DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4960
Estilos de crianza positivos y tendencias de conductas prosociales
Maria Daniela Flores Muñoz
https://orcid.org/0000-0001-5435-948X
Juana Carolina Ordonez Merchan
https://orcid.org/0000-0003-0487-3952
Ángela Ximena Chocho Orellana
https://orcid.org/0000-0001-5453-0849
Universidad del Azuay
Cuenca- Ecuador
RESUMEN
El
objetivo del presente estudio fue identificar la relación que existe entre los
estilos de crianza positivos y las tendencias de conductas prosociales en
adolescentes. Se realizó un estudio metodológico cuantitativo, transversal, de
diseño no experimental basado en un modelo descriptivo y correlacional. La
muestra estuvo conformada por adolescentes de la ciudad de Cuenca, entre 13 a
17 años y sus padres de familia. Para la recolección de datos
se utilizaron los instrumentos PTMR y E2 P V.2. En los resultados se logró
identificar que existe correlación positiva directa entre los estilos de
crianza positivos y las tendencias de conductas prosociales. Los análisis
mostraron también que todos los estilos de crianza se relacionan directamente
con la conducta prosocial emocional e inversamente con la conducta
altruista. La investigación concluyó que la crianza positiva promueve el
desarrollo socioemocional y, por lo tanto, la presencia de conductas sociales
adecuadas en los adolescentes.
Palabras clave: conducta prosocial; estilos de crianza positivos; correlación; crianza positiva.
Correspondencia: [email protected]
Artículo recibido 15 enero 2023 Aceptado para publicación: 20 febrero 2023
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Cómo citar: Flores Muñoz, M. D., Ordonez Merchan, J. C., & Chocho Orellana, Ángela X. (2023). Estilos de crianza positivos y tendencias de conductas prosociales. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(1), 7235-7256. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.4960
Positive parenting styles and prosocial behavior trends
ABSTRACT
The aim of this work is to identify the existent relation between positive parenting styles and prosocial behavior tendencies in teenagers. The sample was made with teenagers from the city of Cuenca, aged between 13 to 17 years old, and their parents. The testers we used in order to get the data were PTMR y E2P V.2. The results showed that there is indeed a correlation in positive parenting styles and prosocial behavior tendencies in teenagers. The study identifies as well that all parenting styles are linked to emotional prosocial behaviors oppositely to altruist behaviors. According to this we conclude that positive parenting promotes social-emotional development and therefore the presence of appropriate social behavior in teenagers.
Keywords: prosocial behavior; adolescence; confirmation; positive parenting; positive parenting styles
INTRODUCCIÓN
Se define a la crianza como patrones adoptados por las familias que resultan relevantes, debido a que conforme con la teoría del aprendizaje social, la familia es el primer modelo social donde los hijos aprenden a convivir e interactuar con otras personas, es el medio a través del cual desarrollan ciertas herramientas que les permite solucionar de manare favorable conflictos y adaptarse soacialmente (Pérez et al., 2019).
La conducta parental guarda una intima relación con la crianza gracias a que esta tiene un impacto en el desarrollo emocional y social, así como cognitivo de niñas, niños y adolescentes. Estas conductas son dadas cuando los padres tienen un accionar disciplinario, lo que genera un clima educativo que puede ser protector o limitante (Córdoba, 2014). Los entornos y las relaciones positivas pueden afianzar el desarrollo en la adolescencia; en el caso de que estas experiencias sean negativas pueden llegar afectar de tal manera a la persona que se ve reflejado en su vida adulta. Es de suma importancia que se establezca un vínculo parental positivo en la niñez y adolescencia, el cual, constituya un pilar de apoyo y que, a su vez, sea flexible, ya que en esta etapa los adolescentes buscan independencia y autonomía (Skeen, 2021).
En este sentido, la crianza positiva es aquella relación que se establece entre los padres e hijos y está basada en el valor del respeto mutuo. En esta, los padres utilizan el cariño como base de la educación, ayudando a que los hijos se lleguen a relacionar de una manera adecuada y no de una forma violenta (Soto, 2020). Gómez y Contreras (2019) . Existen cuatro competencias parentales como parte de la crianza positiva: Vinculares, Formativas, Protectoras y Reflexivas, las cuáles serán detalladas posteriormente.
Las relaciones con los padres son fundamentales para la crianza, ya que en ellas se transmiten la forma de comunicación con los otros y se constituyen en un apoyo instrumental y emocional para el hijo (Rodrigo et al., 2004). Estas características ya mencionadas no solo ayudan a establecer normas sino, también, el cumplimiento de ellas, utilizando un razonamiento inductivo como disciplina, lo cual, facilita a que los hijos sean sociables, cooperativos y autónomos (Alonso y Román, 2005; Lila y Gracia, 2005). El uso de criterios y razonamientos se relaciona con el comportamiento prosocial y, en concreto, con la internalización moral (Hoffman, 1982, 1990; citado en Mestre et al., 2007).
