de altura en
Chile
Jorge Machuca-Sepúlveda
Universidad de la Frontera
Matilde López M.
Universidad de Chile
Emiliano Vargas L.
Universidad Alberto Hurtado
RESUMEN
La información obtenida en más de 3 décadas de trabajo en tres Humedales áridos de altura (HAA) (salar de Surire, salar de Atacama y laguna Santa Rosa) se utiliza para realizar una relación de ecología y economía. La primera entrega evidencia sobre aspectos físicos químicos, hídricos y de ciertas comunidades biológicas tales como flamencos y fitobentos, mientras que, en la segunda se explica como la explotación de los recursos naturales no renovables en el mismo territorio, determinan riesgo ambiental para estos humedales. Exploramos el funcionamiento de este sistema socio-ecológico del altiplano, con procesos de distinta índole como problemáticas, acciones socioeconómicas que impactan en el paisaje fluvial y al conjunto de hábitats integrados en los HAA son integrantes. Conocer este funcionamiento tiene por objetivo evidenciar el riesgo (por la variabilidad del territorio) en sus seres vivos, típicos de sistemas abiertos, incluyendo en ellos a los humanos. Afirmamos que los HAA son ecológicamente sistemas frágiles y abiertos a los intercambios de energía de origen antrópico, normalmente tratados como sistemas cerrados. Relacionamos la disminución del recurso hídrico como fuente de impacto cuantitativo en el sistema, utilizando bioindicadores para ello: géneros de microflora y poblaciones de flamencos (tres especies). Proponemos un modelo para los HAA, donde el biomonitoreo y la vigilancia ambiental pueden contribuir a su conservación.
Palabras clave: humedales áridos de altura;
flamencos; organismos fitobentónicos; sistema socioecológico; biomonitoreo.
Precarious
environmental balance of high-altitude arid
wetlands in
Chile
ABSTRACT
Information obtained in more than 3 decades of work in three arid
high-altitude wetlands (HAA) (Salar de Surire, Salar de Atacama and
Laguna Santa Rosa) is used to make a relationship of ecology and economy. First
provides evidence on physical, chemical, water and certain biological
communities such as flamingos and phytobenthos,
second explains how exploitation of non-renewable natural resources in same
territory determines environmental risk for these wetlands. We explore the
functioning of this socio-ecological system of the highlands, with processes of
different kinds such as problems, socio-economic actions that impact the river
landscape and the set of habitats integrated in the HAA are integral. Through
this, we propose a way to considerate enviromental
risk (due to the variability of the territory) in their living beings, typical
of open systems, including humans, since HAA are ecologically fragile systems,
open to energy exchanges normally treated as closed systems. Water decrease is
our key issue on resources as a source of quantitative impact on the system,
using bioindicators for this: microflora genera and flamingo populations (three
species). We propose a model for HAA, where biomonitoring and environmental
surveillance can contribute to their conservation.
Keywords: high-altitude arid wetlands; flamingos; phytobenthic
organisms; socio-ecological system; biomonitoring.
Artículo
recibido: 10. Junio. 2021
Aceptado para publicación: 16. Julio.
2021
Correspondencia: j.machuca03@ufromail.cl
Conflictos
de Interés: Ninguna que declarar
Los humedales áridos de
altura (HAA) en el norte de Chile son sistemas acuáticos heterogéneos como
lagos, turberas, aguas termales y salares, principalmente (Molina et al., 2018),
estos componen el paisaje de Los Andes centrales que corresponde a una
altiplanicie (>3.000 m.s.n.m.), la cual se denomina altiplano. Provienen del
derretimiento de hielos y glaciares que moldearon este paisaje en tiempos pleistocénicos
y post-pleistocénicos. Muy reciente (en tiempo geológico) es la aparición de
comunidades de seres vivos y más aún del ser humano (Núñez, 1999). Existen
características particulares que diferencia el territorio donde se asientan las
HAA en comparación con otras zonas del Norte de Chile. La presencia de
humedales permite la existencia de un ecosistema con diversidad de especies,
que entorno a cuerpos de agua se relacionan integrando cadenas tróficas, cuya
fragilidad en el sector altoandino es relevante dado el grado de aislamiento
del sistema como por la herencia de lagos y lagunas proclives a la intervención
humana (CONAF, 2002). La totalidad del plateau central de la cordillera
de los Andes posee una serie de cuencas con similares características
geológicas, hidrológicas y ecológicas (Chong, 1988), y por la similitud del
material mineralógico existente, da pie a una intensa actividad extractiva
(Munk et al., 2016).
Dada la alta frecuencia
de cuencas cerradas (endorreicas) en el altiplano, los procesos de salinización,
alta radiación solar, clima árido radiación y presencia de cuencas con altos
niveles de evaporación y erosión, suscitan el origen de ciertos tipos de HHA,
como los salares (Scheihing et al., 2010). Los
salares son cuerpos de agua que tienen superficies variables, desde unos pocos
a miles de hectáreas, en las partes más bajas, salares y lagunas poseen una
compleja historia geoquímica debido a sucesivos eventos de precipitación de
sales en períodos geológicos secos y su redisolución en períodos húmedos, entre
los cuales se intercalan episodios volcánicos que se reflejan en las columnas
estratigráficas, que se hallan en estratos salinos a diferentes profundidades y
que constituyen fuentes de solutos, en especial para aguas subterráneas
(Alonso, 1997). Para distinguir aguas dulces de salinas, Beadle
(1974), sugirió un criterio con un límite de 5.000 ppm de sólidos disueltos
para aguas dulces, basándose principalmente en la tolerancia biológica. El
límite superior estaría dado por la solubilidad del mineral más soluble en
equilibrio con las salmueras residuales, las que alcanzan, a veces,
concentraciones cercanas a 400.000 ppm de sólidos totales disueltos (Beadle, 1974).
