Discursos del futuro tras la pandemia


 

Ana María Fernández Poncela[1]

[email protected]

https://orcid.org/0000-0003-3080-212X

Universidad Autónoma Metropolitana- México

 

 

RESUMEN

En los últimos tiempos se ha pasado de un discurso social sobre el futuro con aires de mejora, complacencia y progreso, e incluso en algún momento utópico, a un discurso impregnado de mensajes distópicos e incluso catastróficos y apocalípticos, por un lado, y de otro una euforia en torno a la tecnología como futuro prometedor y poco menos que inevitable. El objetivo es, en primer lugar, revisar de manera muy general las narrativas orientadas al futuro en los últimos tiempos desde distintos ámbitos –pensadores y cultura–. Para en segundo lugar, profundizar y analizar las expresiones de la gente sobre su mirada al futuro, durante la pandemia, el papel de la ciencia y su sentir emocional, a través de entrevistas a la población.

Se concluye que sí hay un contexto social de discursos pesimistas y distópicos, entre pensadores y en la cultura, y no obstante que la población considera que la pandemia y sus problemas se prolongarán, confía volver a la normalidad, cree en la mejora por la ciencia y expresa esperanzas en el futuro de la humanidad. En conclusión, el discurso de la gente común parece menos catastrófico y más esperanzado que el de intelectuales o los medios, todo ello en consonancia con el discurso entusiasta de la innovación tecnológica.

 

Palabras clave: futuro; discursos; pandemia; ciencia; población.

 

 

 

 


 

Speeches of the future after the pandemic

 

ABSTRACT

In recent times, there has been a shift from a social discourse about the future with an air of improvement, complacency and progress, and even at some utopian moment, to a discourse impregnated with dystopian and even catastrophic and apocalyptic messages, on the one hand, and on the other a euphoria around technology as a promising future and little less than inevitable. The objective is, first of all, to review in a very general way the narratives oriented to the future in recent times from different spheres –thinkers and culture–. Secondly, to deepen and analyze the expressions of people about their look to the future, during the pandemic, the role of science and their emotional feelings, through interviews with the population.

It is concluded that there is a social context of pessimistic and dystopian discourses, among thinkers and in culture, and despite the fact that the population considers that the pandemic and its problems will continue, they hope to return to normality, believe in improvement through science. and expresses hope for the future of humanity. In conclusion, the discourse of ordinary people seems less catastrophic and more hopeful than that of intellectuals or the media, all in line with the enthusiastic discourse of technological innovation.

 

Keywords: future; speeches; pandemic; science; population.

 
 
 
Artículo recibido 20 marzo 2023
Aceptado para publicación: 05 abril 2023

 


INTRODUCCIÓN

El futuro y sus discursos

Desde las ciencias sociales hay un interés creciente en el futuro, quizás por el cambio de perspectiva social hacia el mismo, desde un discurso de progreso triunfante, a un discurso poco menos que apocalíptico, e ineludible. Si bien esto último ha eclosionado recientemente por la multiplicidad de producciones al respecto y se ahondó durante la pandemia, viene de lejos desde la literatura, el cine y las ciencias sociales. Como Esteban Krotz en un libro apuntaba

Al mismo tiempo que las posibilidades del ser humano parecen crecer constantemente, su mundo parece encogerse cada vez más. No es solamente el hecho de que cada vez sea un grupo más reducido de personas el que pueda disfrutar de los adelantos tecnológicos y de las creaciones culturales y el que posea las posibilidades de intervenir en su propio futuro, mientras que la mayoría –cada vez más numerosa– está obligada a la observación pasiva del desarrollo del potencial científico de la humanidad y tiene que nutrirse de productos culturales dosificados y recetados específicamente para su consumo, sufriendo simplemente el acontecer de los eventos (1988, p. 9).

El discurso y su poder

Las palabras tienen poder y los discursos también, sean para seducir o con objeto de testimoniar, dominar o disentir, el caso es que las personas se comunican y relacionan a través de los discursos. Desde los actos de habla de Austin (1995) y Searle (2009) hasta los especialistas del discurso social, como acción e interacción, fenómeno socio cultural de carácter práctico como afirma Van Dijk (2001a, 2001b). Este define el discurso como un suceso de comunicación, un acto social y actividad humana intencional –sea este escrito, oral o visual– que se vale del lenguaje, comparte ideas, en una interacción social, en un contexto y con una ideología determinada, además de desplegar su poder (Van Dijk, 2000; 2009; 2012). Los discursos poseen un contenido, un sentido o representación semántica, cuyo significado se obtiene con la comprensión e interpretación. Los discursos también tienen un referente, aquello de lo cual se habla, así como tópicos que son los temas de los que se habla o sentidos globales del mismo. El estilo es una variación dependiente del contexto. Expresan esquemas mentales, creencias, opiniones, ideologías a veces desde el punto personal, en muchas ocasiones reproducen un repertorio sociocultural compartido colectivamente (Van Dijk, 2001a).

En general es posible afirmar que el lenguaje produce relaciones intersubjetivas, la acción lingüística tiene funciones instrumentales y es medio para determinados fines, desde persuadir e inducir hasta cooperar, siempre y en todo momento expresar y comunicar (Lozano et al., 1999).

Aquí no se realiza un análisis de discurso propiamente, pero sí se toman los discursos de la ciencia y la cultura, de los pensadores y la población, en torno al futuro tras la pandemia, qué piensan y sienten, de cómo será su vida y la sociedad en el porvenir, desde diferentes lugares y posiciones de poder y conocimiento –intelectuales científicos, artísticos y culturales de referencia, y gente común o población en general–, diversas ideologías –cada uno la suya– , a pesar de la hegemonía, eso sí, sobre un referente, desde un tópico, así como tiempo y contexto similar: la pandemia y su visión de futuro.

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

Lo que se pretende es revisar algunos discursos sociales sobre el futuro en general, desde estudiosos, los medios y la cultura, así como, lo que expresa la población al respecto, con objeto de presentarlos y compararlos. Además de analizar los segundos, que si bien no son opiniones especializadas, es lo que la gente piensa y siente en su día a día, mostrando una mirada acorde con el discurso mediático y experto, y también una visión discordante o matizada con el mismo en algunos puntos. Focalizando en el sentido y representación semántica del contenido, comprender e interpretar los tópicos que aparecen, las ideologías que los atraviesa, los estilos y el contexto, todo ello sobre un mismo referente: las ideas sobre el futuro.

Para empezar, se presentan algunos discursos desde la divulgación científica, la filmografía y la investigación social, miradas de alguna manera desde expertos e instituciones, desde lugares de conocimiento y poder.

