DOI:
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4695
Saponinas, péptidos y compuestos
fenólicos,
antihipertensivos naturales. Estudios in
vitro e in vivo
Bethsua Mendoza Mendoza
[email protected]
https://orcid.org/0000-0001-9332-1919
Tecnológico
Nacional de México,
Instituto
Tecnológica Superior del Oriente del Estado de Hidalgo,
Apan,
Hidalgo, México
Ana Guadalupe Estrada Fernández
[email protected]
https://orcid.org/0000-0003-2213-4758
Ernesto Alanís García
[email protected]
https://orcid.org/0000-0003-1540-4908
Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo.
Instituto
de Ciencias de la Salud Área Académica de Nutrición,
Centro
de Investigación Interdisciplinario,
Pachuca,
Hidalgo, México
Correspondencia:
[email protected]
Artículo
recibido 05 diciembre 2022 Aceptado para publicación: 05 enero 2023
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Cómo
citar: Mendoza
Mendoza , B., Estrada Fernández , A. G., & Alanís García, E. (2023).
Saponinas, péptidos y compuestos fenólicos, antihipertensivos naturales.
Estudios in vitro e in vivo. Ciencia Latina Revista Científica
Multidisciplinar, 7(1), 3834-3863. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4695
RESUMEN
En la
actualidad, las enfermedades cardiovasculares, principalmente hipertensión,
ocupan el primer lugar en las causas de muerte en México y el mundo. A pesar de
que la enfermedad puede ser controlada con farmacos, estos deben ser tomados de
por vida y muchas veces se presentan efectos secundarios. Por lo que la
medicina natural, alimentos funcionales y nutracéuticos representan una
excelente opción para prevenir y controlar de la enfermedad, ya que muchos
compuestos bioactivos presentes en estos actúan como agentes antihipertensivos.
El objetivo de esta investigación es mostrar información existente sobre
compuestos bioactivos de fuentes naturales que han mostrado acción
antihipertensiva tanto en pruebas in vitro como in vivo, para
dilucidar áreas de investigación que permitan profundizar más en este tema. Se
realizó una búsqueda exhaustiva en bases de datos como Redalyc, EBSCO, Scielo,
PubMed, Medigraphic, Elsevier, Dialnet y Latindex, sobre estadísticas de
padecimiento de la hipertensión arterial, así como fisiopatología de la
enfermedad y pruebas experimentales sobre el efecto antihipertensivo de
compuestos bioactivos de origen natural. Se reportan, mayormente, trabajos de
investigación que demuestran la eficiencia de péptidos bioactivos, compuestos
fenólicos y saponinas, se evidencia que estos actúan a través de la inhibición
de la enzima convertidora de angiotensina (ECA).
Palabras
clave: anithipertensivo;
saponinas; antioxidantes; péptidos; hipertensión
Saponins, peptides and
phenolic compounds, natural antihypertensives. In vitro and in vivo studies
ABSTRACT
Currently,
cardiovascular diseases, mainly hypertension, occupy the first place in the
causes of death in Mexico and the world. Although the disease can be controlled
with drugs, they must be taken for life and side effects often occur.
Therefore, natural medicine, functional foods and nutraceuticals represent an
excellent option to prevent and control the disease, since many bioactive
compounds present in them act as antihypertensive agents. The objective of this
research is to show existing information on bioactive compounds from natural
sources that have shown antihypertensive action both in in vitro and in vivo
tests, to elucidate research areas that allow further study of this topic. An
exhaustive search was carried out in databases such as Redalyc, EBSCO, Scielo,
PubMed, Medigraphic, Elsevier, Dialnet and Latindex, on statistics of suffering
from arterial hypertension, as well as pathophysiology of the disease and
experimental evidence on the antihypertensive effect of compounds. bioactives
of natural origin. Mostly, research papers that demonstrate the efficiency of
bioactive peptides, phenolic compounds and saponins are reported, it is evident
that these act through the inhibition of the angiotensin converting enzyme
(ACE).
Keywords: anithypertensive; saponins; antioxidants; peptides; hypertension
INTRODUCCIÓN
En la actualidad se ha dejado de lado a las
enfermedades infectocontagiosas, problemas reproductivos o desnutrición que
hasta el siglo XX fueron consideradas las principales causas de muerte. Para
este siglo predominan enfermedades crónicas degenerativas o enfermedades no
transmisibles (ENT), definidas de esta forma por no ser transmitidas de persona
a persona, ya que no cuentan con un agente biológico y físico (Castro-Juárez et al., 2018). Esta transición epidemiológica
está asociada con una mayor esperanza de vida, lo cual favorece el desarrollo
de estas enfermedades, pues ocurren en la senescencia y por lo general
evolucionan lentamente (Castro et al., 2018). Las ENT más comunes son
diabetes mellitus, dislipidemias, trastornos psicológicos, ciertos tipos de
neoplasias, enfermedades respiratorias, neurodegenerativas y por supuesto la
hipertensión arterial (HTA), que además de presentarse en personas de la
tercera edad, puede también desarrollarse de forma prematura y silenciosa en
personas que padecen diabetes. Así mismo, los malos hábitos alimenticios son
considerados un factor importante en la incidencia de esta enfermedad, por lo
que gran parte de la población en todo el mundo la padece, ocasionando la
elevación de costos en la atención médica como consecuencia de las
complicaciones en la salud provocadas por esta enfermedad (Arredondo et al., 2018). En particular, en los países
latinoamericanos, las enfermedades cardiovasculares tienen una mortalidad entre
11.6% y 43.5% de la población adulta. Siendo la hipertensión arterial una de
las principales causantes, debido a su alta prevalencia (20 y 30 % de la
población), con mayor incidencia en hombres (27.75 %) que en mujeres (21.39%);
en este sentido, la presión arterial suele ser más elevada en el sexo masculino
hasta la edad de los 50 años e invirtiéndose luego en las mujeres a partir de
esta edad (Sánchez-Corrales. et al., 2020).
La HTA, es una enfermedad que rara vez causa síntomas
y es producida por factores de riesgo conductuales como una dieta poco
saludable, inactividad física y por otros factores metabólicos como obesidad,
diabetes y dislipidemias (Campos-Nonato et al., 2019). Se estima que anualmente son
diagnosticados aproximadamente 450,000 casos nuevos en México y que esta cifra
podría duplicarse si se considera que hasta 47.3% de las personas con
hipertensión desconocen que la padecen (Campos-Nonato et al., 2018).
