Fortalezas y desafios en la articulación del curriculo por competencias y las metodologias activas

 

Pablo Enrique Romero Rueda[1]

pablorectorietfmh2022@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-3847-0554

Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnologia- UMECIT

Panamá

 

Diego Alfredo Garzón Lenis

serialblack14@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-1417-8830

Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnologia- UMECIT

Panamá

 

 

RESUMEN

El enfoque curricular por competencias se ha desarrollado como respuesta a la necesidad de formar estudiantes capaces de enfrentar los retos del mundo laboral actual, que requiere habilidades prácticas y competencias transversales como la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Las metodologías activas y didácticas del aprendizaje buscan fomentar la participación activa de los estudiantes en su propio proceso de aprendizaje, promoviendo el trabajo colaborativo, la reflexión y el uso de tecnologías educativas innovadoras. A pesar de los retos que presenta la implementación de la articulación del currículo por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje, existe evidencia empírica que sugiere que su uso puede mejorar la calidad educativa y formar estudiantes más competentes y comprometidos con su entorno. Sin embargo, aún existen desafíos en la implementación efectiva de metodologías activas y en la articulación del enfoque por competencias en el proceso educativo, incluyendo la resistencia al cambio de los docentes, la falta de capacitación y apoyo en la implementación de estas metodologías y la falta de coherencia en la implementación de la articulación curricular por competencias.

 

Palabras clave: enfoque curricular; competencias; metodologías activas; desafíos; calidad educativa.

 

 


Strengths and challenges in articulating the curriculum by competencies and active methodologies

 

ABSTRACT

The competency-based curricular approach has been developed in response to the need to train students capable of facing the challenges of today's world of work, which requires practical skills and transversal competencies such as creativity, critical thinking and problem solving. Active and didactic learning methodologies seek to encourage the active participation of students in their own learning process, promoting collaborative work, reflection and the use of innovative educational technologies. Despite the challenges presented by the implementation of the articulation of the curriculum by competencies and the active and didactic learning methodologies, there is empirical evidence that suggests that their use can improve educational quality and train more competent students who are committed to their environment. However, there are still challenges in the effective implementation of active methodologies and in the articulation of the competency-based approach in the educational process, including teachers' resistance to change, the lack of training and support in the implementation of these methodologies and the lack of of coherence in the implementation of the curricular articulation by competences.

 

Keywords: curriculum approach; competencies; active methodologies; challenges; educational quality.

 

 

 

Artículo recibido 01 abril 2023
Aceptado para publicación: 15 abril 2023

 

INTRODUCCIÓN

El enfoque curricular por competencias ha surgido como respuesta a la necesidad de formar estudiantes capaces de enfrentar los retos del mundo laboral actual, que requiere habilidades prácticas y competencias transversales como la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas (García & Aguirre, 2018). Este enfoque se basa en el desarrollo de competencias específicas que los estudiantes deben ser capaces de demostrar en situaciones reales, y no solo en la acumulación de conocimientos teóricos (Fernández, 2015).

Las metodologías activas y didácticas del aprendizaje buscan fomentar la participación activa de los estudiantes en su propio proceso de aprendizaje, promoviendo el trabajo colaborativo, la reflexión y el uso de tecnologías educativas innovadoras (Álvarez, 2017). Estas metodologías se basan en el aprendizaje por descubrimiento y la construcción del conocimiento por parte de los estudiantes, en contraposición al enfoque tradicional centrado en la transmisión de información por parte del docente (Freire, 2006).

La articulación del currículo por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje se han convertido en una tendencia creciente en la educación a nivel mundial, debido a que se ha demostrado que estas estrategias pedagógicas pueden mejorar la calidad educativa y formar estudiantes más competentes y comprometidos con su entorno (González & Fernández, 2017). Además, estos enfoques están en sintonía con las demandas de la sociedad actual, que requiere de profesionales capaces de adaptarse a un mundo cambiante y complejo (Díaz-Barriga, 2016).