Entre otras comunidades
biológicas dependientes de los HAA se encuentra la avifauna, y en particular,
los flamencos, puesto que su condición de migratorias las hace especialmente
dependientes de los salares, ya que los usan para reproducción y alimento; se
han descrito tres especies de flamencos en el Altiplano, el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis), flamenco de James
(Phoenicoparrus jamesi)
y flamenco andino (Phoenicoparrus andinus) alimento (Figueroa et al., 2016). El flamenco
andino posee una particularidad en su forma de alimentación, este se alimenta
en lagos de poca profundidad (López, 1990), la especie retiene materia
particulada como microalgas o diatomeas y expulsa el agua evitando con ello el
consumo de aguas alcalinas o salinas. Son considerados “planctófagos”,
pues filtran con su pico y lengua el lodo y las sustancias que las aguas llevan
en suspensión, aprovechando así micro crustáceos y otros microorganismos
integrantes del plancton (Rodríguez, 2006). El rol que los flamencos tienen en
el funcionamiento de los ecosistemas de HAA es de interés general, además, es
muy importante desde el punto de vista de la herbivoría. P. Andinus ejerce una gran influencia en el microbentos lacustre, siendo la especie Surirella
sella (Bacillariophyta) su alimentación
principal, y a su vez es un componente biótico dominante del fitobentos de
sedimentos (Krstulovic y Roa, 1985).
Planteamos que el ser
humano es el principal factor de cambio que afecta significativamente a los ecosistemas
de HAA, desde iniciada la agricultura doméstica hasta la actual explotación del
litio. Existen dos grandes tipos de intervenciones antrópicas, la agricultura
de subsistencia y la minería, es decir, primero la actividad agrícola y luego
la minería extractivista, han interrumpido drásticamente los delicados equilibrios
ecológicos de estos paisajes elementales heredados de épocas pretéritas (Babidge y Bolados, 2018). De manera tal que un complejo
sistema socio-ecológico se ha desarrollado, cuya aproximación a través de un
paisaje de humedales, permite esclarecer medidas de gestión entre diferentes
áreas degradación y modificación extensas de humedales, así como entre áreas y
tipos de humedales que necesitan conservación (Bertassello
et al., 2018). No obstante, no es fácil de determinar las acciones históricas del
ser humano que han perturbado los equilibrios, pero es solo desde el siglo
pasado cuando el extractivismo mecanizado ha puesto
en riesgo la existencia de las comunidades humanas ancestrales y al resto de
comunidades bióticas.
Hoy, se suma la
industria de explotación mecánica del litio (mineral no metálico) a gran escala,
a la histórica competencia por el agua entre la agricultura de subsistencia y
la minería metálica, y como es sabido, su explotación no se limita a las
fronteras administrativas, sino que es un stock de riqueza natural común en el
Altiplano. Con el litio, que es materia prima para la creciente industria de la
electromovilidad y sus baterías de litio-cobalto, se busca reemplazar en el
mundo, al motor a combustión,
pero ese cambio debe ser competitivo para los consumidores (López y Vargas,
2021), lo que incentiva procesos tendiente a minimizar
los costos totales, donde creemos que se omiten las externalidades de la
explotación. El régimen natural del balance hídrico de la cuenca del salar de
Atacama, por ejemplo, se estableció en 14,9 m3s-1, que
era aproximadamente igual para la recarga y
evaporación, sin embargo, esto se ha visto perturbado por el bombeo de salmuera
proveniente de la explotación del litio y otras materias primasen los
sedimentos, la cual se efectúa mediante bombeos a lo largo de una red de pozos
muy densa (Marazuela et al., 2020). Dadas estas
condiciones, se precisa evaluar la calidad de sedimento, la que se basa
principalmente en la biota que se encuentra presente en el estrato
subsuperficial y que se relaciona con la coexistencia de una trama de
interacciones entre unidades de flora y fauna con un alto endemismo,
principalmente en la avifauna (González y Wattling,
2001).
En consecuencia, la
erosión de sedimentos en los HAA, como en el caso específico de los salares, es
precedente de una actividad temporal a escala tanto geológica como
antropológica (Márquez-García et al., 2009). Es posible así hipotetizar que el
nivel de la columna de agua de las lagunas y la temperatura no son
determinantes del tamaño de las microalgas (fitobentos) y su correspondiente
contenido de carbono; y que si no fuese así (al existir elementos para rechazar
esa hipótesis) permitiría predecir que producto de una menor disponibilidad de
agua, la productividad primaria algal afectaría negativamente a la cadena
trófica. Otra hipótesis plausible es a través de la evidencia en la dieta de
los flamencos, lo que permitiría apoyar la aseveración respecto al delicado
equilibrio precario de las comunidades biológicas. Ese equilibrio puede ser
afectado por eventos naturales o por otras variables exógenas, como la ya
mencionada actividad antropogénica, las que se caracterizan por perturbaciones
energéticas que cambian las relaciones de las variables, determinando un
sistema abierto (Kelly et al., 2017). En este sistema abierto, el mencionado
equilibrio ambiental se afecta en calidad ecológica (organismos vivos),
entendida también como calidad ambiental (condiciones de la relación), estas representan
las características cualitativas y/o cuantitativas inherentes al ambiente en
general o particular, su relación con la capacidad relativa de éste para
satisfacer las necesidades del hombre y/o de los ecosistemas (Prando, 1996).
