento y de que la Zona Arqueológica de Teotihuacán ha permanecido cerrada,  diversas empresas turísticas locales y regionales mermaron de manera sustancial sus ingresos, repercutiendo de manera directa en las cadenas de valor que incluyen las redes de abasto de materias primas para restaurantes,  los circuitos de venta de artesanías, los grupos de guías de turistas y todas las actividades complementarias a la visita como son: campamentos, talleres culturales, spas, temazcales, ferias agropecuarias, eventos anuales como el equinoccio de primavera y muchos otros que conformaban la oferta turística regional.

Sin embargo, a pesar de todos los efectos negativos, la pandemia también ha permitido evaluar la forma en que se ha estructurado la actividad turística en este valle, poniendo en evidencia una visión unipolar en la que el destino principal (la Zona Arqueológica de Teotihuacán) es el núcleo en torno al cual giran los diversos emprendimientos, concentrando siempre la atención en los edificios monumentales (de hecho buena parte de los visitantes se refieren a “las pirámides” y no cuentan con un referente que les permita ver al sitio como un complejo urbano preindustrial). 

Ante esta situación es necesario replantear la estrategia y establecer una planeación integral en la que participen de manera efectiva los diversos actores sociales del valle, pues como hemos podido observar en el recuento histórico, el turismo en Teotihuacán siempre ha tenido un enfoque arqueológico, a pesar de los esfuerzos de Manuel Gamio por posicionar el paisaje, los monumentos históricos y la arquitectura vernácula, así como de la implementación del programa Pueblos Mágicos en la última década.

Consideramos que el problema ha radicado en la gestión vertical del turismo, en donde las decisiones importantes se han tomado desde el sector gubernamental, atendiendo intereses comerciales ajenos a las comunidades, por lo que no existe una identificación de los pobladores con la dinámica turística. A pesar de esto, en las últimas dos décadas, este sector ha cobrado relevancia como una alternativa de creación de empleos para las nuevas generaciones que cuentan con formación media superior y superior, en una región en la que las labores agropecuarias van perdiendo terreno ante la alta movilidad de las poblaciones hacia la capital del país, en busca de mejores oportunidades de vida.

Pero insistimos, los nuevos emprendimientos gubernamentales y privados continuaron con la misma tendencia de aprovechar el interés por los monumentos prehispánicos.

Ante este escenario, consideramos fundamental recuperar el espíritu holístico del nombramiento de la Ciudad Prehispánica de Teotihuacán como sitio Patrimonio Mundial, integrando los diversos criterios que permitieron tal nominación para construir una oferta turística que ponga en relieve todos los elementos, contribuyendo así a la conservación de cada uno de ellos y a su aprovechamiento sustentable (Ballart, 2005: 13).

La Conferencia Mundial sobre políticas culturales de la Comisión de Desarrollo de la UNESCO en México, 1982 que mantiene su vigencia actual, nos expresa:

’’El patrimonio cultural no es sólo el conjunto de monumentos históricos, sino la totalidad dinámica y viva de la creación del hombre’’ (Díaz, 2010). Esto implica que representa historia, identidad, relación con el medio ambiente, aprovechamiento de materias primas, construcción de cosmovisiones, entre otras expresiones humanas que se encuentran patentes en los objetos y los monumentos pero que, por razones muy diversas, pasan desapercibidas en las dinámicas sociales contemporáneas, en las que la globalización tiende a desvalorizar la identidad cultural.

Es por esto que insistimos en revisar de nueva cuenta los criterios de inscripción de nuestro sitio Patrimonio Mundial (UNESCO, s/f) para con ellos generar una oferta que atienda cada criterio, como se destaca a continuación:

Tabla 1

Criterio inscripción UNESCO

Componentes tangibles

I. Representar una obra de arte del genio creador humano

El complejo ceremonial de Teotihuacán representa un logro artístico único por el enorme tamaño de sus monumentos, como por su disposición rigurosa basada en la armonía del cosmos. El arte de los teotihuacanos fue el más desarrollado entre las civilizaciones del Clásico en México.

·      Paisaje cultural.

El entorno medioambiental ha sido modificado culturalmente, conformando un espacio geográfico único en el que predomina la presencia monumental de arquitectura prehispánica (principalmente), de edificios religiosos novohispanos y haciendas pulqueras de los siglos XIX y XX. Diversos miradores desde las elevaciones prominentes del valle permiten visualizar dicho paisaje.

II. Atestiguar un intercambio de influencias considerable, durante un periodo concreto o en un área cultural determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación de paisajes

La influencia de la primera de las grandes civilizaciones del Clásico mesoamericano fue ejercida sobre toda la región central de México, Yucatán y más allá de Guatemala durante el período Teotihuacán III.

·      Complejos habitacionales prehispánicos, arquitectura vernácula siglos XVIII, XIX y XX.

Además de los grandes basamentos piramidales, existen diversos conjuntos habitacionales con ejemplares de pintura mural in situ (dentro de los poblados actuales), que además muestran la complejidad de la traza urbana del Clásico, lo que ayuda a comprender al asentamiento urbano, sus características arquitectónicas y el vínculo que mantuvo esta ciudad con otras contemporáneas, como Monte Albán y Palenque.

III. Aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida

Mucho más grande que la estrecha zona del centro ceremonial, el sitio arqueológico de Teotihuacán corresponde a una ciudad de al menos 25,000 habitantes. Teotihuacán y su valle son un testimonio único de las estructuras pre-urbanas del México antiguo.

·      Paisaje cultural.

Miradores desde el cerro Gordo, el cerro Patlachique y el cerro Colorado, todos ellos siempre muy importantes para la cosmovisión de los habitantes del valle. Todas estas elevaciones tienen diversas manifestaciones culturales, desde presas, petroglifos y restos de terrazas de cultivo que indican el manejo y modificación del paisaje a través del tiempo.

IV. Constituir un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana.

Flanqueando la inmensa Avenida de los Muertos, un grupo único de monumentos sagrados y plazas para el culto en Teotihuacán, constituyen un valioso ejemplo de un centro ceremonial pre-colombino.

·      El centro cívico ceremonial en su conjunto, el museo de sitio, el museo de murales teotihuacanos.

La arquitectura monumental prehispánica muestra rasgos únicos que hacen referencia a las principales elevaciones topográficas del valle, por lo que es posible apreciar la traza urbana desde diversos puntos del mismo o través de los paseos en globo aerostático.

VI. Estar directa o materialmente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, con ideas, creencias u obras artísticas y literarias que tengan un significado universal excepcional. (Para el Comité, este criterio debería estar relacionado con otros criterios).

Posterior a la destrucción y abandono de la ciudad, alrededor del año 650 dC., sus ruinas fueron envueltas en leyendas. El nombre azteca de Teotihuacán significa “el lugar donde los dioses fueron creados”. De acuerdo a escritos del siglo XVI, los sacrificios practicados por Moctezuma cada 20 dias en el sitio, atestiguan la persistencia de creencias         que hacen de Teotihuacán un lugar sagrado de excepcional valor.

·      Miradores ubicados al frente de edificios específicos, en la zona arqueológica y en las poblaciones del valle.

·      Talleres artesanales (obsidiana, cerámica, piñatas).

La importancia simbólica de los cerros que conforman el valle fue considerada para la traza urbana de la ciudad prehispánica y su alineación con la salida y el ocaso solar. Lo anterior se liga con la idea de que en Teotihuacán se creó el quinto sol, como lo establece la tradición mitológica náhuatl registrada por los primeros cronistas novohispanos, por lo que en fechas específicas es posible observar el orto solar sobre los edificios prehispánicos, como una materialización del mito. Esta alineación solar también fue considerada para la construcción de edificios religiosos coloniales, como la Catedral de San Juan, la Parroquia de San Francisco Mazapa y el Ex Convento Agustino de Acolman.

 

Fuente: Elaboración propia.

Como nos muestra la tabla, retomando los criterios de Patrimonio Mundial surgen diversas oportunidades para activar espacios sociales y bienes tangibles que hacen referencia de manera más clara sobre la complejidad histórica del valle, y permiten que haya una mayor participación por parte de las comunidades locales en la gestión de los recursos culturales, al momento de reconocerlos, revalorarlos y habilitarlos, bajo un esquema que garantice la seguridad sanitaria para los residentes y los visitantes, tomando en cuenta el respeto a las capacidades de carga de los sitios y de los bienes culturales.

Bajo estos términos y en la búsqueda de reactivar el turismo en Teotihuacán, pero bajo un esquema mejor organizado, ponemos a consideración las siguientes estrategias:

C.    Estrategia diversidad patrimonial

El mayor reto para el turismo en la era pos Covid-19 será evitar los contagios a partir del manejo de grupos reducidos de personas en lugares cerrados, el escalonamiento de los recorridos, el respeto a las medidas sanitarias (lavado de manos y uso de geles desinfectantes, uso del cubrebocas), así como de garantizar las condiciones de higiene de los lugares a visitar.

Para tal efecto una alternativa será descentralizar la visita a la zona arqueológica, integrando recorridos que incluyan diversos espacios en los que se puedan recibir grupos reducidos y brindarles una experiencia más amplia sobre la importancia del valle de Teotihuacán en el tiempo. Para lograrlo resulta indispensable que los actores sociales participantes lleguen a un consenso y se coordinen para generar dinámicas que incluyan al menos dos de los siguientes aspectos:

atractivo arqueológico atractivo novohispano atractivo gastronómico
atractivo artesanal atractivo mirador del paisaje atractivo celebración regional
 

 

 

 

 

 


La combinación de ellos puede generar recorridos seguros que respeten la integridad de los bienes culturales, la capacidad de carga de las comunidades (estacionamientos, sanitarios, vialidades) pero sobre todo la salud de visitantes y anfitriones, generando además una experiencia turística mejor informada, en la que se pongan en valor los diversos aspectos que conforman la riqueza patrimonial teotihuacana.