En segundo lugar, se considera importante y se destaca el acercamiento a la voz de las personas, su punto de vista y sentir subjetivo, su relato oral en primera persona. De ahí que se seleccionó el método cualitativo y la técnica de entrevista. En la cual se recaba la discursividad del informante y universos de significación desde la reflexividad (Guber, 2013). Construir y sistematizar narrativas populares en el sentido de la opinión y testimonio de la gente común, su memoria y significados, su experiencia, su interpretación y expresión (Turner y Bruner, 1986).

Para ello se cuenta con testimonios recabados en dos entrevistas a inicios y finales del año 2021, que abordan el tema de la pandemia, y en concreto tienen algunas preguntas sobre el futuro de la misma, de las personas y de la sociedad en general, así como de temas concretos tras la misma.

Sobre las entrevistas, se aplicó una en enero del 2021, con algunos interrogantes sobre el futuro y los cambios por la pandemia, su muestra se compuso de 60 personas, 34 mujeres y 26 hombres, de entre 18 y 68 años, con diversas ocupaciones y habitando las 16 Alcaldías de la Ciudad de México.

Otra entrevista con preguntas también sobre el tema, contó con la participación de 83 personas, aplicada a población abierta de la urbe en el mes de noviembre del año 2021, a 42 hombres y 41 mujeres, de edades entre los 18 y los 71 años con ocupaciones muy diversas y residentes de todas las Alcaldías.

Discursos Diversos: Pensadores y Cultura

A continuación, se presentan algunos de los discursos sobre el futuro, prolíferos en últimas fechas, pesimistas y catastróficos en ocasiones eufóricos y seductores también algunos, a modo de panorama muy general en el mundo de la cultura, la innovación tecnológica y en algunos intelectuales.

Ciencia, cinematografía y pensadores sociales

Discursos prometedores y entusiastas desde la innovación tecnológica

En un inicial acercamiento al discurso de los libros centrados en la ciencia y la tecnología que miran hacia el futuro, predomina un discurso optimista de avance y progreso de las mismas, sin embargo, también hay cierta advertencia y pesimismo en varios textos en el sentido que esto no redunda en una mejora humana; sin embargo, la mayoría seducen, envuelven y comparten entusiasmo.

El discurso triunfalista se finca en la robotización del mundo y el dominio de la inteligencia artificial, la supercomputación y la biología sintética, el discurso del transhumanismo que para algunos intelectuales no solo es ventajoso y entusiasma, sino necesario e ineludible (Harari, 2015). Así hay toda una loa sobre la innovación tecnológica y la hiperconectividad que redundará en un mejor futuro global para todo el mundo (Diamandis y Kotler, 2013; Martínez, 2014). Se insiste en lo alentador de la unión entre máquinas y personas, lo positivo de vidas controladas por dispositivos que funcionan con gestos y miradas, la tecnología mejorará el planeta y es una promesa inevitable, desde juguetes inteligentes para niños hasta códigos para aprendizaje, el trabajo en manos de los robots, la civilización de la pantalla, la digitalización de la vida y el internet de todo (Kelly, 2018). Se trata de una nueva revolución, la cuarta afirma Schwab (2013) que comporta cambios totales, en la vida de las personas, sus trabajos y relaciones, en la convergencia entre sistemas biológicos y digitales todo en beneficio de la sociedad. La inteligencia artificial dirigirá el mundo, el cambio radical y positivo en la vida de las personas, aunque tiene sus peligros si se pierde el control de la misma (Tegmark, 2018). Una inteligencia artificial que hasta ahora parece haber tenido éxito, y en el futuro cambiará las vidas de la mayoría de la humanidad y el futuro de la raza humana. Esto último pudiera ser una amenaza a la libertad y a la supervivencia, por lo que hay que tener en cuenta a la ética, en todo caso se profetiza que las repercusiones negativas serán compensadas por los aspectos positivos (Russell y Norvig, 2004). Hay una amplia literatura que da la bienvenida al nacimiento del hombre simbiótico de Elon Musk, conectado a la inteligencia artificial por interfaces cerebro-computadora que lo mejoren (Futuro Eléctrico, 2019). Un especimen inmortal, feliz, divino, el homo deus de Harari (2015). Y es que como afirma este, el organismo son algoritmos y una vez conectado a la inteligencia artificial la desconexión será la muerte, eso sí la mayoría de los humanos no serán mejorados y solo una élite reducida accederá a este privilegio advierte sinceramente.

Si bien se trata de un discurso muy bien armado, y estas lecturas pueden maravillar y contagiarse fácilmente el entusiasmo que derrochan, tras las mismas llegan las dudas de, si todo es tan fascinante y factible, por qué hay hambre y pobreza en el mundo de hoy, si todo esto es para todos, como varios afirman, dónde se observa la redistribución y la equidad en la vida real, qué pasa con el aumento de la enfermedad, la censura y la declinación de derechos y libertades en la actualidad.  Sin embargo, las dudas escasean, el pensamiento crítico se desdibuja, y el marketing científico posee un discurso poco menos que apasionante, con storytelling incluidas. Hay quien advierte del peligro en concebir un futuro único y desconocer el abanico de posibilidades existentes (Rosselló, 2019).

Las visiones catastrofistas literarias y cinematográficas

Si de distopías literarias se habla, destaca El mundo feliz de Huxley (2010), 1984 de Orwell (1981) y Fahrenheit 451 de Bradbury (2004), solo por mencionar las más famosas y recordadas en últimas fechas.

En el caso de los films futuristas o de ciencia ficción, como son denominados, parecen aportar un doble mensaje en el discurso, por un lado, se advierte con objeto de tomar conciencia de las posibilidades de destrucción del planeta y del humano, así como de su resurrección en una vida infrahumana o de sobrevivencia extrema; por otro lado, también podrían considerarse como una suerte de condicionamiento mental o incluso primado negativo sobre el futuro de la humanidad, un dispositivo de conformismo, obediencia y conformidad, incluso.

Ante la amplitud de la muestra de estas obras literarias y cinematográficas, a veces las primeras recreadas en las segundas, se tomó un resumen sobre el tema. Machado (2014) considera que en el cine el género llamado de ciencia ficción abarca desde catástrofes a apocalipsis cósmicas, el fin del mundo y la involución humana es algo que sobresalta a los públicos, por lo tanto, vende. Aquí añadimos que también los procesos psicológicos e inconscientes tienen mucho que decir y su uso por parte de las corporaciones cinematográficas con objeto de inducir sensaciones, pensamientos, emociones y comportamientos, sin desconocer los intereses y negocio que hay detrás de las mismas, por supuesto. La clasificación de Machado (2014) es la siguiente: pánico al holocausto nuclear, guerreros del futuro, contaminación y pandemia, reflexiones para el futuro[2]. En general se trata de guerras, cataclismos, contaminación, pandemias que acaban con la vida como se conoce hasta ahora, y quienes no perecen sobreviven en condiciones extremas y muy hostiles según la imaginación de cada producción, o incluso pseudo o infra humanas en el sentido de estar abducidos mentalmente y sometidos físicamente. Muchas o quizás la mayoría de los colapsos abordan la autodestrucción por el mismo humano, la única especie que mata sin necesidad y por placer, que posee formas malignas de destrucción no innatas según Fromm (2006). Comentar como en 2020 fue famosa la película The Flu de Kim Sung-su; como curiosamente muy similar a la pandemia el film Contagio de Steven Soderbergh que data del 2011, solo por mencionar un par de obras.

