De socios a
opositores: análisis de la concentración de medios de comunicación en
Argentina, Bolivia y Ecuador y su impacto en el derecho a una información
veraz, imparcial y de calidad
Cristian León Ortiz
[email protected]
https://orcid.org/0000-0002-1741-7289
Universidad
de Buenos Aires
Quito,
Ecuador
RESUMEN
Este
artículo es una reflexión crítica sobre la concentración de medios en la región
latinoamericana. El estudio aborda el impacto que tienen las prácticas
monopolísticas comunicacionales en el derecho de la población a una información
veraz y neutral. Metodológicamente, el estudio acude a una comparación entre
similares y toma como casos de estudio las experiencias de los gobiernos de
Cristina Fernández de Kirchner de Argentina, Evo Morales Ayma de Bolivia y
Rafael Correa Delgado de Ecuador. El análisis demuestra que los países
examinados priorizaron la regulación por sobre otros instrumentos de
intervención gubernamental. Si bien la política antimonopolística tuvo éxito en
la reducción de prácticas acaparadoras, experimentó fallas en su proceso de
implementación, así como tensiones en la arena política. El resultado reactivo
tanto del Estado como de los medios ocasionó el desplazamiento de una agenda
originalmente diseñada sobre la base del pluralismo informativo a un
agravamiento del distanciamiento de medios de comunicación oficiales y
opositores con agendas, intereses y visiones políticamente antagónicas.
Palabras
clave: medios
de comunicación; monopoliosl derecho a la información; pluralismo informativo;
fallas de política.
Correspondencia:
[email protected]
Artículo
recibido 19 octubre 2022 Aceptado para publicación: 19 noviembre 2022
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Cómo
citar: León
Ortiz, C. (2022). De socios a opositores: análisis de la concentración de
medios de comunicación en Argentina, Bolivia y Ecuador y su impacto en el
derecho a una información veraz, imparcial y de calidad. Ciencia Latina Revista
Científica Multidisciplinar, 6(6), 4093-4108. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v6i6.3760
From
partners to opponents: analysis of media concentration in Argentina, Bolivia
and Ecuador and its impact on the right to truthful, impartial and quality
information
ABSTRACT
This
article is a critical reflection on media concentration in the Latin American
region. The study analyze the impact that communicational monopolistic
practices have on the population's right to truthful and neutral information.
Methodologically, the study makes a comparison between similar ones and takes
as case studies the experiences of the governments of Cristina Fernández de
Kirchner of Argentina, Evo Morales Ayma of Bolivia and Rafael Correa Delgado of
Ecuador. The analysis shows that the countries examined prioritized regulation
over other instruments of government intervention. While antitrust policy was
successful in reducing hoarding practices, it experienced flaws in its
implementation process, as well as tensions in the political arena. The
reactive result of both the State and the media caused the displacement of an
agenda originally designed on the basis of informational pluralism to a
worsening of the distancing of official and opposition media with politically
antagonistic interests and views.
Keywords: media;
monopolies; right to information; informational pluralism; failure policy.
INTRODUCCIÓN
Poder y Medios de
Comunicación
Hace pocos días atrás observé en redes sociales una publicación
titulada “Sin pauta // Con pauta”. La publicación presentaba dos notas
periodísticas publicadas y difundidas por el medio de comunicación ecuatoriano
Diario El Comercio, las cuales hacían referencia a la situación vial de la
ciudad de Quito. La primera noticia había sido elaborada en el marco de la
administración del ex burgomaestre Jorge Yunda Machado y señalaba: “Al menos 60
baches y cientos de fisuras hay en la avenida Galo Plaza Lasso” (El Comercio,
2021). La segunda, mucho más reciente, había sido publicada ya en la gestión de
Santiago Guarderas Izquierdo, y mencionaba: “Como espejos en el piso, los
charcos que se forman con la lluvia en las plazas, aceras y calles reflejan
pequeños fragmentos distorsionados de la realidad de la urbe” (El Comercio,
2021). Ambas notas periodísticas mostraban el abordaje de un mismo problema
público con cargas ideológicas y conclusiones disímiles, un interesante quiebre
entre ineficiencia y arte, y un salto sobre la forma de presentación de la
información ejecutada por los medios de comunicación masiva. Este hecho motivó
a que dedique un análisis crítico al problema de la autonomía y la
concentración de medios de comunicación.
