Paradigmas y demandas en el estudio del pasado. Una perspectiva arqueol�gica

 

Adolfo Enrique P�rez Arias[1]

[email protected]

https://orcid.org/0009-0007-2044-6383

Universidad Mayor de San Andr�s

Instituto de Investigaciones Antropol�gicas y Arqueol�gicas

Bolivia.

 

 

 

RESUMEN

En este art�culo se examina, mediante el an�lisis de estereotipos, convencionalismos, y otros elementos, la presencia del pasado en la sociedad, pero desde una perspectiva de una construcci�n social en la que la gente, configura su propia imagen del pasado y define sus fuentes, conscientes o inconscientes, de informaci�n.� En cierto modo, el an�lisis de la crisis en el estudio del pasado que se menciona en este trabajo, configura a la Arqueolog�a, como disciplina, y al arque�logo, como operador de la misma, y replantea cu�l deb�a ser su papel en la sociedad. El objetivo, por tanto, es proponer la aplicaci�n de una perspectiva alternativa en la relaci�n arqueolog�a � sociedad que, por una parte, genere mayor reconocimiento de la disciplina, y por otra, se genere un sentido del pasado en la sociedad.

 

Palabras clave: Estudio del pasado; arqueolog�a; sociedad; carrera de arqueolog�a Bolivia.


 

Paradigms and Demands in the Study of the Past. An Archaeological Perspective

 

ABSTRACT

This article examines, through the analysis of stereotypes, conventionalisms, and other elements, the presence of the past in society, but from the perspective of a social construction in which people configure their image of the past and define their sources, conscious or unconscious, of information.� In a way, the analysis of the crisis in the study of the past mentioned in this work configures archaeology as a discipline, and the archaeologist as its operator, and rethinks what should be its role in society. The objective, therefore, is to propose the application of an alternative perspective in the archaeology-society relationship that, on the one hand, generates greater recognition of the discipline, and on the other, generates a sense of the past in society.

 

Keywords: Study of the past; archaeology; society; archaeology career Bolivia.

 

 

 

 

 

 

 

Art�culo recibido 29 Mayo 2023

Aceptado para publicaci�n: 29 Junio 2023

 

 


 

INTRODUCCI�N

Felipe Criado Boado, un prestigioso arque�logo espa�ol, comienza se�alando en uno de sus m�ltiples art�culos, que la arqueolog�a es una actividad emocionante, efectiva y relevante, combinaci�n de trabajo de campo y actividad intelectual, debates te�ricos e investigaci�n emp�rica.

�Los arque�logos y arque�logas son, en general, profesionales bien formados que pueden moverse en una amplia variedad de registros�� (Criado Boado, 2010, p. 59).�

Siguiendo la apreciaci�n del arque�logo europeo, se coliga que, la Arqueolog�a deb�a constituirse en la �nica disciplina capaz de brindar respuestas a esas grandes interrogantes que son b�sicas para comprender la realidad social y humana; comprender, por ejemplo, qu� nos hace humanos, conocer el proceso de desarrollo de la tecnolog�a a trav�s de los tiempos, el surgimiento del lenguaje, comprender las creencias e ideolog�a de la gente del pasado, el surgimiento de la jerarquizaci�n y la desigualdad social, el acceso a la riqueza, la interacci�n con el medio, o finalmente, aspectos m�s simples, como conocer la cotidianidad de la gente del pasado.

