Sentido Axiol�gico de la Did�ctica: Reinventando la Pr�ctica Docente

 

Josue Geovanny Carriel Villegas[1]

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-6696-8466

 

Lilia Cristina Mogrovejo Gomezcoello

[email protected]

https://orcid.org/0009-0004-7895-0935

Eugenia Magdalena Noro�a Ram�rez

[email protected]

https://orcid.org/0009-0004-5219-4123

 

Segunda Lilia Tr�vez Vizcaino

[email protected]

https://orcid.org/0009-0008-5433-4723

 

 

RESUMEN

La educaci�n es un sinf�n de posibilidades sociales, personales, culturales y epist�micas, concurridas en el sentido del sujeto en formaci�n, quien, desde su esencia, le asigna significado al arb�reo activo de la ense�anza. Por ello, todo docente ha de valerse de una matriz simbi�tica entre el ni�o, ni�a y su contexto inmediato, atendi�ndolo desde su rizoma familiar, hist�rico y conductual; esta determinaci�n, fecunda en la distribuci�n asertiva de la pedagog�a, integrando al escolar en el foco de direccionalidad educativa, donde el aprendizaje, nutre la multiexistencialidad mediadora en el desarrollo del conocimiento; sin embargo, dicha conducta, no puede estar desprovista de la valoraci�n humana, pues, su pragmasis, consolida los cimientos de una moralidad sentida en el c�mo y para qu� se forma. Caracter�sticas que permiten demarcar como prop�sito, describir mediante un nodo documental el sentido axiol�gico de la did�ctica basado en una reinvenci�n de la pr�ctica docente; esta noesis, permite una reflexi�n profunda en la codificaci�n activa del docente en el contexto de la educaci�n general b�sica de Ecuador, cuya finalidad es, el logro de una disposici�n permeable e interactiva de la sociabilidad cognitiva, concatenada en la divergencia de las necesidades e intereses escolares; imbricaci�n circundante de voluntad mediadora necesaria en la actitud consciente de las maestras y maestros del futuro.

 

Palabras Clave: Sentido axiol�gico; did�ctica; reinvenci�n; pr�ctica docente.


 

Axiological Sense of Teaching: Reinventing Teaching Practice

 

ABSTRACT

Education is endless social, personal, cultural and epistemic possibilities, concurred in the sense of the subject in formation, who, from its essence, assigns meaning to the active tree of teaching. For this reason, every teacher must use a symbiotic matrix between the child and their immediate context, attending to them from their family, historical and behavioral rhizome; this determination, fruitful in the assertive distribution of pedagogy, integrating the school in the focus of educational directionality, where learning nourishes the mediating multi-existentiality in the development of knowledge; However, said behavior cannot be devoid of human valuation, since its pragmasis consolidates the foundations of a morality felt in how and for what it is formed. Characteristics that allow to demarcate as purpose, to describe through a documentary node the axiological sense of didactics based on a reinvention of teaching practice; This noesis allows a deep reflection on the active coding of the teacher in the context of basic general education in Ecuador, whose purpose is the achievement of a permeable and interactive disposition of cognitive sociability, concatenated in the divergence of needs and interests. schoolchildren; surrounding imbrication of necessary mediating will in the conscious attitude of the teachers of the future.

 

Keywords: Axiological sense; didactics; reinvention; teaching practice.

 

 

 

 

 

Art�culo recibido 13 marzo 2023
Aceptado para publicaci�n: 13 abril 2023

 


 

INTRODUCCI�N

El ser humano es un organismo de virtud, acci�n y desarrollo, una especie de condici�n natural prominente de su propia esencia; por ello, la educaci�n, ha de circundar un contexto de realizaci�n personal, social y acad�mica, fecundada en la facultad de pensamiento, acci�n, civismo y axiolog�a, aspectos integrales e intervinientes en la composici�n tanto de la ense�anza, como de la direccionalidad conductual. Pues, el docente, debe mediar en la integralidad del ser, bajo una did�ctica cargada de valoraci�n, sentido, significado y singularidad; recreando a su vez, una prospecci�n actitudinal desde la identidad formativa en el comportamiento del ni�o y ni�a; es como una imitaci�n consciente, nutrida y �til en el campo de las realidades sociales.

