Las Caravanas Migrantes Nueva Modalidad de la Migración

 en la Frontera Sur

 

Itzel Guadalupe Cruz García

[email protected]

Egresado de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco  

 

Jesús Antonio Ramos Ferrer.

[email protected]

Doctor en Derecho Penal.

División Académica Multidisciplinaria de los Ríos

de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Tenosique - México.

RESUMEN

El año 2018 el fenómeno migratorio en la ruta sur- norte del continente americano se agudizó debido a que ciudadanos de países de Centroamérica se conjuntaron para migrar en grupos, estos eran numerosos que se autonombraron “caravanas”. Esta circunstancia se generó como una forma de irrumpir dentro de México de manera tal que las autoridades encargadas de verificar el status migratorio de aquellos que pretendieran ingresar al país se vieran rebasados impidiendo o disminuyendo su capacidad para contenerlos y registrar su estancia. Estas “caravanas” lograron internarse socavando los puertos fronterizos existentes en la frontera sur del Estado de Chiapas irrumpiendo de manera violenta destruyendo las puertas de entrada de dichos puertos fronterizos, valiéndose del número de personas que conformaban en las caravanas y del pequeño número de personas que custodian la entrada. Esto rebaso al personal del Instituto Nacional de Migración que no pudo realizar su labor, ni contener la entrada de hombres, mujeres y niños que en algunos casos emprendían el viaje no acompañado.

Palabras clave: violencia, grupos vulnerables, nuevas tendencias migratorias

 

 

 

 

 

Migrant Caravans New Modality of Migration

on the Southern Border

ABSTRACT

In 2018, the migratory phenomenon on the south-north route of the American continent was exacerbated because citizens of Central American countries combined to migrate in groups, these were numerous that called themselves “caravans”. This circumstance was generated as a way to break into Mexico in such a way that the authorities responsible for verifying the immigration status of those who wanted to enter the country were overcome by preventing or decreasing their ability to contain them and register their permanency. These “caravans” managed to enter undermining the existing border ports on the southern border of the State of Chiapas, violently breaking down the entrance doors of these border ports, using the number of people that formed in the caravans and the small number of people who they guard the entrance. This exceeded the staff of the National Migration Institute who could not carry out their work, nor contain the entry of men, women and children who in some cases undertook the unaccompanied trip.

Keywords: Violence, Vulnerable Groups, New Migration Trends.

 

Artículo recibido: 05 de Mayo 2021

Aceptado para publicación: 20 de Junio 2021

Correspondencia:  [email protected]

    Conflictos de Interés: Ninguna que declarar

 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN.

Si bien la migración en la región centroamericana es un elemento constitutivo de su historia, a partir de la década de los ’70 y hasta 1990, se produce un parteaguas en los procesos de movilidad humana de la región. Derivadas de los diferentes procesos de «liberación nacional» que después se convirtieron en guerras civiles en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, se sabe de alrededor de 130 mil desplazados de guerra que huyeron en calidad de refugiados o asilados políticos al norte de su propio continente, pero también hacia Europa y Oceanía.

Después de las guerras, todas las cuales terminaron con firmas de tratados de paz en la década de los ’90, llegó el momento de «reorganizar» los Estados. Las narrativas con que se implementó dicha «reorganización» fue el neoliberalismo, por un lado, y la cooperación al desarrollo, por el otro; narrativas que se amalgamaron a través del relato de la «transición a la democracia». Desde entonces y hasta ahora, a través de estos dispositivos discursivos, la economía y en buena parte las decisiones políticas en Centroamérica han sido administradas con la injerencia de empresas norteamericanas y europeas, además de algunas empresas de capital mexicano que también participan en el proceso de acumulación por desposesión. (Varela Huerta, A, cap. 11,12 2016)

La frontera sur mexicana es la puerta de entrada por excelencia de todos aquellos que requieren llegar a los Estados Unidos. Las carreteras mexicanas de los Estados del sureste son las vías por las cuales se desplazaban los migrantes en años previos, sus objetivos eran llegar al norte en la frontera, sin embargo, ante el recrudecimiento de la política migratoria de los Estados Unidos, la deportación de personas se intensificó durante el mandato del Presidente Trump de la Nación norteamericana. Esta circunstancia ha producido desasosiego en muchas poblaciones que teniendo motivos diversos para migrar emprenden el viaje hacia el norte del continente con el propósito de ingresar a Estados Unidos de América de la forma que sea. (Tuirán, 2018, p. 11)

Muchos migrantes ante estas nuevas circunstancias han explorado otras opciones para poder escapar de la realidad de sus países por lo que, con el cambio de gobierno en México y las declaraciones del Presidente de la República en el sentido de que México practicaría una política migratoria de puertas abiertas vislumbraron una oportunidad para establecerse en la nación azteca.