Como ya lo se�alaron C. Barros y J. Nastri en 1995, la Arqueolog�a es la �nica que integra dos elementos importantes para conocer las din�micas humanas: el espacio y el tiempo. Ninguna otra disciplina social o human�stica abarca simult�neamente los elementos espacio, donde ocurrieron los eventos humanos, y tiempo, desde los or�genes del Homo sapiens � sapiens hasta el pasado reciente. Sin embargo, pese a poseer estos valores, la disciplina arqueol�gica es frecuentemente desvalorizada y descalificada, tanto cuando se avoca a la investigaci�n propiamente dicha, como cuando trata de proteger el patrimonio cultural de personajes e instituciones involucrados con movimiento de tierras potencialmente destructivos del patrimonio arqueol�gico. Como menciona Criado Boado, la Arqueolog�a ��produce una impresi�n problem�tica de s� misma, (�) y por el contrario, no es capaz de mostrar los beneficios cient�ficos, sociales y comunales� (Criado Boado, 2010, p. 60). En Bolivia sucede un fen�meno semejante. El desconocimiento o la aparente irrelevancia del trabajo del arque�logo provoca que el estatus de la arqueolog�a, como disciplina acad�mica, se encuentre en un estado de subvaloraci�n respecto de otras disciplinas sociales. Los arque�logos bolivianos, profesionales o estudiantes, que han prestado servicios en proyectos multidisciplinarios y multinacionales pueden dar fe de esta distinci�n; la mayor�a de los contratantes y los profesionales nacionales de otras �reas, consideran al trabajo arqueol�gico como una actividad entusiasta, interesante, pero carente de utilidad pr�ctica, algo as� como otorgar el toque ex�tico al trabajo �serio� que ellos desarrollan. Los factores que inciden en este fen�meno pueden estar relacionados con aspectos socioecon�micos, acad�micos, pol�ticos, e incluso de percepci�n del trabajo arqueol�gico en este contexto globalizado (Torres Mart�nez, 2014). Seg�n plantea M. Johnson (2000), en muchas ocasiones, los arque�logos en general son considerados peyorativamente como meros recolectores de trastos viejos, aspecto que incide negativamente en el estatus acad�mico de estos profesionales. �En este art�culo se considera que la problem�tica general de la crisis en el estudio del pasado en Bolivia surge de dos aspectos particulares que est�n �ntimamente relacionados: primero, el desconocimiento de una gran parte de la sociedad boliviana respecto del valor cultural del pasado proyectado en el patrimonio arqueol�gico; y segundo, el problema de la ense�anza universitaria en la Carrera de Arqueolog�a de la Universidad Mayor de San Andr�s. �En consideraci�n a lo anteriormente se�alado, y para evitar la generaci�n de la autoimagen �problem�tica� de la Arqueolog�a y m�s bien, crear estrategias para exponer y se�alar los beneficios inherentes de la disciplina, es que se propone implementar en la relaci�n general Estudio del Pasado � Sociedad, las siguientes estrategias que abarcan desde la concepci�n del pasado como paradigma, la divulgaci�n de la investigaci�n arqueol�gica, hasta la propuesta de un nuevo perfil profesional en el que se priorice la rigurosidad cient�fica, pero que al mismo tiempo se� replantee el v�nculo con la sociedad y se la considere como la destinataria final de las investigaciones arqueol�gicas.

El pasado como paradigma

El arque�logo como individuo, construye un determinado discurso hist�rico, y la comunidad cient�fica genera el discurso acad�mico �oficial� con car�cter unidireccional, es decir de arriba hacia abajo (Comendador, 2011). La narrativa oficial soslaya los requerimientos de la sociedad respecto a su inter�s por conocer tem�ticas espec�ficas del pasado, y aparentemente, el paradigma del pasado no se construye enteramente a trav�s de esta narrativa oficial de la �comunidad cient�fica� (Comendador, 2011, p. 60), sino mediante una serie de amalgamas de elementos sociales que van construyendo su propia narrativa y su propio paradigma alterno al oficial acad�mico. En consecuencia, se propone invertir en parte el sentido habitual del discurso oficial: escuchar, en vez de s�lo narrar, lo que la gente piensa del pasado y entender cu�l es la importancia y el rol que desempe�a en su cotidianidad. En una investigaci�n previa sobre esta tem�tica aplicada a la Carrera de Arqueolog�a de la Universidad Mayor de San Andr�s, en La Paz (P�rez Arias, 2019), se realizaron encuestas a una parte de la poblaci�n y se obtuvo respuestas inesperadas desde la perspectiva del arque�logo profesional. Entre varias consultas, en las que se inclu�an la perspectiva de la valoraci�n del estudio del pasado, una de las preguntas indagaba lo siguiente: �Qu� aspectos desear�a conocer de las sociedades y los habitantes del pasado? El 48% tiene mayor inter�s por el aspecto cronol�gico; el 34% por la forma en la que vivieron; y el 18% de los encuestados deseaba conocer aspectos fison�micos de la gente del pasado (Gr�fica 1).

Gr�fica 1. Relaci�n porcentual de los intereses de la gente respecto al conocimiento del pasado.

