Transición Indígena y Ruralidad Quiteña. Nayón, Jardín de Quito

 

Freddy Enrique Simbaña Pillajo[1]

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-3682-2271

Universidad de los Pueblos y Nacionalidades

Amawtai Wasi

Ecuador

 

RESUMEN

 

El presente texto caracteriza la situación y las fases de la transición de la parroquia rural de Nayón, en el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), hacia la modernidad. Se explora las primeras décadas del siglo XX donde Nayón experimentó las transformaciones que trajo consigo la revolución liberal, el desarrollo tecnológico, principalmente, con la llegada del ferrocarril y el crecimiento urbano de Quito. Estos cambios políticos, tecnológicos y urbanos acercaron la economía ecuatoriana con la economía mundial, pero sin una real modernización de la economía agrícola e industrial, por lo que se estableció una modernidad urbana más como espacio de diferenciación social que marcó límites entre la ciudad moderna y la ruralidad atrasada. La metodología consistió en recopilación documental primaria en los principales archivos de la ciudad, la parroquia de Nayón y el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca (MAGAP), así como revisión de fuentes bibliográficas que han tratado el tema. Además, se realizó un ejercicio etnográfico entre 2021 y 2022, que permitió comprender a los habitantes nayonenses en su ingreso, y transformación, a la modernidad urbana a través de los primeros oficios artesanales urbanos vinculados al proceso de crecimiento urbano de la ciudad de Quito.

 

Palabras clave: Nayón; ruralidad;Quito; indígenas; modernidad


 

Indigenous Transition and Quito Rurality. Nayón, Garden of Quito

 

ABSTRACT

 

This article characterizes the situation and phases of the transition of the rural parish of Nayón, in the Metropolitan District of Quito (DMQ), towards modernity. The first decades of the 20th century are explored, where Nayón experienced the transformations brought about by the liberal revolution, technological development, mainly, with the arrival of the railway and the urban growth of Quito. These political, technological and urban changes brought the Ecuadorian economy closer to the world economy, but without a real modernization of the agricultural and industrial economy, for which an urban modernity was established more as a space for social differentiation that marked limits between the modern city and backward rurality. The methodology consisted of primary documentary compilation in the main archives of the city, the parish of  Nayón and the Ministry of Agriculture, Livestock and Fisheries (MAGAP), as well as a review of bibliographic sources that have dealt with the subject. In addition, an ethnographic exercise was carried out between 2021 and 2022, which allowed us to understand the inhabitants of Nayon in their entry, and transformation, to urban modernity through the first urban artisan trades linked to the process of urban growth in the city of Quito.

 

Keywords: Nayón; rurality; Quito; indigenous; modernity

 

 

 

Artículo recibido 18 julio 2023

Aceptado para publicación: 23 agosto 2023

 

 


 

INTRODUCCIÓN

Contexto

La parroquia de Nayón se encuentra entre la meseta de Quito y el valle de Tumbaco, en la estribación oriental del monte Guangüiltagua. Va desde una altitud mínima de 2074 msnm, pasando por una altitud media de 2504, hasta una altitud máxima de 3001, lo que genera distintos microclimas con temperaturas que oscilan entre los 10 y 20 °C, según la época del año. Existen dos temporadas climáticas: el verano, junio-octubre, es la temporada más seca con días muy soleados acompañados de vientos; el invierno, noviembre-mayo, siendo noviembre, diciembre y enero los meses de más intensa pluviosidad, por ello se inician las siembras de maíz, fréjol, zapallo y otros cultivos estacionales en pequeños espacios de producción agrícola, que aún se conservan en la parroquia.

Limita al norte con la quebrada de Zámbiza, al sur con el río Machángara, al este con las colinas de los cerros Guangüiltagua, Miraflores y Monteserrín; y al oeste con el río San Pedro. Su relieve es variado y está compuesto por laderas y colinas ubicadas principalmente en la parte occidental; en la parte media existen pequeñas mesetas; en la parte oriental, pequeños valles que bordean el río San Pedro.

La quebrada de Zámbiza es el límite natural entre Nayón y Zámbiza, que se origina en un conjunto de quebradillas que bajan de Monteserrín y San Isidro del Inca, y su afluente se une con la quebrada de Cusúa y Tacpichupa para desembocar en el río San Pedro. Jatun Huayco es otra quebrada de importancia en el territorio parroquial pues tiene unos pequeños ojos de agua que se encausan hasta el río San Pedro. Otras quebradas de menor profundidad son las de Anita huayco en la parte media, y las de Urauco y Doncel huayco al sur.