Las relaciones
biológicas, sus cadenas tróficas y la interrelación fisicoquímica son resumidas
en el presente trabajo, con énfasis en los antecedentes recopilados por los
autores a través de años de recorrer y estudiar la ecología de HAA, evidenciar
el cambio del territorio, de sus seres vivos y sus habitantes. Dichos
antecedentes de ecología, en cuanto a la revisión de la interacción
diatomeas-flamencos evidenciarían el riesgo ambiental, generado por la
operación de la economía. La distancia temporal y espacial de los HAA entrega
información para predecir la existencia o no de las poblaciones de flamencos andinos
(especies damnificadas a causa de los intereses económicos intra e internacionales).
Proponemos que el estudio de microflora o fitobentos de sedimento en el borde
de las lagunas, es factible de ser establecido en prácticas de biomonitoreos
como parte de acciones de vigilancia ambiental con el fin de conocer y valorar
las relaciones de un sistema abierto, en el que en la ecología de HAA anida los
intercambios y efectos de la actividad antrópica. El articulo sigue con las
secciones de material y métodos, continua con resultados y discusión y finaliza
con conclusiones.
La recopilación de
información se ha especificado a partir de tres HAA: salar de Surire, salar de
Atacama y laguna Santa Rosa, pertenecientes al Sistema Nacional Áreas
Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) administrado por la Corporación
Nacional Forestal (CONAF), los que corresponden cada uno al Monumento Natural
Salar de Surire, Reserva Nacional Los Flamencos y Parque Nacional Nevado Tres
Cruces, respectivamente. El trabajo resume expediciones realizadas en el
período de 1980-1985 cuyo principal objetivo fue buscar la relación que existe
entre la presencia de microalgas silíceas (diatomeas) y la alimentación de los
flamencos endémicos del altiplano sudamericano con énfasis en el flamenco
andino P. andinus. Esta es sólo una de las
cadenas tróficas existentes que permiten describir parte del delicado
equilibrio en el ecosistema. Por último, se efectuó un análisis satelital a través
de imágenes Landsat 5 (Multispectral Scanner/MSS) a
Landsat 8 (Operational Land Imager/OLI
y Thermal Infrared
Sensor/TIRS) para así evidenciar el índice hídrico de diferencia normalizada
(en inglés NDWI, Normalized Difference
Water Index) (McFeeters, 1996) en los dos extremos
históricos 1985 y 2018, respectivamente, y así discriminar niveles de aumento o
reducción de la masa de agua en los HAA estudiados, cambios determinados a
través de histogramas. El índice hídrico de diferencia normalizada fluctúa de 1
a -1, siendo estos los valores de pixel de la imagen satelital analizada,
significa que pixeles con valores cercanos a 1 indican presencia de espejo de
agua en el terreno, mientras que -1 indica ausencia.
En las muestras
biológicas colectadas en los diferentes sitios definidos se aplicó la
metodología estándar para eliminar el alto contenido de carbonatos, tratando
aquellas con ácido clorhídrico (López, 1997) y las muestras químicas se
determinaron con los métodos señalados por el Standard Methods
for the Examination of Water and Waste Water (APHA, 2005),
a excepción de la determinación de sílice en agua mediante un método
colorimétrico en muestras que contengan de 0,1 a 100 mg/l. Aquellas que
contenían más de 100 mg/l fueron analizadas por procedimientos gravimétricos.
Dos especies de Surirella (S. sella y S. wetzeli),
su abundancia por mm² y su equivalente en mgC/mm²,
fueron comparadas. La técnica de muestreo se inició con un trazado sobre los
sedimentos del fondo según indica la técnica sugerida por Krstulovic
y Roa, (1985), con una figura de 1 m2 (Figura 1), tanto en los
vértices como en el centro del cuadrado, se tomaron muestras de sedimentos
(lodo pastoso) con un sacacorte de área 2,5 mm2 y con una
profundidad de 1 mm; se realizó sólo una parcela siguiendo lo recomendado por Hulbert y Chang (1983).
En 2010 participamos en
un trabajo bajo auspicio y financiamiento de la Dirección Regional de Aguas de
Antofagasta-Ministerio de Obras Públicas (MOP), con el objetivo de elaborar una
norma secundaria de agua, en los recursos hídricos periféricos del salar de
Atacama. Después de 8 años y con financiamiento de la GTZ de Alemania, se
recorrieron los mismos lugares, tales como Aguas Blancas, la vertiente de Tilomonte y el río San Pedro (salar de Atacama), así como
también el salar de Surire y laguna Santa Rosa. Este contraste temporal
evidenciado reforzó el cuestionamiento de cuán importante es la posible
reducción de la biodiversidad, lo que se respondió a través de un análisis de
riesgo ambiental bajo un enfoque económico.
Figura 1. Procedimiento de
técnica de muestreo de fitobentos de sedimentos de los HAA pertenecientes al
área de estudio. Las muestras de sedimento se tomaron en los vértices y centro
del cuadrado, una muestra en cada punto se guardó en un frasco plástico, fijada
con formalina al 10%, neutralizado con bórax, siguiendo a Hurlbert
y Chang (1983). Luego de limpiar y fijar las muestras en placas de vidrio se
prepararon 10 placas por cada punto de muestreo, las que posteriormente se
recontaron en las preparaciones con un microscopio Watson Microsystem
70, bajo aumento de 400 X. Se observaron campos ópticos distribuidos al azar en
cada preparación. Se recontaron todos los ejemplares de Surirella sella
y S. wetzeli de cada campo, midiéndose además
los ejes apicales y transapicales, con el fin de
obtener una aproximación al N° de individuos por mm2.