Estas respuestas evidencian lo que C. Holtorf (2007) ya hab�a sugerido: que la fascinaci�n popular con la arqueolog�a funciona en otros niveles a los esperados por los arque�logos profesionales. Aparentemente, seg�n la encuesta, la mayor�a de la gente est� m�s interesada en conocer la cotidianidad de la gente del pasado que en conocer los grandes procesos pol�ticos, econ�micos o sociales que se produjeron en el pasado. Por otro lado, tambi�n llama la atenci�n que la poblaci�n no atribuya al estudio del pasado, y a la arqueolog�a en particular, propiedades reivindicativas, sociales, raciales, o pol�ticas. Existen varios pensadores latinoamericanos que reivindican el aspecto social contestatario, la arqueolog�a poscolonial, y las alternativas te�ricas latinoamericanas (G�ndara, 1982; Lumbreras,1981; Bate, 2012; Tantale�n y Aguilar, 2012; entre otros), sin embargo, aparentemente al grupo de personas encuestadas, no le pareci� importante esa arista en el estudio del pasado y la arqueolog�a.

La visualizaci�n del trabajo del arque�logo

Dentro el contexto del desarrollo de la Arqueolog�a en nuestro pa�s, pensar en la divulgaci�n de las investigaciones arqueol�gicas para el p�blico en general, es creer que se trata de una actividad secundaria, sin demasiada importancia para la academia cient�fica, y en adici�n, se tratar�a de algo simple y m�s o menos sencillo y f�cil de realizar. Hace algunos a�os, B. Fagan se quejaba de la falta de empat�a de los arque�logos acad�micos respecto al p�blico en general:

�Los arque�logos hemos perdido de vista los horizontes lejanos de los grandes temas de nuestra disciplina. Necesitamos escribir para toda la Humanidad, para toda la civilizaci�n, no s�lo para nuestros amigos y enemigos� (Fagan 2006:163, Citado en Ruiz Zapatero, 2014, pp.12).

En algunos encuentros entre arque�logos bolivianos es evidente que muchos de ellos, especialmente aquellos con postgrados en el exterior, tienden a menospreciar las publicaciones que intentan acercarse al p�blico no especialista con escritos despojados de jerga y de datos demasiado t�cnicos pero que narran un evento real y ver�dico del pasado. El ep�teto peyorativo habitual atribuido a sus autores es el de �contador de cuentos�.

En el presente siglo, y con el advenimiento de este nuevo paradigma de la comunicaci�n y la informaci�n instant�nea, lo p�blico se hace m�s relevante y va cobrando fuerza como receptor de todo tipo de informaci�n, incluyendo la arqueol�gica. Desde hace algunos a�os se advierte una creciente preocupaci�n entre los arque�logos por el modo en que circula en la sociedad el conocimiento que ellos originan con sus investigaciones.

Por otra parte, tambi�n existe, aunque de manera insuficiente, un inter�s por hacer accesible este conocimiento a las m�s amplias audiencias o p�blico en general, es decir, existe una leve tendencia al �acceso social a la informaci�n cient�fica� se�alada por M. E. Conforti y M. L. Endere (2012, p.165).

Sin embargo, habr�a que preguntarse �existe un p�blico en general con la misma capacidad e inter�s de recepci�n?, en esta investigaci�n se entiende que no. Como menciona Ruiz Zapatero (2009, 2014) no existe un p�blico general, sino que continuamente los arque�logos alternamos con distintos p�blicos, que a su vez presentan distintos intereses, diferentes capacidades, y una amplia gama de posibilidades para acceder al pasado. Reconocer la pluralidad de p�blicos es definitivamente esencial para establecer las estrategias de una divulgaci�n, y por consiguiente, una visualizaci�n eficaz de las investigaciones arqueol�gicas. Sin abordar la l�nea de escritos pseudo cient�ficos, esot�ricos, y fantasiosos que abunda en la literatura popular, es posible que los arque�logos seamos capaces de ayudar a cubrir las necesidades y satisfacer los intereses de una amplia variedad de p�blicos, proporcion�ndoles la informaci�n que desea, en lugar de s�lo abarcar las necesidades acad�mico cient�ficas de la Arqueolog�a como disciplina.

En suma, es un principio en Arqueolog�a que la publicaci�n es una responsabilidad �tica y profesional, y se constituye en el aporte m�s perdurable que el arque�logo puede legar a la sociedad y es un tema fundamental en la ense�anza de la disciplina arqueol�gica en las aulas universitarias. Pero, �c�mo hacerlo?

Es imprescindible primero, inculcar a los estudiantes de arqueolog�a el h�bito de la lectura cr�tica, impulsarles a leer no solamente textos de la disciplina, sino tambi�n otros que les ayude a descubrir de forma cr�tica, las narrativas con que se arman y elaboran los discursos (Figura 1). Al mismo tiempo, impulsarles a examinar con detalle la estructura de los textos, es decir, la �carpinter�a� de la escritura, como dec�a Garc�a M�rquez.