Por tanto, no puede haber acci�n humana sin valor alguno, ya que, la direcci�n de toda acci�n se dirige siempre a un fin, a saber, que algo represente el valor que se le asigna o implica a alguien en particular, nutrido por inter�s conscientes o inconscientes, pero que constituye esencialmente la voluntad de actuar de una persona. De esta manera, la did�ctica es el medio de gran impacto dentro de la mediaci�n escolar, donde la interacci�n, dial�gica y construcci�n epist�mica, orientan la determinaci�n profesional, escolar y social de una persona.

Desde un marco de evaluaci�n personal y social, establecidos en un conjunto de acciones orquestadas en un sistema de referencia, donde el docente debe asumir un rol acorde con la naturaleza de su responsabilidad, y convertirse en persona con regulaci�n tem�tica, emocional y dial�gica frente a su grupo escolar, no bajo una condici�n de hegemon�a profesional, sino, desde una disposici�n humanista, comunicativa y con inteligencia emocional; con la intenci�n de mejorar el modo y formas de formaci�n en los recintos de educaci�n general b�sica en Ecuador, implicados en una valoraci�n consciente desde el educador, en la ense�anza y aprendizaje; desde el estudiante, en la integraci�n cognoscitiva contextual y utilidad pragm�tica de sus conocimientos.

La pr�ctica �tica en la gesti�n did�ctica, debe ser un principio que impregne la virtud, la esencia de la ense�anza y aprendizaje, no en el esp�ritu de �rdenes y mandatos restrictivos, inhibidores o impregnados de tareas retrogradistas, sino en un sistema interactivo de conceptos, acuerdos, comunicaci�n, sentimientos e integraci�n, donde la asignaci�n escolar, sea un momento de disfrute, recreaci�n, construcci�n y pensamiento cr�tico-reflexivo.

DOCENCIA Y CONDUCTA

En la actualidad, el avance y globalizaci�n de la educaci�n como medio de formaci�n consciente del individuo, hace que la escuela sea el eje central del proceso de ense�anza y aprendizaje, por lo que toda acci�n did�ctica debe partir de las necesidades e intereses de los alumnos.� Por cuanto, se antepone una pedagog�a participativa, donde su focalizaci�n es el aprendizaje, y l�gicamente se ubica en el protagonista de toda esencia pedag�gica �el escolar. En este sentido, Rojas (2000) describe que �la educaci�n adquiere un proceso human�stico central, donde la escuela es protagonista y, por tanto, persigue un aprendizaje con un sentido y una finalidad espec�fica� (p. 54).

Asimismo, los maestros no pueden comenzar con una ense�anza desconectada de lo que realmente sucede en la escuela, porque carecer� de direcci�n y consistencia situacional, lo cual, disociar�a el significado del aprendizaje. Seg�n Bartolom� (2007), la educaci�n como medio de instrucci�n crea una �red coherente y l�gica entre la actividad pedag�gica y el aprendizaje escolar; construida a partir del eje de la experiencia del alumno� (p. 44). Solo as�, se logra un aprendizaje �ptimo, reforzado por las habilidades de los estudiantes, por lo que la did�ctica, en su finalidad debe ser mediadora y participativa, brindando en la educaci�n general b�sica de Ecuador, una alternativa pedag�gica que refuerza aprendizajes con sentido real para los ni�os y ni�as, ya que implicar� fundamentalmente en su contexto, incluida su familia, dando sentido al hecho educativo desde proceso formativo.

Sentido activo que implica la conducta del docente, mediada en los alcances de su sintagma personal, atribuido a su identidad epist�mica, familiar, social, cultural y formativa; disposiciones que, al estar dentro del nodo intrasubjetivo, recrea unas acciones con sentido y significado en la acci�n educativa. Por ello, es imprescindible realizar una introspecci�n de reconocimiento propio, luego del grupo escolar, para posteriormente, integrar una did�ctica valorada en la esencia prox�mica de la ense�anza, mediada por el aprendizaje y, con ello, la matriz cognitiva divergente en las ni�as y ni�os.

Consecuentemente Rosca (2007), la palabra actitud en psicolog�a social, se define como una disposici�n subjetiva o psicol�gica para actuar. Define el comportamiento y las creencias humanas obvias y observables. Determina lo que cada persona ve, entiende, piensa y comprende. Surgen de la experiencia y no se convierten autom�ticamente en un comportamiento cotidiano. Se refiere a la tendencia personal dominante a responder favorable o desfavorablemente a un objeto (persona o grupo de personas, instituci�n o evento).