En las imágenes
satelitales del mapa sinóptico del área de estudio (Figura 2), aunque no se
puede apreciar en toda su magnitud, existen islas de hielo correspondiente a
hielo fósil de agua dulce, recubierto con arcilla, en la cual se apreció
(verano 1986) una estratificación claramente definida. Desde el punto de vista
empírico, el cálculo del índice hídrico de diferencia normalizada revela un
notorio declive del componente hídrico en las imágenes satelitales Landsat 5
(1985) y 8 (2018) para los tres HAA analizados, dado por una tendencia de las
frecuencias hacia valores negativos del NDWI. En los tres casos es notoria esta
tendencia, tanto en el salar de Surire como de Atacama, donde las curvas de los
histogramas revelan una distribución hacia la izquierda con una mayor curtosis
en los histogramas del salar de Atacama (mayor homogeneidad en torno al valor
NDWI≈-0.1); en la laguna Santa Rosa esta tendencia esta
presente también pero mas atenuada, es decir, el
histograma de 1985 muestra mayor heterogeneidad de valores NDWI no así el de
2018 (mayor curtosis), donde las frecuencias de agolpan en el valor NDWI≈ ≈0.1,
aunque no se presenta un cambio evidente de la distribución hacia la izquierda
hacia 2018.
Figura 2. Mapa sinóptico de los
tres HAA que componen el área de estudio (izquierda), junto con sus respectivos
cambios del índice NDWI de 1985 (curva roja) y 2018 (curva azul) a través de
histogramas de frecuencias (derecha). El índice NDWI de los histogramas fluctúa
entre 1y -1, valores positivos indican presencia proporcional de agua mientras
que valores negativos representan ausencia proporcional de agua.
En vista y considerando
los cambios del índice NDWI a través del tiempo, las dinámicas hídricas, vital
para la existencia de los flamencos han fluctuado hacia una disminución del
agua lo cual se relaciona con la disminución de diatomeas, en especial Surirella wetzeli. Muchos
de los HAA son lugares de alimentación o sitios de importancia poblacional para
las tres especies de flamencos sudamericanos que coexisten allí. Existe una
estrecha relación entre altas salinidades (9.990 mg/l), microalgas silíceas
(diatomeas) y presencia del flamenco andino (P. andinus)
y el flamenco de James (P. jamesi).
La especie P.
chilensis prefiere los fondos endurecidos y arenosos y se ubica a la
llegada de aguas con salinidades medias (1093 mg/l) a bajas (503 mg/l),
incorporando en su dieta plancton e invertebrados bentónicos, tales como
copépodos, anfípodos (Malacostraca), quironómidos (Diptera) y la más
abundante de todos el braquiópodo Artemia salina. Por otra parte,
estudios de contenidos estomacales de flamencos, provenientes de la laguna
Colorada de Bolivia y de otras lagunas saladas chilenas, mostraron una gran
similitud en los contenidos de las diatomeas debido a la parecida composición
química de los fondos y también a la selección mecánica de las lamelas del pico
del flamenco P. jamesi (Patrick, 1968). Entre
las amenazas naturales de los flamencos, se encuentran los depredadores naturales;
en Chile los principales predadores naturales son los terrestres, entre los que
se encuentran los zorros (Pseudalopex sp.) y gatos monteses (Felidae)
cuya principal presa es el P. andinus, tienen
acceso a las aves cuando el nivel de las aguas disminuye (Pincheira y Durand,
2005).
El ser humano es
considerado una de las mayores amenazas para los flamencos, ya que genera
contaminación de los lagos y lagunas por la actividad minera (mayor detalle
descrito en el ítem 3.2). La construcción de caminos y carreteras facilita la
llegada de predadores terrestres, la utilización del agua para el riego, la
actividad turística informal y descontrolada, lo que altera el comportamiento
de los flamencos (González, 2007). En el caso del salar de Surire, este reúne
permanentemente numerosas poblaciones de flamencos (en 1992 se censaron 71.474
individuos) que pertenecen a 3 especies. En el caso del P. chilensis, se
han reconocido colonias de nidificación dentro del salar. Cabe destacar que las
3 especies de flamencos están declaradas vulnerables (IUCN) y que P. jamesi es la especie más escasa.
La abundancia de
flamencos está siendo amenazada presumiblemente por la presencia de las faenas
mineras de Quibórax que pueden perjudicar
directamente el desarrollo normal de estas poblaciones, si no se cumplen de
manera rigurosa las normas de conservación y de mitigación elaborada por la
CONAF. Además, el paisaje está fuertemente alterado por la presencia del
campamento minero y de sus faenas extractivas (CONAF, 2000). Sin embargo, la
presencia de estos medios de vida en una cuenca cerrada no autoriza la
exportación del recurso hídrico; esta acción incidiría sobre los niveles de
agua. De esta forma, cualquier acción que incida sobre estos niveles es
contraria a la permanencia de las condiciones esenciales descritas. Hay que
señalar que, para su consumo de agua potable, el campamento minero usa 5 l/s y
que está en proyecto la instalación cerca del campamento de una planta de
lavado de la ulexita que necesitaría 30 l/s.
P. andinus posee una distribución
latitudinal que en Chile llega hasta el Parque Nevado Tres Cruces, siendo por
tanto el área estudiada el último hábitat de esta especie en nuestro
territorio. Según Censos de la Corporación Nacional Forestal se considera que
la abundancia de la especie a finales de los noventa presentaba fuertes
fluctuaciones entre un año y el siguiente, siendo esto contrastado con lo
ocurrido en los últimos años donde se ha producido una estabilización, pero a
su vez una disminución en su abundancia. De acuerdo con la bibliografía
revisada, dentro de las variables que permiten la presencia de flamenco andino
se encuentra la calidad bentónica de su alimento y la actividad antrópica.