Figura 1. Imagen aleg�rica de los procesos de aprender a escribir (Modificado de Ruiz Zapatero, 2014, p. 14, Fig. 3)

El segundo aspecto se refiere al receptor de los escritos arqueol�gicos, ya sean �stos digitales o impresos. Para identificarlo, lo primero que se debe considerar es que, en el adiestramiento del arque�logo en la universidad, la investigaci�n deb�a constituirse en el objetivo fundamental de su formaci�n, por lo que la producci�n de textos y art�culos cient�ficos tendr�an que aportar a la consolidaci�n de nuevos conocimientos y fortalecer as�, el bagaje del conocimiento arqueol�gico.

Adem�s, el arque�logo dentro su actividad de investigaci�n cient�fica, pertenece generalmente a una instituci�n universitaria, por tanto, la visibilidad cient�fica de esa instituci�n, se la obtiene mediante las publicaciones en revistas internacionales indexadas, de tal modo que, en los procesos de acreditaci�n y los rankings de posicionamiento de las universidades a las que pertenece el arque�logo investigador, es importante el impacto de la cantidad de citas de los textos publicados.

En consecuencia, el receptor de estos escritos cient�ficos, tiene que ser necesariamente la comunidad cient�fica capaz de asimilar, cuestionar, criticar, o complementarlos en el proceso continuo de la construcci�n del conocimiento arqueol�gico. Sin embargo, tambi�n se debe fomentar e instruir a los estudiantes de la disciplina la publicaci�n dirigida a esta parte del p�blico que no est� familiarizada con aspectos te�ricos, metodol�gicos, y t�cnicos de la investigaci�n cient�fica arqueol�gica. Bajo la premisa que la sociedad es la receptora final del trabajo del arque�logo, es imperativo y �ticamente importante que los resultados de la investigaci�n arqueol�gica sean transmitidos en un lenguaje accesible a esta parte del p�blico �no acad�mico�.

Esto no significa que se menosprecie o subvalore la capacidad de recepci�n de datos t�cnicos y te�ricos, sino que, esta parte del p�blico tiene mayor m�rito al interesarse en la literatura arqueol�gica mucho m�s cuando no est� obligada a ello, como lo estar�a un profesional arque�logo, por lo que es un deber del investigador escribir para ellos.

En 1945, el escritor finland�s Mika Waltari escribi� su famosa novela hist�rica �Sinuh�, el egipcio� ambientada en el Antiguo Egipto citando personajes hist�ricos adem�s de eventos que ocurrieron realmente hace cuatro mil a�os (Figura 2). Esta novela capta inmediatamente la atenci�n de todo tipo de p�blicos, y aunque el autor no es un arque�logo profesional, logra con su narraci�n atraer el inter�s hacia los eventos del pasado egipcio present�ndolos de manera �gil, simple, y amena.

sinuhé, el egipcio. mika waltari. - Compra venta en todocoleccion

Figura 2. Novela hist�rica que narra eventos ficticios, pero con trasfondo hist�rico dirigido a un p�blico amplio, no necesariamente estudioso (Tomado de Internet).

En nuestra propia prehistoria e historia ocurrieron eventos importantes, desde las primeras bandas de cazadores � recolectores, las primeras aldeas en al altiplano orure�o, el estado de Tiwanaku, los se�or�os aymaras, la incursi�n Inca, la conquista europea, y la Colonia, pueden muy bien ser transmitidas a todos los p�blicos de un modo similar al de Waltari. Manteniendo la rigurosidad hist�rica, la narraci�n de estos eventos arqueol�gicos e hist�ricos puede convertirse en un medio potencialmente importante para fomentar el inter�s de la gente hacia el estudio del pasado.

Neandertal - BD, informations, cotesroudier - neandertal - IberlibroOtro experimento interesante llevado a cabo en algunos pa�ses europeos como Alemania, Francia y Espa�a, es la publicaci�n de informaci�n arqueol�gica en formato de comics orientado a despertar el inter�s de ni�os y j�venes lectores. Sorprendentemente, la recepci�n ha sido positiva a�n dentro el omnipresente mundo digital. En estos tiempos de la informaci�n digital e instant�nea, de la que Bolivia no est� exenta, puede convertirse en un medio importante de difusi�n del pasado. (Figura 3).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 3. Revista publicada en formato de comic de E. Roudier que intenta mantenerse lo m�s cerca posible del conocimiento cient�fico, con un objetivo m�s educativo.