La implementación del enfoque por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje en Colombia no ha estado exenta de desafíos y resistencias por parte de algunos sectores de la educación. Algunos autores han señalado que la falta de claridad en la definición de competencias y la dificultad para evaluarlas son algunos de los principales obstáculos a su implementación efectiva (Del Rey, 2019). Asimismo, la aplicación de estas estrategias requiere de un cambio cultural en la forma de concebir la enseñanza y el aprendizaje, lo cual puede generar resistencias en algunos docentes y estudiantes (García & Suárez, 2018).

A pesar de los desafíos que presenta la implementación de la articulación del currículo por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje, existe evidencia empírica que sugiere que su uso puede mejorar la calidad educativa y formar estudiantes más competentes y comprometidos con su entorno. Por ejemplo, lo realizado en países como Singapur, Finlandia o Japón.

Razones para el estudio

En este sentido, una revisión sistemática de estudios sobre la implementación de metodologías activas en el proceso educativo encontró que estas metodologías tienen un impacto positivo en el desarrollo de habilidades cognitivas y socioemocionales de los estudiantes, así como en su motivación y compromiso con el aprendizaje (Freeman et al., 2014). Igualmente, se ha encontrado que la implementación del enfoque por competencias en el diseño curricular y en la enseñanza, contribuye a una mejor articulación de los objetivos de aprendizaje y la evaluación de los mismos, alineándose de manera más efectiva con las necesidades y demandas de la sociedad actual (López, 2013).

A pesar de los resultados positivos encontrados en la literatura, aún existen desafíos en la implementación efectiva de metodologías activas y en la articulación del enfoque por competencias en el proceso educativo. Algunos de estos desafíos incluyen la resistencia al cambio de los docentes, la falta de capacitación y apoyo en la implementación de estas metodologías, y la falta de coherencia en la implementación de la articulación curricular por competencias (Zúñiga et al., 2018). Por lo tanto, es importante continuar investigando y reflexionando sobre estas prácticas educativas para poder enfrentar estos desafíos y mejorar la calidad educativa.

Ahora bien, es importante destacar la importancia de la educación en la sociedad actual y cómo la calidad educativa tiene un impacto significativo en el desarrollo económico y social de los países (OECD, 2019). En este sentido, la implementación de metodologías activas y didácticas en el proceso educativo ha sido una tendencia creciente en los últimos años, y se ha convertido en un tema de gran interés para la investigación educativa (Fuentes, Gairín, & Guàrdia, 2020).

Una de las principales razones para abordar este tema es la necesidad de adaptar el currículo educativo a las demandas y necesidades de la sociedad actual, que requiere de profesionales capaces de enfrentar desafíos y resolver problemas complejos (Álvarez & Delgado, 2017). En este sentido, la articulación del currículo por competencias es una estrategia pedagógica que busca desarrollar habilidades y conocimientos relevantes para el mundo laboral y social (Cunha & Martins, 2019).

Además, se ha evidenciado que la implementación de metodologías activas y didácticas en el aula puede mejorar el aprendizaje significativo y la motivación de los estudiantes (Pacheco & Soler, 2020). Estas metodologías promueven la participación activa de los estudiantes, la colaboración y el trabajo en equipo, lo que favorece el desarrollo de habilidades socioemocionales y la formación de ciudadanos críticos y comprometidos (García & Tovar, 2017).

Otra razón para abordar este tema es la necesidad de analizar la eficacia de estas metodologías en la mejora de la calidad educativa. Aunque existen estudios que demuestran los beneficios de la implementación de metodologías activas y didácticas en el aprendizaje, aún hay controversia sobre su efectividad en la mejora de los resultados académicos (Cavalcanti et al., 2020). Por lo tanto, se requiere de una revisión crítica de la literatura y el análisis de los resultados de estudios previos.

Finalmente, cabe mencionar que el enfoque por competencias y las metodologías activas y didácticas son tendencias globales en la educación. La Unesco ha promovido la implementación de estos enfoques en diversos países, destacando su importancia en la formación de ciudadanos globales y la mejora de la calidad educativa (Unesco, 2017). Por tanto, es necesario profundizar en el análisis y discusión de estos enfoques, para promover su implementación efectiva en el contexto educativo Colombiano actual.