En la zona de estudio se
encontró principalmente especies de microalgas. Se analizó 838 µ2 de
superficie total, considerado de un nivel aceptable para la metodología
utilizada (Krstulovic y Roa, 1985); junto con un
riguroso barrido de cada muestra que indica un promedio de banda de 6,33 por
placa analizada. La distribución de abundancia de diatomeas muestra la
heterogeneidad reducida de “alimento” disponible para la dieta del P. andinus, en donde destaca la presencia de Surirella
sella, especie requerida por este en proporciones aceptables para la
cantidad de individuos que se alimentan en el lugar.
Los géneros más abundantes
en laguna Santa Rosa fueron Lyngbia y Oscillatoria, con más del 50% de los individuos
encontrados en el área. La consistencia pastosa del sedimento corresponde a las
vainas gelatinosas de estas especies, siendo importantes en la nutrición del
flamenco andino junto al alga diatomea Surirella sella. Esta última es
la especie de mayor valor nutritivo, por lo tanto, desde el punto de vista de
la actividad fotosintética, representa el mayor aporte con relación a Oscillatoriales y a otras diatomeas más pequeñas. Siendo
las Oscillatoriales 3,43 picogramos de carbono y S.
sella alrededor de 226,72 picogramos de carbono (López, 1997).
Figura 3. Dieta de las tres
especies de flamencos (Phoenicoparrus jamesi, Phoenicoparrus
andinus y Phoenicopterus
chilensis), que habitan los HAA analizados (modificado de Del Hoyo et
al., 1992 y Hurlbert, 2014).
S. sella también fue hallada en
el salar de Surire. Fundamentalmente el alimento de P. andinus
está compuesto de grandes diatomeas (300 µm), tales como S. sella y S.
wetzelli, siendo esta última no encontrada en los
muestreos recientes en Surire, pero si abundante en las primeras expediciones
(1985). En un minucioso trabajo de varios años, de la cual ya se han dado
atisbos puntuales en los párrafos anteriores, se aportó finalmente el material
a la Academy of Natural Sciences de Filadelfia,
EE.UU., de la cual pudimos identificar el “pastoreo” en las dietas en tres
especies de flamencos sudamericanos endémicos, tal como se muestra en la Figura
3.
La Figura 4 muestra
información sobre la abundancia de la especie P. chilensis en el salar
de Atacama. En ella se ratifica la clara tendencia negativa en abundancia, como
los eventos esporádicos de crecimiento positivo. La disminución de la población
aviar puede ser relacionada con la reducción de disponibilidad de agua en el
salar, dada la hipótesis planteada en este trabajo.
Figura 4. Distribución de
individuos de flamenco en (A) salar de Surire y (B) salar de Atacama, entre los
años 1986-2017 para Surire y 1997-2011 para Atacama.
En el estudio DGA del
año 2014 “Análisis de los Mecanismos de Evaporación y Evaluación de los
Recursos Hídricos del Salar de Atacama”, se obtiene una clara evidencia de la
reducción del acuífero, en presencia de un aumento de las actividades
extractivas de la empresa que es la fuente de información. Para reforzar toda
esta información enunciada, se presenta en la Tabla 1 los resultados de
parámetros fisicoquímicos como sólidos totales disueltos, conductividad
eléctrica, pH y temperatura, valido para el salar de Atacama. En el 2018 se
recorrieron los mismos lugares de las expediciones de la década de 1980,
encontrándose que Aguas Blancas ya no existe, la vertiente de Tilomonte está en extremo disminuida y en el río San Pedro,
la conductividad eléctrica muestra un orden de magnitud mayor pasando de 2.620
(mS/cm) en el 2010 a 3.380 (mS/cm)
en el 2018, (se desprende que a menor agua mayor conductividad).
En temporada de verano
(enero), en el salar de Atacama el contenido de carbono fue mayor que en
invierno (agosto), siendo 39.48 mg/mm² y 37.81 mg/mm² respectivamente y en el
salar de Surire en temporada de inicio de verano un poco menor 34.35 mg/mm². La
temperatura es una variable física que influye de forma importante en la
calidad del agua, junto con ello, afecta a otros parámetros, como la
conductividad eléctrica. En el caso del borde de la laguna Santa Rosa no
presenta gran profundidad por ende la temperatura medida en la muestra resulta
concordante con la altura de la columna de agua. Posee un pH levemente
alcalino, lo cual se relaciona con aguas de tipo salado, además el resto de los
parámetros fisicoquímicos son adecuados para zonas que presentan estas
características.
Continuando con el
análisis de la laguna Santa Rosa, se encontraron entre los parámetros
fisicoquímicos características similares a otras zonas como el salar de Surire (Krtulovic y Roa, 1985)
por lo que la hipótesis de que es posible extrapolar la información obtenida a
otros sitios que presenten similares condiciones, se cumple. En general la
homogeneidad química de sus hábitats, la baja diversidad biológica y la fácil
disgregación de elementos, hacen de las lagunas y lagos salinos altiplánicos,
(mencionados en general acá como HAA) una excelente fuente de datos para
estudios de microecosistemas.
Tabla 1. Parámetros
fisicoquímicos medidos en 2010 y 2018 en sitios del salar de Atacama y laguna
Santa Rosa.