Consideraciones que hacen comprender la actitud docente, como un sintagma relacional que depende principalmente de la disposici�n para afrontar determinadas situaciones, pero tambi�n, existen otros factores. Elementos como el entusiasmo, el ingenio, la voluntad de ayudar y el conocimiento del contenido juegan un papel muy importante en el desempe�o de formaci�n, gesti�n did�ctica y mediaci�n emocional.

Aunque reconociendo la importancia del rol del docente en el aula, varios autores en enfatizan que el aula y la relaci�n docente-alumno deben ser evaluados en una comprensi�n discursiva hist�rica, para as�, comprender su desarrollo y evoluci�n, siendo una constante para redimensionar las acciones formativas (Sallis, 1993; Tharp, 1999; Pasmanik y Cer�n, 2005). Para abordar esta necesidad activa, algunos analistas han propuesto que la pr�ctica sea objeto de investigaci�n e intervenci�n. Por ejemplo, Brunner (2000), sostiene que:

Sin abandonar los temas centrales de la modernizaci�n educativa (calidad, equidad y eficiencia), las pol�ticas que no abordan la totalidad del sistema, deben refundarse en el sentido de utilizar herramientas efectivas, ahora se debe adoptar un enfoque que se centre en el aula, en el proceso de aprendizaje y, por lo tanto, en las actividades de nivel micro que definen la relaci�n de ense�anza. (p. 44)

Contin�a afirmando, �los cambios m�s importantes se producir�n all�, en las transacciones comunicativas que forman la caja negra del proceso de aprendizaje� (p. 44). De manera similar, Sallis (1993) se�al� hace algunos a�os que "todav�a se necesita mucho trabajo para comprender c�mo se pueden aplicar los principios de trabajo consciente y productivo en el aula" (p. 41). Durante m�s de cuarenta a�os, Katz (1964) ha argumentado que una organizaci�n que se basa �nicamente en ciertos comportamientos "es un sistema social muy fr�gil" (p. 13). Siendo el funcionamiento efectivo de una organizaci�n o roles de la docencia, requiere que sus miembros se comprometan fuera del rol, es decir, que vayan m�s all� de los deberes formales de su cargo sin esperar ning�n reconocimiento o recompensa.

Ejemplos de comportamientos de roles adicionales incluyen ayudar a los colegas, difundir una imagen organizacional positiva, seguir las reglas y regulaciones sin supervisi�n, dar sugerencias constructivas para resolver problemas, no perder el tiempo de trabajo en asuntos triviales, ser amable con las relaciones. Este comportamiento a menudo se denomina comportamiento de ciudadan�a organizacional. Organ (1988) las define como "acciones individuales discrecionales que no est�n directa o expl�citamente reconocidas en los sistemas formales de recompensa, pero que juntas contribuyen al funcionamiento efectivo de la organizaci�n" (p. 4).

A la luz de las cr�ticas, Organ propuso definir el comportamiento de ciudadan�a organizacional como "desempe�o contextual" (Borman y Motowidlo, 1993), es decir, el comportamiento que apoya el entorno social y psicol�gico en el que se realizan las tareas asignadas. Sin embargo, la mayor�a de los autores todav�a se refieren a ellas como "acciones c�vicas" seg�n la definici�n tradicional de Organ (1988). Desde este sentido, el docente debe signarse de valoraci�n, concurrida en la finalidad de la did�ctica, desarrollada desde la esencia escolar de potencializaci�n c�vica, basada en un hecho redituable de observaci�n conductual hacia el docente en el escenario formativo, extrapolado a contexto reales de las ni�as y ni�os como entes socialmente constituidos.


 

DID�CTICA Y AXIOLOG�A

El proceso educativo no es un sistema especial desligado de la realidad, sino que procede y se desarrolla a trav�s de componentes sociales y escolares que determinan las formas en que se promueve el aprendizaje experiencial y l�gico, con rasgos cient�ficos objetivos y subjetivos. Se asume que el estudiante es un agente intelectual que lleva impl�cito un conocimiento sociocultural adquirido gradualmente a trav�s de la interacci�n con su entorno. En el mismo orden de pensamiento, los pedagogos deben utilizar los componentes did�cticos existentes en su pr�ctica educativa, crearlos y adaptarlos a las necesidades de la poblaci�n escolar con el fin de estimular desde una ense�anza motivadora, a desarrollar un sujeto significativo.