Problemática

El Ministerio de Educación Nacional de Colombia ha desarrollado documentos orientadores para el desarrollo del currículo por competencias e implementación de metodologías activas en las Instituciones Educativas de Educación Preescolar, Básica y Media de orden público o privado. Estos documentos, resumidos en "Referentes Curriculares", incluyen Lineamientos Curriculares, Estándares Básicos de Competencias, Derechos Básicos de Aprendizaje y Matriz de referencias de aprendizajes. Estos documentos son el eje actual de la educación colombiana, y todos los esfuerzos del MEN se centran en la familiarización, uso correcto y apropiación de toda la comunidad educativa de estos referentes.

Aunque estos referentes curriculares son relativamente nuevos en la educación colombiana, con el año de creación de los Lineamientos Curriculares en 1998 y la construcción formal de los Estándares de Competencias desde 2002, han sido fundamentales en la transformación educativa y cambio en la visión del enfoque en la educación colombiana. Sin embargo, en comparación con otros países como Japón o Finlandia, que llevan desde los años 70 y 80 trabajando en la transformación de sus sistemas educativos, Colombia está en una fase temprana de implementación de estos cambios.

A pesar de que los referentes curriculares se construyeron para servir como un marco de referencia para la comunidad educativa, incluyendo a los docentes, no hubo una amplia participación ni reconocimiento por parte de ellos. Esto llevó a que los docentes conocieran las construcciones teóricas ya consolidadas, pero desconocieran el funcionamiento y la implementación a través de las diferentes metodologías activas que de forma implícita traían consigo estos referentes. Fernández-Bataller y Mena-Marcos (2019) han señalado que una de las principales barreras para la implementación de estas metodologías es la falta de formación y capacitación de los docentes, lo que ha generado tensiones entre los docentes y el Ministerio de Educación.

La falta de recursos y apoyo institucional se han identificado como otros de los factores que han obstaculizado la implementación de los "nuevos referentes" en la educación. Saiz-Sanchez y Gonzalez-Sanmamed (2020) destacan que la falta de claridad y consenso sobre qué son las competencias de las que se habla en los Estándares y cómo deben ser evaluadas también ha generado confusión y desmotivación entre estudiantes y docentes.

A pesar de estas barreras, algunas investigaciones sugieren que la implementación de metodologías activas y la articulación del currículo por competencias pueden mejorar el aprendizaje y la retención de conocimientos (Jin y Liu, 2020). Además, se ha evidenciado que estas metodologías pueden fomentar habilidades como el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la creatividad (Hernández-González y García-Sánchez, 2019).

No obstante, es necesario conocer cómo se han implementado estas metodologías en diferentes contextos educativos y cuáles han sido los resultados obtenidos. Además, es importante considerar si siguen existiendo las limitaciones y barreras mencionadas anteriormente que puedan impedir su implementación exitosa y la necesidad de una formación adecuada para los docentes en este tipo de enfoques pedagógicos.


 

METODOLOGÍA

Se realizó una revisión exhaustiva de la literatura disponible sobre la articulación del currículo por competencias y las metodologías activas en el proceso educativo. Esta revisión se realizó a través de bases de datos especializadas en educación, tales como ERIC, Redalyc y JSTOR, utilizando términos de búsqueda relevantes, como “referentes curriculares” "competencias", "metodologías activas", "aprendizaje basado en proyectos", "currículo por competencias", "pensamiento crítico", "resolución de problemas" y "formación integral".

Una vez se recopilaron los artículos relevantes junto con la bibliografía en la signatura de Desarrollo de competencias para el Planeamiento Curricular, se realizó un análisis detallado de la información para identificar los estudios más relevantes y rigurosos en el campo de estudio. Se seleccionaron aquellos artículos y textos proporcionados que cumplieran con los criterios de inclusión, tales como la fecha de publicación, la relevancia del tema, la calidad metodológica y la validez de los resultados.