Por su ubicación en una zona montañosa de gran actividad volcánica, la composición del suelo de Nayón la constituyen rellenos volcánicos y sedimentarios, mayoritariamente de cangahua. En menor escala está la formación chiche, con presencia de limo, arena y areniscas gruesas, in- tercaladas de tobas en las pendientes y los fondos de quebradas. También hay depósitos aluviales: gravas, arenas, limos y arcillas en las orillas del río San Pedro (GAD Parroquial de Nayón, 2019, págs. 15-16).

Usos del suelo y recursos naturales

La formación de cangahua abarca la mayor parte de la superficie del territorio parroquial, lo que hace que los suelos de Nayón tengan una baja y mediana productividad. A pesar de esta situación, sus habitantes consiguieron darle varios usos agrícolas: siembra de hortalizas, leguminosas, frutales, parcelas de pastoreo, etc., mediante un arduo proceso de recuperación. En su investigación sobre la parroquia el antropólogo norteamericano Ralph Beals (1966, pág. 116) manifestó que, posiblemente cincuenta años antes de su estancia en Nayón en 1949, este territorio habría sufrido una crisis ecológica que erosionó y destruyó “gran parte de las tierras bajas por lo que el pueblo se trasladó a su sitio actual”, por ello la población llevaba un proceso de recuperación de los suelos ubicados en las zonas de altitud media.

En virtud de ello, en las primeras décadas del siglo XX Nayón ya registraba una producción medianamente diversificada. En la zona baja, en las tierras a lo largo del río San Pedro, se cultivaba café, plátanos y otras frutas tropicales; en la zona media, en las mesetas al pie de las colinas occidentales, se producía maíz y pequeños cultivos de hortalizas (cebolla, col, tomate, ají, papas, y en menor medida calabazas, fréjol, habas, maní y chochos); en la zona alta, cerca de Monteserrín, se producía maíz, trigo y cebada (pág. 67).

Hoy existen pocos espacios de estos cultivos agrícolas, a causa del giro que tomó la economía parroquial hacia la producción intensiva de plantas ornamentales, frutales, forestales y medicinales. Así como también por el rápido crecimiento urbano y poblacional de los últimos años en los barrios y sectores del sur parroquial.

Estas situaciones cambiaron el uso de su suelo, por lo que ahora es mayor el de uso urbano y en menor proporción el de uso rural (Mapa 1). El suelo urbano abarca principalmente la cabecera parroquial y los barrios y sectores ubicados en la parte sur del territorio. El suelo rural se encuentra en las zonas bajas, en el barrio San Pedro de El Valle y en Santa Ana, lugares donde se mantienen pequeños cultivos de maíz, fréjol, garbanzo y una variedad de hortalizas en pequeña escala. También hay producción agrícola de frutales (guaba, chirimoya, aguacate) y otros árboles introducidos (limón, lima, durazno, etc.). Aún se mantiene una pequeña cantidad de suelos dedicados al pasto y ocupados por bosques de eucalipto y algarrobo.

Mapa 1. Mapa de cobertura y uso de suelo en Nayón

Fuente: GAD Provincia de Pichincha (2020)

 

Flora y fauna silvestres

Su flora y fauna corresponden a especies propias del valle interandino de la Sierra, por lo que se puede encontrar gran número de árboles, arbustos y plantas, y una diversidad de fauna nativa: aves, reptiles, anfibios y mamíferos pequeños que se mantienen en los bosques, valles y en las quebradas de todo el territorio parroquial.

Dentro de la vegetación nativa destaca una variedad de plantas silvestres que aún son usadas por los pobladores indígenas para tratar múltiples enfermedades, pero que también tienen usos rituales dentro de las creencias y la sabiduría popular. Un ejemplo de esto es la elaboración de las “escobas de fin de año” con plantas silvestres recogidas en los alrededores, y que son vendidas en Quito, en la última semana de diciembre, para limpiar la mala suerte y recibir el año venidero.

Entre los árboles y arbustos propios de la parroquia están: saúco, marco, chilca, cholán, chámano, quishuar, algarrobo, campeche, lechero, cujaco, chichavo, higuerilla, eucalipto, mucuchaglla, floripondio, ciprés, tilo y llin-llin. Entre estos se distingue el algarrobo, que varios pobladores lo han integrado como fertilizante natural en la producción de plantas ornamentales.

