Influencias socioculturales en las sonoridades estadounidenses y

colombianas: convergencias y divergencias entre la música popular ribereña del Mississippi, EE. UU y Magdalena Colombia

 

Zeidy Bornacelli García [1]

[email protected]

https://orcid.org/0009-0003-5197-0437

Universidad Del Norte

Colombia

 

Yamira Rodríguez Núñez

 [email protected].

https://orcid.org/0000-0002-8034-9215

Universidad Del Atlántico

Colombia

 

Cabarca Vera Rúa

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-3847-0554

Universidad Del Atlántico

Colombia

 

RESUMEN

Ancestralmente los pobladores prefirieron iniciar sus asentamientos a la ribera de los ríos, buscando asegurar su sustento, facilitando intercambios y movimientos para mejorar sus condiciones de vida, constituyéndose las costas, en pilar de la construcción colectiva de diversos conglomerados sociales alrededor del mundo. Las comunidades ribereñas, han definido valores, tradiciones e imaginarios asociados a su forma de vida, permeada por la riqueza natural de un entorno que les provee además de alimento, inspiración y creatividad, de la que derivan manifestaciones artísticas únicas, que recluyen todo un patrimonio cultural propio. Este articulo analiza la influencia geográfica, demográfica y sociológica, en el desarrollo artístico, en especial la música, como denominador cultural, enmarcado en los ríos Mississippi-EE.UU.  y Magdalena Colombia, bajo una metodología cualitativa, basada en análisis documental. Se concluye que existen divergencias en la producción, difusión y presencia de ritmos, instrumentos y estilísticas, de cada territorio.  También se infieren, convergencias étnico culturales, derivadas del mestizaje entre africanos y migrantes europeos, donde la música actúa como instrumento transmisor, entretejiendo la vida cotidiana y el acervo cultural. Es la música, medio de expresión por excelencia, de encuentros, de entendimiento universal, lenguaje propio de las emociones, para sosegar el alma y sobrellevar la desafiante realidad.

 

Palabras clave: creación musical; influencia geográfica; influencia demográfica; influencia sociológica; desarrollo cultural.

 

Sociocultural influences on American and Colombian sonorities: convergences and divergences between popular music in the riversides of the Mississippi river, USA, and Magdalena river, Colombia

 

ABSTRACT

From ancient times, the inhabitants preferred to start their settlements on *riverside areas*, seeking to ensure their livelihood, facilitating exchanges and movements to improve their living conditions, constituting the coasts, a pillar of the collective construction of various social conglomerates around the world. The riverside communities have defined values, traditions and imaginaries associated with their way of life, permeated by the natural wealth of an environment that also provides them with food, inspiration and creativity, from which they derive unique artistic manifestations, which contain a whole heritage.*This article analyzes the geographic, demographic and sociological influence on artistic development, especially music, as a cultural denominator, framed in the Mississippi-USA rivers and Magdalena Colombia, under a qualitative methodology, based on documentary analysis. It is concluded that there are divergences in the production, diffusion and presence of rhythms, instruments and stylistics, of each territory. Ethnic-cultural convergences are also inferred, derived from the miscegenation between Africans and European migrants, where music acts as a transmitting instrument, interweaving daily life and the cultural heritage. It is music, the means of expression par excellence, of encounters, of universal understanding, the language of emotions, to calm the soul and cope with the challenging reality.

 

Keywords: musical creation; geographic influence; demographic influence; sociological influence; cultural development.

 

 

 

Artículo recibido 05 Mayo 2023

Aceptado para publicación: 20 Mayo 2023


 

INTRODUCCIÓN

La civilización humana registra a lo largo de su historia, una lógica de ubicación cerca de fuentes fluviales, fundamentada en la necesidad de aprovechar las facilidades, productos y beneficios de habitar sus proximidades, coadyuvando en el desarrollo de la sociedad, dando origen a una forma de vida, costumbres y manifestaciones culturales. Desde la vida nómada antepasada, el hombre identifica el valor de los ríos, más allá de abastecerle el líquido vital, provee su alimento, define su interacción social, haciendo parte de su colectividad, de la construcción de sí mismo y su vida en comunidad, que, al ritmo de sus corrientes, cambios naturales construyen sus deidades e inspiran todo tipo de manifestaciones y expresiones culturales. 