Discusi�n y Perspectivas

Cornelius Holtorf (arque�logo, profesor de la Universidad de Lund, Suecia) plantea que la fascinaci�n popular con la arqueolog�a, funciona en otros niveles a los esperados por los arque�logos profesionales. Seg�n este autor, la mayor�a de la gente est� interesada en temas espec�ficos como nuevos descubrimientos de tesoros, soluci�n de grandes misterios, nostalgia de antiguos mundos o civilizaciones, y otros similares. Algo parecido acontece en nuestro medio. Si bien varias personas asumen de manera mec�nica y sin comprender enteramente los conceptos de identidad, origen, proyecci�n al futuro o cultura, el verdadero inter�s resalta hacia aspectos particulares que muchos de los arque�logos profesionales no consideramos siquiera en nuestro trabajo o investigaci�n. Otro dato interesante es que, casi ninguno de los encuestados le otorga a la arqueolog�a el car�cter de instrumento social reivindicador. Obviamente este car�cter se le otorga s�lo en medios y coyunturas pol�ticas y en algunos de los arque�logos mismos. Esta percepci�n de la gente respecto al inter�s por el trabajo arqueol�gico, es realmente refrescante respecto a un replanteamiento de la manera de ense�ar arqueolog�a. Me parece que no tiene sentido ense�ar un tema en particular si la sociedad, que es al fin de cuentas la receptora de nuestro trabajo, no siente el menor inter�s en ello. �En cuanto a la visibilizaci�n del trabajo arqueol�gico en la sociedad, la percepci�n que la gente tiene de la arqueolog�a y del estudio del pasado en general, nos revela de manera directa una de las mayores falencias de la disciplina en nuestro pa�s: la carencia de difusi�n de nuestro trabajo, pero orientado a un p�blico m�s amplio y no necesariamente acad�mico. Se debe poner mayor �nfasis en la difusi�n de los resultados de las investigaciones arqueol�gicas en nuestro pa�s. Las instancias de ense�anza e investigaci�n tendr�an que implementar reglamentaciones que obliguen a los docentes e investigadores a publicar, tanto a nivel cient�fico, como para un p�blico amplio. Respecto a esta �ltima parte, adem�s de brindar al p�blico informaci�n referente a c�mo trabaja el arque�logo y para qu� sirve su trabajo, debe captarse el inter�s de la gente mediante la narraci�n de resultados de investigaciones que hubieran enriquecido el conocimiento de nuestro pasado. Es innegable por otra parte que a la gran mayor�a de las personas no les interesan detalles de nuestras investigaciones, por ejemplo, de la clasificaci�n cer�mica, nomenclatura de los l�ticos, clasificaci�n de los suelos, engorrosas descripciones de an�lisis de materiales, y otros. Ellos quieren conocer cu�ndo vivi� una determinada sociedad, qu� com�an esas personas, c�mo se vest�an, c�mo peleaban, y hasta qu� caracter�sticas fison�micas presentaban. En otras palabras, a la gente le interesa conocer aspectos particulares del diario vivir de la gente del pasado. Es cierto que no podemos brindarles toda la informaci�n que desea, no obstante, con un poco de buen juicio podemos ofrecerles, adem�s, aspectos importantes de la din�mica sociocultural, pol�tica y religiosa de dichas sociedades matizadas con aspectos o detalles de la vida cotidiana. Como se ha mencionado anteriormente, las expectativas de la gente funcionan en otros niveles a las de los arque�logos profesionales, y por lo mismo, los arque�logos deber�amos adecuarnos en cierto modo y hasta cierto punto a estas perspectivas. Respecto a la subvaloraci�n de la arqueolog�a en la sociedad boliviana, es evidente que este fen�meno repercute negativamente en temas de infraestructura, presupuesto y equipamiento destinados a la Carrera de Arqueolog�a de la UMSA. En este caso se recomienda que, la exposici�n clara de las caracter�sticas de la arqueolog�a (teor�a, metodolog�a, t�cnicas, ciencias auxiliares y ciencias complementarias) con un lenguaje accesible a la mayor cantidad de gente, significar�a un avance positivo para mejorar la percepci�n que la sociedad tiene de la disciplina. El avance cualitativo de esa percepci�n en c�rculos donde se manejan pol�ticas de financiamiento significar�a, a mediano y largo plazo, un apoyo importante para generar investigaciones por parte de arque�logos bolivianos. Finalmente, habr�a que considerar la pregunta que impl�citamente formula la sociedad: ��C�mo quieres que conozcamos, si no nos lo explicas?� (Rojo Ariza, 2011, p. 203). La labor del arque�logo se siente comprometida bajo esa interrogante, y como bien lo menciona M. Heyd (2012): el historiador, en este caso el arque�logo, no puede ser un iluminado o un agorero, pero su papel es el de ense�ar a su sociedad que el mundo est� en constante cambio, y que los eventos del pasado sirven de par�metro para entrever el porvenir. Bajo esta perspectiva, se puede concluir que, s�, existe un futuro para el pasado.