Si bien distopía y apocalipsis no son lo mismo (Roselló, 2019), se emplean en la cultura popular, así como en el cine o los videojuegos, de forma similar. El apocalipsis más allá de su traducción real como revelación, se utiliza como símil de fin del mundo. Las distopías describen sociedades opuestas a las utópicas, género literario y filosófico que desde hace siglos esboza sociedades ideales y benéficas para el humano. Mientras las distopías, por el contrario, son sociedades que representan las peores prácticas humanas imaginables con finalidad política y didáctica. Hay quien afirma que se trata de productos que intentan mostrar hacia dónde va la humanidad, los miedos sociales a élites autoritarias y a la destrucción de la civilización (Erreguerena, 2011).

Tanto distopía como apocalipsis parecen en auge en los imaginarios sociales a medida que se pierde la expectativa de un futuro mejor en un mundo donde el discurso de la falta de alternativas se petrifica (Bauman y Donkins, 2019).

Algunas posiciones pesimistas desde las ciencias sociales

Los discursos de la innovación tecnológica y el futuro seducen, envuelven (Lozano et al., 1999), brillan y energetizan, incluso aunque sea un espejismo o como Harari (2015) deja entrever al señalar el “ilusionismo de masas”. Los discursos cinematográficos cuestionan sociedades actuales, se resisten a un funesto porvenir (Erreguerena, 2011), o quizás lo siembren condicionando la mente a la resignación del mismo. Mientras los discursos de las ciencias sociales sobre el futuro económico, político y cultural, parecen tenebrosos y desasosegados. No parecen atreverse a discutir del todo los beneficios de la tecnología, solo a veces sus consecuencias; lo que sí hace un grupo de ellos es proclamar la dirección de la humanidad hacia grandes problemas y retos sobre los temas de moda, como las cuestiones del calentamiento global hoy más conocido como cambio climático, el aumento del nivel del mar, el problema del crecimiento desmesurado de la población y la globalización (Smith, 2011). Incluso hay quien predice destrucciones y como la vida en la tierra no está garantizada, más bien muy amenazada –glaciaciones, asteroides, muerte del sol, agotamiento de recursos–, hay que abrirse a la posibilidad de abandonarla para sobrevivir y es oportuno preparase para colonizar otros planetas, para lo cual la tecnología es pieza clave (Kaku, 2018). De hecho, hay autores que apuntan que se vive en una sociedad distópica en el presente y la describen como “un huracán de magnitud acelerada” que incluye situaciones, tales como guerras, hambre, catástrofes, así como control digital, manipulación genética, contaminación electromagnética, etc. (Carrillo et al., 2020).

Attali (2006) quizás destaca en cuanto a este discurso catastrofista desde hace tiempo con sus predicciones del fin del orden social actual en 2025 y 2030 –aclarar aquí que lo que se supone catastrofista para unos puede ser utópico para otros–. Arguye el aumento de la libertad individual a la vez que advierte del control de la información y la hipervigilancia, la aceptación social de las biotecnologías y nanotecnologías. Señala el avance de un mercado descontrolado y el retroceso de la democracia. En entrevista reciente (2020) anuncia que en la crisis actual serán los estados autoritarios y los consorcios informáticos los beneficiados –por supuesto, dice que él junto a Bill Gates ya había alertado de la pandemia, pero nadie los quiso escuchar–. Su concepción del mundo es como bárbaro y monstruoso, por lo que se requiere un estado fuerte capaz de crear una buena gobernanza. Anuncia cómo China compra África, su población migra a Europa y este continente se hunde económica y culturalmente. Señala que el poder del mundo no está en los laboratorios farmacéuticos sino en sus dueños, los estados cada vez más autoritarios y policiacos, y los consorcios informáticos –los GAFA: Google, Amazon, Facebook y Apple– vendedores de tecnologías de salud y de vigilancia policiaca. Vaticina el triunfo del mundo médico como una dimensión del mundo policiaco, entre otras cosas.

Lo cierto es que la ciudadanía parece vaciada de poder y sentido, y los ciudadanos parecen algoritmos perdiendo derechos, mientras la video política está en auge a la par del tecno capitalismo desregulado y la desinformación (García Canclini, 2019).

Y es que en la nuestra es una época huérfana de pasado e incapaz de futuro, con una globalización tecno económica ingobernable y un destino arbitrario y voraz, fatal e inevitable, donde reina la inseguridad y el miedo, las disidencias y exclusiones, donde el porvenir deja de ser promesa y se troca en amenaza, y la libertad sigue siendo utópica, sacrificada por la reacción colectiva ante el miedo que demanda seguridad (Lanceros, 2017).

Complemento entre discursos esperanzados y realistas

Unos y otros discursos –entusiastas, catastrofistas y pesimistas–, aunque parezcan contradictorios, no lo son, se trata de dos tendencias complementarias: la felicidad ficcional que promete el desarrollo tecnológico y el transhumanismo en el futuro y el apocalipsis anunciado en el porvenir si se sigue con la sociedad tal como la conocemos, injusta e inhumana. Hay eso sí, quien busca lo positivo y negativo en épocas complejas, sin ir más lejos como en la pandemia (Escobar, 2020).

Aquí se prefiere el discurso más moderado y prudente, tal vez más realista, en todo caso más humano y esperanzado, sin negar lo absurdo del sistema social, de Gustavo Esteva (2020), que no obstante cita a Agamben cuando dice que “el futuro ya no tiene futuro” por el secuestro del poder financiero de la esperanza. Cuestión ésta muy empleada por varios autores, si bien expresado con distintas palabras.