Afortunadamente está enfermedad puede revertirse o
controlarse siguiendo tratamientos farmacológicos que permiten mantener estable
la presión arterial. Estos medicamentos pueden actuar de diversos modos, ya sea
por inhibición de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), antagonistas
de los receptores de la angiotensina tipo II (ARA II), diuréticos de tipo
tiazida en bajas dosis, antagonistas de calcio y β-bloqueadores (Fernandez et al., 2015), sin embargo, esto representa
un costo muy alto en los servicios de salud a nivel mundial (Cú-Cañetas et al., 2015) ya que es una afección crónica
que requiere de un tratamiento continuado y prolongado lo que provoca en
ocasiones reacciones de rechazo por parte del paciente, llevando a la
suspensión del mismo (Avalos et al., 2020). Entre los efectos secundarios
del tratamiento farmacológico, destacan, desarrollo de gota, asma, sedación,
boca seca, bradicardia, rebote por suspensión, depresión, cefalea,
palpitaciones, edema, broncoespasmos, insuficiencia cardiaca, insomnio, fatiga,
disminución a la tolerancia al ejercicio físico, entre otros (Bragulat & Antonio, 2001;
Hernández-Ávila et al., 2011). Estos hechos hacen que resulte importante utilizar la
medicina alternativa mediante fuentes naturales, de las cuales se ha comprobado
científicamente un efecto hipotensor o antihipertensivo. La herbolaria o
medicina botánica, que consiste en el uso medicinal de las plantas o de sus
constituyentes, específicamente para el tratamiento de la HTA, ha demostrado la
eficiencia de plantas como el orégano, albahaca, muérdago y perejil. Además, se
han encontrado reportes sobre el uso de ajo, espino albar, alcachofa, alholva
(fenogreco), angélica, caléndula, espliego (lavanda), ginko, melisa, ortosifón,
valeriana, vincapervinca, pasiflora y zarzaparrilla entre otras (Gallego-Rivas et al., 2007;
Jacas et al., 2017).
Por otro lado, diversas investigaciones mencionan que la dieta DASH por sus
siglas en inglés Dietary Approaches to Stop Hypertension, fomenta el consumo de
vegetales, frutas, granos integrales, nueces, legumbres, mariscos, aves y
productos lácteos bajos en grasa y limita la carne roja y procesada, los
azúcares agregados y el sodio (1,500-2,300 mg/día) (Ishikawa et al., 2022),
teniendo una influencia importante en el tratamiento de este padecimiento, ya
que, facilita la excreción renal de sodio, por su alto contenido en compuestos
antioxidantes (polifenoles) con efecto positivo sobre la inflamación vascular y
el estrés oxidativo, induciendo la relajación vascular y mejorando la función
endotelial, otra posibilidad es la reducción de la proteína C reactiva, por
parte de los fitoquímicos
presentes en esta dieta (Esquivel & Jiménez, 2010). Arroyo et al., (2008), mencionan la existencia de un
número importante de estudios epidemiológicos que apoyan la relación entre el
consumo en la dieta de productos alimenticios ricos en flavonoides y compuestos
fenólicos con menor incidencia de enfermedad cardiaca, aterosclerosis y ciertas
formas de cáncer. Adicionalmente se ha reportado que los productos alimenticios
ricos en compuestos fenólicos y saponinas poseen propiedades farmacológicas
antihipertensivas y antioxidantes (Barrón-Yáñez et al., 2009).
En la actualidad, las proteínas alimentarias se
investigan no sólo desde el punto de vista nutricional o funcional, sino como
materia prima para la obtención de péptidos, ya que toda fuente de proteínas
alimentarias es susceptible de aportar péptidos funcionales (Mulero et al., 2011).
Las proteínas alimentarias se consumen como fuentes de componentes activos que
pueden tener beneficios para la salud cuando son digeridos y metabolizados por
los complejos enzimáticos celulares (Yahya et al., 2017), por lo que los péptidos
biológicamente activos tanto de origen alimentario, como de fuentes exógenas
han sido ampliamente estudiados, encontrando efecto antihipertensivo (Cú-Cañetas et al., 2015)
Es importante destacar que las tendencias de consumo
en la población mundial apuntan hacia lo natural, tanto en la alimentación como
en los tratamientos farmacológicos, esto ha provocado un aumento en la
innovación en áreas de los alimentos funcionales y productos nutracéuticos, con
el fin de encontrar nuevas fuentes naturales para la obtención o extracción de
compuestos bioactivos que puedan ser efectivos sin presentar dichos efectos secundarios.
El presente trabajo se centró en la búsqueda, clasificación y presentación, de
los trabajos de investigación que se han publicado como evidencia científica de
la acción antihipertensiva de los compuestos bioactivos obtenidos de fuentes
naturales.
METODOLOGÍA
Se
realizó una revisión de fuentes bibliográficas que fueron localizadas mediante
el motor de búsqueda Google Académico con los descriptores: hipertensión,
antihipertensivos, fisiopatologia, péptidos bioactivos, saponinas,
antioxidantes, tanto en español como en inglés. Además, se utilizaron artículos
de las bases de datos Redalyc, EBSCO, Scielo, PubMed, Medigraphic, Elsevier,
Dialnet y Latindex. El margen de antigüedad de los artículos y libros
consultados fue de no más de 10 años, teniendo un 80 % de actualización, de un
total de 61 fuentes consultadas.
FISIOPATOLOGÍA DE LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL
El sistema circulatorio humano es una complicada red
de mecanismos destinados a mantener la homeostasis de presión y flujo
sanguíneo, pese a numerosas perturbaciones (Gamboa, 2006). La presión sanguínea es la
fuerza ejercida por la sangre circulante sobre las paredes de las arterias,
depende del gasto cardiaco y la resistencia total. Fluctúa según el latido y
bombeo del corazón, aumenta durante la fase de vaciado (sístole ventricular) y
disminuye durante la fase de llenado (diástole ventricular) (Gamboa, 2006; Hidalgo-Parra, 2019). La presión sistólica es la
medida de la presión sanguínea durante el periodo de contracción cardiaca, la
cual depende de tres factores: gasto cardíaco, elasticidad de las arterias
grandes y viscosidad de la sangre (Gamboa, 2006; Tagle, 2018). La presión diastólica es la
presión arterial durante la relajación cardiaca, la cual depende de la
velocidad del flujo sanguíneo y la resistencia periférica total (Bareño, 2020).