D.   Estrategia Teotihuacán en el tiempo

Ya nos hemos referido a los diversos momentos históricos que se pueden apreciar en el valle, gracias a los monumentos y evidencias arquitectónicas con que cuenta, lo que nos permite argumentar que para conocer Teotihuacán se requiere más de un día o unas horas, pues hay mucho por conocer y son diversas las experiencias sensoriales a disfrutar.

En este sentido, es posible generar recorridos temáticos que involucren una o dos épocas, como por ejemplo para situarnos en la contemporaneidad valdría la pena diseñar un recorrido por el mundo artesanal que integre diversos talleres en los que los visitantes puedan apreciar y valorar el trabajo; aunado a lo anterior habría que ofrecer una opción gastronómica asociada al modo de vida de los artesanos.

También la agroindustria y los paisajes de los cultivos de maguey, nopal y maíz ofrecen experiencias de acercamiento a la naturaleza y el aprendizaje sobre las formas tradicionales de aprovechar los cultivos, con los que además se conforman platillos regionales que pueden degustarse en el ambiente campirano. Desde los campos de cultivo es posible apreciar el paisaje monumental de la ciudad prehispánica y las torres de los edificios religiosos que engalanan las diversas poblaciones del valle.

 

CONCLUSIONES

Definitivamente el turismo pos Covid-19 requerirá de diversos protocolos para evitar la propagación del virus y generar altos niveles de confianza en los turistas. La visión integral del patrimonio dentro de la categoría de paisaje cultural ofrece mayores posibilidades para una interpretación atractiva, que además de experiencias de entretenimiento también deje un aprendizaje y nuevos conocimientos en el visitante, además de dispersar a las grandes masas en el territorio. Por supuesto que esto requiere de una visión planeada del turismo, en la que participen las instancias públicas y privadas, pero sobre todo en la que las comunidades reconozcan sus valores culturales y determinen cuáles van a activar turísticamente, sin que se generen presiones que puedan poner en riesgo a los bienes patrimoniales o a las propias comunidades.

En la primera parte de este trabajo generamos una serie de cuestionamiento a los que ha daremos respuesta en esta sección:

¿Qué opciones tendrán los prestadores de servicios turísticos cuando el ingreso de visitantes a la zona arqueológica se limite al 30% de su capacidad?,

Básicamente deberá diversificarse la oferta a través del reconocimiento de otros atractivos en el valle, y descentralizar la atención que generan los basamentos prehispánicos, mostrando que Teotihuacán es mucho más que dos pirámides (Sol y Luna), y que para que esas edificaciones pudieran realizarse, fue necesario conocer el medio ambiente y valorar sus recursos. Por otro lado, la idea de un asentamiento urbano preindustrial, de gran complejidad re-activa los conjuntos arquitectónicos que se encuentran en comunidades como Purificación y San Sebastián Xolalpan, los cuales ofrecen una idea muy clara de la forma de vivir de los antiguos teotihuacanos y también muestran cómo estas evidencias han ido perdiendo terreno ante el crecimiento de la mancha urbana moderna.

¿Deberá continuar la estrategia de concentrar  la mayor parte de la oferta en el área periférica a los edificios monumentales de la antigua ciudad?

Definitivamente no, pues a partir de la categoría de paisaje cultural, es posible desarrollar el agroturismo y el turismo comunitario, invitando a los paseantes a conocer las formas tradicionales de cultivo de nopal y maguey, y a saborear los frutos y productos alimenticios que se obtienen en el valle gracias a sus características geográficas. Mostrar a los visitantes que Teotihuacán continúa su historia y que los teotihuacanos también son grandes conocedores de la naturaleza así como indiscutibles artesanos, es una de las finalidades de esta estrategia.

¿Cómo mantener las estadísticas de visitantes al valle sin poner en riesgo la seguridad sanitaria de las comunidades locales?

Nuevamente hablamos de la diversificación y descentralización de la actividad turística a la zona arqueológica. Por supuesto que esto pone en juego muchos intereses comerciales, sin embargo, en este punto es en el que se debe poner sobre la balanza la continuidad segura de la actividad turística, o el aprovechamiento de unos cuantos grupos de empresarios, que siempre se han llevado las mejores ganancias.

Por supuesto que esta propuesta es solo el inicio de un planteamiento más amplio, sin embargo, el espacio solo nos permite dar un primer acercamiento a la complejidad del fenómeno del turismo cultural en Teotihuacán, México.

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[1] Sólo en el mes de diciembre de 2019 la Zona Arqueológica de Teotihuacán recibió 314,144 visitantes (Estadística de visitantes INAH, Sistema Institucional, disponible en https://www.estadisticas.inah.gob.mx/, consultado el 23 de julio de 2020).

[2] El valle de Teotihuacán incluye los siguientes municipios: Acolman, Teotihuacán, San Martín de las Pirámides, Otumba, Axapusco y Nopaltepec (Leyte y Navarro, 2020: 45) en el Estado de México, región central del país.

[3] El sector terciario se refiere al comercio al mayoreo y al detalle. Aproximadamente el 60% de la actividad económica en esta región se concentra en dicho rubro (Gobierno Municipal de Teotihuacán, 2013: 42).