DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4795
Inteligencia emocional como soporte formativo para
el estudiante de licenciatura en idiomas
María Antonia Avalos Hernández
https://orcid.org/0000-0003-3266-6010
Rodolfo Hernández Gómez
https://orcid.org/0000-0001-6251-0418
Este artículo presenta los resultados de una investigación cualitativa realizada con estudiantes de la carrera Licenciado en Idiomas en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, en la cual se buscó conocer los conocimientos, circunstancias y percepciones de los alumnos en torno a la inteligencia emocional y su posible implementación durante su proceso formativo en la carrera. La muestra constó de 20 participantes de ambos campos disciplinares: Traducción e Interpretación y Docencia y el instrumento que se aplicó fue una entrevista semiestructurada. Los resultados indicaron que es necesario adoptar una instrucción en el marco de la educación emocional que permita a los aprendices de lenguas desarrollar estrategias de gestión para optimizar su desarrollo integral.
Palabras clave: afecciones mentales; coeficiente emocional; inteligencia emocional.
Correspondencia: mayi_21_13@hotmail.com
Artículo recibido 05 enero 2023 Aceptado para publicación: 26 enero 2023
Conflictos de Interés: Ninguna que declarar
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Cómo citar: Avalos Hernández, M. A., & Hernández Gómez, R. (2023). Inteligencia emocional como soporte formativo para el estudiante de licenciatura en idiomas. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(1), 4706-4717. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4795
Emotional Intelligence as training support
for the language bachelor student
This article presents the results of a qualitative research carried out with students of the Bachelor of Languages program at the Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, in which it was sought to know the knowledge, circumstances and perceptions of the students regarding emotional intelligence and its possible implementation during their training process in the career. The sample consisted of 20 participants from both disciplinary fields: Translation and Interpreting and Teaching and the instrument that was applied was a semi-structured interview. The results indicated that it is necessary to adopt an instruction within the framework of emotional education that allows language learners to develop management strategies to optimize their integral development.
INTRODUCCIÓN
Son muchos los estudios que se han llevado a cabo para analizar los factores con más relevancia dentro del desarrollo académico de un estudiante. En un principio, las investigaciones giraban mayormente en torno a los aspectos cognitivos del ser humano, pero estas ideas pronto se encontraron insuficientes para dar respuestas a las distintas dificultades que pueden surgir dentro del estudio de alguna disciplina. Así, se empezaron a estudiar otros componentes del funcionamiento cerebral, ahora desde una perspectiva centrada en las emociones.
Respecto a lo anterior, se debe señalar que el sujeto entiende e interpreta el mundo con base en su experiencia y en el contexto en el que se desarrolla, por lo que se requiere que los universitarios tengan una formación integral y que puedan desarrollar un aprendizaje autónomo, pues es muy probable que deban seguir educándose toda su vida (Crispín, 2011). Por ello, el profesor debe orientar para que el estudiante desarrolle un conjunto de capacidades intelectuales y socio-afectivas para continuar aprendiendo toda su vida y tomar consciencia de sí mismo, sus motivaciones, capacidades y posibilidades.
En este sentido, dentro de las investigaciones sobre aprendizaje en universitarios, se pueden encontrar aspectos afines o pertenecientes a la cuestión psicológica del aprendiz, como lo son las emociones como parte influyente del comportamiento del estudiante (Santos, 2015; Cazalla-Luna y Molero, 2014).
Algunas de estas investigaciones se han enfocado de hecho en la evaluación de la salud mental en los estudiantes y la clara relación entre este tipo de población y los trastornos mentales (Silva y De la Cruz, 2017; Chau y Vilela, 2017; Baader et al., 2014; Antúnez y Vinet, 2013; Micin y Bagladi, 2011), planteando que durante esta etapa puede existir una predisposición para que en el ser humano surjan distintas afecciones mentales con alta incidencia en su proceso de aprendizaje.
En esta vertiente, se han desarrollado incluso este tipo de estudios sobre la influencia de las emociones en el entorno del aprendizaje de idiomas, dado el carácter social y la unión a un estado de comunicación participativo del estudiante que tal campo posee (Díaz et al., 2017; Méndez, 2016; Madrigal y Vargas, 2014). En otras palabras, se ha manifestado que las disciplinas con más dependencia de la interacción social pueden conllevar una mayor incidencia de afecciones emocionales perjudiciales para los estudiantes y el campo de lenguas es una de ellas.