La presión sanguínea es una variable biológica y por
lo tanto continua, por ello, no existe un claro punto de corte para definir el
umbral bajo el cual los valores de presión sanguínea son normales, sin embargo,
existe una relación directamente proporcional entre la presión y riesgo cardiovascular,
de tal manera que, según estudios epidemiológicos, el valor óptimo sería de
115/75 mmHg (Benavides, 2010; Tagle, 2018). Por otro lado, Campos-Nonato et al., (2019), establece que, en un hombre
sano de 40 años, la presión arterial normal durante la sístole es de 120 mmHg y
mínimo 80 mmHg durante la diástole. Condiciones patológicas se consideran
cuando la presión sistólica es mayor de 140 mmHg y/o la presión diastólica es
mayor de 90 mmHg.
Existen dos tipos de hipertensión arterial, la
primaria o esencial y la secundaria; para el caso de la primaria, de la cual se
desconocen los mecanismos, se sabe que hay una serie de factores que están
implicados en su desarrollo, los que han sido estudiados con mayor profundidad,
son la ingesta de sal, obesidad, resistencia a la insulina, sistema
renina-angiotensina-aldosterona (SRAA), el sistema nervioso simpático,
predisposición genética, disfunción endotelial, bajo peso al nacer, nutrición
intrauterina, y anomalías neurovasculares (Beevers, 2001). Mientras que, para la
hipertensión secundaria, que es la menos frecuente, se produce como
consecuencia de una sustancia nociva o bien una enfermedad; en estos casos el
paciente no suele responder a los tratamientos antihipertensivos ni a las
medidas del cambio del estilo de vida (Hidalgo-Parra, 2019).
De acuerdo con la ley de Ohm, la presión arterial
depende de dos factores, gasto cardiaco (que se ve afectado por la frecuencia
cardiaca y el volumen intravascular) y las resistencias periféricas (influidas
predominantemente por el radio interno del vaso), siendo directamente
proporcional al producto del gasto cardiaco y resistencia periférica (Bareño, 2020; Rubio-Guerra
& Narváez-Rivera, 2017). Benavides, (2010), enfoca el control de la PA con
base en tres factores: la interacción del flujo sanguíneo, volumen de la sangre
circulante y las resistencias periféricas de los vasos sanguíneos a través de
las resistencias arteriolares. Estos factores están controlados por dos
mecanismos, los barorreceptores mediados por el sistema nervioso simpático
(SNS) y el sistema de renina-angiotensina aldosterona (SRAA) (Bareño, 2020).
Los barorreceptores se encargan de la regulación
inmediata de la presión arterial, por lo que, frente a un cambio repentino de
la presión, las neuronas barosensibles (barorreceptores del arco aórtico y el
seno carotídeo) envían menos impulsos a los centros reflejos cardiovasculares
de la médula espinal, provocando una respuesta refleja que aumenta los impulsos
simpáticos y disminuye los impulsos parasimpáticos hacia el corazón y vasos que
causan vasoconstricción y aumento del gasto cardiaco (Bareño, 2020). La mayoría de los pacientes
con hipertensión tiene un gasto cardiaco normal, pero resistencia periférica
elevada, la cual está determinada por las pequeñas arteriolas, cuyas paredes
contienen células del músculo liso. La contracción de estas células está
relacionada con la concentración de calcio intracelular, lo que explica el
efecto vasodilatador de los medicamentos que bloquean los canales de calcio. Se
cree que la contracción muscular, suave y prolongada induce cambios
estructurales con engrosamiento de las paredes de los vasos arteriolares,
mediado por angiotensina, dando así un aumento de la resistencia periférica (Beevers, 2001).
El SRAA, puede ser el más importante de los sistemas
endocrinos que afectan el control de la presión arterial (Beevers, 2001) (figura 1), puesto que, de
algún modo, condiciona la acción de otros factores humorales y/o neurales,
tales como producción de endotelina, la inhibición del óxido nítrico (NO) o de
la prostaciclina (PGI2), la acción de catecolaminas o de vasopresina (AVP), del
factor ouabaína–sensible o FDE, del tromboxano A2 (TxA2) y de diversas
sustancias vasopresoras endógenas (Wagner, 2018). Las Endotelinas (ET`s) son una
familia de tres isoformas ET1, ET2 y ET3, que se sintetizan como prehormonas
para luego convertirse en péptidos activos. La ET1 se sintetiza en las células
del endotelio vascular y participa en la regulación del tono vascular
(vasoconstrictor) y actúa en el remodelado cardíaco, además es un
vasoconstrictor a nivel renal e incrementa la excreción de sodio y de agua, por
lo que la falla en la síntesis y depuración de esta se relaciona más
estrechamente con la presencia de la HTA (Monge, 2016).
Por otro lado, la renina es secretada por el aparato
yuxtaglomerular del riñón en respuesta a la hipoperfusión glomerular o una
reducción en la ingesta de sal. También se libera en respuesta a la
estimulación del sistema nervioso simpático. Es responsable de convertir el
sustrato renina (angiotensinógeno) a angiotensina I, una sustancia
fisiológicamente inactiva que se convierte rápidamente en angiotensina II en
pulmones por efecto de la enzima convertidora de angiotensina (ECA). La
angiotensina II es un potente vasoconstrictor y por lo tanto provoca un aumento
de la presión sanguínea, además estimula la liberación de aldosterona de la
zona glomerulada de la glándula suprarrenal, que resulta en un aumento
adicional de la presión arterial relacionado con la retención de sodio y agua (Beevers, 2001).
El SRAA, el cual actúa en forma de cascada
proteolítica en el que la renina separa del angiotensinógeno al decapeptido
angiotensina I. Este sistema puede ser producido a nivel de tejidos y órganos,
además de que puede ser regulado de manera independiente (Cú-Cañetas et al., 2015), se basa en diferentes
reacciones enzimáticas donde la enzima convertidora de angiotensina (ECA) está
involucrada, esta enzima que contiene zinc en su estructura es considerada
multifuncional, ubicada en diferentes tejidos de especies mamíferas (Vásquez-Villanueva et al.,
2019). La ECA I es
encargada de hidrolizar a la angiotensina I (derivada del angiotensinógeno por
acción de la renina) para formar el octapeptido, angiotensina II, por
liberación del péptido histidil-leucina carboxil terminal (Vásquez-Villanueva et al.,
2019), que es la
hormona activa responsable de disminuir la filtración glomerular y aumentar la
reabsorción de sodio y cloro. Además, esta enzima degrada la bradicinina, que
es un péptido vasodilatador; elevando así la presión arterial. Es por lo
anterior que la inhibición de la ECA I es crucial para el control de la
hipertensión arterial (Durán-Rodríguez et al., 2012). Fármacos sintéticos tales como
captopril, enalapril y lisinopril han sido empleados para inhibir el exceso de
actividad de la ECA en el tratamiento de la hipertensión (Vásquez-Villanueva et al.,
2019).