Prosigue proponiendo rescatar el futuro de los “cachondeos apocalípticos” que solo siembran el pánico como lo hacen las organizaciones globales, aun reconociendo que el mundo conocido llegó a su fin y no se desea volver a la “normalidad”. La crisis es riesgo y oportunidad añade. Las fuerzas más oscuras de la humanidad proponen un régimen autoritario y una sociedad controlada por medios electrónicos –pensamientos y comportamientos incluidos–. Dicha intención parece clara en los estados de emergencia y excepción en varios países en 2020, y ante el argumento de “salvar vidas” se recortan derechos. Es el “desmantelamiento de la democracia” afirma citando a de Sousa Santos. Lo que recuerda a la desciudadanización de García Canclini. La obediencia se estimula, amar el poder que somete según Foucault. Un laboratorio social para lo que vendrá afirma Agamben. La antesala del estado tecno-totalitario perfecto según Berardi, y el militarismo con las tecnologías de control de la población según Zibechi. Todo esto lo reconoce Esteva en su ensayo que reúne la bibliografía que reflexiona en tiempo real sobre el tema en los primeros meses de la pandemia. Y también, apunta a la oportunidad de “recuperar el sentido” a través del “arraigamiento de lo local”, el poder de lo local y de las “personas reales”. Habla en este sentido del “despertar”, del abandono de fantasmas e ilusiones, salir del discurso ecológico global de la globalización de que sólo es posible salvar al planeta desde arriba por la ciencia. Defiende que no es posible pensar globalmente y quienes lo hacen son los gobiernos imperialistas, las conspiraciones multinacionales y los pensadores globales que son gente peligrosa. Basándose en Illich menciona la iatrogenia, y cómo la población sumisa y dependiente es el gran negocio de la medicina, siendo hoy el humano parte de la autoalgoritmización. La pandemia es una alerta que invoca al fantasma de una conciencia global y ciudadanía mundial que puede imponer la fuerza sobre la razón, por lo que es importante girarse a ver a las personas concretas, un reconocimiento del otro, no el individuo en la masa homogénea sino un nudo en la red de relaciones concretas, y recuperar la mitad propia, esto es, “volver a ser lo que somos”, “humanos” se añade aquí.

Pensadores ante el futuro en tiempos de pandemia

En los primeros momentos de la pandemia, especialmente el año 2020 se elevaron varias voces de científicos sociales, intelectuales y pensadores considerados referentes internacionales, que vertieron su opinión sobre prospectivas del futuro de la sociedad ante el evento vivido. De manera muy general es posible afirmar que hubo tendencias optimistas y pesimistas, con la excepción de alguno que afirmó todo seguiría igual que antes (Lipovetsky, 2020), o que frente a la crisis hay que observar los riesgos y las oportunidades (Esteva, 2020), ello ante la ruptura de las formas de vivir que promueve por otra parte la reflexión e invita a la construcción de una nueva sociedad (Escobar, 2020).

Solo por mencionar algunos autores destacados se realiza la siguiente enumeración. En primer lugar, cabe mencionar entre quienes parecen optimistas al filósofo Zizek (2020) que considera al virus productor de una nueva y mejor sociedad contra el capital internacional y favorable para un comunismo global solidario. También aparece esperanzado de Sousa Santos (2020) pues considera que la lección del virus aportará conciencia planetaria que, curiosamente, será democrática toda vez que señala a China como país ejemplar en sus medidas –algo aparentemente contradictorio–. Harari (2020), como siempre, aconseja confiar en la ciencia y la cooperación internacional, así como superar el descrédito de los medios, autoridades y academia, acabar con teorías conspiranoicas y dirigentes populistas, pues impiden luchar eficazmente contra el virus. Su apuesta por la ciencia y la tecnología afirman su mirada optimista pues de lo contrario si no se confía en las instituciones el mundo se desplomará. Por su parte, Escobar (2020) considera el parón mundial una oportunidad para proponer un proyecto humano planetario re comunal, des colonial, liberador para la madre tierra y la construcción de mundos autónomos alternativos. Chomsky (2020) también considera la crisis como momento histórico para señalar el mundo que no se quiere –neoliberalismo– y oportunidad para trabajar por el que se quiere, confía en la ciencia y hace un llamado interesante a gobiernos y farmacéuticas a prepararse para futuras crisis, pues no estuvieron a la altura en esta ocasión. Maffesoli (2020) parece estar en una posición intermedia en el sentido de considerar la pandemia como símbolo del fin del progresismo moderno individualista y materialista, y el posible auge del ideal comunitario más espiritual.

En otro polo del discurso aparecen los más pesimistas, destaca Agamben (2021) que desde los primeros días afirma la restricción de libertades, el estado de excepción injustificado, la ciencia erigida como dogma religioso y la obediencia ciega en su superioridad incontestada. En resumen, se erige la bioseguridad como la nueva política instaurada que gobierna cuerpos y mentes, subordina ideas y sentimientos, y anuncia un futuro de tecno dictadura, sin derechos ni libertades, y deshumanizado totalmente. Han (2020) también opina que se va hacia una sociedad totalitaria de vigilancia digital bajo el modelo chino, un estado policial digital, lo que él llama psicopolítica digital que controla totalmente a los individuos, cuestión esta, ya anunciada en obras anteriores por el autor, aunque en esta ocasión alude fugazmente a la esperanza de una revolución humana. En este mismo tenor, García Canclini (2020), remarca la desciudadanización de la población, la coacción de los derechos, y el impero de la video política a través del control de la opinión pública, y el seguimiento de las personas por medios electrónicos. También Zibechi (2020) apunta hacia un Nuevo Orden Mundial que controla totalmente a la población, globalización y militarización, vaciamiento de libertades y dominio de la inteligencia artificial en un mundo global. Toda una distopía política, antidemocrática, autoritaria, que pone la seguridad por sobre la libertad por el bien de todos.

Los discursos de las nuevas tecnologías, de las películas, incluso de los pensadores, provienen de ciertas élites científicas, culturales, sociales que según Van Dijk (2000) tienen poder y dominación, inventan ideologías y persuaden con su discurso, así como legitiman su posición social, por supuesto con sus diferencias entre unos y otros.

Tras la revisión de discursos que aplauden la tecnología, las catástrofes literarias y cinematográficas, el pesimismo en intelectuales, o la oportunidad de algunos de ellos, se pasa a una revisión de discursos de la gente común y su opinión –por supuesto, en su contexto seguramente permeado por discursos mediáticos entre otros– sobre la pandemia y el futuro desde la misma y tras ella.  Población que puede ser espectadora o constructora social, así como paciente o responsable de su salud, aquí se presenta su pensar y sentir del futuro más allá de la pandemia.

La población y discursos otros: cambiar, proseguir, volver, mejorar, esperanza

Sorprende que, ante las imágenes y declaraciones distópicas y apocalípticas de los medios de comunicación, de la cinematografía, y de algunos pensadores –con anterioridad esbozadas–, la visión de las personas entrevistadas hacia el futuro tras la pandemia parece más prudente y moderada en general. Se centra y divide, eso sí, en un “seguiremos igual” o un “volveremos a la normalidad”. Se considera la ciencia y la tecnología medios favorables para la mejora social. Se apuesta por la esperanza en el futuro de la humanidad. Y los cambios que transitan en su vida son, según declaran, en general para mejor. Un discurso más próximo a los que predican la innovación tecnológica, pero tampoco con su euforia.