Afirma Mattos (2000), que �ense�ar lleva a los estudiantes a aprender sobre el significado existencial� (p. 81). De acuerdo con visi�n pragm�tica, se deben crear los medios apropiados para orientar el aprendizaje y satisfacer las necesidades e intereses de los escolares desde su esencia contextual, para proporcionar aprendizajes �tiles y significativos con los que los estudiantes se identifiquen l�gicamente, asign�ndoles sentido desde el principio relacional.

La realidad social y educativa en tanto, facilita a los estudiantes la adquisici�n de conocimientos espec�ficos a trav�s de �un conjunto de elementos que los docentes utilizan para facilitar el proceso de ense�anza y aprendizaje� (Reyes, 2010: 11). De hecho, las estrategias, t�cnicas, recursos y herramientas pedag�gicas que utilizan los educadores, est�n dise�adas y adoptadas para contenidos espec�ficos e intereses escolares singulares, respondiendo al aprendizaje ideogr�fico; permitiendo la consolidaci�n gradual del conocimiento general en contexto. Para la Vida, abordan eventos sociales y ambientales que ocurren en sus instituciones o entornos locales, utilizando estos problemas y alternativas de soluci�n, como una disposici�n consciente de logros.

El proceso educativo determina el conjunto de estrategias, t�cnicas y recursos utilizados para promover el aprendizaje desde una did�ctica valorativa, teniendo en cuenta las necesidades e intereses de los alumnos, con el objetivo de conectar la ense�anza con los elementos sociales importantes para los estudiantes y alinear las actividades con la realidad. Por tanto, las pr�cticas docentes deben promover conductas innovadoras, crear un ambiente educativo agradable, integrar a los escolares con su imaginario.

Su finalidad a de dirigir el proceso de aprendizaje, a un sistema ameno y motivador, de modo que la pedagog�a con enfoque axiol�gico, discurra en �estrategias con disposici�n integral en la conciencia docente; instrucci�n centrada en el estudiante con el objetivo de fortalecer la pedagog�a participativa, aprovechando las opiniones de los miembros de la escuela que sustentan el aprendizaje y su significado� (Bartolome, 2007: 41). De esta forma, los docentes deben desarrollar una formaci�n que asegure la integraci�n y toma de decisiones; para lograr un aprendizaje �ptimo, �los docentes adoptan una did�ctica integrativa y axiol�gica, donde el protagonista es escolar, todas sus realidades socioeducativas fecundan en la valoraci�n c�vica y corresponsable� (P�rez, 2011; p. 34).

En este concepto, se hace imperativa una participaci�n deliberada en la escuela, establecida por las interacciones conscientes y de direccionalidad moral dentro y fuera del aula de clase. El maestro asume que su realidad interviene en la direccionalidad o din�mica de su praxis. Sobre esta dimensi�n, los docentes deben tener un nuevo rol en la mediaci�n del aprendizaje, siendo "promotores de conocimiento te�ricos, pr�cticos, instrumentales y axiol�gicos, relacionados con la realidad estudiantil� (Torres, 2001; P. 13).

En s�ntesis, se afirma que los docentes deben aflorar una acci�n participativa, integrativa y socializante; no solo deben ser formadores, sino tambi�n, promover la construcci�n del aprendizaje acci�n y la articulaci�n escolar, para fortalecer la formaci�n de los estudiantes actores. Desde este orden, se debe asumir que las personas son esencialmente una determinaci�n conductual de lo social. En este caso, su composici�n de interacci�n permite construir relaciones f�rtiles y la disposici�n activa del comportamiento personal, la cual, debe ser contrastada con una did�ctica de desarrollo.

Esta apreciaci�n, permite comprender que la raz�n de la �tica es la motivaci�n sobre el tema que mejora la amabilidad, lo que determina como buena o mala una pr�ctica. La realidad aristocr�tica deja el di�logo en un conc�ntrico, afectando la bondad de la fuerza. Este principio de reconfiguraci�n ecol�gica, manifestado en las conductas personales, promueve la acci�n coordinada en sistemas de interacci�n social, donde las actitudes se refuerzan en el juego de la percepci�n y el di�logo (Spock, 2007).