Figura 1. Sistema
renina-angiotensina aldosterona y su influencia en el aumento de la presión
arterial. PA: presión arterial; AT: endotelina; ECA: enzima convertidora de
agiotensina
El riñón proporciona control a largo plazo de la
presión arterial mediante la modificación del volumen sanguíneo, los
barorreceptores renales responden a la disminución brusca de la presión
arterial con la liberación de renina, es por ello que la ingesta escasa de
sodio y el aumento en la pérdida de este ion también eleva la liberación de la
renina. Esta peptidasa convierte el angiotensinógeno en angiotensina I, la cual
se convierte a angiotensina II (ANG II) por acción de la enzima convertidora de
angiotensina (ECA). La ANG II es un vasoconstrictor que produce aumento de la
filtración glomerular, estimula la secreción de aldosterona y
como consecuencia aumenta la reabsorción renal de sodio y el volumen sanguíneo
que produce aumento en la presión arterial, los efectos de la angiotensina
están mediados por la activación del receptor AT1 (Bareño,
2020). Entendiendo
los mecanismos bioquímicos y fisiológicos que suceden durante la hipertensión
es más fácil, la búsqueda de compuestos químicos que intervengan
en estos de tal
forma que se obtenga un efecto atenuante de la presión sanguínea.
Los trabajos de investigación más recientes se han
centrado en la extracción, purificación y caracterización
de compuestos bioactivos de fuentes naturales vegetales y animales que puedan
actuar de forma efectiva y similar a los fármacos existentes en el mercado,
tales como, compuestos fenólicos, péptidos y saponinas.
COMPUESTOS FENÓLICOS
Diversos factores de riesgo se han asociado con el
desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, entre ellos el estrés
oxidativo que conduce a elevadas concentraciones de productos de peroxidación
lipídica. Se ha descubierto a través de estudios epidemiológicos que la
vitamina E, la vitamina C y los carotenos protegen contra la aparición de estas
enfermedades, resultados que fueron obtenidos después de un análisis de los
factores de riesgo conocidos y de haber controlado éstas variables. La vitamina
E (tocoferol) es el antioxidante liposoluble más importante, localizado en el
medio hidrofóbico de las membranas biológicas, cuya principal función es actuar
como antioxidante natural ya que reacciona con los radicales libres que se
generan en la fase lipídica, protegiendo a los lípidos de las membranas; además
de desempeñar una función fisicoquímica en el ordenamiento de las membranas
lipídicas, estabilizando las estructuras de membrana (Romero-López et al., 2015).
Un antioxidante dietético es una sustancia que forma
parte de los alimentos de consumo cotidiano y que puede prevenir los efectos
adversos de especies reactivas sobre las funciones fisiológicas normales de los
humanos (Tovar-Robles et al., 2011). Estas sustancias son capaces
de proteger a las células del daño causado por radicales libres. En la
actualidad se utilizan varios métodos para investigar la propiedad antioxidante
de las muestras como dietas, extractos de plantas, antioxidantes comerciales,
entre otras (Bryce et al., 2015).
Muchos estudios epidemiológicos apoyan la relación
entre el consumo en la dieta de productos alimenticios ricos en flavonoides,
compuestos fenólicos que se presentan naturalmente, y una baja incidencia de
enfermedad cardiaca coronaria, aterosclerosis y ciertas formas de cáncer.
Adicionalmente se ha reportado que los productos alimenticios ricos en
compuestos fenólicos poseen propiedades farmacológicas hipotensoras y
antioxidantes (Arroyo et al., 2008). Incluir en la dieta alimentos
ricos en antioxidantes disminuye la presión arterial debido a una acción
diurética que facilita la excreción renal de sodio, además tienen un efecto
sobre la inflamación vascular y el estrés oxidativo. Un posible mecanismo que
explica la reducción de la presión arterial es que induce a la relajación
vascular y mejora la función endotelial. Otra posibilidad es la reducción de la
proteína C reactiva disminuyendo de este modo también el riesgo cardiovascular (Esquivel & Jiménez, 2010). El desequilibrio entre los
altos niveles de especies reactivas de oxígeno y las defensas antioxidantes
celulares puede estar implicado en la patogénesis de la hipertensión arterial,
así como en muchos factores de eventos cardíacos patológicos, como la
insuficiencia cardíaca, la hipertrofia de los cardiomiocitos, la viabilidad
celular, las propiedades contráctiles, la función eléctrica y las anomalías en
el manejo del calcio. La relación entre el estrés oxidativo y la hipertensión
está representada por la disminución de la capacidad antioxidante y la
sobreproducción de especies reactivas de oxígeno, mediadores de los principales
vasoconstrictores fisiológicos que conducen a una disminución de la
biodisponibilidad de óxido nítrico (NO), acompañada de una mayor producción de
factores de contracción derivados del endotelio, hecho que inducirá un estado
proinflamatorio y protrombótico que favorece la disfunción endotelial y la
relajación vascular alterada en esta enfermedad (Vallejos et al., 2020).
Los compuestos fenólicos logran inhibir la enzima
convertidora de angiotensina, combatiendo la hipertensión arterial, previniendo
enfermedades cardíacas y demostrando que es una alternativa a los medicamentos
con el mismo fin (Maza-De la Quintana &
Paucar-Menacho, 2020).