Los cambios personales tras la pandemia serán para mejor

En la entrevista de enero del año 2021, se interrogó sobre los cambios personales durante la pandemia y desplegados hacia el futuro, de la totalidad de la muestra de 60 personas, 59 –excepto una– afirmó que había tenido cambios, de ellos 36 explicaron que los mismos eran para mejor y 13 para peor, mientras 11 consideraban que iban en ambas direcciones (tabla 1)[3]. Esto último de manera similar a los intelectuales que vieron en la pandemia riesgos y oportunidades.

Tabla 1

¿Habrá cambios personales hacia el futuro en su vida con la pandemia y en qué dirección para mejor o para peor?

 

Mejor

Peor

Ambos

Total

Hombres

13

7

6

26

Mujeres

23

6

5

34

Total

36

13

10

59

 

Los cambios para mejor

Existe una consideración mayoritaria sobre los cambios personales futuros a mejor centrados en el cuidado, higiene y salud de cada quien de forma general, por un lado. Por otro, en concreto el comer sano y realizar ejercicio físico, así  como ver por la salud mental y ejercer los hábitos saludables concientes.

§  Prestar mayor atención en la limpieza de cualquier lugar, casa, lugar de trabajo, restaurantes (h 30)

§  Para mejora en todo lo referente a la higiene. Ser más cuidadosa y tomar medidas sanitarias (m 23)

§  Cambiar mis hábitos alimenticios. Aprender a comer sanamente y hacer ejercicio constante (m 22)

En resumen, lo bueno o lo mejor es la conciencia y responsabilidad centrada en el cuidado personal y la salud propia y ajena, lo cual se reitera una y otra vez. “Para mejor, cambio de conciencia, ser más responsable con uno mismo, la familia, en el consumo y del ambiente” (h 29). “Se comenzará a construir una conciencia de salud e higiene” (h 22). También hay quien habla de valorar lo que se tiene, relaciones familiares y amistades, especialmente. Esto es, reconocer y conservar lo positivo en la vida.

Valor de la vida, a valorar las cosas, a mi familia, amigos y conocidos, tener más tiempo para auto conocerse y convivir con la familia, apreciar más a las personas y apreciar más la vida (m 22)

Poder aprovechar bien el tiempo con las personas que queremos, agradecer el trabajo que tenemos, y sobre todo la salud (m 22)

La actitud optimista es bien vista, así como el adaptarse a las normas, y la aceptación de nuevas maneras de trabajar, estudiar o relacionarse.

Tengo un enfoque diferente hacia la vida. Cambié mis planes de vida. Soy más humana (m 31)

Pues inicialmente serían como de actitud no…ver lo que es más importante…es tu salud mental y tu salud física (m 25)

Las medidas sanitarias y su continuación son evaluadas de forma muy satisfactoria como cambios para mejor en el porvenir de todos, incluido el que cuando “todos estemos vacunados todos estaremos mejor”, eso sí al parecer se piensa que las medidas seguirán un buen tiempo, como que se normalizan en su cotidianeidad.

Para mejor, porque en un tiempo indeterminado estas medidas sanitarias seguirán en la vida cotidiana y eso es bueno para cuidarnos (m 23)

En cuanto a la cotidianidad, en un futuro me veo aún con cubre bocas, creo que ese ya es un hábito que va a durar mucho tiempo para el cuidado de salud personal (m 26)

Lo de la sana distancia es positivo, tenemos que buscar como interactuar sin vernos (m 22)

En fin, cuidado, cuidado y más cuidado para quienes sobrevivieron expresan de forma radical: “Pues de que ya tenemos que cuidarnos más, cuidar nuestra salud más y, este, valorarnos nosotros como familia, nuestros trabajos y la oportunidad que tenemos de los que quedamos vivos” (m 52)

Cambios para peor

En este punto lo peor es que “la vida ya no será la misma”, habrá “reducción de seres humanos” y será “difícil la calidad de vida”, prosigue un discurso drástico de la situación.

La vida como la conocemos ya no será la misma, ya que estaremos en constante miedo de recaer en una enfermedad que pueda hacernos daño, …acostumbrar a ser más limpios…y también el uso de cubrebocas (h 22)

Creo que en los años que vienen, será más difícil tener calidad de vida, es decir, tener un trabajo, hogar y salud digno (m 22)

De ahí también la incomodidad de realizar todo en línea: escuela, trabajo, compras, servicios, trámites. “Los cambios en el futuro será para mí para peor. Las actividades no son las mismas, todo es en línea, aquí ya es un cambio; los procesos escolares no son los mismos, tramites, servicios, etc., todo para peor” (h 23). No se podrá salir a pasear con familiares o convivir con amigos, juegos de contacto o el abrazar como saludo. La distancia es quizás lo más sentido, según los testimonios recabados.

No poder salir a disfrutar un paseo en familia (h 28)

Que ya no voy a poder convivir con mis amigos (m 18)

Los cambios más drásticos que yo veo…el distanciamiento social nos pega bastante el no poder ver a nuestros seres queridos y abrazarnos (m 23)

Habrá menos trabajos, más mal pagados, incertidumbre en el rubro laboral. Sin trabajo, ingresos, habrá crisis económica. No obstante, persiste la idea que “el virus seguirá y deberemos adaptarnos”.

La reducción de familiares afecta a toda la sociedad y los trabajos serán más duros y menos pagados por la falta de personal (h 30)

Aún no sé, por la falta de empleo, me desespero y digo, aprenderé otro oficio y luego pienso, esto es un fracaso total me voy a hundir (m 47)

Ya no será lo mismo, el virus seguirá y deberemos adaptarnos a ello (m 21)

Cambios en ambas direcciones: para mejor y para peor

Hubo también quienes vieron lo mejor y lo peor de los cambios personales que vivían y proyectaban iban a vivir en el futuro. En general lo peor es lo laboral, subsistencia y desarrollo profesiona; y lo mejor, el cuidado de la salud y la valoración de la vida, incluyendo la familia y las relaciones en general, un poco en el sentido ya presentado con anterioridad, pero aquí las dos representaciones semánticas unidas en el mismo discurso.

No sé, creo que no había pensado en eso, podría ser para mejor, apreciar más mi vida en todos sentidos: económica, social, no sé, amorosa, escolar. Bueno para peor, pues me hice más viejo, siento que no he hecho nada… me causa un vacío (h 27)

Para mejor se te impulsa a comunicarte más con la familia y ocuparte de cosas que no hacías. Para peor, la reducción de seres humanos es muy alta (h 31)

Personalmente, estoy aprendiendo a valorar más a mi familia...Laboralmente …será peor (m 29)

Negativos, no he visto a mi familia por más de un año, no nos hemos reunido para nada; con el trabajo no sabemos si las empresas, para las que laboro subsisten…preocupación por pagos de escuelas y de alimentación. Positivos… pues, me estoy cuidando más mi salud física haciendo ejercicio y comiendo mejor (m 54)

También se reitera la importancia de cuidado y la consideración que las medidas se quedarán para siempre en sus vidas, aceptándolas muchas veces, adaptándose siempre.