HAA |
Sitio |
Altitud (m.s.n.m.) |
Año |
Temperatura del agua (°c) |
pH |
Conductividad
eléctrica (mS/cm) |
Solidos disueltos
totales (mg/L) |
Salar de Atacama |
Vilama |
2.517 |
2010 |
15,2 |
7,5 |
2.904 |
1.423 |
San Pedro |
2.488 |
2010 |
13,6 |
8,2 |
2.620 |
1.284 |
|
2018 |
18,2 |
8,9 |
3.380 |
1.647 |
|||
Chaxa |
2.517 |
2018 |
12,0 |
8,5 |
9.710 |
9.999 |
|
Aguas Blancas |
2.507 |
2010 |
10,5 |
8,1 |
2.212 |
1.084 |
|
Tilomonte |
2.433 |
2010 |
10,2 |
10,2 |
6.310 |
3.093 |
|
2018 |
19,8 |
8,9 |
6.430 |
3.710 |
|||
Socaire |
3.609 |
2010 |
12,7 |
8,2 |
1.186 |
581 |
|
Laguna Santa Rosa |
Orilla sur |
3.715 |
2018 |
16,5 |
8,2 |
17.695 |
8.620 |
Según López y Vargas (2021)
al estudiar una laguna de similares características se observó que la flora de
los sedimentos superficiales encontrados era similar a la revisada
aproximadamente 20 años atrás. Así, los flamencos podrían tener un efecto doble
al mantener estas asociaciones sin grandes variaciones en el año, debido a I)
remoción que efectúan cuando comen en los sedimentos, evitando que las vainas
gelatinosas de las algas microalgas azul-verdes (Cyanophyta),
conformen densas masas semejantes a jaleas, desplazando a las diatomeas
colonizadoras de sustratos más duros, II) fertilización con sus defecaciones de
la superficie que frecuentan y en épocas que experimentan baja presencia, sus
nutrientes favorecen así el crecimiento de las asociaciones diatomológicas.
Como se mencionó
anteriormente, al ser una cadena alimentaria tan breve, las relaciones que se
producen entre los integrantes de ésta son significativas, la correlación de
todos los elementos que participan en la cadena trófica es dependiente, ya que
para que funcione deben estar todos los elementos que en ella participan.
Existen antecedentes
preincaicos de cultivos agrícolas (Núñez et al., 2010) que constatan el cambio
de la especia humana desde cazadora-recolectora a agricultora, ganadera y de
pequeña minería. Estos cambios, producidos en cientos o miles de años, se
mantuvieron hasta el siglo pasado, cuando comenzaron a ser explotados con
tecnología y maquinarias, tanto los antiguos salares de media altura geográfica
(800 – 1500 m.s.n.m.), como los del altiplano.
Ello, con la finalidad
de proveer insumos industriales y materia prima a la gran agricultura. Desde
entonces el aumento sostenido de la población humana, luego la minería no
metálica del caliche (salitres), la minería metálica del cobre y recientemente
el litio, compiten por el uso del recurso hídrico, afectando los delicados
equilibrios ecosistémicos. Durante largos períodos, los integrantes de las
primeras agrupaciones humanas periféricas a estos cuerpos de agua vivieron
organizados en torno a principios de cooperación y apoyo mutuo que eran la base
de la supervivencia de la prole (familia genética o social). Los atacameños
(así designados en forma general) recibieron una notoria influencia inca,
adoptando el culto solar -o Inti- y por lo cual construyeron altares en las
montañas de mayor altura, tales como el volcán Licancabur
(montaña sagrada) a la que se le rendía culto con bailes y trajes ceremoniales
tejidos con fibra de fina lana, como la de vicuña y plumas coloreadas
provenientes, tal vez, de los flamencos.
La economía indígena de
la Puna ha sido tradicionalmente ganadera (pastoril) y agrícola a pequeña escala
(Castro, 1982). También hay trashumancia dependiente de la existencia de los
pastos de altura y el tamaño de los rebaños. Según Domic
et al., (2018), a través de registros paleoecológicos de carbón vegetal y
polen, no hay evidencia de una intensificación del uso de la tierra o una
transformación del paisaje a gran escala durante la época colonial, patrón que
indica que presumiblemente la forma predominante de uso de la tierra siguió
siendo el pastoreo extensivo, en el cual el ganado (tanto camélidos como
animales introducidos) se alimentaba con forrajes de pastizales y humedales
naturales.
Desde un punto de vista
antropogénico, el uso de los recursos es de carácter utilitarista, en el cual
se justifica su consumo para satisfacción de las necesidades humanas. De esta
forma tanto agua, como vertebrados, aves y agua podrían ser usados por el
derecho humano a su explotación. Si fuese válida la sentencia anterior, es
posible preguntar ¿es aceptable también, explotar otras riquezas naturales de
los HAA que dan utilidad al humano? La pregunta es compleja de resolver, porque
las externalidades de este tipo de consumo no son claras y tampoco han sido
adecuadamente desarrolladas por las instituciones (públicas y privadas), como por
los agentes económicos, que son en ocasiones, los tomadores de decisiones sobre
estos territorios y generan tipos de riesgo que deben ser aclarados. El riesgo
entendido como dispersión de los valores medidos de los indicadores relevantes
para el o los ecosistemas y aquel que afecta a la biodiversidad en la evidencia
del colapso irreversible de las condiciones para la vida de poblaciones.
En relación con la
avifauna, la noción de que la agricultura de la puna tradicional tiene efectos
positivos sobre la diversidad de aves debe tratarse con cautela. Según Araneda
et al., (2018), quienes realizaron observaciones a lo largo de una cuenca
hidrográfica con un conjunto particular de características sociopolíticas y
ecológicas, en la que se encuentran parches agrícolas de pequeña escala y
manejo comunal de arroyos, afirman que se deben intensificar los estudios de
enfoques experimentales o pseudo-experimentales para definir si los hábitats
agrícolas indígenas han impuesto una ventaja adaptativa para las aves.