Diversos trabajos de investigación han reportado resultados favorables sobre
efectos antihipertensivos de antioxidantes obtenidos de fuentes vegetales. Arroyo et al., (2008), investigaron la actividad
antihipertensiva del extracto hidroalcohólico de maíz morado en ratas,
encontrando que la reducción de la PA fue dosis dependiente, así, el mayor
efecto fue con la dosis de 1000 mg/kg. De la misma manera, pero utilizando
extractos metanólicos de la planta conocida como zapatilla (Calceolaria
myriophylla), Condorhuamán et al., (2016), mencionan que en ratones
hipertensos la PA disminuyó a valores normales administrando 600 mg/kg del
extracto durante 20 días, los autores atribuyen este efecto al alto contenido
de compuestos fenólicos, flavonoides, taninos, alcaloides y quinonas. El
trabajo realizado por Carrera-Lanestosa et al., (2020), demostró que los extractos
etanólicos obtenidos de la planta Stevia rebaudiana Bertoni, ricos en
flavonoides, tuvieron un alto efecto antihipertensivo en ratas wistar. Después
de un estudio realizado por cuatro semanas, los autores aseguran que los
extractos de las hojas de dicha planta, son ricos en flavonoides (quercetina,
apigenina y luteolina) y esteviosido, con alta efectividad en la disminución de
la presión arterial sistólica hasta en un 30 %, esto se atribuye a que estos
compuestos son potentes inhibidores de las enzimas dependientes el zinc como la
ECA. Jacas et al., (2017), realizaron un experimento con
tintura de pasiflora administrada a pacientes hipertensos, el trabajo demuestra
que la administración tres veces al día, de 20 gotas diluidas en agua en
combinación con su tratamiento farmacológico, es efectiva para mantener los
valores de la presión arterial normal, no así con los pacientes a los que solo
se les administraron sus medicamentos habituales. La acción sedante,
cardiotónica, hipotensora, miorrelajante y espasmolítica de la tintura, provoca
que los pacientes con HTA evolucionen más rápidamente a la normalización de
cifras de presión arterial.
SAPONINAS
El consumo de saponinas confiere propiedades
benéficas a la salud, como reducir niveles de colesterol en sangre,
antihipertensivo, antiinflamatorio, inmunoestimulante antiparasitante y
antimicrobiano, todas determinadas sobre modelos animales (Guang et al., 2014;
Guzmán-Pedraza & Contreras-Esquivel, 2018; Silveira et al., 2012). Más recientemente se ha
estudiado el efecto de estos compuestos en la presión sanguínea, es decir su
participación como antihipertensivos. Desde el punto de vista químico, las
saponinas son glicósidos que se encuentran distribuidos ampliamente en las
plantas y están formadas por una aglicona de origen terpénico, esteroidal o
esteroidal alcaloide; al cual se une, por el hidroxilo del carbono-3, una
cadena ramificada de azúcares, la cual puede ser de hasta cinco moléculas,
usualmente glucosa, arabinosa, ácido glucurónico, xilosa y ramnosa (Guzmán-Pedraza &
Contreras-Esquivel, 2018; Puentes-Diaz, 2009). Las saponinas esteroidales se
encuentran principalmente en monocotiledoneas, mientras que las saponinas
terpenoides se encuentran especialmente en dicotiledóneas. La gran diversidad
estructural de las saponinas se refleja en sus diferentes propiedades
biológicas y fisicoquímicas (Puentes-Diaz, 2009). El género Agave
específicamente especies como A. americana y A. salmiana presentan
saponinas derivadas de la kammogenina, manogenina, gentrogenina y hecogenina en
concentraciones de 179.0 - 478.3 μg/g de aguamiel, respectivamente;
concentración que tiende a disminuir en el aguamiel conforme el capado del
agave se realice en períodos previos a la maduración de la planta (Leal-Díaz et al., 2015).
Un esquema general para la obtención del extracto con
saponinas inicia con el acondicionamiento de la materia prima. Esta etapa
incluye desde la obtención de la materia prima (tejido vegetal),
almacenamiento, secado, molienda y otros, hasta tener el material listo para la
etapa de extracción. Finalmente, los pasos subsecuentes estarán determinados
por el grado de pureza que se desea lograr, ya sea utilizando los extractos en
crudo o métodos de purificación y aislamiento para obtener las distintas
saponinas presentes en la muestra (Góngora-Chi et al., 2021).
Estudios recientes se han enfocado en medir y
caracterizar las propiedades antihipertensivas de estos compuestos, ejemplo de
ellos es el trabajo realizado por Guerrero et al., (2020), llevaron a cabo una investigación
en ratas Wistar, que les permitió establecer los efectos vasculares, ejercidos
por dos saponinas triterpénicas monodesmosídicas: el ácido
3-O-β-D-glucopiranosiloleanólico y el ácido 3-O-[β-D-glucopiranosil- (1→2)
-β-D-glucopiranosil]oleanólico, aisladas del extracto etanólico de las hojas de
Passiflora quadrangularis. Los autores mencionan que en general el extracto de
esta planta tiene efectos sedantes y ansiolíticos, así como prevención de la
hipertensión inducida por déficit de óxido nítrico. Por otro lado, Astiani et al., (2022), realizaron un estudio mediante
simulación por computadora, del efecto antihipertensivo de saponinas
triterpénicas extraídas de Centella asiática, concluyendo que estos metabolitos
secundarios tienen actividad inhibidora de la renina y que el compuesto con
mayor inhibición fue el madecasósido.
PÉPTIDOS BIOACTIVOS
Las proteínas representan un componente alimentario
integral que provee de aminoácidos esenciales, los cuales proporcionan energía
para el crecimiento y mantenimiento de un individuo sano; además algunas
proteínas poseen actividades biológicas específicas, haciéndolas potenciales
ingredientes de alimentos funcionales. Estudios recientes en la investigación
de alimentos funcionales, se tiene especial interés en los péptidos bioactivos,
secuencias cortas de aminoácidos (2 a 40 unidades) que son inactivos dentro de
la proteína precursora, sin embargo, al ser liberados durante la digestión
pueden ejercer una variedad de actividades biológicas (Martínez-Medina et al., 2019). Los péptidos bioactivos han
sido definidos como fragmentos específicos de proteínas, de origen animal o
vegetal, que tienen un impacto positivo sobre funciones o condiciones
corporales y que pueden definitivamente influir sobre la salud humana, más allá
de una nutrición normal y adecuada. Dependiendo de la secuencia de aminoácidos
en el péptido, su administración oral podría afectar alguno de los principales
sistemas del organismo. Es decir, que la actividad biológica está relacionada
con la composición y secuencia de los aminoácidos que los conforman (Gallego-Rivas et al., 2007;
Guerra et al., 2014).