Las conductas prosociales se han descrito como acciones de ayuda, cooperación y solidaridad, es decir, son conductas dirigidas principalmente en beneficiar a otros (Eisenberg et al., 2006). Compartir, proveer ayuda, consolar emocionalmente a otras personas, realizar actividades voluntarias de caridad ante las necesidades de los demás. Son conductas voluntarias y positivas para favorecer otras personas o un grupo determinado, su objetivo se basa en construir una sociedad psicológicamente sana, justa, equitativa y tolerante (Mestre, 2014).
Otra propuesta que define las tendencias prosociales es la de los autores Carlo y Randall (2002) quienes afirman las tendencias de la conducta prosocial están matizadas por factores motivacionales y situacionales, distinguiendo entre estas las siguientes: altruista, pública, emergencia, empática, anónima, emocional y obediencia.
Mestre et al. (2015), define de la siguiente manera las diferentes tendencias de conducta prosocial; a saber; Altruista: comportamientos destinados a beneficiar a otros sin expectativas de recompensa propia; a menudo, a un alto costo para uno mismo.
Pública: cuando los individuos ayudan frente a una audiencia.
Emergencia: la persona ayuda en crisis o situaciones de emergencia.
Empática: el individuo se interesa por los problemas de los demás.
Anónima: ayudar en beneficio de los demás sin que nadie lo sepa.
Emocional: ayudar a otros al encontrarse en situaciones emocionales.
Obediencia: acciones de ayuda a otra persona cuando dicha persona lo solicita.
(Mestre et al 2015, citado en Rodríguez, 2014).
Estilo de crianza positivo
Para entender el estilo de crianza positivo, se debe definir el concepto de crianza, que refiere una interacción entre organismos de varias generaciones con el objetivo de proporcionar recursos para asegurar la supervivencia, la reproducción, el cuidado y la socialización. En este sentido, el papel que cumplen los estilos de crianza positivos es el de ayudar a agrupar técnicas que son utilizadas por los padres con sus hijos y tienen éxito al aplicarse en la disciplina, en la socialización, y en el intercambio afectivo. Existen dos principios fundamentales que sustentan los estilos de crianza: demandas y capacidad de respuesta o responsividad (Baumrind, 1991, citado en Gaxiola et al., 2017).
Las demandas son solicitudes que hacen los padres a sus hijos en un esfuerzo por ayudarlos a convertirse en parte de la familia a través de la supervisión, medidas disciplinarias y acciones de confrontación cuando desobedecen; mientras que, la responsividad se conforma por las acciones que promueven la individualidad, la autorregulación y el autocontrol. La crianza positiva, de acuerdo con lo anterior, abarca las estrategias altas en demanda y en responsividad (Gaxiola et al.,2017).
Debido a esto, la crianza positiva ayuda a los hijos a sentirse personas importantes y valiosas, lo que traerá como consecuencia que sean desde niños seres felices, maduros, respetuosos, con habilidades y capacidades para resolver conflictos, así como seres humanos colaboradores y responsables consigo mismo y con los demás (Soto, 2020).
Conducta Prosocial
Para entender que es una conducta prosocial se enfatizara primero el concepto de definición de la prosocialidad la cual hace referencia al conjunto de rasgos de personalidad y disposiciones psicológicas de una persona como la amabilidad, empatía, solidaridad y ayuda a los demás; mientras que, las conductas prosociales hacen alusión a los comportamientos sociales particulares de una persona, por ejemplo, brindar ayuda a los demás (Montes de Oca Jan, 2021).
Otros autores definen la conducta prosocial como aquellas acciones voluntarias que se brindan sin buscar un beneficio propio es decir es la capacidad de ponerse en el lugar del otro(Romersi et al, 2011, citado en Pérez et al., 2019). La cual esta conprendida por el conjunto de rasgos de personalidad y disposiciones psicológicas de una persona como la amabilidad, empatía, solidaridad y ayuda a los demás.
Zacarías (2014) en su artículo científico titulado Prácticas Parentales, Empatía y Conducta Prosocial en Preadolescentes explica las tres dimensiones establecidas por Smithson et al (1983) respecto de la conducta prosocial, manifestando que “La primera, se refiere a la ayuda planeada versus la ayuda informal o no planeada. La segunda, contrasta la ayuda en situaciones serias y en situaciones no serias; y, la tercera incluye realizar la ayuda directa versus la ayuda indirecta”.