Por ende, la relación entre el aprendizaje de lenguas extranjeras en un grado universitario, alterada en cierta medida por aspectos socio-afectivos y el aprendizaje óptimo para un desarrollo integral es innegable. Por lo que, en observación de la realidad, se puede sugerir que a través de la relación dada entre dicho factor inherente al aprendizaje, el desarrollo máximo del alumno no se alcanza satisfactoriamente.
Además, en el caso particular de un estudiante de idiomas existe otro aspecto estudiado con mayor énfasis en este siglo: el filtro afectivo de Krashen (1982), el cual manifiesta que en el aprendiz de lenguas existe un filtro mental que puede ser activado cuando aspectos como la ansiedad, la motivación y la autopercepción son negativas en el estudiante. Este filtro no permite que todo el conocimiento que le es enseñado al alumno sea adquirido, ya que una parte importante se queda fuera del proceso de aprendizaje debido a estos factores.
No obstante, en el presente estudio no solamente se reflexiona sobre el aprendizaje de idiomas como tal sino el aprendizaje multidisciplinar en un nivel superior y su relación con la salud mental de los aprendices, ya que este conjunto de aspectos puede encontrarse en mayor medida en el nivel universitario, aunado a que la disciplina del contexto de este estudio se encuentra estrechamente ligada con la interacción social.
Ahora bien, para esta problemática se han contemplado soluciones relacionadas con la educación emocional en los estudiantes. La inteligencia emocional se puede definir como la habilidad para procesar la información emocional de modo que esta sea útil para el pensamiento humano y la conducta (Mayer et al., 2008, citados en Sarrionandia y Garaigordobil, 2017).
El parteaguas en el campo de la investigación en el que la inteligencia emocional tuvo una difusión mayor mediante la cual se planteó el plano emocional como algo inherente e incluso superior a lo cognitivo, y no al revés como se había señalado en estudios anteriores, fue con el trabajo de Goleman (1995, citado en Fernández, 2013). Así, se destacó que por sí mismos los factores cognitivos del ser humano no contribuyen a la felicidad, la motivación o el comportamiento, pues estos en realidad obedecen a factores emocionales y con ello el rendimiento académico aunado a un factor cognitivo positivo no se puede considerar un predictor de éxito profesional y vital.
Por lo contrario, la inteligencia emocional en un individuo sí puede contribuir a su adaptación social y académica, ya que facilita el pensamiento en todos los sentidos (Jiménez y López-Zafra, 2009), además de que las estrategias de regulación emocional son un soporte durante momentos de agotamiento emocional en los universitarios (Domínguez, 2016). Por ende, se puede considerar que la inteligencia emocional debe tener un valor aún más elevado en el desarrollo del ser humano que el coeficiente intelectual como sinónimo de éxito en cualquier ámbito de su vida.
Añadido a lo anterior, el autoconcepto de los estudiantes es una concepción sobre sí mismos que impacta en su conducta y es parcialmente establecida poco antes de ingresar a la educación superior, pero puede modificarse a partir de una serie de influencias resultantes de las experiencias que tienen en la universidad (Díaz et al., 2017).
Además, cabe recalcar que algunos de los factores que pueden incidir negativamente en el rendimiento escolar de los estudiantes universitarios se relacionan directamente con sus contextos familiares, como la situación económica, el soporte emocional y las circunstancias en general de este círculo. Al respecto, en el estudio de Torres y Rodríguez (2006) se demostró que hay una relación entre el apoyo de la familia y la ejecución académica de los alumnos, por lo que es preciso tomar en cuenta que el contexto influye de manera significativa y un inadecuado manejo de las emociones relacionadas por ello podrían afectar el desempeño de un individuo.
En suma, la inteligencia emocional alta se relaciona de forma positiva con el bienestar emocional y la salud mental, en tanto que los niveles bajos de inteligencia emocional conllevan problemas emocionales como ansiedad, depresión y estrés, así como dificultades en la personalidad y una tendencia a las conductas adictivas (Ahumada, 2011). Así, se podría afirmar que si los estudiantes universitarios cuentan con un manejo emocional adecuado, pueden afrontar de mejor manera las distintas situaciones humanas que resultan en afectos negativos y que por consecuencia dificultan el desempeño de los alumnos en cualquier circunstancia.