La fauna silvestre tiene una importante presencia gracias a los distintos microclimas formados por su variado relieve. Las aves son el grupo de animales silvestres con mayor presencia. A varios pobladores les causaba emoción observar el vuelo de las aves alrededor de la parroquia, así lo relata don Juan Elías Suquillo:

Hace 60 o 70 años se podía visibilizar a cóndores en el sector de Jatun Chupa y en la rabija de Cojotog. Hace ya solo 15 o 20 años se veían huirac- churos, tuctunas, tórtolas, gavilán, quillicos, mirlos, tictichiri, cuturpilla, tuguna, perdices, tutapishco, huaychu, gallinazos, ullahuanga, curiquingue, sarapishco, carpintero, golondrinas, búho y otras (GAD Parroquial de Nayón, 2011, pág. 16).

De entre la cantidad y colorido de estas aves, se escogió al huirac – churo (Pheucticus chrysogaster) para que en el logo de la parroquia (figura 1) simbolice la ruralidad nayonense. En menor cantidad se encuentran los mamíferos pequeños que pueblan bosques, laderas y quebradas, donde aún se pueden observar lobos, raposas, chucuris, jambatos, conejos, murciélagos, ratones silvestres y varios reptiles.

Figura 1. Huiracchuro a lado logo del GAD de Nayón

Fuente: https://ecuador.inaturalist.org/ & GAD de Nayón (Facebook).

Recursos hídricos

Hasta mediados de los años setenta del siglo XX, el acceso al agua fue uno de los mayores inconvenientes para los habitantes de toda la parroquia. Hasta esa época solo se accedía a este recurso natural en los ojos de agua subterránea localizados en la quebrada de Zámbiza y en otras quebradas cercanas a los anejos de ese entonces; también en las corrientes de los ríos Machángara y San Pedro. Los habitantes recolectaban el agua en las primeras horas del día en pondos de barro, en barriles y en puros (una especie de calabaza seca) que cargaban hasta sus casas, donde la almacenaban para usarla en la cocción de los alimentos diarios y en otras actividades domésticas.

En la actualidad las fuentes de agua subterránea siguen fluyendo por las quebradas de Zámbiza y Jatunhuayco, pero ya no tienen ningún uso doméstico ni productivo. Por otro lado, las fuentes de las zonas aledañas a la ribera del río San Pedro aún son aprovechadas para las actividades agrícolas de varias familias que mantienen cultivos de hortalizas y plantas medicinales. En la zona de San Pedro de El Valle, en el sector conocido como Amabulo, existe una cascada que lleva su nombre y una gran cantidad de agua subterránea que forma un pequeño valle, donde hay un bosque nativo de chirimoyas y se puede observar gran diversidad de aves.

Nayón, territorio solar y rural en crecimiento

En este apartado se exponen algunos resultados de la investigación sobre los sustratos lingüísticos indígenas prequichuas alrededor de Nayón y sectores colindantes, para comprender los significados y contribuir al fortalecimiento de su historia e identidad. También se ha hecho una actualización a las interpretaciones realizadas por Aquiles Pérez, que proponía que Nayón provendría de un dialecto araucano, ya que las nuevas investigaciones antropológicas y lingüísticas han realizado descubrimientos que han contrastado su información. Además, se hace una reinterpretación del significado de Nayón como maíz chiquito, que se ha generado en la memoria colectiva desde el recuerdo de los tiempos de la gran producción de este grano a mediados del siglo XX, pues la palabra Nayón es anterior a esa época.

Aunque los incas obligaban a los caciques conquistados a aprender el quechua, su política no fue destruir las lenguas; más bien, consintieron el plurilingüismo. Cuando declinó su poder, estas lenguas resurgieron, pero, a mediados del siglo XVII, muchas se extinguieron debido a las políticas coloniales para imponer el castellano y el quichua; en la Costa y Amazonía, pocas se mantienen hasta hoy (Álvarez Palomeque & Montaluisa Chasiquiza, 2017, pág. 9).

Desde finales del siglo XX se viene identificando la ubicación de las lenguas prequichuas (Deler, 1983). Según Caillavet (2000, pág. 104) los que mejor han resistido a las invasiones son los topónimos. Los antropónimos podrían contribuir a indicar la procedencia de las personas, pero debido a los movimientos migratorios, antes y durante la Colonia, han sido más vulnerables.

El uso de morfemas en la lengua indígena pobua de Columbe (Puruhá) consolida la interpretación simbólica de la lengua, que es la suma de imágenes verbales almacenadas en el cerebro de todos los miembros de esta comunidad lingüística.