Seguido de esto, se realizó un análisis y síntesis de los datos recopilados a través de la revisión de la literatura. Se identificarán los principales temas y conceptos relacionados con la articulación del currículo por competencias y las metodologías activas en el proceso educativo. Se analizaron las similitudes y diferencias entre los estudios seleccionados, así como las limitaciones y oportunidades de investigación futura.

Finalmente, con base en los resultados del análisis y síntesis de los datos, se redactó el artículo siguiendo las Normas APA séptima edición. Se incluyeron citas y referencias bibliográficas de autores reconocidos en el campo de estudio, tales como Fullan (2013), Pellegrino, Hilton y Bane (2015), y Darling-Hammond, Flook, Cook-Harvey y Barron (2021). Una vez completada la redacción del artículo, se realizó una revisión y edición exhaustiva para asegurar la coherencia, claridad y precisión del texto.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Fullan (2013) sostiene que la integración efectiva de la tecnología y la pedagogía puede ser un factor clave para mejorar la calidad educativa. De acuerdo con el autor, la tecnología debe ser utilizada de tal manera que permita la interacción entre los estudiantes, el acceso a información relevante y actualizada, y el desarrollo de habilidades digitales. La tecnología se convierte, entonces, en un medio para alcanzar objetivos pedagógicos, y no en un fin en sí misma. Fullan (2013) destaca, además, que la tecnología debe ser vista como un complemento al proceso de enseñanza, y no como un sustituto de los métodos tradicionales de enseñanza. En este sentido, el uso de tecnología en el aula debe ser cuidadosamente planificado y monitoreado por los docentes para asegurar su efectividad.

Por otro lado, Fullan enfatiza la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo para aprovechar al máximo los beneficios de la tecnología en la educación. Según el autor, el trabajo en equipo no solo permite a los estudiantes aprender unos de otros, sino también desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas. El trabajo en equipo también fomenta la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas, habilidades que son esenciales para el éxito en el mundo laboral y social. Fullan sostiene que la colaboración entre docentes también es crucial para la implementación efectiva de la tecnología en el aula. La colaboración entre docentes permite el intercambio de ideas y estrategias pedagógicas, lo que a su vez conduce a una enseñanza más efectiva y a un aprendizaje más significativo por parte de los estudiantes.

Según Pellegrino, Hilton y Bane (2015), la educación para el trabajo y la vida debe enfocarse en desarrollar conocimientos y habilidades transferibles que sean aplicables en diversas situaciones y contextos. Los autores sugieren que el enfoque en competencias y habilidades transferibles puede permitir a los estudiantes adaptarse y responder efectivamente a los cambios y desafíos en el mundo laboral y social. Además, destacan la importancia de una educación que fomente la creatividad y el pensamiento crítico, lo cual puede ayudar a los estudiantes a enfrentar desafíos complejos y a generar nuevas ideas y soluciones.

En cuanto a las competencias y habilidades transferibles, Pellegrino, Hilton y Bane (2015) argumentan que éstas deben ser relevantes y significativas para los estudiantes, y que deben estar basadas en un enfoque de resolución de problemas. Los autores sugieren que los estudiantes deben tener la oportunidad de aplicar sus habilidades en contextos auténticos y significativos, a través de actividades como proyectos, pasantías y prácticas profesionales. Asimismo, señalan que el desarrollo de habilidades transferibles no se limita a las habilidades técnicas, sino que también incluye habilidades como la colaboración, la comunicación efectiva y el pensamiento crítico.

Por otro lado, Pellegrino, Hilton y Bane (2015) enfatizan la importancia de una educación que fomente la creatividad y el pensamiento crítico. Según los autores, estos aspectos pueden ser desarrollados a través de la exploración y el descubrimiento, así como mediante la resolución de problemas complejos. Asimismo, destacan que la creatividad y el pensamiento crítico son habilidades esenciales para enfrentar los desafíos en el mundo laboral y social, y para la toma de decisiones informadas y responsables. En este sentido, los autores sugieren que la educación debe ir más allá de la transmisión de información y enfocarse en el desarrollo de habilidades que permitan a los estudiantes aplicar sus conocimientos de manera efectiva y significativa.