No cabe duda, que una de las temáticas en las que la ciencia jurídica y
el análisis de las políticas públicas han depositado su interés, se relaciona
con el margen de autonomía que los medios de comunicación mantienen respecto a
poderes fácticos “cuando su estructura de propiedad revela altos niveles de
concentración” (Becerra y Mastrini, 2008, p. 42). Y es que como lo recoge
Delgado, el problema de la concentración de medios revela peligros tanto para
el sistema democrático (pluralismo informativo) como para el nivel de
incidencia que estos pueden tener en la definición de la agenda pública (2016,
p. 36). En ese contexto, la presente investigación aborda las repercusiones que
tiene la concentración de medios en el ejercicio del poder de veto
comunicacional.
La investigación se enfoca en la lupa latinoamericana y trata de
relacionar el impacto que tiene la concentración de medios de comunicación en
el derecho a una información veraz y neutral. Para el efecto, se propone
abordar la concentración de medios de comunicación como un problema de política
pública, de un lado, y las estrategias aplicadas por los Estados para su
mitigación, de otro. La investigación revela cómo -frente al fenómeno de la
concentración- los países han implementado instrumentos de autoridad y
regulación que prohíban y limiten la agrupación de empresas dedicadas a la
comunicación en pocas manos, y trata de evaluar la eficacia de estos
instrumentos en el ejercicio del derecho a la información del público receptor.
Metodológicamente, el estudio recurre a una comparación entre
similares. La contrastación consideró los siguientes criterios: definición del
problema de política pública, objetivos del gobierno perseguidos e instrumentos
de intervención. Los gobiernos a evaluarse corresponden a los de Cristina
Fernández de Kirchner de Argentina, Evo Morales Ayma de Bolivia y Rafael Correa
Delgado de Ecuador. Su objetivo fue comparar en el tiempo gobiernos
ideológicamente análogos. La investigación intenta probar que si bien los
instrumentos de regulación redujeron de alguna forma la concentración de medios
de comunicación no garantizaron de forma efectiva el derecho a la información
de la población. Por el contrario, agravaron el clientelismo comunicacional ora
con el Estado, ora con los grandes grupos económicos de cada país, acentuando
la diferencia entre medios oficialistas y medios opositores, y sin que se
registren mayores avances en el aseguramiento de una comunicación veraz y de
calidad.
Para este fin, el artículo se estructura en tres secciones. Un apartado
inicial está dedicado a abordar tanto los orígenes del problema como sus
estrategias de mitigación, y se ocupa de analizar los intereses políticos
inmersos dentro de la concentración de medios. Una sección segunda evalúa la
eficacia de las medidas adoptados por el Estado en el aseguramiento de la
calidad y veracidad de la información. Una sección tercera presenta las
conclusiones finales de la investigación y proporciona algunos elementos que
podrían considerar para asegurar el derecho de la población a una información
veraz, neutral y de calidad.
La concentración
de medios de comunicación: del problema de política pública a las estrategias
estatales de intervención
De acuerdo con Mastrini y Becerra, en América Latina, “casi la mitad de
los productos y servicios de los mercados de la información y las
comunicaciones de cada país es controlada por un solo proveedor” (2008, p. 17).
Esta tendencia a la concentración -que si bien no es exclusiva de este lado de
la región sino a nivel mundial (Delgado 2016, p. 36)- tiene sus orígenes en
cuestiones de carácter económico, político, social e ideológico (González,
2019, p. 14). Junto con la globalización, personas naturales y jurídicas
dedicadas a la difusión de información sintieron interés tanto por expandir el
tamaño y capacidad de sus empresas como por alcanzar al público a través de la
mayor cantidad de canales y gamas posibles de comunicación desarrollados por la
tecnología (prensa escrita, radiodifusoras, televisión, redes sociales, entre
otras). Asimismo, intentaron agrupar la mayor cantidad de medios de
comunicación con la finalidad de alcanzar un buen posicionamiento tanto en el
mercado como en los principales círculos políticos (Pérez, 2019, 82-84).