La relación que existe entre estilos de crianza positivos y conductas prosociales
Para algunos autores, la crianza positiva guarda íntima relación con la presencia de conductas prosociales en los hijos (Lee et al., 2010); mientras otros, señalan que estas prácticas de crianza influyen en el comportamiento tanto de niños como adolescentes. Este va a depender de dos factores: el primero, el contexto donde viven; y, el segundo, los rasgos idiosincrásicos (Murry et al., 2013, citado en Aguirre-Dávila, 2014).
Refieren también otros investigadores que la interiorización de valores que guía a todo ser humano durante su desarrollo facilita a que vayan integrando a la cultura y que se rijan al orden social. Por lo tanto, las prácticas de crianza llegan a ocupar un papel fundamental, ya que contribuyen a inculcar valores y normas que conducen al niño a ser considerado un adulto socialmente integrado en un futuro próximo (Grusec y Goodnow, 1994; Grusec, Goodenow y Kuczynski, 2000; Hoffman, 1990; citado en Mestre, et al., 2007).
Se ha demostrado que el apoyo de los padres, un entorno de acogida positivo, la sensibilidad a las necesidades de los niños, el afecto y la disciplina adoctrinada se relacionan positivamente con el desarrollo de la conducta prosocial y funcionan como un amortiguador contra la presencia de la conducta agresiva (Gómez, et al., 2019).
Además, este estilo de crianza juega un papel fundamental en el desarrollo de la conducta prosocial y las variables cognitivas y emocionales inciden en la conducta personal y las relaciones interpersonales, al mismo tiempo que promueven la adaptación e interacción social. Estas conductas tienen importantes implicaciones en la salud y el ajuste social de los individuos (Mestre,2014).
Autores como Caprara et al. (2005); Caprara et al. (2012); MartíVilar (2011), Mestre, Samper y Frías (2004); Richaud de Minzi (2005, 2011); Eisenberg et al., (2000); Eisenberg, Zou y Koller (2001); Mestre, Samper y Frías (2002); y Mestre et al., (2007) manifiestan que existen relaciones positivas entre los estilos de crianza y el desarrollo de conductas prosociales. Por lo tanto, la crianza positiva es predictora de la conducta prosocial en niños y adolescentes. Sin embargo, la efectividad para transferir y modelar conductas prosociales en los niños depende del tipo de disciplina, sistema de normas de crianza, patrones de atribución, sistema de valores familiares, aceptación de estilos de crianza, etc. Otros factores que inciden son, también, el modelado de los padres y la emotividad, predictores positivos de conducta prosocial y toma de decisiones morales.
Asimismo, Mestre et al. (2007) sugieren que el apoyo emocional y la compatibilidad constante de los padres son elementos de la crianza que se asocian positivamente con la empatía y el comportamiento prosocial en los hijos (Gómez et al., 2019).
Varias investigaciones han demostrado la relación entre las variables expuestas durante el texto. Por ejemplo, un estudio a nivel internacional es el realizado por los autores Morales et al. (2021) de Lima- Perú. El objetivo fue determinar la relación entre los estilos de crianza parental y la conducta prosocial en adolescentes. Para el efecto, la metodología que se usó fue cuantitativa, con una muestra de 202 estudiantes de entre 11 y 15 años, de un colegio privado de una provincia de Lima. Se empleó el Inventario de Comportamientos Prosociales y el Cuestionario de Percepción de los Estilos de Crianza (CRPBI-R). Los resultados mostraron que hay relación del estilo comunicativo con empatía y consuelo verbal (r=.15), escucha profunda (r=.24), servicio físico y verbal (r=.16), ayuda física (r=.33) y solidaridad (r=.21). Se concluye que hay una relación significativa directa y positiva entre el estilo comunicativo del padre, componente de la crianza parental y la conducta prosocial de los escolares (Morales et al., 2021).
Otro estudio: “Psychometric Evidence of a Multidimensional Measure of Prosocial Behaviors for Spanish Adolescents”, es una investigación realizada en España por los autores Mestre et al. (2014), que aplicó una metodología cuantitativa, donde se analizó una población de 1600 estudiantes entre 10 a 16 años. La conclusión a la que llegó el estudio fue que el desarrollo de la conducta prosocial depende de una multitud de factores interrelacionados, tales como: biología, cultura, familia, escuela, rasgos de personalidad, entre otros. Es decir, la conducta prosocial está mediada o determinada por numerosos factores situacionales y de personalidad.
Dentro de la formación académica en la carrera de Psicología Clínica se estudia cómo el ser humano aprende ciertas conductas. Las prácticas parentales juegan un papel importante en el desarrollo de valores internos del individuo, porque le permite absorber criterios, valores culturales en el orden social resultante y normas que hacen del niño un adulto socialmente integrado con estabilidad emocional y social.