Desde el anterior contexto,  es determinante  la atribución geográfica, demográfica y sociológica, en el desarrollo artístico, en especial la música, como denominador cultural de las poblaciones estadounidense y del Caribe colombiano, en el marco de los nativos  en la zona de influencia del  Río Mississippi de los EE.UU. y el Rio Magdalena en Colombia, dadas las similitudes que presentan en dones y riquezas  relacionados con las ventajas geográfico espaciales y recursos naturales que cada uno posee. Ambos han sido despensa alimenticia, plataforma comercial, medio de relacionamiento y eje de desarrollo económico, demográfico y urbano de sus respectivos territorios, forjando una dinámica sociocultural e histórica nacional, dentro de la cual la música es uno de los más importantes calificativos de identidad, patrimonio y acervo cultural de sus pueblos, como se presenta en los siguientes análisis.

La cultura y el rio

El Río Magdalena es la artería fluvial más importante de Colombia. Desde la época prehispánica fue la cuna principal y eje de vida de muchos pueblos de esta época. Aún hoy, el Río Magdalena sigue marcando y definiendo la sociedad colombiana dado que sigue influyendo en la economía del país, además de ser el medio en el que ha construido en el entretejido de Colombia como nación. El Rio Magdalena lleva en su lecho la historia nacional, en sus caudales ha corrido rio abajo la vida y la muerte, sus aguas han acompañado experiencias fluvio felices y contrastantes condiciones adversas e incluso infrahumanas, entre bogas, chapuzones, descubrimientos, antologías y conversaciones, mediadas por la autenticidad e intimidad de la naturaleza, se convierte en el delegatario de la conciencia e identidad de sus habitantes.

Según Ordóñez, J. (2020) la cultura nacional se erige sobre Rio Magdalena como columna vertebral, dadas las trincheras en las que se convirtieron las barreras orográficas, insondables selvas y paludales fluviales, que en una paternal función tuitiva,  marginaron  el poder expansionista de otras culturas como Maya e Inca, preservando y permitiendo el desarrollo de nuestras comunidades indígenas propias, junto a su legado tecnológico, filosófico y artístico, cuya imborrable huella continua inspirando la creación hasta nuestros días, adeudándole mucha de su riqueza y valor antropológico a la grandeza del Rio Magdalena, no solo como corriente de agua más importante del país, sino especialmente por su relación directa con el progreso tanto socioeconómico, como cultural de sus habitantes.

La revisión de literatura da cuenta del rol protagónico que han tenido los ríos, sus caudales y aguas, como medio de gestación para la expresión e inspiración artística, de la que han surgido numerosas expresiones culturales a nivel planetario, que congregan todo un patrimonio artístico y cultural asociado a los ríos como elemento principal.

El escritor y explorador residente de National Geographic Wade Davis (2020), quedo encantado al recorrer el majestuoso Rio Magdalena, descubriendo el maravilloso hábitat que alberga la biodiversidad ecológica y geográfica más grande del planeta y el espíritu complejo y perdurable que encierra en sus caudales y litorales, haciendo posible el pasado, presente y futuro de la nación. Sus caudalosas aguas han sido corredoras de comercio, cultura y manifestaciones artísticas, fuente de imaginarios y de vida, al mismo tiempo que han servido de sepultura en los momentos violentos, características sintetizadas por el aventurero autor:

 “El río Magdalena no es la principal arteria del país, es la razón por la que Colombia existe como nación (…) Es la fuente del ochenta por ciento de la riqueza económica del país, el motor de su economía” (Davis, 2020).

Es innegable la consideración del Rio Magdalena, como una de las principales fuentes económicas del país, su cauce ocupa el 24 % del territorio colombiano y desde su nacimiento en Laguna Magdalena en el Departamento del Huila, atraviesa 18 de los 32 departamentos de Colombia, hasta su desembocadura en Bocas de Ceniza, en el Departamento del Atlántico, produciendo alrededor de las actividades económicas de industria, turismo,  agricultura y acuicultura, amén de los negocios logísticos y  fluviales, el 85% del PIB nacional (Escobar, 2019).  Más allá de su importancia en el ámbito económico, El Río Magdalena es también fuente y epicentro cultural de la nación. Todos los pueblos que ocupan sus riberas han aportado a las manifestaciones culturales que identifican la región costera, siendo sus elementos preponderantes, el intercambio, la evolución de saberes, danza, música, entre otras manifestaciones culturales. 