Por otro lado, específicamente en el campo del aprendizaje de lenguas, se ha constatado que una adecuada gestión de las emociones y necesidades propias y ajenas en el aula guiada por los docentes contribuye a superar ciertas barreras que pueden impedir un aprendizaje exitoso, ya que se refuerza la autocorrección positiva y así como la comunicación, evitando con ello la frustración de los alumnos antes las situaciones que pueden ser desagradables, como la equivocación delante de los compañeros o la dificultad para interactuar en el nuevo idioma (Madrigal y Vargas, 2014).
Asimismo, los estudiantes pueden tener dificultades para regular aspectos vinculados con su contexto de aprendizaje, en comparación con la gestión que pueden tener sobre aspectos cognitivos, motivacionales o comportamentales (Vaja y Paoloni, 2016). Es decir, los factores ambientales alrededor del alumno podrían complicar el proceso de aprendizaje al no existir un control sobre ellos y en consecuencia obtener una desregulación emocional.
Por todo lo anterior, se ha vuelto imprescindible aplicar estrategias que permitan a los estudiantes hacer una correcta gestión de sus emociones con el fin de orientar sus pensamientos y acciones de la mejor manera posible. Así también, la implementación de la educación emocional debe tomar en consideración las necesidades de los alumnos en materia de socialización y establecer principios en la enseñanza que promuevan el desarrollo integral en todos los aspectos humanos y no solo una instrucción académica rígida.
De esta manera, en el presente artículo se describen los resultados de un estudio acerca de la posibilidad de implementar la educación emocional como un soporte durante la formación del estudiante de la carrera Licenciado en Idiomas de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Para ello, se tomaron en cuenta las percepciones de los alumnos respecto a esta temática y sus consideraciones acerca de la inclusión de la inteligencia emocional como parte de un elemento de formación en la carrera. También se identificaron los conocimientos que los estudiantes tienen sobre este concepto y se pudo recabar información acerca de sus circunstancias al respecto.
Los resultados se presentan en orden siguiendo las categorías previamente establecidas y sintetizando los elementos generales de cada una de estas.
Estos resultados coinciden con lo mencionado por Ahumada (2011), ya que se pudo determinar que los estudiantes que señalaron tener carencias en su inteligencia emocional también mencionaron padecer afecciones mentales; es decir, una baja inteligencia emocional puede estar a la par de un malestar general en la salud mental.
Estos resultados pueden relacionarse con lo expuesto anteriormente. Por un lado, como señala Vaja y Paoloni (2016) los estudiantes pueden encontrarse con situaciones complejas en su ambiente de aprendizaje que no logran controlar, lo que ocasiona frustración si no cuentan con las herramientas de inteligencia emocional oportunas.
Por otro lado, no hay que olvidar que antes que estudiantes son seres humanos, lo cual conlleva que cada individuo puede llevar consigo un contexto familiar particular con situaciones, problemas y ambientes complicados que también inciden de manera negativa en el desempeño académico, tal y como indican Torres y Rodríguez (2006).
La salud mental en la educación no debe ser vista como un elemento complementario para asumir posturas pedagógicas, sino como la base de una enseñanza humanista que contemple a los individuos como seres emocionales cuyo funcionamiento en la sociedad depende completamente de una adecuada gestión emocional que permita también un adecuado proceso cognitivo y no al revés.
Desde esta perspectiva, el aprendizaje de los estudiantes de la carrera Licenciado en Idiomas puede ser mejorado a través de las aplicaciones de medidas de seguimiento en torno a la inteligencia emocional dentro de la educación, no como una medida de solución directa hacia la salud mental sino como un soporte que procure la funcionalidad de los alumnos de forma tal que puedan desarrollarse satisfactoriamente en su educación integral mediante la ayuda tanto externa como interna e incluso como una orientación sobre la oportuna atención clínica y la relevancia de la salud mental; por ende, este recurso debe ser visto como un trabajo en conjunto por todos los participantes del ámbito concerniente a la educación.
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