En los últimos años, la investigación sobre el desarrollo de conductas sociales positivas en niños y adolescentes de ha convertido en una área floreciente de investigación en ciencias sociales(Gómez, 2019).
Por lo tanto, la investigación pretende determinar la relación que existe entre los estilos de crianza positivos y el comportamiento prosocial en adolescentes entre 13 a 17 años. Para lograrlo, se evaluarán los estilos de crianza positiva en adolescentes a través de la escala de parentalidad positiva; seguido a ello, se indagarán las tendencias de conducta prosocial, para finalmente, describir la relación existente entre estilos de crianza positiva y tendencias de conductas prosocial en adolescentes.
METODOLOGÍA
El estudio tiene un enfoque metodológico cuantitativo- transversal; el diseño es no experimental de tipo descriptivo y correlacional. La investigación busca la relación existente entre los estilos de crianza positiva y las tendencias de conducta prosocial.
Para el estudio se cuenta con una población de adolescentes de edades entre 13 a 17 años. El muestreo fue de tipo no probabilístico, por lo tanto, para la selección de participantes se consideraron ciertos criterios de inclusión:
§ Edad correspondiente entre 13 a 17 años.
§ Estudiantes que tengan el consentimiento informado aprobado por el representante.
§ Jóvenes que firmaron el asentimiento informado para participar en el estudio.
Finalmente, la muestra estuvo conformada por 16 adolescentes mujeres, 14 varones y sus representantes que corresponden a 30 personas, de una unidad educativa fiscal del distrito norte, perteneciente a la Coordinación Zonal 6 de Educación
INSTRUMENTOS
Los instrumentos de investigación utilizados fueron los siguientes: Medida de Tendencias Prosociales Revisada (PTM-R) de los autores Carlo et al., (2003) y adaptado por Mestre et al., (2015). Esta herramienta permitirá conocer la conducta prosocial. Para el efecto, se evaluarán cinco diferentes dimensiones del comportamiento prosocial a través de 21 ítems. Las respuestas se puntúan en una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta, a saber:
1 = no me describe bien,
2 = me describe un poco,
3 = me describe bastante bien,
4 = me describe bien y
5 = me describe muy bien (Carlo et al., 2003).
El sujeto debe describir su propio comportamiento en una variedad de situaciones que reflejan diferentes modalidades de comportamientos prosociales, a saber:
§ La dimensión emocional es evaluada a través de 5 ítems y se representan en situaciones emocionalmente evocadoras (“Me hace sentir bien cuando puedo consolar a alguien que está muy alterado”);
§ La dimensión altruista, evaluada a través de 4 ítems, describen situaciones de ayuda a otros con poca o ninguna recompensa directa y explícita percibida para uno mismo: los ítems son inversos en esta escala (“Creo que dar cosas o dinero resulta mejor si obtengo algún beneficio”); el comportamiento prosocial de obediencia o conformidad evaluado a través de 2 ítems que describen situaciones de ayuda a otros cuando lo solicitan (“No dudo en ayudar a la gente cuando me lo pide”);
§ La dimensión emergencia evaluada por 3 ítems, muestran conductas de ayuda bajo situaciones de emergencia o situaciones de crisis (“Tiendo a ayudar a la gente que está gravemente”);
§ La dimensión pública, como aquel comportamiento que tiene la intención de beneficiar a otros en presencia de los demás (“Puedo ayudar mejor a otras personas cuando la gente me está mirando”), es evaluada por medio de 3 ítems;
§ Por último, la dimensión prosocial anónima es la tendencia de ayudar a otros sin el conocimiento de la gente, se evalúa mediante 4 ítems (“Tiendo a ayudar a quien lo necesita cuando ellos no saben quién les ayuda”). El alfa de Cronbach en la escala adaptada para este estudio oscila entre. 20 y .74.
Escala de Parentalidad Positiva (E2P)
Según el manual de Escala de Parentalidad Positiva de Gómez y Contreras (2019) se trata de un instrumento bifocal cuyos objetivos principales son: incitar procesos comprensivos y sanadores; y, conocer las necesidades de los cuidadores para desarrollar una parentalidad más sensible.
El test está organizado en 4 factores; esto permite entender cómo se distribuyen las competencias en un sistema de cuidado, no desde una unidad de cuidado sino más bien en un contexto. Hace comprensible ciertos aspectos como: el desamparo en el cual se sienten muchos padres y cuidadores, lo que da sentido a la existencia de este tipo de herramientas; aparte, permite pensar los roles y funciones parentales ya que no son roles restringidos de quienes tienen la titularidad de padre o madre sino más bien son funciones de cuidado que se distribuyen en un sistema, el cual, interactúa con la cultura, costumbres, momentos históricos y políticos.