Otros importantes autores como la reconocida periodista, escritora, científica y experta en medio ambiente y exploración Ángela Posada, dan cuenta de la importancia del Rio Magdalena para el país:

“El Magdalena es el Nilo colombiano. Es la deidad que da y que quita vida. La que mantiene nuestras cosechas, calma nuestra hambre, arrastra nuestros muertos, padece nuestros abusos y alimenta los ojos sedientos de horizonte” (Wade et al., 2021)

Tan importante es el Rio Magdalena, que ha sido comparado con diferentes ríos del mundo, especialmente con el Mississippi, debido a que existen puntos denominadores entre ambos como lo expresa el antropólogo etnobotanico, escritor y fotógrafo colombo canadiense Edmund Wade Davis Earls:

“Como el Mississippi, su reflejo en el norte, El Magdalena es aún mismo tiempo corredor y fuente de cultura; es el manantial del que nacen la música, la literatura, la poesía y las plegarias de Colombia (Davis, 2020)

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Puntos de convergencia entre el Rio Mississippi y El Río Magdalena 

El Mississippi es el cuarto rio más grande del planeta, tiene una longitud de 3.734 km y un caudal de 16.790 metros cúbicos desde su nacimiento en el lago Itasca en el estado de Minnesota, aunque falsamente muchos piensan que su nombre deriva del estado donde nace. Los 3.238.000 kilómetros de superficie de su cuenca, han sido el epicentro industrial, turístico, agrícola y acuícola de los 10 estados que atraviesa, generando 126.500 millones de dólares mensuales de ingresos y alrededor de 744.000 empleos directos. Lo que lo erige como principal fuente de recursos hídricos y arteria fluvial emblemática de la economía, la historia y la cultura norteamericana, cuna de millones de personas y de uno de los ritmos norteamericanos más icónicos; el blues que nace en su región Delta, por lo que tiene un peso importante en el desarrollo de los pueblos asentados a lo largo de su recorrido (Brunet, 1992).

Los estudios comparativos entre el Magdalena y otros sistemas fluviales infieren que además de ser la corriente de agua más importante en el país, concentra unas características y dinámicas únicas en cuanto a su localización en la banda tropical y ecuatorial, caudal, sedimentos y morfología que, a la luz de contrastes objetivos, concluyen que no se parece a ningún otro. No obstante, es el Rio Mississippi uno de los referentes más importantes a nivel planetario, en cuanto a los siguientes puntos de encuentro y similitudes, que determinan la dinámica de vida a lo largo de su recorrido, a partir de las cuales también se comparten influencias sociológicas y culturales en sus grupos poblacionales y manifestaciones artísticas: 

§  Al igual que el Río Magdalena, el Rio Mississippi atraviesa gran parte del país, ocupando el 40% del territorio continental de Estados Unidos.

§  El majestuoso conjunto de paisajes, fauna y flora retratados en las aguas del Rio Mississippi han nutrido la inspiración de grandes músicos y artistas oriundos de su rivera desde su cuna en, desde Minneapolis, pasando por San Luis, hasta su desembocadura al Delta (Cajal, 2019).

§  Del mismo modo, en las riberas del Río Magdalena se han originado ritmos como la cumbia, el bullerengue, la tambora entre otros, y sus poblaciones costeras, han sido cuna y musa inspiradora de compositores, intérpretes y amantes de la música popular como José Barros, Abel Antonio Villa, Andrés Landero Alejandro Durán, Juancho Polo Valencia, Luis Enrique Martínez, oriundos de la zona del Rio Grande del Magdalena. 

§  Grandes de las letras como Twain y Gabriel García Márquez hicieron del Mississippi y el Magdalena respectivamente, prácticamente un personaje y escenario vivo de varias de sus novelas más representativas. Twain da vida al Mississippi, recreando sus maravillosos espacios para ambientar las aventuras de Tom Sawyer (1876) y los relatos aventureros de Huckleberry Finn (1884). Gabo por su parte, describe con detalle la vida ribereña, mientras cuenta los amores tormentosos de Fermina y Florentino en el amor en los tiempos del cólera y los desencuentros del general en su laberinto, entre muchas otras de sus obras ambientadas por la cotidianidad del Rio Magdalena (Cajal, 2019).