Después de la administración oral, los péptidos
pueden actuar de manera local en el sistema gastrointestinal o sobrepasar e
impactar en tejidos periféricos a través del sistema circulatorio y ejercer sus
propiedades fisiológicas directamente en el sistema cardiovascular, digestivo,
inmunológico e incluso en el sistema nervioso (Gallego-Rivas et al., 2007;
Guerra et al., 2014; Martínez-Medina et al., 2019); y por lo tanto pueden llegar a ejercer
un efecto terapéutico y actuar como alternativa a otras moléculas
farmacológicas en los sistemas del organismo; ofreciendo numerosas ventajas
sobre los métodos farmacológicos convencionales debido a su bioactividad,
bioespecificidad, amplio espectro, diversidad estructural y bajos niveles de
toxicidad y acumulación en tejidos del cuerpo (Martínez-Medina et al., 2019). Tienen potencial para ayudar a
reducir la epidemia mundial de enfermedades crónicas.
Actualmente el mercado de proteínas y péptidos funcionales
se valora en $75 miles de millones/año. Los péptidos bioactivos de las
proteínas ofrecen un gran potencial para su incorporación en alimentos
funcionales (Guzmán-Pedraza &
Contreras-Esquivel, 2018). La formación de estos péptidos se realiza a través de fermentaciones
lácticas, con métodos de hidrólisis química o a través de hidrólisis
enzimática. Los péptidos con efecto antihipertensivo han sido de los más
estudiados ya sea que se obtengan de alimentos o de fuentes exógenas, estos
péptidos han demostrado tener efecto en prevenir y tratar la hipertensión (Cú-Cañetas et al., 2015).
Un estudio realizado con leche de camello fermentada
en un modelo experimental de ratas hipertensas de forma espontánea, demostró
que está es capaz de tener un efecto antihipertensivo a dosis de 1200 mg/kg a
las 24 horas de administración, y que el efecto es dependiente de la dosis
tanto a corto como a largo plazo. Finalmente se aseguró que este efecto fue
debido a inhibición de la ECA ya que esta se observó inhibida en el grupo de
ratas que recibieron la leche fermentada (Yahya et al., 2017).
Por otro lado, es importante mencionar al ácido gamma-aminobutírico
(GABA), un aminoácido no proteico que se encuentra en altas concentraciones en
el sistema nervioso central de los mamíferos, su función principal es actuar
como neurotransmisor inhibidor. Se ha demostrado que el consumo de este aminoácido,
presenta beneficios a la salud asociados a sus efectos antihipertensivos,
tranquilizantes, antidepresivos, insomnio, alcoholismo crónico y diabetes. De
la misma forma que otros compuestos bioactivos el GABA puede ser producido
naturalmente o puede encontrarse de forma natural en los alimentos (Santos-Espinosa et al., 2018). En el 2009, fue reconocido por
la Administración de Alimentos y Medicamentos de China como un aditivo
alimentario, debido a sus diversas funciones en animales y humanos (Zhou et al., 2019). El GABA es producido por
algunos microorganismos como hongos y levaduras, así mismo, se puede encontrar
de forma natural en diversas frutas y hortalizas (papa, brócoli, espinacas,
tomates, manzana, cítricos), cereales, leguminosas, hojas de té y alimentos
fermentados como salsa de soya, leches fermentadas y quesos. Adicionalmente
existen alimentos enriquecidos con GABA como alternativa para mejorar las
propiedades funcionales (Santos-Espinosa et al., 2018). Zhou et al., (2019), lograron desarrollar un jugo
de caqui fermentado con efectos antihipertensivos, utilizaron bacterias ácido
lácticas productoras de GABA, sus resultados revelaron que la fermentación
conjunta de Lactobacillus plantarum C17 y Lactobacillus pentosus Lp-B produce
un rendimiento más alto de GABA a las 48 horas de fermentación. Además,
constataron que la capacidad de inhibición del jugo hacia la ECA fue de 42.34 %
indicando que este jugo tiene propiedades que le permiten actuar como
antihipertensivo.
TÉCNICAS in vitro PARA MEDICIÓN DE LA ACTIVIDAD ANTIHIPERTENSIVA
La medición de la inhibición de la actividad de la
ECA, se ha convertido en un método de ensayo eficaz en el descubrimiento de
fármacos y compuestos bioactivos como antihipertensivos. Esto ha sido
demostrado por métodos de ensayo comparando siete tipos de medicamentos
(captopril, enalapril, zofenopril, ramipril, fosinopril, lisinopril y SQ 29852)
como inhibidores de la ECA. Sin embargo, en estos tipos de estudio el captopril
es el más comúnmente utilizado como control positivo ya que en la práctica es
el fármaco más empleado por su efecto antihipertensivo y control de la
insuficiencia cardiaca, además de que tiene actividad captadora de radicales
libres que son relevantes como inhibidores de la ECA (Ahmad et al., 2017).
El primer método para medir la actividad de la ECA
fue propuesto entre 1968 y 1969 con el descubrimiento de la radiometría, donde
se utilizó el sustrato marcado de angiotensina I, la liberación de
histidina-leucina radiactiva actúa como indicador de actividad enzimática. De
manera similar se desarrollaron otros métodos, basados en la determinación de
histidina-leucina con el método fluorimétrico sobre diferentes sustratos.
Posteriormente se desarrolló un método para la medición de la actividad
inhibitoria de la ECA utilizando como sustrato al
o-aminobenzoilglicina-p-nitrofenilalanilprolina para ser hidrolizado a
o-aminobenzoilglicilo. Al mismo tiempo se desarrolló también el método a través
de espectrofotometría utilizando hipuril-histidil-leucina (HHL) como sustrato y
un reactivo colorimétrico de ácido hipúrico (HA), es decir,
2,4,6-tricloro-s-triazina (TT). Recientemente para el año 1991 algunas
investigaciones informaron sobre el uso del tripéptido furanacriloilo (FA-PGG)
o benzoil-[I-14C] glicil-L-histidil-L-leucina como sustrato. Inicialmente todos
estos métodos fueron utilizados para medir el efecto inhibitorio de sustancias
puras, no se habían utilizado para muestras que contienen compuestos múltiples
como extractos de plantas. Es así que hasta el año 2007 es publicada una
investigación donde estos métodos fueron aplicados utilizando como sustrato al
3-hidroxibutirilglicil-glicil-glicina (3HB-GGG) (Ahmad et al., 2017).