Sin embargo, el eje central de este trabajo detecta que si bien, algunos lugares de la frontera sur mexicana estaban acostumbrados a tener poblaciones migrantes, habitantes locales de Chiapas y Tabasco, han experimentado nuevas formas de ingresar por parte de los migrantes, en especial del Triángulo norte de Centroamérica donde las poblaciones huyen de la violencia, la marginación y la pobreza, esto, derivó inicialmente en una salida de grupos numerosos de personas provenientes de Honduras, quienes entraron de forma súbita por la frontera de Tapachula, excediendo el control de las autoridades fronterizas mexicanas establecidas allí, ingresando de manera violenta, agrediendo a las autoridades con palos, machetes o diversos instrumentos que causan daños de tal manera que se perdió el control y no hubo manera de retenerlos ya que eran demasiados migrantes.

OBJETIVOS Y METAS.  

Reunir la información necesaria para que el lector pueda informarse y tenga un panorama amplio de esta modalidad masiva de migración.

Recabar datos importantes para la historia de caravanas de migrantes por los que atraviesa nuestro país.

Concientizar al lector el trabajo que desarrollan los albergues y defensores de migrantes y activar una respuesta solidaria de la sociedad a no hacer de las migrantes víctimas de discriminación, maltratos.

MATERIALES Y MÉTODOS.

Este trabajo se ha realizado empleando el método deductivo, utilizando técnicas de recopilación de información de artículos científicos de algunos estudiosos del fenómeno migratorio, como de fuentes hemerográficas en línea ya que las notas periodísticas diarias actualizan hechos y datos de este fenómeno, en los que se advierten el número de personas que ingresaban y los actos violentos que derivaban de su ingreso sin control. (González, G. C. 2018, p.171).

La perspectiva ha sido enfocada en la población de Tenosique siendo el grupo observado y analizado los migrantes quienes se desplazan por este municipio a contraluz de las manifestaciones del fenómeno migratorio en el interior de México.

DISCUSIÓN Y RESULTADOS.

El fenómeno migratorio que se presenta en el sureste mexicano conocido como “Caravanas de migrantes” representa una variante de este, ya que, si bien es cierto, en otras latitudes del mundo como en Europa se aprecian el ingreso de personas del continente africano a través de barcazas denominadas “pateras” en números significativos, o el hecho de la migración de países como Siria rumbo a Turquía para ingresar por Grecia a Europa también llama la atención. En México, la entrada habitual de migrantes centroamericanos era relativamente controlada al presentarse este de forma individual por la porosa frontera de los Estados de Chiapas y Tabasco. (González, G. C.2018, p.176).

Esto cambia, en el año 2018 ya que de pronto los migrantes se empiezan a agrupar formando contingentes de miles de personas que se integran por hombres, mujeres y niños, de estos se identifican personas de la tercera edad o menores no acompañados, así mismo gentes que han pertenecido a grupos delincuenciales como las maras quienes se infiltran para no ser detectados por las autoridades migratorias. (González, G. C. 2018, p.175).

El impacto de estas caravanas migratorias se explica por las conductas que estos manifiestan en cada uno de los lugares en los que hacían escala rumbo a los Estados Unidos de América, ahí dejaban suciedad, repudio al orden social, la externación de problemas de adicciones o el desdén por la ayuda alimentaria proporcionada por la población local exigiendo mejores alimentos.