Lejos de reducirse, la tendencia a la concentración experimentó un
progresivo incremento en América Latina. Como lo recogen Becerra y Mastrini:
“El primer lustro del siglo XXI revela la consolidación, con una tendencia a
incrementarse, en el proceso de concentración de medios y del resto de industrias
infocomunicacionales en América Latina” (2008, p. 50). Considérense algunos
ejemplos. En Argentina, Grupo Clarín constituye el principal periódico del
país, cuenta con “las radios más influyentes, el segundo canal de televisión
abierta, es dueño de la distribuidora de cable (…) llegando a alcanzar y copar
con todo ello hasta un 60% de todo el sector comunicacional” (González, 2020,
p. 81). En Ecuador, casi toda la prensa escrita está concentrada en manos de
pocos monopolios familiares (Ayala Mora, 2012, p. 29 en Martínez, 2016, p. 18).
El Grupo Mantilla, el Grupo Pérez o el Grupo Martínez-Merchán son algunos
ejemplos (Benalcázar, 2015, p. 62) , etc.
La tendencia a la concentración de medios tuvo enormes impactos
negativos tanto en el pluralismo informativo de los países como en el acceso de
la población a información veraz, verificada e imparcial. Y es que el
pluralismo y la diversidad de medios de comunicación cumplen un rol
trascendental en la democracia pues fiscalizan el quehacer del Estado y
transportan información a la ciudadanía (González, 2015, p. 67). Como lo recoge
Lombarte, “mientras más fuentes de información existen mayor es la capacidad de
elección de los ciudadanos, puesto que los medios de comunicación constituyen
un soporte informativo básico por el cual una significativa cantidad de público
forma su criterio y opinión” (Lombarte, 2000 en Alcalá, 2013, p. 65).
Frente a esta problemática Argentina, Bolivia y Ecuador priorizaron una
serie de acciones para romper con los monopolios u oligopolios
comunicacionales. Para este fin, se diseñaron e implementaron instrumentos de
regulación y autoridad que reduzcan de alguna manera estas prácticas. El diseño
de estas estrategias involucró un giro en la concepción del rol del Estado en
la comunicación, el paso de un régimen de libertad absoluta a otra de expresión
pluralista. “La primera (…) una defensa de la libertad de expresión basada en
la autonomía de los cuerpos intermedios y fundada en un concepto negativo de
libertad. La segunda (…) una defensa de la libertad de expresión de corte
democrático…” (Charney 2018, p. 117). En suma, una transición de la visión
liberal enfocada en la defensa de la libertad absoluta del medio, a un tesis de
debate público preocupada por defender el derecho de la sociedad a estar
informada.
Las estrategias de intervención tomaron como principal fuente el amplio
marco de protección internacional de los derechos humanos. Así, por ejemplo, el
principio 12 de la Declaración de Libertad de Expresión,
el cual establece que :
“Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios
de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto
conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que
asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos”
(Organización de los Estados Americanos, 2000).
O de otro lado,
la Opinión Consultiva OC-5/85 que acentúa que:
“la libertad de expresión se puede ver también afectada sin la
intervención directa de la acción estatal. Tal supuesto podría llegar a
configurarse, por ejemplo, cuando por efecto de la existencia de monopolios y
oligopolios en la propiedad de los medios de comunicación, se establecen en la
práctica “medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas
y opiniones” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, OC-5/85, 1985, fj. 16).
Ecuador incorporó en su Constitución como obligación del Estado el
fomento de la pluralidad y diversidad en la comunicación. El cumplimiento de
este mandato se ejecutaría a través de las siguientes acciones: asignación de
frecuencias del espectro radioeléctrico y de televisión con sujeción a procesos
transparentes y en igualdad de condiciones; creación y fortalecimiento de
medios de comunicación públicos y comunitarios; y, acceso universal a
tecnologías de la información y comunicación. Asimismo incorporó la prohibición
de la conformación de oligopolios o monopolios directos o indirectos en medios
de comunicación y frecuencias (Constitución de la República del Ecuador, 2008,
art. 17). Todo esto formaba parte de una serie de intervenciones de orden
normativo, institucional y organizativo que trataban de romper “con la lógica
del Estado neoliberal que durante años había regido el país” (Sánchez en
Lizarzaburu y Sánchez, 2018, p. 117-118) modificando de forma radical la
relación que existía entre Estado y medios de comunicación privados. Como apunta Sánchez:
“Desde la creación de la nueva Constitución se impulsaron normativas
para regular el ejercicio comunicativo, se habló de democratización de los
medios, de una ley orgánica de comunicación y de un periodismo al servicio
social. Estas y otras ideas (…) se recuperaron de los viejos debates de la
teoría crítica latinoamericana” (Sánchez, 2013 en Lizarzaburu y Sánchez, 2018,
p. 118).