Darling-Hammond, Flook, Cook-Harvey y Barron (2021) sostienen que la educación integral es esencial para formar ciudadanos comprometidos y responsables que puedan contribuir positivamente a su comunidad y entorno. Según estos autores, una educación integral debe enfocarse en el desarrollo de habilidades socioemocionales y éticas, además de las habilidades académicas tradicionales. Esto implica que los estudiantes deben aprender a trabajar en equipo, a resolver conflictos de manera efectiva y a comunicarse claramente, entre otras habilidades necesarias para la vida en sociedad.

La personalización del aprendizaje y la flexibilidad del currículo son también aspectos importantes que destacan Darling-Hammond y sus colegas. En su estudio, se enfatiza la importancia de atender a las necesidades y características individuales de los estudiantes. Para lograr esto, es necesario ofrecer oportunidades de aprendizaje personalizadas y flexibles que permitan a los estudiantes avanzar a su propio ritmo y en función de sus intereses y habilidades. Asimismo, se destaca la importancia de involucrar a los estudiantes en el proceso de aprendizaje, permitiéndoles tomar decisiones y participar activamente en su propia formación. En resumen, la formación integral de los estudiantes requiere una educación que considere y atienda tanto las necesidades académicas como las socioemocionales y éticas, y que permita la personalización y flexibilidad del aprendizaje para atender a las características individuales de los estudiantes.

Además, Darling-Hammond et al. (2021) señalan que la formación integral de los estudiantes debe estar respaldada por un entorno educativo seguro y de apoyo, donde los estudiantes se sientan valorados y respetados. Para lograr esto, los autores sugieren la implementación de políticas y prácticas escolares que promuevan la inclusión, la diversidad y la equidad, y que aborden las desigualdades sociales y culturales que enfrentan algunos estudiantes. Asimismo, enfatizan la importancia de la colaboración entre docentes, estudiantes, padres y comunidades en la construcción de un entorno educativo positivo y en el desarrollo de un enfoque integral de la educación.

En cuanto a los desafíos de la implementación de estas estrategias educativas, según Pellegrino, Hilton y Bane (2015), la implementación de estrategias educativas significativas implica desafíos importantes en términos de la preparación y la capacitación docente. Los autores sostienen que los educadores deben estar capacitados y dispuestos a adoptar enfoques innovadores en la enseñanza, y deben estar actualizados sobre las últimas tendencias y prácticas en el campo de la educación. Además, los autores destacan la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo en la preparación de los educadores para la implementación efectiva de nuevas estrategias pedagógicas.

Otro de los desafíos identificados por Pellegrino, Hilton y Bane (2015) se refiere a la evaluación adecuada de los estudiantes en el contexto de la implementación de nuevas estrategias educativas. Según los autores, la evaluación debe estar alineada con los objetivos de aprendizaje y el enfoque pedagógico utilizado, y debe ser capaz de medir el progreso de los estudiantes de manera efectiva. Además, los autores destacan la importancia de la retroalimentación y la autoevaluación para mejorar el aprendizaje y la enseñanza.

Finalmente, Pellegrino, Hilton y Bane (2015) enfatizan la importancia de un enfoque holístico y sistemático para la implementación de estrategias educativas innovadoras. Según los autores, la implementación exitosa de cambios curriculares significativos requiere la participación activa y el compromiso de todos los miembros de la comunidad educativa, incluyendo a los estudiantes, los padres, los administradores escolares y los educadores. Además, los autores señalan la importancia de una planificación cuidadosa y una implementación gradual para asegurar que los cambios se integren adecuadamente en la estructura y la cultura de la escuela.