Ante esto, la autoridad gubernamental tanto municipal, estatal o federal fue rebasada ya que la ayuda humanitaria no fue suficiente, los alimentos, el vestido y los lugares para descansar escasearon y las organizaciones internacionales intervinieron para paliar las necesidades de estos grupos. Estas “caravanas” al transitar por la geografía sur a norte del estado de Tabasco al darse cuenta que en los refugios ya no había lugares para ellos decidieron seguir su camino expuestos a distintos tipos de problemas que se les fueron presentando en el trascurso de su camino, pero eso no fue impedimento para ellos porque su objetivo era llegar a Estados Unidos pensando que tal país sería el lugar ideal para ellos porque ahí encontraría el refugio que ellos tanto anhelan.

De igual forma los movimientos ayudan a visibilizar el trabajo de los albergues y defensores de migrantes, así como también activan una respuesta solidaridad de la sociedad a que no sean víctimas de discriminación por parte de la sociedad y que puedan ser aceptados, que las personas no les teman y se den cuenta que son personas iguales a nosotros, solo que por motivos de inseguridad de su países ellos están obligados a salir de manera urgente porque sus vidas corren peligro y ellos salen buscando un lugar seguro tanto como para ellos y sus familias. Lo más importantes es brindarle la protección para realizar su viaje de manera segura. (Martínez-Hernández-Mejía, I. 2018, p.233).

Es preciso enfatizar que hablar de los centroamericanos que transitan por suelo mexicano es referirse a un proceso social internacional reciente, en el que no están ausentes las acciones y las omisiones de acción, las iniciativas gubernamentales y las de distintas instancias de la sociedad civil, los actos que reivindican al género humano y los que lo denigran, la satisfacción por lo hecho y la vergüenza social por lo dejado de hacer. En efecto, en los últimos diez años México ha sido destino y lugar de transito de nuevos flujos migratorios provenientes de Centroamérica. Antes del decenio de los ochenta, las migraciones temporales de mano de obra guatemalteca solo eran foco de atención de los reducidos sectores sociales chiapanecos que recibían el beneficio de su contribución a la economía de esa región. (Reyes, 2019, p. 7)

Al respecto también se habla de que luego de diez años de un constante fluir de centroamericanos y de otras nacionalidades extra continentales en México ya se ha iniciado un conjunto de conocimientos, practicas, tomas de conciencia y opinión que antes no había. Así, hoy vivimos en una situación diferente: hay una diversidad de flujos; aunque su gran volumen, en la mayoría de los casos, es desconocido; es amplia y poco conocida su diversificación social; las razones de su emigración no son suficientemente explicadas por categorías tradicionales; el gobierno de México se ha visto obligado a revisar sus esquemas jurídicos, a buscar nuevas reglamentaciones, a incorporar el tratamiento del fenómeno migratorio del sur en distintos foros nacionales e internacionales, a crear instancias específicas para la asistencia de los flujos de refugiados, algunos fenómenos migratorios forman ya parte de su agenda internacional; de la sociedad civil surgieron distintas organizaciones no gubernamentales (ONG’s), cuya razón de ser ha sido y es, la atención humanitaria de los centroamericanos en territorio nacional; el sector académico, por su parte, ha logrado dar vida a vetas de investigación sobre el particular y ha contribuido, aunque sea parcialmente, al establecimiento de líneas de actuación públicas. (Casillas, 2020, p. 73)

 Los programas que se ocupan de la migración de mexicanos a Estados Unidos abarcan solo una parte de la problemática migratoria internacional que concierne a México. Llegar a este punto de avance ha sido producto de esfuerzos individuales y colectivos, públicos y privados. Ahora se consideran algunas de las características de los flujos migratorios de origen centroamericano, las reacciones inmediatas del gobierno de México al surgimiento y avance inicial de dichos flujos, las consecuencias habidas, la revisión de la política migratoria mexicana y su iniciativa de nuevas disposiciones reglamentarias, así como de los espacios y situaciones migratorias aún pendientes de una solución satisfactoria. (Cerón, 2019, p. 14)

Flujos migratorios del sur

Existen datos que señalan la existencia de cuatro flujos migratorios diferenciables:

1)      Los trabajadores temporales guatemaltecos que anualmente llegan a levantar las cosechas del café en Chiapas, y en menor escala al cultivo de otros bienes agrícolas, como el Plátano y el azúcar. Este es un flujo que procede en su mayor parte del altiplano occidental guatemalteco, se compone de grupos de familiares y amigos, por lo regular procedentes de la misma comunidad de origen. Según los registros de las autoridades de migración de México en los últimos años se ha otorgado una cifra de alrededor de 60 mil permisos laborales en promedio anual.