El caso boliviano también da cuenta de la ruptura del modelo neoliberal
de comunicación y su reemplazamiento por un enfoque basado en la primacía del
debate democrático y del surgimiento del servicio y opinión pública. Al igual
que en el caso ecuatoriano, las prácticas neoliberales en Bolivia tienen su
aparición en la década de los ochenta y noventa. En 1985, en Bolivia se
promulgó el Decreto 21.060 que disponía la liberación del mercado
comunicacional con el consecuente achicamiento del Estado (Benalcázar, 2015, p.
53). Ello condujo a prácticas monopolísticas y de acaparamiento en los medios
de comunicación. No obstante, con la entrada del gobierno de Evo Morales Ayma y
el planteamiento de un nuevo proyecto constitucional se dio un enorme golpe a
las prácticas de concentración. El artículo 314 de la Constitución
boliviana de 2009 determinó:
“Se prohíbe expresamente el monopolio y el oligopolio privado, así como
cualquier otra forma de asociación o acuerdo de personas naturales o jurídicas
privadas, bolivianas o extranjeras, que pretendan el control y la exclusividad
en la producción y comercialización de bienes y servicios…” (Constitución de la
República de Bolivia, 2009, art. 314).
La experiencia argentina fue un tanto similar. En 2009 se expidió la
Ley 26.552 de Servicios de Comunicación Audiovisual, la cual propuso “la
desmonopolización del sistema y el fomento de la competencia, con el objetivo
de democratizar y universalizar el acceso entendiendo la comunicación como un
derecho humano básico y no como un bien económico sujeto a las reglas del
mercado” (Sosa, 2016, p. 19). La Ley 26.552 introdujo el concepto de
comunicación democrática (artículo 1) e incorporó concursos públicos y
concesiones de licencias para la prestación de servicios comunicacionales
(artículo 32). Asimismo incluyó límites a la multiplicidad de licencias. Si
bien, a diferencia de Ecuador o Bolivia no existieron modificaciones a la carta
constitucional se incorporaron límites a través de leyes y regulaciones
infraconstitucionales.
En suma, los gobiernos de Argentina, Bolivia y Ecuador priorizaron sus
instrumentos de autoridad ya sea desde niveles supra legales o legales. La
regulación incorporó principios y conceptos novedosos que buscaban limitar la
concentración y el monopolio comunicacional. Estas acciones constituían en
términos generales la muestra de un giro drástico en las competencias estatales
en la comunicación y un paso del modelo neoliberal a otro de intervención
estatal.
Una vez que se ha abordado la modificación de los roles del Estado en
la política pública comunicacional, quedaría pendiente examinar y evaluar los
instrumentos de intervención gubernamental empleados, categorizarlos,
identificar las tensiones provocadas tras su adopción y medir sus resultados.
De allí, que el siguiente apartado vaya dedicado a analizar la eficacia de las
intervenciones. Para el efecto, se tomará como punto de partida el abordaje de
las principales reacciones de los sujetos destinatarios de la regulación:
medios, empresas y grupos económicos de poder.
De socios a
opositores: las fallas de la política de mitigación de la concentración de
medios de comunicación en argentina, Bolivia y Ecuador
Este apartado medirá la eficacia de los instrumentos de política
pública implementados durante los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner
de Argentina, Evo Morales Ayma de Bolivia y Rafael Correa Delgado de Ecuador
para reducir las prácticas comunicacionales monopolísticas. Para medir el éxito
o fracaso de estos instrumentos se considerará tanto el rompimiento de
prácticas monopolísticas en Argentina, Bolivia y Ecuador como el aseguramiento
del derecho de la sociedad a ser informada.