En cuanto a la relaci�n inseparable entre �tica y moral, la tesis se remonta a sus or�genes en la Antigua Grecia, que a�n se utiliza como marco conceptual. Estos argumentos se derivan en la complexi�n �tica, como sistema de valores pr�cticos; incluye un conjunto de buenos y malos est�ndares para la implementaci�n de actividades responsables de seguridad y promoci�n del desarrollo, y corresponde exactamente a las directrices (Gonz�lez, 2015). Al ubicar dicha comprensi�n filos�fica dentro del campo de la did�ctica, es preciso integrarla al nodo escolar, su vigencia y consistencia, haciendo de ella, un continuum formativo de sentidos y significados, basados en la disposici�n personal de aprender, al estar sujeta a un sistema valorativo escolar de conductas c�vicas.

SENTIDO Y SIGNIFICADO EN LA RECONSTRUCCI�N DID�CTICA

La acci�n pedag�gica no debe circundar en la direcci�n dominante de la actividad educativa, m�s bien, debe fomentar la participaci�n de los ni�os, ni�as y las familias en el logro de aprendizajes significativos, integrados en un contexto real de apreciaciones, donde el sentido escolar, implique todas las acciones de aprendizaje y gesti�n del conocimiento en el aula; al respecto, Molina (2002) afirma:

Una buena actividad pedag�gica debe promover la participaci�n de individuos o grupos en las discusiones y decisiones que les afectan para lograr objetivos comunes y utilizar conjuntamente m�todos de trabajo espec�ficos para este fin. (p. 131)

De esta forma, la educaci�n adquiere sentido y trascendencia para el estudiante, pues la participaci�n escuela-familia en el proceso formativo crear� el sentido del aprendizaje a nivel social, en tanto sea una realidad sociopedag�gica, como escenario entramado de conocimientos continuos. Las acciones encaminadas a promover la integraci�n activa de todos los actores de la escuela, deben realizarse con el objetivo de establecer metas que puedan ser alcanzadas mediante el trabajo conjunto y creando un reconocimiento de la importancia sociopedag�gica entre la instituci�n y el hogar. Por ello, B�rcena (2000) sostiene que la educaci�n �da identidad. Lo que tiene identidad es lo real, precisamente la tradici�n. Es la transmisi�n de formas o patrones de vida real. No invita al aislamiento, sino a la apertura� (p. 15).

La educaci�n y la acci�n de la ense�anza, debe proporcionar a los alumnos un aprendizaje integral, aumentando as�, la importancia del conocimiento. Por ello, el objetivo es integrar la escuela-hogar-estudiante en la composici�n did�ctica, como un sistema de mediaci�n consciente entre el docente-escolar, integrando realidades desde un sentido de desarrollo de una conducta aprehensiva, c�vica y motivadora.

Esta conjetura, permite que el conjunto formado por todos los estratos sociales, definan un nuevo sistema formativo, reorientando la pr�ctica docente y la estructura del curr�culo m�s all� de su composici�n tem�tica, te�rica y paradigm�tica, posicion�ndose en la concepci�n de la educaci�n como un proceso de profunda introspecci�n que permite una rica reflexi�n. Aqu�, seg�n Esther (2011), la pr�ctica en s�, sus m�todos de ense�anza y aprendizaje consolidan la situaci�n para el pensamiento independiente de los estudiantes.

Se logra una apertura cognitiva en los participantes, la cual se basa en la disposici�n de la situaci�n como ser civil, humano, sensible. Este aspecto debe ser considerado no solo como un elemento impl�cito del documento base, sino tambi�n como un ethos en toda la estructura de la instituci�n, donde, seg�n Arenas (2012), la visi�n teleol�gica no es solo una visi�n filos�fica de la formaci�n integral, sino tambi�n, un v�nculo activo entre todos sus estructuras participantes; en este sentido, la did�ctica con implicaci�n axiol�gica, desde su inicio acad�mico, integra sus acciones hacia la coherencia experiencial, asumiendo que su red simbi�tica o ambiental, est� configurada para garantizar que les permitir� ver la realidad con ojos sensibles, para conocerla, comprenderla, hasta transformarla.