Definitivamente, la
mayor parte de la población humana del área de estudio no es partícipe de la
cadena trófica de este medioambiente, por lo que en forma latente está la
posibilidad permanente de los intercambios monetarios de mercado. Por otro
lado, el valor de existencia (Krutilla, 1967) surge
de las preferencias del individuo por mantener un bien como parte de una
cartera de activos para esparcimiento o investigación, sin embargo, ello no
logra capturar completamente su disponibilidad de pago, surgiendo el no uso
como valor social. Finalmente, la posibilidad de valoración intrínseca es posible
fuera del subsistema económico, basado en el derecho de cada especie a su
existencia absoluta, no antropogenizada y valorada en
términos de biodiversidad.
Cualquiera de los
criterios mencionados debería proyectar, de manera fundada, los riesgos que surgen
de la presión por el uso de los recursos y la afectación ecológica. Todas las
estimaciones de extracción de agua, tanto de la Dirección General de Aguas (DGA)
y las Evaluaciones de Impacto Ambiental (EIA), asociadas a la explotación de
HAA, ratifican el dramático aumento del consumo proyectado.
¿Puede ser la reducción
de agua observada en el salar de Surire, por ejemplo, atribuible a los procesos
extractivos del litio? ¿Es el cambio climático global? ¿Ambos? En ciencias
biológicas y económicas las respuestas no son fácil de entregar. Normalmente
hay algunas respuestas de mitigación o justificación, como definir zonas de
sacrificios, criterios compensatorios o de reducción de la pobreza no paretianas (algunos estarán peores que otros con la
asignación de mercado). Sin embargo, nuestra motivación es comparar a las
empresas extractivas con las comunidades biológicas observadas, como la del
flamenco.
El precio de las
acciones es variable en el tiempo, lo cual se puede asimilar a la abundancia de
una población, si el valor de la empresa cae en el límite 0, la empresa
desaparece, tal como lo haría una comunidad biológica, al reducir su población.
Sin embargo, ellas no tienen diversificación de la cartera bajo estrategias de
riesgo bursátil, ni existe un Estado que pueda actuar en su rescate,
simplemente, dejan de existir irreversiblemente. De todas maneras, en Chile,
Argentina y Bolivia, existen políticas públicas e instrumentos ambientales que debieran
ajustarse para cautelar la preservación de estos ecosistemas, que constaten
riesgo ambiental.
Si el modelo económico de
explotación exhaustiva imperante permite que la minería extraiga aguas
superficiales y subterráneas para el desarrollo de sus procesos, entonces el Estado
debería tomar los resguardos necesarios para la conservación de áreas silvestres
y las compensaciones justas que correspondan al menos a las poblaciones humanas
aledañas a los “sitios de sacrificio”, sin ignorar, la existencia de las relaciones
visibilizadas en este artículo. La dimensión económica afecta al estado actual,
pero lo más relevante es el profundización de la explotación sin control del
riesgo ambiental en el futuro, al no considerar parte de las relaciones
fundamentales de los humedales y por sobre todo la proyección pesimista debido
a la aplicación de la política económica neoextractivista
de Chile (Gudynas, 2012), es decir, la explotación implacable de los recursos
naturales de los territorios en aras de adquirir beneficios económicos (Babidge y Bolados, 2018), pero que tienen beneficios
limitados a las tenedores de la propiedad de las empresas explotadoras.
Si se dirige el análisis
de toda la problemática expuesta por medio del enfoque de los sistemas
socio-ecológicos (en inglés, SES) (Hand et al., 2018), es básico considerar lo
que ellos llaman “paisaje fluvial”, la cual es la base física de los sistemas
ecológicos (y por cierto socioeconómicos y culturales), siendo dicha base precisamente
los hábitats de agua dulce interconectados que se asocian comúnmente con los
sistemas mencionados. La Figura 5 ilustra a modo de esquema los subsistemas que
comprenden el sistema socio-ecológico altiplánico cuyas denominaciones
corresponden a dinámicas (hídricas, humanas y socioeconómicas).
Figura 5. Propuesta esquemática
del sistema socio-ecológico altiplánico, del cual el eje central son los HAA
que constituyen el paisaje fluvial. Las dinámicas humanas (baja escala de
influencia) y socioeconómicas (alta escala de influencia) son subsistemas que
permean a las dinámicas hídricas y viceversa, es decir, las dinámicas hídricas
permean a las otras por medio de la presencia o ausencia de agua y subsecuente
desarrollo de sus procesos. Existen procesos en cada dinámica o subsistema, de
los cuales, pueden producir impactos positivos o negativos (relativos) a las
dinámicas hídricas.
Primeramente, la base
del sistema socio-ecológico altiplánico son las dinámicas hídricas o “paisaje
fluvial” (riverscape, en inglés), de las cuales su extensión física son los
HAA. Puesto que todo tipo de acción o proceso que sucede en las dinámicas
humanas y socioeconómicas (nótese que estos son aspectos temporales) influye en
las dinámicas hídricas, el paisaje fluvial sufre una modificación sutil o
severa, lo cual impacta positiva o negativamente los HAA.
Las dinámicas humanas
son procesos de baja escala espaciotemporal, compuestas por la agricultura de
subsistencia y a cultura de la Puna desarrollada desde hace miles de años;
mientras que las dinámicas socioeconómicas son procesos de alta escala
espaciotemporal de una envergadura que puede desarrollarse en países completos
(neoextractivismo) o grandes áreas de influencia (industria minera metálica y
no metálica).
Además de estos procesos,
otra dimensión de procesos compone a los tres tipos de dinámicas, las que
tienden a desarrollar impactos positivos de manera relativa en el paisaje
fluvial y los HAA, y que se centran en el manejo de recursos hídricos. Procesos
tales como multiusos de agua, administración y conservación de los recursos,
legislación y derechos y el conocimiento acerca de los recursos posibilitan
acciones de manejo, el cual posee un aspecto de dinámica humana debido a que
actualmente solo se desarrolla a pequeña escala. Los multiusos de agua,
administración y conservación de los recursos, legislación y derechos y el
conocimiento acerca de los recursos corresponden a dinámicas socioeconómicas
debido a su envergadura temporal a largo plazo y producidas por políticas país
o institucionales.