McConnell identificó tres ámbitos en los cuales una política pública
podría presentar fallas: durante su proceso de producción, en su programa (o en
sus instrumentos de intervención) y en el ámbito político (2015, p. 233-235 en
Manosalvas, p. 159). Considerando que este estudio tiene como objetivo medir la
eficacia en la política, así como establecer su nivel de apoyo o credibilidad
(Howlett, 2012, p. 547-548 en León, 2021, p. 5), se preferirá el análisis desde
este último ámbito de acción (as a political issue). Las fallas en el ámbito
político (as a political issue) hacen referencia a situaciones en las que
“surge una oposición generalizada a la política pública, que amenaza la
legitimidad y aceptación (…)” (Manosalvas, p. 161). Este tipo de fracaso puede
ser observado cuando grupos destinatarios de la política se muestran críticos o
contrarios a esta, afectando la reputación del gobierno, amenazando la
legitimidad de la política e inclusive cuestionando la capacidad gubernamental
para llevar a cabo la intervención. Esta reacción tiene efectos tanto en las
perspectivas electorales del gobierno como en la trayectoria que adoptará su
futura agenda.
La investigación parte de la hipótesis de que la política de
erradicación de prácticas comunicacionales monopolísticas diseñada e
implementada por Argentina, Bolivia y Ecuador durante los gobiernos de Cristina
Fernández de Kirchner, Evo Morales Ayma y Rafael Correa Delgado experimentó
fallas en el ámbito político. Como se verá a continuación, los medios de
comunicación tradicionalmente asociados a los grandes poderes económicos y
políticos de países mantuvieron una profunda reacción crítica a la política,
empleando mecanismos jurídicos, económicos y mediáticos que retiren legitimidad
a la intervención gubernamental. El estudio mide el poder del Estado para
llevar a cabo cambios en la política y la gestión pública frente al grado de influencia
de los medios para revertirlos, obstaculizarlos, influenciarlos o
reconducirlos.
Como punto de partida se abordarán las principales reacciones de los
sujetos destinatarios de la regulación. Su objetivo es determinar el grado de
legitimidad que alcanzaron los cambios en el ordenamiento jurídico. ¿Por qué
analizarlo desde este enfoque? De un lado, porque si bien el rompimiento de
prácticas monopolísticas exige un rol activo del Estado, esta actuación podría
fácilmente ser calificada como una intervención ilegítima contra la libertad de
expresión (González, 2015, p. 66). De otro, porque los medios de comunicación
cuentan con un fuerte poder de influencia sobre la sociedad para imponer
ciertas temáticas conforme determinadas ideas y posiciones específicas. Dicho
esto se analizará cada uno de los casos (países) de estudio.
En Argentina, el revés más importante que la Ley enfrentó se relacionó
con la acción de inconstitucionalidad que inició Grupo El Clarín. Tras la
promulgación de la ley el medio tuvo que “desprenderse de entre 150 y 200
medios, lo que da una idea del nivel de acaparamiento del grupo” (Serrano, 2016
en González, p. 82). Ante ello, el grupo planteó un profundo rechazo a la ley
bajo acusaciones de violaciones a las libertades de prensa, expresión y
propiedad privada. El desenlace de este cuestionamiento judicial, culminó con
el rechazo de la acción interpuesta por el holding. Esta acción constituyó una
significativa evidencia sobre cómo permearon la ideas de abandono del modelo
liberal de comunicación hacia otro que intente garantizar un mercado mucho más
pluralista. Sobre este punto, Becerra -en el análisis que realiza a la
sentencia de la Corte Suprema de la Nación- apunta:
“… la libertad de expresión depende de los recursos de los que se
disponen, y si estos están concentrados, la libertad de expresión del resto, es
decir el interés público, se resiente. Es toda una innovación que el máximo
tribunal de un país de la región sentencie que el objetivo de la regulación de
los medios es el robustecimiento del debate público y que ello demanda
regulación, equilibrio y razonabilidad por parte del Estado” (Becerra, 2014, p.
71).