Método de Cushman y Cheung
Método colorimétrico que se fundamenta en la
utilización del sustrato HHL, el cual es hidrolizado por la ECA en medio de
ácido hipúrico (HA). La HA se mide utilizando un espectrofotómetro UV-Vis, lo
cual se traduce en la actividad de la ECA. Cuando hay presencia de un inhibidor
de esta enzima, se reducirá la concentración de HA formado por lo que la
absorbancia decrece (Cushman & Cheung, 1971). El éxito de este método
depende de la eficiencia en la separación de HA y el sustrato HHL, por lo que
se han propuesto; a) Utilizar ácido 4-(2-hidroxietil)-1-piperazinetanosulfónico
(HEPES) para detener la reacción y cloruro cianúrico en 1,4-dioxano para
generar color medido a una longitud de onda de 405 nm mediante fotómetro de
línea espectral; b) Agregar o-ftaldialdehído que hidroliza el sustrato, la
hidrolisis de histidina-leucina se mide a 495 nm de longitud de onda de emisión
y 365 nm de excitación (Oliveira et al., 2000); c) Uso de Cloruro de benceno
sulfonilo (BCS) como reactivo de color en presencia de quinolina (denominado
método de espectrofotometría visible BSC) o modificado a la utilización de un
lector de placas de micro titulación (Chen et al., 2013).
Método Holmquist
Se basa en el espectro de absorción azul producido en
la hidrólisis del sustrato dando como producto, glicilglicina y
furanocril-fenilalanina por la acción de la ECA, la coloración resultante se
mide a 328 y 352 nm (Li et al., 2012; Murray et al.,
2004). Se utiliza
EDTA para detener la reacción enzimática (Murray et al., 2004).
Método Elbl y Wagner
Este método se basa en el uso del tripéptido dansil
marcado con cromóforo y fluoróforo triglicina como sustrato, que es dividido
por la ECA en dansilglicina y diglicina. Otros autores reportan una
modificación a este método, en el que el sustrato hipúrico-glicina-glicina es
hidrolizado por la ECA y reacciona con ácido trinitrobencenosulfonato para
formar 2,4,6-trinitrofenil-glicina-glicina que pueden ser separados por HPLC (Castro et al., 2000).
Método Lam
Este método se basa en el uso del 3HB-GGG como
sustrato en cual es hidrolizado para dar como productos el aminoácido
Gli-Gli-Gli y el ácido 3-hidroxibutirico (3HB) por la ECA. Posteriormente el
3HB puede ser medido utilizando el F-kit. Este método es más sensible, rápido y
preciso. Adicionalmente se implementó una modificación, empleando la sal de
tetrazolio (WST1) para detectar la formación de 3-hidroxibutirato. En la
actualidad se comercializa el kit ACE-WST1 (Ahmad et al., 2017). Aunque estos métodos fueron
propuestos para estudio de la eficiencia de nuevos fármacos en el tratamiento
de la hipertensión, en la actualidad han resultado altamente eficientes para
estudiar también la eficiencia de compuestos puros o extractos de fuentes
vegetales con resultados prometedores. Guerra et al., (2014), evaluaron el potencial
antioxidante y antihipertensivo de péptidos, obtenidos a partir de los
hidrolizados de frijol mungo (Vigna radiata). El efecto antihipertensivo fue
medido a través de la determinación de la actividad de la ECA en suero,
mediante hidrolisis enzimática del furilacriloil–L–fenilalanil–glicil–glicina
(FAPGG) a furilacriloil–L–fenil (FAP) y glicil–glicina (Gly–Gly). Un año
después Cú-Cañetas et al., (2015), evaluaron la inhibición de la
enzima convertidora de angiotensina-I (ECA-I) in vitro por fracciones
peptídicas provenientes de la hidrólisis enzimática del concentrado proteico de
Vigna unguiculata. La evaluación se realizó utilizando una reacción
colorimétrica del ácido hipúrico con TT, tomando lecturas a 382 nm de
absorbancia. La actividad de inhibición de la ECA se expresó como porcentaje. Vera-Valle (2017), desarrolló un yogur bebible
reducido en azúcar enriquecido con péptidos bioactivos obtenidos a partir del
estudio del proceso de hidrólisis enzimática de proteínas de suero lácteo
utilizando papaína. Hicieron reaccionar hipuril-histidil-leucina (HHL) con la
ECA. La acción de la ECA es hidrolizar el HHL en su C-terminal, liberando ácido
hipúrico (AH). La inhibición se mostró con una reducción en la formación del
ácido hipúrico, el cual se cuantificó mediante cromatografía líquida de alta
resolución de fase reversa (RP- HPLC).
Uno de los últimos trabajos reportados sobre este
tema, es el de Díaz et al., (2021), quienes identificaron y
cuantificaron compuestos activos en el aroma del pepino dulce y evaluaron
también la actividad antihipertensiva in vitro de la fruta, utilizando el kit
enzimático ACE-Kit WST (Dojindo Laboratories, Kumamoto, Japón). La absorbancia
de las reacciones se midió a 450 nm.
TÉCNICAS in vivo PARA LA MEDICIÓN DE LA ACTIVIDAD
ANTIHIPERTENSIVA
La generación y búsqueda de nuevos tratamientos
farmacológicos es una búsqueda constante que a pesar del actual enfoque
molecular de la investigación los modelos animales siguen siendo cruciales para
proporcionar una comprensión unificada de cómo funcionan los medicamentos. Los
modelos animales representan un intento de imitar patologías asociadas con
estados de enfermedad humana (Bareño, 2020). La utilización de modelos
animales experimentales ha proporcionado valiosa información sobre muchos
aspectos de la HTA, incluyendo su etiología, fisiopatología, complicaciones y
tratamiento. Debido a que la etiología de la HTA es heterogénea, muchos de los
modelos experimentales con animales se han desarrollado para imitar las
diferentes facetas de la HTA humana (Balaszczuk & Lorena-Fellet,
2013). Los efectos
antihipertensivos de los compuestos de prueba pueden evaluarse utilizando
técnicas in vivo que están adaptadas para realizar screening iniciales (Bareño, 2020). Se ha utilizado un buen número
de modelos animales, prefiriéndose a la rata por varias razones como son su
relativo bajo costo, facilidad de manejo y porque frecuentemente la patología
que desarrolla es comparable a la de los humanos. Entre estos modelos, los más
frecuentemente utilizados son los que se muestran en la tabla 1 (Baños de MacCarthy, 2002).
Puesto que se trata de modelos de hipertensión, es
indispensable la medición de la presión arterial. Una de las maneras más
usuales de obtener esta variable es la de utilizar un manguito que se inserta
en la cola del animal y por medio de un esfigomanómetro se envía la señal a un
aparato, que puede ser un polígrafo o una computadora equipada con un programa
para capturar y procesar la información. Éste es un método no invasivo y se
practica en el animal consciente. Existen otros métodos invasivos en los cuales
se utilizan catéteres con sensores, que pueden implantarse y así obtener
medidas de la presión ambulatoria (Baños de MacCarthy, 2002).