§  Tanto en el Rio Mississippi como en el Rio Magdalena fueron de los pocos sitios de las naciones en donde hubo influencia de inmigrantes europeos, y de esclavizados de África, que, aunque el mestizaje no se dio de la misma manera, igual el río fue el medio para contar, lamentar, orar y conservar. 

§  La influencia de los negros fue fundamental para fusionar expresiones europeas y africanas (con el aditamento del elemento indígena) para hacer germinar más música que en ningún sitio, con géneros como; Jazz, blues, country, soul rock & roll, góspel, cantos espirituales en EE. UU., cumbia, bullerengue, tambora, vallenato y porro en Colombia. 

La influencia de los africanos en la música del Rio Mississippi y El Río Magdalena

Los estadounidenses que habitan las inmediaciones del Rio Mississippi, comprendiendo los diez estados que atraviesa, suman alrededor de 2.2 millones, de los cuales, más de la mitad, son negros afrodescendientes, herederos de las heridas de la esclavitud y representantes de una cultura marcada por éste flagelo, que forma parte de la impronta norteamericana, que se resume en unos hitos de esta imborrable huella:

§  La Población trasladada del África Subsahariana era en su inmensa mayoría proveniente del Golfo de Guinea.

§  Unos 620.000 africanos llegaron a territorio americano entre los años 1501 y 1641, presentándose el punto cúspide del trafico masivo en el siglo XVIII, protagonizado por traficantes y terratenientes franceses e ingleses que requerían mano de obra para atender sus plantaciones azucareras en el litoral Caribe (CEPAL, 2000).

§  En todo el ciclo histórico de la esclavitud el número de capturados y esclavizados sumó más de 12 millones de africanos, de los cuales más de 650.000 fueron vendidos a los terratenientes de Norteamérica, hoy Estados Unidos de América. La abolición de la esclavitud no llega hasta el siglo XIX y su instauración en todos los países del continente americano se da de forma inconsistente. Puntualmente en los Estados Unidos es abolida en 1865 bajo la tercera enmienda constitucional. No obstante, su apropiación final solo se produce después de superado el conflicto bélico interno o la Guerra Civil Estadounidense derivado de las tenciones sobre la controversia interna abolicionista y de sus opositores (Bergasa, 2018).

El crimen de la esclavitud en EE. UU

 Ardila (2019) describe como a partir de los dolores más profundos causados por la esclavitud, se construye la voz de un pueblo, que los toma como fuente de inspiración, catarsis y memoria, que posteriormente gestan el legado artístico y cultural. El autor recrea las infrahumanas condiciones en las que eran obligados a trabajar los esclavos africanos, a cuyo traumático desarraigo, se sumaban sentimientos de angustia al desconocer el destino de sus familiares y verse sometidos, aislados y en ambientes insalubres, donde adquirían enfermedades, que no eran impedimento para seguir purgando la injusta condena de duras faenas y labores de servidumbre en los campos de algodón. 

      En este caótico escenario de despojo surge la voz y comienzan a cantar, cifrar y transmitir mensajes sin aparente significado para sus captores, que creían dominarles por completo, sin contar con el poder de la voz que transmitió y preservó su identidad, dando origen a una nueva cultura, rica en todo tipo de manifestaciones artísticas de sonoridades, ritmos, danza, canto y letras;

“A lo largo del extenso Misisipi, de población en población y de plantación en plantación, la semilla fue inconscientemente esparcida y lo que se creyó ahogado en la confusión y el miedo, germinó entre los mismos, dando vida a otro lenguaje, uno más claro, profundo y común entre tribus: la manifestación de su ser a través de la música” (Ardila, 2019, pág. 3).

Por su parte, Ortiz (1952) identifica las influencias ambientales a partir de las cuales se derivan los cantos conocidos como “Field Hollers” o gritos de campo. Era parte de la cotidianidad de las comunidades afro, tatarear melodías, simular percusiones, emitir sonidos guturales, como remembranza de su verdadero hogar, lo hacían durante las agotadoras y extensas jornadas o cuando finalizaban y caminaban a sus barracas entonando sus canticos ancestrales; 

"Eran canciones de breve extensión, medio habladas, medio cantadas, medio gritadas, entonadas por los braceros durante sus labores o en momentos de descanso, con el objeto de comunicarse entre sí” (Ortiz, 1952).