Lo que pasará en el futuro con relación a la pandemia es que seguiremos igual

En cuanto a la pregunta de la entrevista realizada en noviembre del año 2021 a la población en torno a lo que consideran pasará en el futuro sobre virus, pandemias y medidas, las respuestas según su campo semántico siguen dos o tres tendencias. En primer lugar, más de la mitad de la muestra 48 en total sobre 83 apuntan hacia la expresión “seguiremos igual” con estos u otros vocablos que pueden considerarse en el mismo sentido. En segundo lugar, 21 personas señalan “volveremos a la vida normal”, regresando a la situación anterior a la pandemia. Finalmente, 14 dijeron “no sé” (tabla 2). Por lo que al parecer se considera que la pandemia se mantendrá o se volverá a la vida anterior, a continuación, se presentan transcripciones de estas opiniones y sentires que ahondan más en el sentido de la afirmación dada.

Tabla 2.

Hoy ¿Qué considera pasará en el futuro sobre el tema del virus, pandemia y las medidas?

 

Hombres

Mujeres

Total:

No lo sé

9

5

14

Seguiremos igual

22

26

48

Volveremos a nuestra vida normal

11

10

21

Total

42

41

83

 

Seguiremos igual

La mirada más numerosa se vierte en mensajes en el sentido de vivir con el virus que “llegó para quedarse” o “llegarán nuevas variantes” u “otros virus”. Esto es, la situación seguirá igual en el tiempo con esta u otra enfermedad.

El virus llegó para quedarse (h 23)

No se va a quitar, vendrán más y más variantes (h 61)

Es una enfermedad que siempre existirá y las medidas se quedarán para otro virus que llegue (h 18)

Ya es normal y debemos vivir con eso (h 24)

Se afirma la conveniencia y necesidad de adaptarse y vivir con la esta nueva realidad y “convivir con el virus” y “adaptarnos a la nueva vida”. “Aprenderemos a vivir con el virus” (h 22). “Tenemos que adaptarnos a la nueva vida” (h 18). “Es necesario aprender a vivir con él y estar preparados para otro” (h 36). Las medidas son necesarias “por nuestro bien” y el de “nuestros seres queridos”, proseguirán y posiblemente aumentarán y se endurecerán. El discurso marca la obligación y la obediencia, incluso se observa la necesidad y petición de obligar para cumplir (Levine y Pavelchack, 2008).

Nos van a seguir obligando a cumplirlas por el bienestar de nuestros seres queridos y de uno mismo (h 19)

Seguiremos usando gel y cubrebocas y desinfectante hasta que nos indiquen que ya no hay que hacerlo (m 35)

Posiblemente pondrán medidas más estrictas (h 44)

Y esto “seguirá igual” si “la gente no se cuida”, añaden en el sentido de culpar al prójimo que no las cumple, quizás el nosotros y los otros del pensamiento de grupo (Tajfel, 1984). “Y seguirá aumentando si no ponemos de nuestra parte” (h 35). “Si la gente no se cuida jamás se quitará” (m 22)

Algunas voces señalan también los problemas que comporta el cubrebocas para la salud de quien lo porta y para la contaminación de la tierra, seguramente una minoría social con otra mirada (Moscovici, 1986). “Espero que cambie la medida del uso del cubrebocas porque es perjudicial usarlo por tiempos prolongados, puedes afectar al sistema respiratorio” (m 57). “Estamos contaminando mucho con el uso del cubrebocas” (m 38)

Volveremos a la vida normal

Quienes consideran se volverá a la vida “normal” esbozan el discurso desplegado hacia el futuro de forma progresiva, cierto olvido de las medidas, y sobre todo, esperanza en recuperar la vida que se tenía.

Esperemos que pronto podamos volver a la normalidad (h 25)

Poco a poco se irá eliminando el virus y todo (h 38)

Algunas medidas ya no las llevamos a cabo y con el tiempo van a desaparecer (m 26)

Se irá retomando la vida anterior y se irán olvidando las medidas sanitarias (m 54)

No sé

El no saber también apareció en algunas ocasiones, como se dijo. “No sé, espero se reduzcan las medidas porque es cansado cumplirlas” (m 38). “Impredecible todo ya en estos momentos” (h 18). La incertidumbre reina.

Miradas a la ciencia y la tecnología

El tema de la ciencia y la tecnología también se abordó en la entrevista, esto en el sentido si proporcionan mejora y tranquilidad, o por el contrario incertidumbre y miedo. En este caso 50 sujetos se decantaron por lo primero y 33 hacia lo segundo (tabla 3). Añadir que, si bien fue más numerosa la confianza, los relatos fueron más escuetos y breves, sin embargo, la desconfianza presenta narraciones amplias con argumentos, dudas y reflexiones en las respuestas de forma más rica y profunda, por lo que parece haber sido objeto de información y reflexión.

Tabla 3.

¿Cree que la ciencia y la tecnología contribuyen a mejorar y tranquilizar la sociedad o aumentar la incertidumbre y el miedo al futuro?

 

Hombres

Mujeres

Total:

Contribuyen a mejorar y tranquilizan

23

27

50

Aumentar la incertidumbre y el miedo

19

14

33

Total

42

41

83

 

Incertidumbre y miedo

Aparece en alguna ocasión un discurso de la enfermedad como producto de la ciencia. De hecho, hay quien considera la tecnología como un riesgo para la humanidad (Douglas, 1996). “Aumenta la incertidumbre en el futuro porque el COVID es una enfermedad creada por el hombre” (h 19). “Porque por la ciencia salió el COVID-19” (h 58).

Otra tendencia discursiva es la problemática de sobre información en los medios y el miedo que se ocasiona o como distractor de la vida real. La sobreexposición mediática es un problema, especialmente por su alarmismo y cultura del horror (Bericat, 2005), como hay quien afirma desde hace tiempo.

Mucha incertidumbre con la información fake (m 45)

A veces en nuestra contra como en la información de muertes y muertes (m 23)

Pues todos los días informan que mata el virus, no sé si es bueno (h 48)

Las tecnologías a veces buscan meter pánico (m 21)

Es un distractor de la vida real (m 38)

También se apunta a los intereses y el negocio de la ciencia y la tecnología. Y es que a veces se cuestiona la credibilidad de los expertos, los intereses creados más allá de la ciencia y la verdad (Giddens, 1994). “Es un círculo de negocio y todo está coludido” (h 61)

Se vive en una sociedad del riesgo, desorientada, desencantada, de una inseguridad globalizada y totalizadora (Lipovetsky y Serroy, 2019). En concreto la enfermedad se teme cual amenaza y la medicina está a veces en discusión (Beck, 2002), y también se percibe el riesgo en la acción humana y el desarrollo científico (Lipovetsky y Charles, 2008). Aunque, como aquí se observa y se muestra a continuación hay más gente que confía en la ciencia y la tecnología.