Por otro lado, mide prácticas parentales que son interpretadas en un esquema de competencias parentales. El supuesto teórico que hay detrás es que la práctica de crianza es una manifestación conductual de un sistema de creencias y actitudes, sostenidas en un contexto que le dan sentido y posibilidad; de esta forma, dichas prácticas son interpretadas en un esquema de competencias parentales como: Vinculares, Formativas, Protectoras y Reflexivas.
Competencias parentales vinculares: Están basadas en el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de crianza que favorecen la relación psicológica y emocional con los hijos, regulando el estrés y sufrimiento; de esta manera, protegen la salud mental y promueven un estilo adecuado de desarrollo socioemocional a lo largo de la vida. Los componentes de esta categoría son los siguientes: observación y conocimiento sensible, interpretación sensible o mentalización, regulación de estrés, calidez emocional e involucramiento cotidiano. Por ejemplo, los ítems que se utilizan para evaluar esta competencia se presentan de la siguiente manera: Logro comprender los miedos propios de la edad de mi hijo/a (ej., cuando teme a la oscuridad, a extraños, a monstruos, a animales, al agua, a disfraces, etc.).
Competencias parentales formativas: Son el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de crianza que organizan el entorno de aprendizaje, tanto físico como psicológico, ajustando el tipo y duración de las experiencias, objetos, espacios y actitudes para favorecer la exploración, aprendizaje y socialización de los hijos. Los siguientes componentes de esta categoría son: organización de la experiencia, autonomía progresiva, mediación del aprendizaje, disciplina positiva y socialización. Por ejemplo: organizo las salidas o paseos respetando las necesidades básicas de mi hijo/a (ej., respeto su hora de siesta, procuro que no sea un lugar muy estresante para él/ella, etc.).
Competencias parentales protectoras: Se definen como el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de crianza para crear ciertas condiciones en el desarrollo y disminuir las fuentes de estrés tóxico; de otro modo, esto ayuda a resguardar las necesidades, garantizando sus derechos protegiendo su integridad física, emocional y sexual. Los siguientes componentes son: garantías de seguridad física, emocional y psicosexual, construcción de contextos bien tratantes, provisión de cuidados cotidianos, organización de la vida cotidiana, conexión con redes y búsqueda de apoyo social. Por ejemplo: Intento que mi hijo/a no presencie discusiones familiares (ej., cuando discuto con mi pareja u otros miembros de la familia, no lo hago frente a él, etc.).
Competencias parentales reflexivas: Son el conjunto de conocimientos, actitudes cotidianas de parentalidad y crianza que permiten organizar la propia experiencia de parentalidad, monitoreando las prácticas parentales actuales y evaluando el curso de desarrollo de los hijos, con la finalidad de retroalimentar y enriquecer las otras áreas. Sus componentes son: construcción de un proyecto familiar, anticipación de escenarios relevantes, monitorear influencias y meta parentalidad, historización de la parentalidad y autocuidado parental. Por ejemplo: Me preparo para los momentos difíciles que vendrán en esta etapa de crianza (ej., caída de dientes de leche, exigencias escolares mayores, etc.).
Por último, en el Manual de Escala de Parentalidad Positiva puede ser administrado mediante formato de papel o electrónico. El cuestionario toma en promedio 15 a 20 minutos para personas con un nivel básico de alfabetización y comprensión lectora, el cual, consta de 60 ítems para todos los rangos de edad, salvo la versión de 8- 12 años y la de 13-17 años, las cuales, tienen 56 ítems. Cada ítem cuenta con 5 opciones de respuesta que van desde: Nunca, Casi Nunca, A Veces, Casi Siempre y Siempre.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
A continuación, se presentan los principales resultados de los análisis descriptivos y correlacionales entre las variables evaluadas, en función de la pregunta que guía este trabajo ¿Cuál es la relación entre estilos de crianza positivos y tendencias de la conducta prosocial en adolescentes de 13 a 17 años?