 

El crimen de la esclavitud en Colombia

Las nefastas anteriores historias, sucedían igualmente en el Reino de Granada, durante la colonia española en territorio colombiano. Davis (2020), recrea como vivieron el desarraigo, la opresión y los trabajos forzosos en las peores condiciones de vida, pese a que en su tierra de origen eran hombres libres e incluso descendientes de la realeza africana. Los centenares de esclavos forzados, contra su voluntad, que fueron arrastrados al territorio colombiano en su mayoría conocían y desempeñaban un oficio en tierra africana. Llegaron; campesinos, orfebres, artistas diversos (músicos, escultores y artesanos), constructores de todo tipo de objetos, instrumentos musicales, amén de oficios sagrados y ancestrales como guerreros y brujos. Una vez sometidos como animales, desterrados de sus aldeas, desarraigados de sus hogares y desarticulados de sus núcleos familiares, enlistaban un deplorable colectivo de vulnerados en su condición humana, que no tuvo más opciones que dar una respuesta resiliente a la adversidad; 

“también compartían una tradición oral inquebrantable, un repositorio rebosante de creencias religiosas, música, bailes, medicina tradicional, agricultura, y modelos de organización social que llevaron consigo al exilio (Davis, 2020).

Los relatos de Davis (2020) permiten constatar que los negros esclavizados en territorio colombiano, al igual que los estadounidenses, eran oriundos de la considerada cuna ancestral de la humanidad; Guinea en África: 

“Ante todo eran hijos de Guinea, De África, la cuna ancestral de la humanidad, un lugar que lentamente fue pasando de las páginas de la historia el reino del mito. Al Cabo del tiempo, lo que había sido la memoria colectiva de un pueblo completamente desarraigado, se convirtió en el espíritu y el carácter de nuevas generaciones y la base para la creación, en el Bajo Magdalena, de una cultura única y persistente, que fusionó lo que ellos dejaron atrás con lo que encontraron en las selvas de la nueva tierra” (Davis, 2020, pág. 326). 


 

LA VOZ DESDE EL RIO MISSISSIPPI, EE.UU., HASTA EL RIO MAGDALENA, COLOMBIA

 El antropólogo colombiano Arturo Escobar en su obra “Sentipensar con la Tierra: Nuestras lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia” desarrolla una propuesta teórica, que investigadores antecesores del tema cultura y desarrollo territorial, como; De La Cadena & Blazer (2018), que ya habían propuesto una mirada lateral para analizar y comprender la vida desde los sentidos, y no desde los paradigmas modernos de construcción del mundo, delimitado a la ciencia y la razón.  Escobar (2014), exhorta a “Sentipensar” desde la tierra, argumentando que el territorio es un eje fundamental en la construcción de los mundos. En tal sentido, los movimientos sociales, para el caso específico del continente americano; indígenas y afrodescendientes, al generar gran parte de las identidades y apropiaciones, constituyen el territorio, junto a la tierra y los ecosistemas, evidenciando que, en conjunto, conjugan el proyecto sociocultural, político y perspectiva futura de nuestro conglomerado social.

Partiendo de los anteriores planteamientos, es claro que cohabitamos un mundo formado de muchos mundos, derivado de las conversaciones e intercambios colectivos, desde la diferencia y la igualdad. Es así como, dos territorios divergentes; Estados Unidos y Colombia, posibilitan practicas coincidentes en la construcción de su voz, alzándose la música como denominador cultural, en el que también hay puntos de encuentro, que como se analiza en el acápite siguiente, dichas coincidencias, están enmarcadas en la presencia de dos poderosas fuentes hidrográficas; los Ríos Mississippi en EE.UU. y Madalena Colombia, matizados por las vivencias de sus grupos étnicos y su cotidianidad en sus riberas.