2)      Los refugiados guatemaltecos que en un número cercano a 45 mil se encuentran ubicados en los estados fronterizos de Chiapas, Campeche y Quintana Roo. Este es el único flujo del cual se puede hablar con cierta confiabilidad de sus características sociodemográficas (volumen, grupos de edad, estado civil, etc.) dado el seguimiento permanente que de ellos hace la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).

3)      Los desplazados internacionales (llamados así para distinguirlos de los refugiados oficiales dado que el gobierno de México no les reconoce ese estatuto; ellos realizan su vida cotidiana a plena luz, aunque sin documentación legal) que desde principios de los años ochenta y de manera ininterrumpida han llegado a residir en distintos lugares del territorio mexicano.

4)      Los transmigrantes que tienen como objetivo llegar a Estados Unidos o Canadá. Existe estudios empíricos, entrevistas y análisis de diversas fuentes documentales que permiten suponer que su número se ha ido incrementando no solo en relación con la problemática social que los hace emigrar, sino también en la medida en que se han ido consolidando distintas redes y procedimientos migratorios, particularmente indocumentados. Al parecer, se han establecido dos grandes rutas migratorias: una, que pasa por Chiapas, es frecuentada preferentemente por transmigrantes de origen centroamericano; la otra ruta que recurre a las vías de Quintana Roo, es más utilizada por los transmigrantes de procedencia extracontinental, asiáticos y africanos en particular.

La migración centroamericana en tránsito por México con destino hacia Estados Unidos ha hecho muy notoria su presencia de manera particular, la atención se centró en este fenómeno debido a los más de 102 mil menores de edad no acompañados procedentes en gran medida de América Central que fueron aprehendidos por las autoridades migratorias estadounidenses en la frontera México-Estados Unidos entre octubre de 2013 y agosto de 2015 (Pierce, 2015). En términos generales, los migrantes prove­nientes de Guatemala, Honduras y El Salvador, países que conforman el llamado Triángulo Norte de Centro­américa, presentan la mayor proporción de migrantes en tránsito por México.

En el último cuarto del siglo XX, la emigración centroamericana a Estados Unidos se produjo como consecuencia de la movilización de personas en busca de refugio por los conflictos político-militares presentes en la región entre los años setenta y ochenta (Reyes, 2014). En este sentido, Casillas (1991) señala que “antes del decenio de los ochenta, las migraciones temporales de mano de obra guatemalteca [en México] sólo eran foco de atención de los reducidos sectores sociales chiapanecos que recibían el beneficio de su contribución a la economía de esa región”. En la dé­cada de los noventa, los desplazamientos migratorios originarios de Centroamérica cobraron relevancia tanto para México (país de tránsito) como para Estados Unidos (principal país de destino). Esta nueva emigración masiva se relacionó con las crisis económicas y las políticas de estabilización que acentuaron las características estruc­turales de pobreza, desigualdad y violencia en la región (Chávez y Landa, 2008; Ángeles, 2010; Reyes, 2014).

En términos generales, es posible señalar que la migración procedente de Centroamérica hacia el norte ha atravesado diversas etapas, las cuales están delimita­das tanto por cuestiones estructurales como por situa­ciones coyunturales. Martínez et al. (2015) presentan una categorización de estas etapas, la cual se sintetiza de la siguiente manera: 1) Crecimiento urbano (1940-1970); 2) Conflicto armado (1970-1990); 3) Post-conflicto armado y desajuste económico (década de 1990); 4) Desastres naturales (1998-1999); 5) Ase­guramiento de fronteras y vínculos transnacionales (2001); 6) Fenómenos naturales y pandillas (2005); 7) Crisis económica e incursión del crimen organizado (2008); y 8) Visibilidad de la violencia (2010).

Así, durante los primeros años del siglo XXI, Mé­xico ha adquirido mayor presencia como territorio de paso para diversos flujos migratorios que utilizan su ex­tensa geografía para desplazarse hacia Estados Unidos, de manera irregular en gran parte de los casos. Dichos flujos estuvieron conformados en el periodo 2005-2015, en gran medida, por migrantes originarios de Guatemala, Honduras y El Salvador, conjunto que re­presentó prácticamente la totalidad de los migrantes detenidos y repatriados por el Instituto Nacional de Mi­gración (INM) (UPM, 2005-2015).