Lejos de esta victoria, Argentina experimentó el incremento del grado
de hostilidad y confrontación entre el gobierno y los medios de comunicación.
Este aumento se debía a acciones de control tributario, laboral, entre otros.
Las críticas a la acción del gobierno no se hicieron esperar sobre todo en
noticias matutinas. El Gobierno no se quedó atrás en la interpelación al medio.
La interpelación más recordada por la población argentina fue “Qué te pasa,
Clarín… está nervioso?” (BBC Mundo, 2009).
En Ecuador, la incorporación del debate comunicacional y la inclusión
de prohibiciones que frenen las prácticas monopolísticas “generaron malestar
entre los empresarios de la comunicación que, en su afán de recuperar el
estatus y los privilegios con los que funcionaron, iniciaron una guerra
mediática en contra del gobierno de Correa” (Lizarzaburu y Sánchez, 2018, p.
118). El principal proceso judicial que ocupó la palestra mediática fue el
iniciado por el ex presidente ecuatoriano contra Diario el Universo. En una
conferencia dictada en la Universidad de Columbia, el ex mandatario
Rafael Correa sostenía que:
“Aunque este es un problema planetario, en Latinoamérica, dado los
monopolios de medios, su propiedad familiar, sus serias deficiencias éticas y
profesionales, y su descarado involucramiento en política, el problema es mucho
más serio.
En Ecuador, los medios de comunicación escritos, televisivos y radiales
a nivel nacional son propiedad de media docena de familias. El mayor diario
nacional, El Universo, pertenece a empresas fantasmas en Islas Caimán, un
paraíso fiscal, donde no se va precisamente para pagar impuestos o
transparentar finanzas.
Cuando llegamos al gobierno en el 2007, cinco de los siete canales de
televisión nacionales eran propiedad de banqueros. Ustedes pueden imaginar lo
que sucedía cuando se quería tomar alguna medida de regulación bancaria. En
general, la práctica común fue siempre crear un grupo económico y usar los
medios, no para informar, sino para defender los intereses de ese grupo
económico.
La falta de objetividad, descontextualización, sesgo en la información
son, por decir lo menos, patéticos. Como soy un Presidente que enfrenta a
cierta prensa, si a mí me muerde un perro… ¡al día siguiente esa prensa
entrevista al perro! Aquello de decir la verdad, solo la verdad y nada más que
la verdad, para excluir cualquier posibilidad de engaño, ni siquiera lo
entienden” (Correa, 2011 en Stornaioli, 2019).
El caso boliviano
fue bastante parecido. Al igual que en el caso argentino y ecuatoriano, los
medios de comunicación en Bolivia estaban concentrados en pocas manos:
“Existen dos grandes conglomerados mediáticos: El grupo Prisa, de
origen español, que controla los diarios La Razón, El Nuevo Día, Extra, la red
de televisión ATB. Y el grupo Líder de las familias Rivero-Canelas propietario
de los diarios El Deber, La prensa, Los Tiempos, Correo del Sur, El Potosí,
Nuevo Sur, El Alteño, El Norte, Gente y un 40 por ciento del canal PAT. Además
las familias Monasterios, Kuljis, Durán y Asbún controlan diversos medios
escritos y televisivos” (Grebe, 2007, p. 11-12).
Tras la asunción al poder de Evo Morales Ayma, el gobierno requirió a
los medios un trabajo que trate de concentrarse en los sectores sociales. El
gobierno emprendió una política que priorizó la comunicación comunitaria. De
otro lado, emprendió una constante crítica a los medios privados.
Constantemente el ex mandatario Evo Morales Ayma realizaba “duras declaraciones
contra los medos de comunicación, acusándolos de manipular la información para
causar la pérdida de credibilidad entre la población” (Grebe, 2007, p. 13).