A los efectos de la nueva funci�n did�ctica y mediadora, el docente debe despojarse de las pretensiones autoritarias y hegem�nicas de verdad, como concepto de poder, donde el estudiante, llega a un segundo plano ac�falo, donde todos deben seguir instrucciones como palabra sagrada; por tanto, debe ser m�s bien, un ambiente que apunte a promover la conciencia, no a contaminar su existencia desde la vigencia epist�mica del educador. Desde este sentido, se ha de garantizar una conciencia cr�tica, basada en la propia capacidad de pensamiento y sistema intelectual de los estudiantes (Gil, 2009).

Su trascendencia, debe visualizar o desentra�ar la realidad, crear un proceso interactivo de di�logo, escucha activa, eficaz y eficiente, pero siempre debe potencial su rol de mediador de aprendizajes. En la funci�n transformadora, la did�ctica axiol�gica, desarrolla en el sujeto cognoscente, habilidades metacognitivas que le permitan reflexionar sobre qui�n es, qu� ha hecho y qu� puede hacer, y as� reorientar su aprendizaje escolar (Villegas, 2016). Al mismo tiempo, tambi�n permite al docente, comprenderse como un todo, superando la concepci�n de entidad aislada con un car�cter propio y �nico, para reflexionar e incluso transformar su contexto, esencialmente a partir de la autotransformaci�n, ya que debe ser un viaje educativo consciente, valorativo y aprehensivo.

REINVENCI�N DID�CTICA DESDE LA PR�CTICA DOCENTE

La educaci�n es el principio de las relaciones humanas con conciencia de mundo. Esto incluye la noci�n de sociedad en su conjunto y, determina la base de la orientaci�n individual del sujeto en formaci�n, implicando acciones consustanciales en los nexos intersubjetivos, ya que los ciudadanos son una fuente de relaci�n con la educaci�n social. En este caso, la identidad de los temas cognitivos surge al mejorar la intervenci�n pedag�gica. Por lo tanto, es necesario integrar funciones educativas desde el contexto situacional de las ni�as y ni�os; creando un nuevo concepto de docencia desde la regulaci�n emocional, conciencia cr�tica y comprensi�n contextual.

Seg�n Lore (2020), es necesario orientar el desempe�o individual y conjunto utilizando habilidades b�sicas que se consideran esenciales para el desarrollo de las competencias naturales humanas, tales como: la sociabilidad y las relaciones armoniosas que pueden resolver problemas en un entorno espec�fico y globales. Su m�todo consiste en que se tiene que pensar en las personas con conciencia genera y desarrollo personal en la formaci�n integral. El prop�sito es desarrollar, cumplir con la criticidad de la virtud axiol�gica, donde las relaciones interpersonales de coexistencia, vida y convivencia son el centro de la direcci�n funcional.

La pr�ctica educativa no debe ser un est�ndar de pensamiento reflexivo y proceso obligatorio, por el contrario, debe promover a partir de la estructura dial�gica la reinvenci�n del m�todo de ense�anza. Por lo tanto, los maestros en sus actividades pueden crear una alternativa de reconfiguraci�n, la cual, le permita reescribir los modos formativos, creando una did�ctica ideogr�fica y con sentido axiol�gico. Con respecto a esto Bol�var (2007), asume como car�cter irrestricto, una complexi�n curricular y actitud docente basada en una "estructura flexible y abierta y estilo ideol�gico para crear ciudadanos y humanidades completas, ciencias y valores t�cnicos" (P. 72).

De all�, es claro que el educador, como uno de los protagonistas del sistema educativo, puede marcar una diferencia significativa, asumiendo que sus experiencias, necesidades e intereses en la escuela son una v�a importante para consolidar el v�nculo entre educaci�n y sociedad; consideraciones necesarias para repensar y reinvertir la did�ctica, sobre cimentos de una integralidad personal, axiol�gica y c�vica. De esta forma, la educaci�n debe servir para �lograr un arm�nico equilibrio existencial en el que todos los sistemas que protagonizan la din�mica escolar� (Flores, 2010: 33). Esto confirma que un enfoque coherente en la pedagog�a, es repensar la pol�tica educativa en un sistema abierto, flexible y permeable, dando sentido y especificidad al aprendizaje, involucrando el entorno natural de los escolares.

Siendo uno de los aspectos importantes en la did�ctica, ya que se relaciona con el papel del docente en recibir y orientar el desarrollo de los aprendizajes desde un enfoque integral e interviniente, compatibilizando los contenidos de los cursos con la experiencia del docente y las necesidades e intereses escolares. Por ello, es importante considerar el aporte de Knowlton y Hawes (2000), quienes afirman que �el docente es quien gu�a el proceso de aprendizaje y por lo tanto necesita mostrar una actitud positiva consciente que promueva el aprendizaje� (p. 20). 54).