Mejora y tranquilidad

Desde considerarla poco menos que dogma o religión y la base de la vida, hasta reconocer sus contribuciones al bienestar de la humanidad, en especial la ciencia médica y las vacunas son lo que destacan en su discurso las personas entrevistadas sobre el tema.

Sin ella no somos nada (m 22)

Nos informa de cómo cuidarnos (m 22)

Claro que sí, como en el caso de las vacunas (h 33)

Todos los desarrollos médicos como las vacunas (m 24)

Con sus avances pueden hacer mucho por la sociedad (h 18)

Además, la tecnología ayuda a tener a las personas cerca, tranquilizar o incluso evitar y evadir el sufrimiento. Parte de resiliencia como habilidad de construir y renovarse en cada ocasión adversa (Cyrulnik, 2001).

Las redes sociales ayudan a sentir a las personas cerca (m 35)

De forma correcta tranquilizan, el miedo al futuro debería ser para cuidar lo que hacemos, todo tiene sus consecuencias (m 44).

Ayuda para al estar metido en la tecnología se olvida el momento de todo lo que está pasando todo lo malo (h 20)

En este punto las respuestas obtenidas presentan un discurso cercano a quienes en el apartado anterior consideran el desarrollo científico y tecnológico como algo que favorece y beneficia a la humanidad, con la mirada optimista sobre el tema que los científicos y divulgadores de la innovación tecnológica predican todo ello, sin sombra de duda o pensamiento pesimista, como algunos pensadores de las ciencias sociales especialmente en el plano de la economía y la política, señalan; y lejos del catastrofismo futuro de la ciencia ficción.

Sentires entre el miedo y la esperanza

Otro interrogante apuntaba hacia las emociones ante el futuro e incluso nombraba el miedo y la esperanza, esta última fue la más señalada por las personas consultadas, pues 61 de 83 dijeron sentir esperanza, y con posterioridad ampliaron y explicaron, porqué esperanza o para qué o hacia qué iba dirigida la selección de emoción. Fueron 22 quienes señalaron el miedo al futuro tras todo lo que ha pasado (tabla 4). Llama la atención la elevada esperanza en un mundo que según Morin (2011) “parece muerta”. Seguramente dicho sentir se correlaciona con quienes consideran que los cambios en su vida son para mejor, y aunque todo seguirá igual como se dijo, se confía en la ciencia y la tecnología, de ahí que aparece la esperanza como la emoción más sentida.

Tabla 4.

Sobre el futuro, tras todo lo que ha pasado ¿Siente miedo o esperanza?

 

Hombres

Mujeres

Total:

Miedo

10

12

22

Esperanza

32

29

61

Total

42

41

83

 

 

Miedo

Para iniciar con el miedo se trata de “miedo al virus” y “la enfermedad”, así como a “que venga más fuerte” o “con nuevas variantes” o “nuevos virus”, miedo ante el riesgo. Y también incertidumbre por “no saber qué pasará” o “cuándo esto termine”. Se dice que la incertidumbre es la vivencia entre el miedo y la esperanza. Y que esta es importante en momentos donde ciertos grupos sociales acumulan poder económico y político y la gran mayoría de la humanidad no son sujeto de derecho sino objeto de discursos estatales (de Sousa Santos, 2016).

No sé qué pasará en el futuro (h 48)

No saber cuándo esto termine (m 23)

Miedo porque las cosas no cambien, no mejoren, no hay mucho avance (m 40)

Miedo porque hay sobrepoblación y no hay alimentos para todos (h 21)

Miedo a la muerte, a la enfermedad y al virus, nuevas variantes, nuevos virus. Miedo biológico y primario (Bauman, 2007), la “nuda vida” según Agamben (2021).

Nos podemos morir en cualquier momento (h 33)

Aún no se erradica el virus (h 19)

Que venga más fuerte y no podamos controlarla (m 34)

Miedo por otras variantes (m 56)

Miedo e incertidumbre al futuro, en abstracto y en general, miedo concreto y directo a la muerte.

Esperanza

La esperanza apunta a “que todo mejore” y a “que todo sea como antes” y a que “la gente cumpla con las medidas” para que todo se acabe. Estas parecen ser las tendencias semánticas detectadas en el discurso de la esperanza. Una esperanza que sobrevuela el miedo (Bloch, 2014). Que todo vaya mejorando, en el sentido ya visto en otra pregunta de “volver a la vida normal”, de forma progresiva.

Todo va mejorando (h 18)

Tengo fe en que todo pasará (h 20)

Vamos avanzando poco a poco (h 26)

Ya no estamos encerrados y menos propensos a la enfermedad (m 45)

 

Que se vuelva a como era antes, la esperanza de regresar a la “normalidad”.

A que todo sea como antes (h 18)

Esperanza de regresar al mismo ritmo de vida (h 36)

A que todo esto termine, porque extraño mi vida como era antes…y no me acostumbro a tener miedo (m 46)

El deseo de volver al pasado, a lo cotidiano conocido y quizás seguro, tal vez parte de la nostalgia que hay quien adjudica a ciertos sectores ante el sentimiento de pérdida y desplazamiento, idilio romántico personal, ante una época de cambio acelerado y convulsiones sociales (Boym cit. Bauman, 2017). Pero hay otras esperanzas esbozadas en el otro, desde el pensamiento de grupo (Tajfel, 1984) que precisa consenso. Que la gente cumpla las medidas, esperanza fincada en la obediencia y desplegada en la conformidad (Levine y Pavelchack, 2008).

Esperanza de que la gente recapacite y nos apoye con las medidas para salir de esto (h 38)

Esperanza que cambiemos nuestra manera de pensar y nos ayudemos con las medidas (h 24)

Para tomar conciencia de lo que tenemos y nos cuidemos entre todos (h 20)

Esperanza en la ciencia, en dios y en la humanidad, como Agamben afirma, la religión de la ciencia (2021).

Esperanza que la vacuna sea eficaz (h 43)

A que saquen una cura para la enfermedad (m 28)

Todo puede pasar y dios nos cuidará (h 41)

Esperanza porque los robots y las máquinas nos ayudarán (h 44)

Entre el miedo y la esperanza también hubo quien se definió: “Esperanza por las vacunas, pero también miedo por la evolución del virus” (m 56). Finalmente, hay quien opina tener esperanza desde otra mirada: “Esperanza de que algún día quiten esta gran farsa” (h 44).