Las características del flujo de migrantes centroamericanos, relacionadas directamente con el tránsito migratorio, lo cual es posible a partir de los datos generados por la Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur de México (EMIF SUR) durante el periodo 2009-2015. En particu­lar, se hace uso de la encuesta aplicada a los migrantes centroamericanos repatriados por México, entre los que es posible identificar a migrantes en tránsito, debido a que tienen como destino Estados Unidos, así como de la encuesta aplicada a los migrantes centroamericanos devueltos por Estados Unidos, en tanto flujo de migran­tes que transitaron por México para llegar a ese país. La población objetivo en ambas encuestas está delimitada a personas con edades de 15 años o más, nacidas en Guatemala, Honduras y El Salvador (Triángulo del Norte).

Al hablar del volumen de migrantes centroamericanos del Triángulo del Norte, es necesario destacar que en el periodo 2009-2014 el número de eventos de repatria­ción desde Estados Unidos fue superior al de los realiza­dos desde México. No obstante, los datos de la EMIF SUR de 2015 indican que en ese año se dio un importante incremento en el monto de eventos de repatriación de migrantes centroamericanos por parte de las autorida­des migratorias mexicanas, a la vez que disminuyó el volumen de las repatriaciones efectuadas por las auto­ridades migratorias estadounidenses. Ambas condicio­nes llevaron a que por primera vez durante el periodo de estudio las repatriaciones desde México (132 mil eventos) superaran en magnitud a las que se llevaron a cabo desde la Unión Americana, las cuales alcanzaron un total de 71 mil eventos en 2015.

 

 La migración centroamericana en México tiene un im­portante componente de tránsito, ya que una parte sustantiva del flujo tiene como destino el vecino país del norte, lo cual además no ha mostrado mayores al­teraciones durante el periodo 2009-2015. Este com­ponente de tránsito tiene marcadas diferencias para cada uno de los países considerados, se distingue cómo prácticamente la totalidad del flujo de migrantes centroamericanos originarios de Honduras cruzó a México con el propósito de llegar hasta Estados Unidos, mientras que para El Salvador alrededor de siete de cada ocho migrantes fueron detectados en territorio mexicano en su tránsito hacia el norte. Estos datos re­velan cómo en el caso de estas dos nacionalidades su presencia en México responde a una etapa (necesaria) de su viaje, mientras que con respecto a Guatemala se aprecia que el monto de migrantes que tiene como destino México ha sido en todo el periodo (con excep­ción de lo observado en 2013) mayor que aquel que se dirige a Estados Unidos.

Una vez que han entrado a México, los migrantes centroamericanos reportan diferencias desde el tiempo que permanecen en el país hasta que son retenidos por las autoridades migratorias mexicanas. Así, los migran­tes originarios de Guatemala registran en gran medida (en alrededor del 80% de los casos) tiempos de estan­cia de hasta una semana de duración. Esta situación se ha mantenido prácticamente sin cambios en el periodo 2009-2015. En este grupo en particular, las estancias de hasta un día apuntan a una detención por parte de las autoridades migratorias muy próxima al cruce de la frontera. El caso de los migrantes de El Salvador es muy semejante, aunque con la particularidad de que muestra un incremento en la proporción de estancias de un día y de una semana. Por su parte, los migrantes hondureños son quienes realizan mayores estancias en territorio mexicano, con una mayor proporción de aquellas que duran entre ocho y 15 días; de igual manera, en este flujo se ha visto un notable aumento de las estancias de una semana de duración.

La historia migratoria previa alude al conoci­miento que pueden tener las personas respecto de las rutas más seguras, así como de las diferentes es­trategias que pueden seguir para lograr el éxito de su travesía, y de la existencia de redes, entre otros aspec­tos. Así, en el grupo de los migrantes guatemaltecos devueltos desde México una reducida proporción afir­ma haber realizado viajes previos para llegar a Estados Unidos. En contraste, los flujos de migrantes origina­rios de Honduras y El Salvador repatriados por México registran una mayor proporción de individuos que de­claran haber realizado con anterioridad viajes para cru­zar a territorio estadounidense, y en ambos casos se presenta una disminución en el periodo 2009-2015, misma que ha sido más acelerada en los migrantes sal­vadoreños.