Tabla 1.
Modelos animales para el estudio de la hipertensión (Baños
de MacCarthy, 2002).
Modelos
|
Manifestación clínica
|
Genéticos
|
Espontáneamente hipertensa (SHR)
|
Hipertensión esencial
|
Quirúrgicos
|
Coartación aórtica
|
HTA elevada, aterosclerosis
|
Riñón 5/6
|
HTA por nefropatía, uremia
|
HTA Goldblatt, reducción de masa renal
|
HTA por edad, nefropatía renovascular y elevación
de ANGIO II
|
Modelos 2K-1C, 1K-1C
|
HTA por vasoconstricción, elevación de ANGIO II y
volumen
|
Farmacológicos
|
Administración ANGIO II
|
HAS, nefropatía
|
Administración L-NAME
|
HAS, daño endotelial
|
Administración endotelina
|
HAS, daño endotelial
|
Administración alcohol
|
HAS, por alcoholismo crónico
|
Metabólicos
|
Hipertrigliceridémica
|
HAS, moderada, dislipidemia
|
DOCA + sal
|
HTA elevada, sensibilidad a sal
|
RATAS ESPONTÁNEAMENTE HIPERTENSAS (SHR)
Esta cepa genética de ratas hipertensas se obtuvo en
Japón al cruzar ratas con presión arterial elevada, con lo cual se logró una
línea genéticamente hipertensa. Este modelo proviene de una cepa de endocrías
(no transgénicas) y fue descrito hace muchos años. Estos animales adquieren su
HTA a los 7-10 días de vida, y llegan a tener valores de 200-210 mm Hg en la
adultez (Balaszczuk & Lorena-Fellet,
2013). Se piensa
que el mecanismo por el cual estas ratas desarrollan HTA tiene que ver con la
actividad del sistema renina-angiotensina central, aunque no se descarta que
tanto el sistema simpático como del óxido nítrico podrían estar alterados. El
SHR es un ''modelo de renina normal'' y su presión arterial es relativamente
sodio independiente. En la actualidad, ha habido un intenso debate sobre la
aplicabilidad de este modelo y su relación con HTA esencial humana. Parte de
este debate gira en torno al control normotenso apropiado para la cepa SHR, dado
que esta cepa fue originalmente derivada de colonias de ratas Wistar Kyoto
(WKy). Si bien este modelo es muy utilizado, posee algunas limitaciones en
cuanto a que todavía hoy se sigue discutiendo si las alteraciones genéticas en
el animal son análogas al humano (Balaszczuk & Lorena-Fellet,
2013).
Modelos quirúrgicos
Los procedimientos quirúrgicos realizados para
inducir la hipertensión consisten en tres modelos, reducir el calibre de la
aorta abdominal a la altura de la arteria renal izquierda o coartación aórtica;
ligadura de varias ramas de la arteria renal izquierda y posteriormente
nefrectomía derecha o uremia por reducción de masa 5/6 y colocación de un clip
en la arteria renal derecha para inducir hipertensión renovascular de dos
riñones y un clip (2K-1C) (Baños de MacCarthy, 2002).
Modelos farmacológicos
Entre los modelos farmacológicos, donde la
hipertensión es inducida por administración de compuestos hipertensógenos,
encontramos el que utiliza inhibidores de la síntesis de NO, como el L-NAME que
es un análogo de la L-arginina, precursora del NO, la endotelina, que como se
sabe es la sustancia vasoconstrictora más potente que se conoce, o la
angiotensina II (Baños de MacCarthy, 2002). El L-NAME es un inhibidor
irreversible de la enzima óxido nítrico sintasa (NOS) encargada de la
producción de óxido nítrico en el endotelio a partir de la L-arginina. La
inhibición de la NOS disminuye la producción de óxido nítrico (NO) ocasiona
vasoconstricción, aumento de la liberación de renina e hipertensión arterial (Ramírez et al., 2006).
La hipertensión inducida por L-NAME, se ha convertido
en uno de los modelos más atractivos de sobrecarga hemodinámica. En esta
hipertensión deficiente en NO, se inhibe la actividad de la NO-sintasa. La
menor producción de óxido nítrico está asociada con desarrollo de hipertensión
y remodelación estructural de la, aorta, riñón y cerebro. La disponibilidad
reducida de NO conduce a la hipercontractilidad de varias partes del lecho
vascular, particularmente la arteria renal; esto da como resultado una mayor liberación
de renina. La activación del sistema renina-angiotensinas junto con la
producción deprimida de NO se considera el principal trastorno neuro humoral
que participa en alteraciones hemodinámicas y estructurales en ratas tratadas
con L-NAME; los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina previenen
o revierten estos cambios. Ang II induce la remodelación de órganos
cardiovasculares variables a través del efecto vasoconstrictor aumentando tanto
la precarga como la poscarga y por su acción pro-proliferativa directa (Simko et al., 2018).
CONCLUSIÓN
Existe una gran cantidad de evidencia científica
derivada de estudios in vitro e in vivo que muestran el efecto
antihipertensivo tanto de compuestos fenólicos, saponinas y péptidos vegetales
o animales. Sin embargo, es importante investigar más a fondo los mecanismos de
acción o de las propiedades de las vías moleculares y bioquímicas específicas
involucradas. A la fecha, no se reportan estudios que revelen efectos
secundarios graves para estos compuestos, sin embargo, se requiere un mayor
número de estudios clínicos que permitan establecer su eficacia como
antihipertensivos nutracéuticos, ya sea solos o en combinación con
medicamentos, lo cual proporcionará pruebas sólidas sobre la eficacia de
utilizar los compuestos bioactivos como suplementos en pacientes hipertensos.
Esto es especialmente importante para la prevención en el desarrollo de la
enfermedad, ya que la HA sigue siendo una de las principales causas de muerte.
La biodisponibilidad de los compuestos bioactivos en el cuerpo humano es
también un tema que requiere especial atención y profundidad en su estudio. De
forma general se puede decir que es seguro incorporar saponinas, antioxidantes
y péptidos como suplementos de una dieta saludable para regular las etapas de
pre-hipertensión y contribuir a un mejor manejo de la hipertensión y demás
condiciones cardiovasculares relacionadas.
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