REFERENCIAS BIBLIOGR�FICAS

Bate, L. F. (2012). Una nota sobre dial�ctica en la �arqueolog�a social�. En H. Tantale�n y M. Aguilar (compiladores) La arqueolog�a social latinoamericana. De la teor�a a la praxis. Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Sociales: Bogot�. Pp. 85 � 102

Comendador, B. (2011). El pasado como paradigma. J. Almanza (Ed.) El futuro de la Arqueolog�a en Espa�a. Primera Edici�n. Pp. 61 � 65

Conforti, M. E. y M. L. Endere (2012). La imagen de la arqueolog�a y el patrimonio arqueol�gico en los medios de comunicaci�n. Un an�lisis sobre la prensa gr�fica local. Ant�poda Revista de Antropolog�a y Arqueolog�a. No. 14, pp 163 � 184

Criado Boado, F. (2010). La arqueolog�a de la actualidad. En: Revista de Gesti�n y Cultura. No. 9, pp. 59 � 65

Damiani, L. F. (1997). Epistemolog�a y ciencia en la modernidad: el traslado de la racionalidad de las ciencias f�sico-naturales a las ciencias sociales. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la UCV/FACES.

G�ndara, M. (1982). La vieja �nueva arqueolog�a�. Bolet�n de Antropolog�a Americana. Ed. Praxis, M�xico D.F.

Heyd, M. (2012). Is there a Future to the study of the Past? Culture & History Digital Journal, 1(1): e001. doi:http://dx.doi.org/10.3989/chdj.2012.001

Holtorf, C. (2007). From Stonehenge to Las Vegas. Archaeology as Popular Culture. The SAA archaeological record. Vol. 7, No. 3, pp. 6-11

Johnson, M. (2000). Teor�a Arqueol�gica. Una introducci�n. Barcelona: Ariel.

Barros, C. y J. Nastri (1995). Estudio preliminar. En, La Perspectiva Espacial en Arqueolog�a. Centro Editor de Am�rica Latina, Buenos Aires, pp. 7 - 26

Lumbreras, L. G. (1981). La Arqueolog�a como ciencia social. Lima: Peisa.

Rojo Ariza, M. C. (2012). ��C�mo quieres que conozcamos, si no nos lo explicas?� La did�ctica y el futuro de la arqueolog�a. En: J. Almansa S�nchez (Ed.) El futuro de la arqueolog�a en Espa�a. Gr�ficas Juma, Madrid, pp. 203 � 207.

P�rez Arias, A. E. (2019). Redise�o de la malla curricular de la Carrera de Arqueolog�a de la UMSA. Nuevos paradigmas y nuevas necesidades. Tesis de Maestr�a, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educaci�n, UMSA, La Paz.

Roudier, E. (2011). Le Cristal de Chasse. Neandertal. Ed. Delcourt, Par�s

Ru�z Zapatero, G. (2009). La divulgaci�n arqueol�gica: Las ideolog�as ocultas. En Cuadernos de Prehistoria y Arqueolog�a, Vol. 19, pp. 11 � 36

-���������� (2014). Escribir como arqueolog�a. Escritura como arqueolog�a. En An Murcia, No. 30. Pp 11 - 28

Tantale�n, H. y M. Aguilar (2012). La arqueolog�a social latinoamericana: de la teor�a a la praxis. Una introducci�n. En H. Tantale�n y M. Aguilar (compiladores) La arqueolog�a social latinoamericana. De la teor�a a la praxis. Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Sociales: Bogot�. Pp. 19 � 32

Torres Mart�nez, J. F. (2014) Arqueolog�a para el futuro en un mundo globalizado. En Arqueoweb. No. 15, pp. 307 � 309

Waltari, M. (1945). Sinuhe egyptil�inen. Ed. WSOY. Helsinki

 



[1] Autor principal y de correspondencia.