Específicamente en el campo de la música, se valora la valentía de nuestros ancestros, de persistir en sus expresiones sonoras como mecanismo de resistencia. Ellos llevaban la música en la sangre, una fuente de fuerza psicológica y espiritual que no pasó desapercibida para los españoles. Originando también una persecución por abolir reuniones en los que interpretara la música de los esclavizados sin éxito alguno. Como le proceso de mestizaje fue marcada en Hispanoamérica que en EE. UU se dio origen a un sincretismo de creencias, ritmos, materiales dando origen a sonoridades nuevas que testimoniaban la fuerza creativa del mestizaje. Se destacan los zambos unión entre el indígena y el africano quienes dominaban los bosques y ciénagas del bajo Magdalena trabajando sobre todo como bogas, esos barqueros independientes de los cuales dependí la totalidad del transporte por el rio Magdalena en aquella época.  

Davis (2020) describe fielmente esta situación:

"Fortalecidos por la libertad y bendecidos por sus dioses, los zambos no solo |prosperaron como bogas, sino que triunfaron como hombres libres, que, al superar semejantes desafíos físicos, hicieron del río su musa, ofreciéndole ritmos, melodías y más tarde, canciones que, con el tiempo se volverían la banda sonora de una nueva tierra. Esa fue en parte, la génesis de la cumbia, el latido del corazón de Colombia y su maravilloso regalo al mundo”. (Davis, 2020, pág., 330) 

Es así como, el Rio Magdalena y el Rio Mississippi se han convertido en fuente de inspiración sonora que han definido cada una de las naciones que las atraviesa. El Magdalena: cumbias, bullerengue, tambora entre otros; El Mississippi: Negros Espirituales, Blues, Góspel etc. y como punto de engranaje la cultura africana: fuente de talento y llama creativa a pesar de las adversidades.

Sin embargo, en medio de estos puntos comunes surge el interrogante de investigación;

 ¿Por qué las sonoridades estadounidenses han tenido mayor difusión e impacto dentro de la cultura de la música popular? 

Si bien no podemos negar el factor comercial del mercado estadounidense es necesario resaltar el reconocimiento y el papel que le dio la academia a las expresiones de la comunidad negra estadounidense desde el siglo XIX.

El artículo “Sobre los Negros Spirituals y el Góspel”, analiza más allá de los contenidos religiosos de las canciones cantadas a capela por los esclavos en las plantaciones, un ritmo cansino producto del agotamiento de las inhumanas faenas y largar jornadas, era una especie de lamento, porque además eran obligados a cantar para evitar su sublevación o que intentaran fugarse. Las melodías basadas en pasajes bíblicos, combinaban sus pesares y estados de ánimo, con mensajes cifrados, reformulados y transmitidos oralmente a las nuevas generaciones. 

Superado el conflicto de la Guerra Civil Americana, con la consagración constitucional de la abolición iniciada en el año 1865, surgen importantes cambios en la población afroamericana, ya libre accede a la educación formal, incluida la formación artística en sus distintas manifestaciones, abriendo paso a la formación de nuevos claustros universitarios como Fisk, Tuskegee, Hampton, dichos campus al ser dirigidos por comunidades negras, conformaron departamentos de música, hoy designados patrimonio histórico, por su contribución al rescate y difusión de la música tradicional, con el mismo ahínco con el que promovieron e impartieron la enseñanza de la música clásica. 

 “Las piezas musicales hasta ese momento, no estaba escrita en partituras y era generada, reelaborada y trasmitida grupal y espontáneamente. Así rescatado bajo el nombre de Jubilee Song, el Negro Spiritual, nacido en la esclavitud se convierte en símbolo y referente cultural a partir de la Emancipación” (Harlem Music Theater, s.f.)

En Colombia el Panorama fue muy diferente porque sólo hasta la década de los 60´s se realizó la primera grabación de Bullerengue (Música tradicional del Caribe) y fue hecha por un extranjero, el investigador estadounidense George Lizt. Una abundante cantidad de cantos, versos y toques de tambor se conservaron por tradición oral en medio de la invisibilidad ante los ojos culturales de la nación, que desde el siglo XIX hasta 1991 promovió la música del interior como identidad nacional dentro de una agenda política

centralista. 