3.1 En la tabla 1 se presentan datos correspondientes a factores sociodemográficos de la población evaluada.
Tabla 1. Distribución de la muestra según variables sociodemográficas
Variables |
Categorías |
Frecuencia |
Porcentaje |
Sexo |
Femenino |
16 |
53,3 % |
Masculino |
14 |
46,7 % |
|
Edad |
13 años |
3 |
10,0 % |
14 años |
1 |
3,3 % |
|
15 años |
6 |
20,0 % |
|
16 años |
16 |
53,4 % |
|
17 años |
4 |
13,3 % |
|
media= 15,57 años ; DE: 1,10 años |
|||
Nivel educativo |
Octavo de básica |
2 |
6,7 % |
Noveno de básica |
2 |
6,7 % |
|
Primero de Bachillerato |
2 |
6,7 % |
|
Segundo de Bachillerato |
22 |
73,3 % |
|
Tercero de Bachillerato |
2 |
6,7 % |
|
Discapacidad |
Si |
1 |
3,3 % |
No |
29 |
96,7 % |
|
Total |
30 |
100 % |
Fuente: Las autoras (2022)
El estudio está conformado por una muestra de 30 estudiantes, el 53.3 % son de género femenino. La edad estuvo en el rango de 13 a 17 años con una media de x̄= 15,57 años, siendo la edad más frecuente los 16 años (53,4 %). El 73,3 % de los estudiantes pertenecían a segundo de bachillerato; mientras que, solo el 3,3 % presentó alguna discapacidad. Dicha discapacidad fue de tipo auditiva leve, lo cual, no causó dificultad de compresión en la prueba.
3.2 Análisis de resultados descriptivos de la Escala de Parentalidad Positiva
En la tabla 2 se muestran datos estadísticos descriptivos según las competencias parentales evaluadas.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos según las competencias parentales
Estadísticos |
Vinculares |
Formativas |
Protectoras |
Reflexivas |
Mean |
43,13 |
44,87 |
41,00 |
41,73 |
Std.Dev |
9,96 |
10,6 |
9,26 |
10,8 |
Min |
5 |
6 |
7 |
12 |
Q1 |
39 |
42 |
36 |
36 |
Median |
45 |
46 |
43,5 |
42,5 |
Q3 |
50 |
52 |
47 |
51 |
Max |
55 |
58 |
52 |
56 |
IQR |
11 |
9,75 |
10,75 |
14,25 |
CV |
0,23 |
0,24 |
0,23 |
0,26 |
Fuente: Las autoras (2022)
De acuerdo con los resultados obtenidos se observa que las puntuaciones promedio de las competencias parentales estuvieron cercanas entre sí, siendo las competencias formativas con mayor promedio en la muestra con un puntaje de 44,87; esta forma de crianza se basa en la disciplina positiva y la sociabilización.
Además, la prueba reflejó un menor promedio en la escala protectora con un puntaje de 41,00. Este estilo de crianza que es basado en actitudes y prácticas cotidianas para crear condiciones en el desarrollo y disminuir los orígenes de estrés tóxico son poco comunes en nuestro estudio.
3.3 Análisis de resultados descriptivos de las tendencias prosociales PTM–R
En la tabla 3 presentamos los resultados descriptivos relevantes encontrados en la aplicación de la prueba PTM-R.
Tabla3. Estadísticos descriptivos según tendencias prosociales
Estadísticos |
Altruista |
Anónimo |
Emergencia |
Emocional |
Obediencia |
Pública |
Mean |
3,48 |
2,78 |
2,84 |
3,28 |
3,33 |
2,39 |
Std,Dev |
0,82 |
0,66 |
0,64 |
0,71 |
1,06 |
0,85 |
Min |
2 |
1,25 |
1 |
2 |
1 |
1 |
Q1 |
2,75 |
2,5 |
2,67 |
2,75 |
2,5 |
2 |
Median |
3,5 |
2,75 |
2,83 |
3,38 |
3,5 |
2,33 |
Q3 |
4,25 |
3,25 |
3,33 |
3,75 |
4 |
3 |
Max |
4,75 |
4 |
4 |
5 |
5 |
4,33 |
IQR |
1,44 |
0,75 |
0,67 |
0,94 |
1,38 |
0,92 |
CV |
0,24 |
0,24 |
0,22 |
0,22 |
0,32 |
0,36 |
Fuente: Las autoras (2022)
De acuerdo con los resultados obtenidos, las tendencias prosociales de mayor puntuación promedio con 3,48 fue la tendencia prosocial altruista, la cual, tiene que ver con comportamientos de ayuda a otros, con poca o ninguna recompensa directa para el sujeto que la realiza; seguida por la conducta prosocial emocional con 3,28 y obediencia con 3,33; en tanto que, el promedio más bajo se presentó en las tendencias públicas con 2,39 puntos. Concluyendo, por lo tanto, que los participantes presentan en menor grado la intención de ayudar a otros en una situación pública.
3.4 Correlación entre estilos de crianza positiva con tendencia de conductas prosociales
A continuación, se muestra la asociación de las variables estudiadas mediante el método estadístico de correlación de Pearson.