Estas experiencias muestran que la asunción de gobiernos progresistas
con modelos intervencionistas sobre la comunicación agravaron el
distanciamiento de los grandes grupos económicos propietarios de los medios
convirtiéndolos en auténticos actores de oposición. Como lo recoge Ramos: “Los
medios dejaron de ser los socios camuflados del poder político y, de pronto, se
volvieron opositores inerciales del Gobierno (…) carentes de iniciativa y de
visión de largo plazo, esbozaron conductas reactivas, poco conceptuales y
orgánicamente débiles” (Ramos en Lizarzaburu y Sánchez, 2018, p. 119). De otro
lado, los Gobiernos no lograron alcanzar un retorno del debate al aseguramiento
del adecuado derecho de la población a la información (failure policy as a
political issue). En realidad, asumieron una postura aún más crítica y
confrontativa hacia los medios. Ello ocasionó que existan enormes y
significativas disputas que trastocaron los planos mediáticos y judiciales.
En realidad, las experiencias de los tres países analizados muestran
que si bien existieron acciones (sobre todo de regulación) que trataron de
frenar el monopolio comunicacional, las actitudes reactivas de ambos actores
políticos (Estado y medios), ocasionaron que los instrumentos de autoridad sean
insuficientes y no se vean acompañados y robustecidos por otras estrategias de
intervención. La ausencia de una reconducción tanto en el rol del Estado como
en la reacción de los medios ocasionó que el debate se desplace de la necesidad
de asegurar un derecho de información de calidad, hacia la oposición ciega y la
denuncia por atentados a la libertad de expresión. En suma los Gobiernos
cayeron en un juego tramposo de ataque a los medios descuidando aspectos sustanciales
de la agenda pública en materia de comunicación. He aquí una debilidad
institucional de los gobierno estudiados en la arena de la política pública de
comunicación.
CONCLUSIONES
Los tres países latinoamericanos
comparten problemas estructurales para la formulación e implementación de sus
políticas. En efecto, la agenda política de Argentina, Bolivia y Ecuador
expresa una “alternancia entre la rigidez y la volatilidad de los acuerdos
entre múltiples actores” (Mejía, 2009, p. 215).En el plano comunicacional, y
desde el retorno a la democracia de los países, se experimentó una auténtica
democracia pactada, los intereses de partidos políticos y grupos económicos
colusionaron en un pacto que intentaba minimizar la tarea del Estado sobre los
medios (Giménez, 2010, p. 12). El pacto perduró durante varias décadas en los
cuales los medios se habían convertido en portavoces y fonógrafos de los
grandes poderes políticos y económicos (acuerdos rígidos si se sigue a Mejía).
Los procesos políticos llevados a
cabo por Cristina Fernández de Kirchner de Argentina, Evo Morales Ayma de
Bolivia y Rafael Correa Delgado de Ecuador rompen el esquema y abren paso a
ideas de responsabilidad comunicacional y pluralismo informativo, emergiendo
debates olvidados sobre la participación de la sociedad civil organizada en la
vocería pública. El rompimiento del status quo ocasionó una reacción furibunda
de medios y grupos económicos, en los que el Estado no contó con capacidad
suficiente para emplear mecanismos que ayuden a legitimar la política. En
realidad la influencia de un ejecutivo unitario y con poderes de mayordomía
ocasionó que el Estado no se concentre en alcanzar acuerdos rígidos que
legitimen la política. En realidad, el Gobierno exacerbó el conflicto (acuerdos
volátiles, políticas volátiles si se sigue a Mejía). Como resultado, los países
experimentaron un proceso de polarización y reacomodo de medios entre
oficialistas y opositores; desplazando la atención tanto del Gobierno como de
los medios por los objetivos sustantivos que originalmente perseguía la
política, el derecho de la sociedad a contar con información verídica,
verificada y de calidad. En suma el contexto analizado revela, una deuda de
política pública pendiente entorpecida por Estado y medios.
Lejos de corregirse el problema,
el transcurso de los años y el advenimiento de gobierno más cercanos a las
élites económicas de los países ha afianzado el interés de los medios por
conservar su status quo, acrecentando la noción de que el derecho a una
sociedad informada continuará siendo una deuda pendiente y que los medios son
simplemente portavoces de las ideas, intereses y creencias del dueño del
capital. Ejemplos fácilmente identificables de ello se hallan en el
desmantelamiento del aparataje de control comunicacional o la eliminación de
leyes y regulaciones de comunicación llevados a cabo en los gobiernos
neoliberales de Mauricio Macri en Argentina, Lenin Moreno en Ecuador y Jeannine
Añéz en Bolivia.
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