A principios de los años ochenta, aún no existía la política de estado de nación multiétnica y pluricultural decretada posteriormente en la Constitución del 91. Las músicas de la diáspora africana estaban completamente ignoradas en los medios masivos y el perfil cultural del país.  La cumbia, el género del Caribe Colombiano de mayor aceptación, había trasegado a circuitos comerciales por décadas, apelando a evidenciar un mestizaje que neutralizaba la herencia afrodescendiente (Wade et al., 2021).

Según Fernández (2013) la transición social y mercadeo de la cumbia se logró apelando a valores de élites del centro del país, mediante la adaptación de formatos instrumentales con influencia cubana, la simplificación de patrones rítmicos, y la neutralización de componentes afrodescendientes en los años cincuenta. Posteriormente, durante las décadas de 1960 y 1970, la evolución del género desencadenó producciones musicales con acabados simples y monótonos, pero altamente efectivos para lograr el discernimiento en los mercados internacionales.  Con esta perspectiva, el productor musical Wady Bedrán empezó a grabar a los Soneros de Gamero interpretando canciones de bullerengue adaptadas a la industria con bajo eléctrico, saxofones, clarinete, y percusión afrocubana además de los tambores tradicionales.

METODOLOGÍA

Mediante una metodología cualitativa, de revisión y análisis documental, construido a partir de la recopilación, selección y lectura crítica de información, compuesta por libros, artículos académicos, grabaciones, registros audiovisuales, hemerografia, biografías y literatura gris, relacionada con la creación musical, enmarcada en el contexto de estudio y sus categorías de análisis, contrastada con la observación complementaria y registro de procesos e información vinculante, considerada por los investigadores, para el cumplimiento de los objetivos propuestos (Bernal, 2016).


 

CONCLUSIONES

Como se puede constatar, Las músicas tradicionales, en lo que hoy se conoce como el Caribe Colombiano cuya cultura está permeada por la influencia del Río Magdalena, originando sonoridades que hoy por hoy nos identifican ante el mundo, le costó ser reconocida por una sociedad que en ese entonces estaba marcada por la colonización y el eurocentrismo. 

Gracias a las políticas públicas de los años 90´s, la cual confiere protagonismo y poder a la música, como denominador cultural, emerge una nueva generación de artistas y se incrementa el interés de discografías extranjeras, sin distingo de idiomas, enmarcadas en una nueva   corriente denominada “Music World ", propiciando el éxito comercial de nuevos ritmos y sonoridades a partir de las cuales se establecen disertaciones y aproximaciones etnomusicales de alcance global, que dan forma a una nueva cultura,  donde la música es el hilo conductor y su poderoso alcance universal es foco de atención de  investigadores y etnomusicólogos,  especialmente europeos y estadounidenses que  enriquecen el debate, sobre el desequilibrio entre las sólidas economías del primer mundo,  que apalancan con facilidad la difusión de sus autores y producciones musicales, contrastadas con la baja trascendencia de las manifestaciones artísticas de los países del tercer mundo, muy a pesar de la diversidad de sonoridades y riqueza cultural, que solo empieza a trascender fronteras, acceder a nuevas fuentes de conocimiento y posicionarse globalmente a partir de su articulación al mercado de la “Music World”.

En concordancia con los anteriores planteamientos, las músicas tradicionales y populares de Colombia han realizado un recorrido importante en ser reconocidas como sonoridad identitaria de una región, de un país. Por tanto, es posible concluir que existen puntos coincidentes en ambas culturas y sus respectivas manifestaciones artísticas, las cuales se originan a partir del intercambio étnico cultural, derivado del mestizaje entre nativos y las migraciones europeas y de esclavizados africanos, plasmados en los ritmos musicales autóctonos, utilizados como medio de transmisión oral, de alegrías y lamentos, de planes de fuga, de estados de ánimo, de creencias y sueños, a partir de cuyos constructos se alza su voz, como bálsamo para sobrellevar su cruda realidad.

Finalmente se valida el papel y función de lenguaje universal de la música, medio de expresión por excelencia, albacea de la memoria colectiva, espacio de encuentros, de entendimientos, de comprensión del mundo que nos rodea, de inspiración, de catarsis y sabia terapia, catalizadora de conflictos, tan necesaria cuando abundan las emociones, de una vida llena de desafíos y aspiraciones humanas.

LISTA DE REFERENCIAS

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[1] Autor Principal