Tabla 4. Coeficiente de correlación de Pearson entre las competencias parentales positivas y las tendencias prosociales
Vinculares |
Formativas |
Protectoras |
Reflexivas |
|
Altruista |
-0,135 |
-0,229 |
-0,267 |
-0,203 |
Anónimo |
0,044 |
-0,103 |
-0,090 |
-0,138 |
Obediencia |
-0,039 |
-0,094 |
-0,021 |
-0,114 |
Emergencia |
0,076 |
-0,073 |
-0,068 |
-0,063 |
Emocional |
0,285 |
0,285 |
0,371 |
0,283 |
Pública |
-0,054 |
-0,016 |
0,001 |
0,034 |
Nota: Valor
Fuente: Los autores (2022)
Al analizar la relación entre las competencias parentales positivas y las tendencias de conductas prosociales, en la tabla 4 se detectó que las competencias vinculares se relacionan directamente con la conducta emocional (r = 0,285); la competencia formativa se correlaciona también directamente con la conducta emocional (r = 0,285) e inversamente con la conducta altruista (r = –0,229). Esto último quiere decir que, mientras mayor presencia de estilos de crianza positiva que promueven actitudes enfocadas en una conexión psicológica y emocional apoyadas en la disciplina positiva, se registra menor presencia de conducta altruista en los jóvenes.
En cambio, las competencias protectoras enfocadas en cubrir las necesidades del desarrollo se relacionan directamente con la conducta emocional (r = 0,371) e inversamente con la conducta altruista (r = –0,267), la cual, está basada en el bien desinteresado del otro a costa del interés propio. Finalmente, las competencias reflexivas se relacionan directamente con la conducta emocional (r = 0,283) e inversamente con la conducta altruista (r = –0,203).
Tabla 5. Pruebas chi-cuadrado para análisis confirmatorio según instrumentos
Instrumento |
Chi-2 |
P-valor |
Gdl |
Parentalidad positiva |
127,9711 |
3,43672e-25 (<0,001) |
6,0 |
PTM-R |
43,6338 |
0,0001254569 (<0,001) |
15,0 |
Fuente: Los autores (2022)
En la prueba chi-cuadrado para el cuestionario de parentalidad positiva y el test PTM-R se puede observar que, dado que el p-valor de la prueba chi-cuadrado es menor a 0,05, se rechaza la hipótesis nula; lo que significa que sí existen correlaciones significativas entre el estilo de crianza positiva y las tendencias de conductas prosociales en los adolescentes.
El objetivo del trabajo fue relacionar los estilos de crianza positivos y las tendencias de conductas prosociales en adolescentes entre 13 a 17 años de la ciudad de Cuenca, a través de análisis estadísticos descriptivos y correlacionales.
Basados en los estilos de crianza que los padres emplean con los jóvenes, la forma de educar y reforzar los valores sin violencia se puede decir que son primordiales para el modo de comportarse y actuar de manera prosocial con los demás. Las pláticas parentales sobre comportamientos apropiados han demostrado tener valor predictivo en la conducta prosocial de los hijos (Garner et al., 2008; citado en Zacarias, 2014).
La muestra permitió valorar el estilo de crianza practicado por los padres y cuidadores, caracterizado por la protección, formación, autonomía, en un ambiente armonioso, de apoyo emocional junto con normas y disciplina positiva, que explica la estrecha relación que guarda con las conductas prosociales en los jóvenes.
En este estudio, realizado a la población adolescente entre 13 a 17 años en la ciudad de Cuenca se evidenció que las tendencias prosociales de mayor puntuación promedio fueron: la altruista, la emocional, seguida de la obediencia; en tanto que, el promedio más bajo se presentó en las tendencias públicas. Estos resultados presentan concordancia con lo expuesto por Morales (2020), en el que se determinó que las variables prosociales relativas a la tendencia emocional y a la altruista obtienen los promedios más altos del estudio; y, la tendencia pública obtiene el menor puntaje promedio.
En función a las competencias parentales positivas, en este estudio se observó que las competencias formativas y vinculares obtuvieron el mayor promedio en la muestra, reflejando un menor puntaje en las competencias protectoras y reflexivas. Estos resultados coinciden y, a su vez, discrepan de Pinta et al. (2019) en el estudio relacional de estilos de crianza positivo y desarrollo de conductas emocionales, con una población correspondiente a la primera infancia, en el cual, se reflejó que la competencia reflexiva se encuentra liderando; luego, se encuentra la competencia formativa; posteriormente, se observa la competencia protectora y, finalmente, la competencia vincular.
Por otro lado, Quispe (2021) ejecutó un estudio con una muestra de adolescentes en Perú, para relacionar la influencia de la parentalidad positiva en la autoestima. Para evaluar la parentalidad utilizó el Manual de Escala de Parentalidad Positiva (E2P), en el cual, se encontró que, en las competencias formativas, vinculares y protectoras, los padres o cuidadores presentan puntuaciones bajas, que se puntúan como zona de riesgo, en función al poco de involucramiento que tienen con sus hijos; por lo tanto, no hay un apoyo emocional ni se promueve un apego seguro ni un desarrollo socioafectivo apropiado.