El incremento inicial en la magnitud de los flujos migra­torios procedentes de Centroamérica entre los años setenta y ochenta del siglo XX se debió en gran medida a la movilización de personas en busca de refugio, moti­vada por los conflictos políticos y militares en la región. En ese tiempo, las migraciones temporales de mano de obra en el sureste de México provenían de Guatema­la y su interés se centraba en las regiones receptoras de estos migrantes. A partir de los años noventa, la migración originaria de Centroamérica adquirió mayor relevancia para México cuando se registró un incre­mento en los flujos de tránsito hacia Estados Unidos, conformados de manera predominante por personas sin autorización ni documentación migratoria.

Por otro lado, se reportó un aumento significati­vo en el número de estaciones migratorias y estancias provisionales, que sumaban 120 en 14 entidades fede­rativas mexicanas en 2013 (Sin Fronteras, 2014), lo cual puede estar asociado a las acciones del Estado mexicano para hacer frente al incremento del flujo, lo que a su vez se ve reflejado en un crecimiento en el total de migrantes centroamericanos devueltos a sus países de origen. En este sentido, las respuestas exito­sas a las dinámicas migratorias regionales deben incluir mecanismos que no busquen únicamente desplazar los flujos hacia rutas no tradicionales, sino que propon­gan alternativas para contrarrestar los elementos que las causan (Domínguez y Rietig, 2015).

El incremento en las repatriaciones de migrantes centroamericanos desde México debe ser considerado desde una perspectiva que considere la capacidad de los recursos humanos y de infraestructura que posee el Instituto Nacional de Migración, a fin de efectuar el proceso de repatriación con apego a los principios básicos de respeto y protección de los derechos hu­manos de los migrantes. Debido a lo incipiente de este repunte en el volumen de este flujo, deberá observarse su comportamiento a fin de identificar si se trata solo de una condición coyuntural o del inicio de una nueva etapa en su comportamiento. Es importante explorar la informa­ción que proporciona la EMIF SUR, a partir de la cual es posible generar una mejor comprensión de las caracte­rísticas de los migrantes originarios de Centroamérica. Ahora, queda por verse cuál es el camino que seguirán las políticas migratorias en México y Estados Unidos, que sin duda se verán reflejadas en las magnitudes de estos flujos en el futuro cercano. De haber mo­dificaciones sustanciales en dichos montos, deberá identificarse su impacto en las características de los individuos que los conforman y en las sociedades de origen y tránsito de estos migrantes.

CONCLUSIÓN Y PROPUESTA.

Las Caravanas migrantes son una nueva forma de migración en México, su impacto es descomunal por el número de miles de personas que las conforman, lo que hace que se visibilice a nivel nacional e internacional. Su objetivo busca la entrada al país derribando el control migratorio de la autoridad respectiva, forzando al gobierno mexicano a permitirles su desplazamiento en el territorio. Estos problemas no se han visibilizado en Tenosique porque aún no se presentan grupos que lleguen a miles, sin embargo, siendo un lugar con un puerto migratorio fronterizo, es necesario que existan políticas que prevengan este fenómeno y se generen procedimientos para reaccionar ante la entrada, tráfico y estancia de personas que ingresen de forma irregular.

De igual forma, es preciso que la autoridad migratoria en coordinación con instancias de seguridad pública en los tres órdenes de gobierno, planifiquen métodos para garantizar la estancia y el respeto por las normas sociales, como la prevención de delitos de y para con los migrantes. (González, G. C. 2018, p.3).

Así también, se busca que la población local perciba que ante las variantes que presenta el fenómeno de la migración a la cual se encuentran medianamente acostumbrados por la presencia de extranjeros en la ciudad, existe un control o vigilancia de todos aquellos que la atraviesan lo cual genera percepción de seguridad, orden y protección por parte del Estado mexicano.

Además, es importante agregar, que aunque las poblaciones fronterizas como Tenosique sean relativamente pequeñas en cantidad de población, esto no obsta para que en futuras manifestaciones del fenómeno migratorio la población se prepare para enfrentarlo con planes de protección civil coordinados con las diversas autoridades municipales, estatales y federales.

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