La población también tiene su discurso, influido o no por los grupos dominantes, compartiendo ideologías por medio de la hegemonía convertida en consenso. El control del discurso significa el control de la mente (conocimientos, actitudes, ideologías, normas, valores) y en consecuencia de la acción. Y de ellos se ocupan las élites simbólicas (periodistas, escritores, profesores, docentes, abogados y burócratas), además la globalización y los medios hace que las noticias se uniformicen, igual que el entretenimiento afirma Van Dijk (2009). De ahí que los discursos coincidan o se diversifiquen en ocasiones, si bien aquí se presenta un repertorio sociocultural hegemónico compartido entre miradas optimistas desde el discurso científico y las expresiones de la gente común, no tan optimistas, pero sí focalizadas en un futuro mejor y con esperanza, con palabras y estilos diferentes, pero sobre un mismo referente, tópico y contexto, y compartiendo cierta ideología que presenta al futuro fruto de avances científicos y tecnológicos. Con distancia de otros discursos pesimistas de pensadores sociales o catástrofes literarias y cinematográficas, que parecen quedar fuera del alcance de las personas o no son consideradas en la realidad cotidiana por estas.

CONCLUSIONES

El artículo muestra la diversidad de opiniones sobre el discurso del futuro desde el presente de la pandemia. Reafirma la mirada pesimista cuando no catastrófica de ciertos discursos culturales –ciencias sociales, literatura y cinematografía–. Recuerda el discurso de divulgación tecnológica fascinante y seductor. Sorprende el discurso más moderado, y si no optimista, sí prudente de la ciudadanía. Este es el mayor hallazgo de este estudio que como cualitativo que es no es posible hacerlo extensivo o representativo de amplios sectores de población, pero como pequeña muestra deja constancia de su mirada.

Un resumen de los hallazgos de las expresiones de la población apunta en su mayoría a la consideración de que los cambios hacia el futuro por la pandemia son para mejor –cuidado y salud, valoración familiar y de vida, actitud positiva, seguimiento de las medidas–. Quienes piensan son para peor es por problemas de trabajo, distancia con las personas y realizar todo en línea. Sobre lo que pasará en el futuro con la pandemia, se cree todo seguirá igual y hay que seguir con las medidas, si bien hay quien desea volver a una vida normal. Los discursos sobre ciencia y tecnología son favorables, para la primera, cuidado y mejora la sociedad, la segunda une y distrae. Por otra parte, hay quien opina que los medios desinforman, crean pánico y evaden la realidad. Finalmente, la esperanza triunfa sobre el miedo. Este es por la incertidumbre de qué deparará el futuro y el temor a la muerte. Aquella se explica en el sentido que todo pasará y volverá a ser como antes, eso sí hay que confiar en la ciencia y hacer cumplir las normas. Algo curioso es ese ir y venir entre que todo cambiará y será mejor, y el anhelo de regresar al pasado normal, así como la necesidad presente de cumplir las medidas.

La coincidencia de discursos optimistas con la ciencia, y en sentido sino triunfalista sí adaptativo de la población, puede ser fruto de la hegemonía como poder social que lleva al consenso, como afirma Van Dijk (2021b). Este autor también señala que la ideología es empleada con objeto de legitimar y reproducir dominación desde el poder, a través de la propaganda y la manipulación, se comparte por grupos sociales, proporciona y conforma identidades a modo de representaciones mentales, así como cognición social, formando conocimiento, conformando actitudes, y desarrollando comportamientos.

Es posible también interpretar que pese los discursos pesimistas o apocalípticos de la cultura, las vivencias y experiencias personales van por otro camino, y sin obviarlos, aparecen opiniones, valoraciones y sentimientos más equilibrados, optimistas y esperanzadores entre la población consultada para esta investigación. Mismos que se relacionan con el discurso favorable y optimista del desarrollo tecnológico, como se ha visto, y parecer dar la espalda a la distopía cinematográfica, así como a compartir la mirada crítica de varios pensadores.

Hay autores que consideran hoy se mira hacia el pasado no sin nostalgia en un siglo el XX que inicia con una utopía futurista y concluye con nostalgia afirma Bauman citando a Boym (2017). Así como se afirma se vive en un sistema de creciente coacción, bajo la apariencia de pluralidad, con opiniones limitadas, rigidez en los códigos permitidos y las alternativas posibles (Krotz, 1988). Quizás la esperanza de la que habla Krotz en una convivencia humana, es la que las y los entrevistados rescatan, con su ideología, parte de una hegemonía consensuada por el poder del sistema social al que parece imposible sustraerse, como los discursos científicos recalcan y los discursos en ciencias sociales constatan. Tal vez sea la esperanza de Esteva (2020) de “volver a ser lo que somos”. Quién sabe si ya es solo la “nuda vida” de Agamben (2021), y ya no quede nada más que la desnuda sobrevivencia en el cerebro humano.

Cada cabeza es un mundo dicen. Creer es crear, dicen también. Aquí se observan varios discursos de futuro en la mente y emociones al respecto, que orientan la acción. Un futuro reflejo de creencias y vivencias presentes (Augé, 2018), un futuro fruto de incertidumbres y esperanzas proyectadas. Un futuro que la población vislumbra a cierta distancia de los científicos adoctrinadores de la magnificencia tecnológica, y sin las grandes reservas de los pensadores sociales menos optimistas, y que deja la ciencia ficción catastrófica para las pantallas, para centrarse en sus vidas cotidianas. Un futuro que afirman será mejor, mientras también se deslizan expresiones de volver a la vida antes de la pandemia. Así se anhela futuro y pasado, en un presente de incertidumbre y adaptación, la esperanza se proyecta a otro tiempo.

Si bien este texto versa sobre los discursos del futuro, no se pierde de vista que el cuerpo humano vive en el presente y que es la mente la que sobrevuela el pasado e incursiona en el futuro. En todo caso, este ejercicio es de alguna manera como señala Augé (2021) “una forma de calificar el presente”, cuando se olvida el pasado y el futuro apenas se puede pensar. Y también en cierto modo el comparar discursos de los pensadores con los de la gente común, para subrayar como esta última parece más optimista y esperanzada que los primeros, tal vez una suerte de retrotopía popular. Entendiendo la misma como señala Bauman (2017), la negación de la negación de la utopía guiada por la esperanza de reconciliar la seguridad con la libertad y que no persigue una sociedad mejor –esperanza vana– sino mejorar la posición individual en una sociedad incorregible y una atmósfera de desasosiego, confusión y ansiedad. “Los habitantes humanos de la tierra nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común” (2017:161).

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[1] Autor Principal

[2] Es innumerable el número de novelas y películas de catástrofes y distopías. Distopías ecológicas, futuros posapocalípticos y posnucleares, máquinas contra hombres o máquina y hombre, críticas al neoliberalismo y sistema de valores (Berenguer, 2019).

[3] Tras la transcripción de las entrevistas se coloca el sexo, h-nombre, m-mujer y la edad de la persona.