Al ser estos resultados diferentes a nuestro estudio podemos identificar que en esta investigación sí se promueven estilos de crianza positivos basados en la calidez emocional, respeto, aceptación, entre otras características que promueve un apego seguro y fomentan un ambiente de salud mental con bienestar para los niños y jóvenes.
A partir de las correlaciones entre las variables de esta investigación se identificó que las competencias parentales protectoras, vinculares, formativas y reflexivas se relacionan directamente con las tendencias prosociales emocionales; es decir, comportamientos destinados a favorecer a otros, en condiciones emocionalmente evocadoras. Para captar estas situaciones emocionalmente evocadoras, esta orientación prosocial enfatiza la importancia de la empatía. Cabe señar que en la adolescencia y en la edad adulta la empatía se considera un componente complementario de la dimensión prosocial(Rodríguez, 2014) y registran una relación inversa con lo altruista, lo que se asemeja con una investigación realizada por Del Toro (2015), donde los adolescentes mostraron tendencia hacia los niveles bajos en los factores de altruismo y toma de perspectiva.
Estos resultados indican que la mayoría de los adolescentes se describen con una capacidad baja para ponerse en el lugar del otro; lo explica que, si bien, padres o cuidadores tienen ya una formación que trata de promover y generar ciertas conductas positivas que establecen un bienestar común en el ambiente, estas no se verán replicadas exactamente en la formación altruista de sus hijos, ya que los jóvenes se enfocan más en generar su propio bienestar que establecer uno en su ambiente. En esto se coincide con Hoffman 2002), que reporta que la conducta parental es un modelo que refuerza la inclinación empática y que complementa su actuación con explicaciones sobre los sentimientos propios, enfatizando las similitudes con lo que sienten los demás (citado en Zacarías 2014).
Sin embargo, definir un factor específico que promueva las conductas prosociales se ha considerado muy complejo, debido a que estas están compuestas por varias dimensiones tales como: parentales, emocionales, personales, sociales, culturales, entre otras, por lo que estas dimensiones son independientes para cada persona y su estilo de crianza.
CONCLUSIONES
Las teorías que intentan explicar la conducta prosocial son variadas. En este estudio mencionamos la teoría del aprendizaje social, haciendo énfasis en la importancia que ejerce el medio en el que crecemos. (Pérez et al., 2019).
Los patrones de crianza adoptados en la familia, las creencias, costumbres, educación, etc., se convierten en el primer medio de socialización; (Pérez et al., 2019). Por ello, para un desarrollo de la conducta prosocial es muy importante las relaciones positivas que se establece entre padres e hijos como: el afecto, la comprensión, disponibilidad, apoyo emocional, respeto y comunicación asertiva (Gómez et al., 2019).
Respecto a los estilos de crianza positivos, este estudio nos permite mencinar la importancia de la competencia formativa, la misma que obtuvo el puntaje mas alto de la muesta, caracterizada por la estimulacion del aprendizaje, orientacion, guia y disciplina positiva, seguido de las competencia vincular, posteriormente la reflexivas y la competencia menor puntuada fue la escala protectora, que hace enfasis en garantías de seguridad física, emocional, psicosexual y la búsqueda de apoyo social.
En síntesis, la conducta prosocial es una forma de ayudar a los demás, realizar actividades voluntarias de ayuda ante las necesidades de otros con o sin beneficios propios. Por otro lado, la crianza positiva se enfoca en el respeto a los hijos, en criar con amor y no usar violencia.
El estudio que se llevó a cabo fue enfocado en tres objetivos específicos, relacionados con la búsqueda bibliográfica, recolección de información y el análisis de correlacional de las variables.
Los resultados obtenidos demostraron que las prácticas de crianza positiva, relacionadas con el apoyo emocional y la promoción de la autonomía juegan un papel fundamental en el desarrollo del comportamiento prosocial de los adolescentes.
Se detectó, además, que las competencias parentales evaluadas, tales como: vinculares, formativas, protectoras y reflexivas se relacionan directamente con la conducta prosocial emocional e inversamente con la conducta prosocial altruista.
Los estilos de crianza positivos ejercidos por los padres o cuidadores, se asocian a las conductas prosociales emocionales en vista de que los adolescentes muestran una alta capacidad de empatía conductas destinadas a beneficiar a otros en situaciones emocionalmente evocadoras. Cabe destacar la capacidad empática de los adolescentes evaluados, debido a que está es considerada una variable esencial para el desarrollo de la conducta prosocial emocional.
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