De esta forma, los docentes asumen el rol de activar el conocimiento, crear innovaci�n y desarrollo de vanguardia en el proceso de ense�anza de los hechos, pues el objetivo es desarrollar aprendizajes �tiles para los estudiantes y fortalecerlos a trav�s de la pr�ctica docente; por lo tanto, el conocimiento adquirido en el proceso de formaci�n escolar tendr� un significado real, ya que estar� basado en la experiencia. Para esto, Ruders (2001) describe las tres actitudes que los maestros deben mostrar en el plan educativo:

Innovador: qui�n est� decidido a transferir la l�nea, est� interesado en sus pensamientos e incluso se arriesga a re�r. Resistencia: juega un papel activo en el cuestionamiento de las actitudes. Directivos: Quienes son los que reflexionan sobre las ventajas y desventajas de los errores t�cnicos. (p. 77)

De acuerdo con este enfoque, los educadores deben dirigir gradualmente estos aspectos en su actitud docente, para crear cambios e innovaciones reales, estimular el aprendizaje escolar y las relaciones arm�nicas de autonom�a cognitiva, sin mostrar resistencia a los cambios en los planes de estudio y din�micas educativas. Fecunda en una iniciativa, donde se reconceptualice los fines y tareas de la formaci�n escolar desde sus pr�cticas pedag�gicas, respondiendo de manera coherente a las necesidades espec�ficas de cada contexto institucional, comunitario y estudiantil.

CONCLUSI�N

El proceso educativo es un medio de formaci�n integral, donde el sujeto, aprende y potencializa sus habilidades naturalmente; sus dimensiones deben girar en torno a la imbricaci�n del sujeto en su estructura social, personal y ambiental, para que, con sus acciones individuales, implique de manera favorable a su entorno inmediato, fortaleciendo su nexo ecol�gico, su virtud humana y principio axiol�gico. Estas ideas, persiguen el bien de todos a trav�s de una conciencia o visi�n compartida. De esta forma, la actitud de los docentes estar� relacionada con el objetivo de formar, fortaleciendo el aprendizaje desde el reconocimiento de la ni�a y ni�o como organismos emp�ricos, con valores, apreciaciones y conocimientos previos.

Desde esta perspectiva, los educadores han de cuidar y mantener su equilibrio social desde las acciones del aula, a fin de socializar sus conocimientos en un orden de reciprocidad formativa, implicando las conductas aprehensivas de los escolares mediante un todo axiol�gico, incluyendo la preminencia de la escuela y la conciencia colectiva. Se debe orientar, por tanto, a la promoci�n de una identidad consciente, libre y con autonom�a escolar, donde la did�ctica integre, a la vez, que interviene en el aprendizaje, recreando un sistema de perspectivas reconstructivas.

En este sentido, al describir mediante un nodo documental el sentido axiol�gico de la did�ctica basado en una reinvenci�n de la pr�ctica docente en el contexto de la educaci�n general b�sica de Ecuador, se concreta un estadio de reflexi�n direccionada al aprendizaje integral, emergente desde un rizoma conductual, cognitivo y cr�tico, determinado por una intervenci�n pedag�gica discerniente, capaz de lograr en la ni�a y ni�o, una actitud autovalorativa, donde fecunden en el sentido del qu�, c�mo y para qu� aprendo, reorientando su civismo en el ambiente de clases, extrapolado en la vigencia situacional, procedente desde un principio redituable de experiencias junto a su docente.

En consecuencia, cuando el docente mediante una intervenci�n did�ctica axiol�gica, crea un escenario reflexivo sobre su pr�ctica pedag�gica, podr� identificar nuevos escenarios que le permitir�n mejorar el proceso de ense�anza, promover el aprendizaje del entorno a trav�s de su evaluaci�n, fortalecer valores intersubjetivos que le permitan mediar entre su entorno y reflexionar sobre su realidad. En ese sentido, asume una relevancia social, cuando el educador su vuelve agente cr�tico de su gesti�n pedag�gica, podr� generar alternativas formativas que armonicen la integralidad epist�mica del escolar, en principio de su vigencia contextual.

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[1] Autor Principal