No obstante, las
dinámicas hídricas afectan a su vez a las dinámicas humanas y socioeconómicas a
través de la presencia y ausencia de agua y sus atributos ecológicos
subyacentes, los cuales se traducen en una dimensión fisicoquímica y de trama
trófica o red trófica. Si estos atributos ecológicos resultan ser alterados, es
porque existe una anomalía en las dinámicas hídricas, ante esto, es
imprescindible contar con programas o prácticas de biomonitoreo o vigilancia
ambiental que permitan indagar o predecir tales anomalías y al mismo tiempo
aportar con conocimiento o información acerca del recurso hídrico, tanto para
establecer parámetros de calidad y cantidad que sean fácilmente obtenidos (a
través de bioindicadores) (Markert et al., 2012).
En definitiva, se aprecia
que acciones conducidas al manejo de los recursos actualmente están muy
deprimidas, tanto en la dinámica socioeconómica como humana, siendo una de
estas el biomonitoreo (monitoreo a través de organismos acuáticos), por
ejemplo. El presente trabajo ha evidenciado aspectos relativos a sentenciar que
tales acciones son por tanto deprimidas o muy reducidas, ante las condiciones
hídricas y humanas que persisten en torno a los HAA.
La evidencia del cambio
en los indicadores de ecológicos (bioindicadores) en los HAA muestra que,
basados en información recopilada por más de 30 años, hay un sistema abierto
perturbado por la acción del hombre (economía extractiva). Al analizar, en
particular las causas de la disminución de las poblaciones de flamencos estas
son múltiples y están asociadas a la actividad minera, extracción de agua
superficial y subsuperficial, alteración del hábitat y su consiguiente
disminución de las tasas reproductivas de casi todas las tres especies de
flamencos altoandinos, respaldada por la disminución de las microalgas que
forman parte fundamental de su dieta, principalmente diatomeas del género Surirella.
Al definir un sistema
cerrado como un ecosistema que el hombre no afecta, se omite la relación
causa-efecto del cambio climático originado por el antropoceno[1]. Resaltamos que los
humedales son sistemas ecológicos sumamente complejos regulados por las cuencas
hidrográficas donde se asientan, en la cual residen especies que poseen una
historia evolutiva propia y en conjunto, en adaptación con sus hábitats
conforman un paisaje dinámico (como hemos nombrado en este trabajo como paisaje
fluvial). Tal complejidad ecológica de un paisaje fluvial también sufre
impactos que se cuantifican a través de múltiples maneras y escalas (riesgo
ambiental), las cuales significan desviaciones en los procesos y patrones de
orden biofísico, y que constituyen anomalías de un equilibrio dinámico como
conceptualización científica. Esto es importante destacar, puesto que los
esfuerzos de biomonitoreo o restauración de ecosistema como los HAA, probablemente
representen cambios de las condiciones de referencia, creando así “ecosistemas
nuevos” distintos a los originales.
La laguna de Santa Rosa
es una zona de gran fragilidad ecológica, pocas precipitaciones y altos niveles
de evaporación, el contenido hídrico de la laguna no ha sufrido anomalías tan
remarcadas como los salares de Surire y Atacama entre los años 1985 a 2018 (ver
Figura 1). Es conocido que empresas mineras de gran escala consideran entre sus
recursos de funcionamiento la presencia de agua, lo cual en fuertes
extracciones pueden causar daños profundos e irreversibles para el área. La
energía introducida al sistema es una variable que considerar porque se
evidencia la extracción de agua para el funcionamiento de estas empresas
mineras, las que han provocado una estabilización en la curva de abundancia de
flamencos, así como también a las comunidades de microalgas que residen en los
hábitats acuáticos.
A medida que aumenta la
escasez de agua dulce, el conflicto sobre la asignación de los escasos recursos
hídricos en el altiplano seguirá creciendo, la economía afecta a la ecología y
al medioambiente. Dado que las fronteras nacionales generalmente atraviesan
paisajes fluviales de distinta índole, además de cuencas hidrográficas, es
probable que gran parte de este conflicto, así como los intentos de resolverlo
o prevenirlo, sean de alcance internacional. Es por ello fundamental establecer
una base para desarrollar acciones que permitan una conservación de las
dinámicas hídricas, siendo una de estas los programas de biomonitoreo o
vigilancia ambiental a largo plazo, aplicadas por instituciones relacionadas al
manejo de los HAA.
En definitiva, el
presente trabajo recoge datos de ecología que presumen un cambio en la
estabilidad de las comunidades biológicas, representado por bioindicadores
específicos como flamencos y fitobentos. El riesgo ambiental entendido como el
cambio demostrado por dichos bioindicadores, proyectan el colapso de las
especies del sistema frágil, ya que la energía exógena que entra a este sistema
abierto proveniente de dinámicas socioeconómicas, genera perturbaciones en el
sistema concebido como de tipo socioecológico. Lo queda es poder determinar la
mayor cantidad posible de HAA, si es que sufren las mismas alteraciones que
presentan los humedales estudiados. Considerando este contexto, como proyección
queda establecer programas de vigilancia ambiental permanente de estos
bioindicadores, para así ser fundamentados como biomedidores de riesgo
ambiental, lo cual al mismo tiempo puede contribuir a zonas de conservación
internacional que integre a Argentina, Bolivia y Chile para la protección de
los HAA.
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[1] El
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