Fullan (2013) sostiene que la formación docente es un factor clave para la implementación efectiva de estrategias educativas innovadoras. En este sentido, los docentes deben adquirir habilidades y competencias que les permitan integrar la tecnología y la pedagogía de manera efectiva. Según Fullan, esto implica no solo el conocimiento técnico de la tecnología, sino también la capacidad de seleccionar y utilizar herramientas tecnológicas apropiadas para el objetivo de aprendizaje, así como diseñar actividades y evaluaciones que aprovechen las posibilidades que ofrece la tecnología.

Además, Fullan (2013) destaca la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo entre los docentes para mejorar la calidad educativa y asegurar la implementación efectiva de estrategias innovadoras. Esto implica la necesidad de una cultura colaborativa en las escuelas, en la que los docentes tengan la oportunidad de compartir experiencias, conocimientos y recursos, y trabajar juntos para diseñar y mejorar prácticas pedagógicas. La colaboración también puede fomentar la innovación y la creatividad en el diseño de nuevas estrategias educativas.

Finalmente, Fullan (2013) enfatiza la importancia de la evaluación formativa y el seguimiento del progreso de los estudiantes para garantizar el éxito en la implementación de estrategias educativas innovadoras. Según este autor, la evaluación debe ser una parte integral del proceso de enseñanza y aprendizaje, y debe ser utilizada para informar la retroalimentación y el ajuste constante de la práctica pedagógica. Esto implica la necesidad de que los docentes tengan las habilidades y competencias necesarias para diseñar evaluaciones adecuadas que midan el progreso de los estudiantes en relación con los objetivos de aprendizaje, y que utilicen los resultados de la evaluación para mejorar su práctica pedagógica y el aprendizaje de los estudiantes.

Darling-Hammond, Flook, Cook-Harvey y Barron (2021) cierran la información sobre la importancia de la evaluación auténtica y formativa en el proceso educativo basado en competencias y metodologías activas, haciendo hincapié en su relevancia para superar los desafíos en la implementación de estrategias educativas. Para estos autores, la evaluación es un componente esencial del proceso educativo que permite a los docentes identificar las fortalezas y debilidades de los estudiantes, y adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje a las necesidades individuales de cada estudiante. Además, la evaluación auténtica y formativa permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos y habilidades en situaciones reales y relevantes, lo cual resulta fundamental para el desarrollo de competencias y habilidades que puedan ser transferibles a otros contextos y situaciones.

En este sentido, Darling-Hammond et al. (2021) destacan que la evaluación auténtica y formativa puede ayudar a los docentes a superar uno de los mayores desafíos en la implementación de estrategias educativas basadas en competencias y metodologías activas: la resistencia al cambio. Al proporcionar retroalimentación continua y seguimiento del progreso de los estudiantes, la evaluación puede ayudar a los docentes a demostrar a los estudiantes, padres y otros miembros de la comunidad educativa los beneficios de estas estrategias, lo cual puede motivar la participación activa en el proceso educativo y facilitar la implementación de cambios significativos en la escuela.

CONCLUSIONES

La implementación del enfoque curricular por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje puede ser una estrategia efectiva para mejorar la calidad educativa y formar estudiantes más competentes y comprometidos con su entorno.

La articulación del currículo por competencias y las metodologías activas y didácticas del aprendizaje están en sintonía con las demandas de la sociedad actual, que requiere de profesionales capaces de adaptarse a un mundo cambiante y complejo.

La tecnología debe ser utilizada para mejorar la calidad educativa y no como un fin en sí misma.

El trabajo en equipo y la colaboración entre docentes son esenciales para la implementación efectiva de la tecnología en el aula.

La educación para el trabajo y la vida debe enfocarse en desarrollar habilidades transferibles y relevantes, así como fomentar la creatividad y el pensamiento crítico.

La educación integral debe enfocarse en el desarrollo de habilidades socioemocionales y éticas, además de las habilidades académicas tradicionales.

La personalización del aprendizaje y la flexibilidad del currículo son importantes para atender las necesidades individuales de los estudiantes y fomentar su participación activa en el proceso de aprendizaje.

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[1] Autor Principal