[La lengua kichwa] es un instrumento de comunicación entre los miembros de esta nacionalidad, por medio de la cual se transmiten mensajes, conocimientos, habilidades y valores de un modo de vivir, de una generación a otra, de un grupo a otro, etc (Cunduri, 2008, pág. 24).

Aquí, en Ecuador, el morfema Na cumple la función de convertir a la raíz en infinitivo. Como sería el caso, según el morfema Na, y la palabra Yón, que significa sol y que proviene de la lengua puruhá, mochica y panzaleo (Jijón y Caamaño, 1941). De lo expuesto, Na-Yón significa un lugar más cálido y soleado. Y un lugar con preminencia de energía solar, caliente y caluroso en los Andes quiteños. En el contexto del siglo XIX, la palabra solar está comprendida como una porción de terreno que puede llegar a ser edificada en algún momento, según la cartografía de Beals (1966). Es decir, las lenguas preincaicas de la sierra ecuatoriana pueden contener, a su vez, sustratos de lenguas anteriores.

La parroquia rural y sus barrios

El DMQ está dividido en ocho administraciones zonales donde se distribuyen 32 parroquias urbanas, 33 parroquias rurales y 73 comunas (Andrade, 2016, pág. 16). Nayón pertenece a la Administración Zonal Eugenio Espejo, se ubica en el área rural y limita con las parroquias urbanas Iñaquito y Jipijapa. La denominación de parroquia rural se debe más a una clasificación político-administrativa que a sus actuales condiciones urbanísticas y territoriales, ya que en los últimos años este territorio experimentó una gran transformación.

De acuerdo con la división político administrativa vigente, la parroquia limita al norte con la parroquia rural de Zámbiza, que antiguamente fue el sitio principal en la historicidad de las poblaciones más cercanas; al sur con la parroquia de Cumbayá; al este con la parroquia de Tumbaco; al oeste con la parroquia urbana de Iñaquito.

La existencia de Nayón data de la época prehispánica, pero el primer registro de su nombre y población, en lengua castellana, se realizó en la época colonial, en el año de 1645 (ANH, 1579-1620). Hasta las primeras décadas del siglo XX, Nayón era una comunidad indígena o anejo perteneciente a la parroquia rural de Zámbiza, pero para conseguir obras públicas logró ser declarada parroquia rural del cantón Quito el 19 de diciembre de 1935 (Chávez, 2002, pág. 22).

A finales de los ochenta empezó un primer movimiento poblacional de familias urbanas de Quito hacia la parroquia de Nayón, que inicialmente lo hacían con la idea de mantener en el campo una segunda residencia, pero finalmente establecieron sus viviendas a tiempo completo en el área parroquial. De esta manera, en los años noventa aparecieron las primeras urbanizaciones y conjuntos cerrados en el sur de la parroquia, sobre todo en los alrededores del barrio San Francisco de Tanda y en los predios de la comuna Tanda-Pelileo (Simbaña Rengifo, 2014, pág. 8), dando lugar a la formación de nuevos barrios y sectores como Miravalle.

Actualmente la parroquia de Nayón cuenta con catorce barrios distribuidos en la cabecera parroquial y en las zonas aledañas, donde se encontraban los antiguos anejos y sectores pertenecientes a exhaciendas liquidadas con la Reforma Agraria en los años sesenta. En la cabecera parroquial se encuentran los barrios: Las Palmas, San Joaquín Oriental, San Joaquín Occidental, La Unión, Barrio Central y El Movimiento; al este de la cabecera urbana se encuentra el barrio Santa Ana. En las zonas aledañas están los barrios: San Francisco de Tanda, San Vicente de Tanda, San Pedro de Inchapicho y San Pedro de El Valle, y los barrios más recientes: Chimbatola y Miravalle. También se cuenta con los sectores de Tacuri, Huairaloma y Cuballo, y de la comuna San Francisco de Tanda - Pelileo, que registró su primer estatuto el 18 de febrero de 1940 en el antiguo Ministerio de Previsión Social.

La parroquia de Nayón se encuentra a quince minutos al nororiente del centro urbano y financiero de Quito, en una pequeña meseta de clima cálido que tiene una vista panorámica hacia todo el valle de Tumbaco, y de los volcanes que se encuentran en la cordillera oriental. Por esta situación Nayón se ha convertido en un preciado territorio para el hábitat familiar, y, por el crecimiento de sus actividades productivas y comerciales, en un importante destino gastronómico y turístico de la capital.

Crecimiento poblacional

El territorio, de lo que hoy se conoce como Nayón, era el asentamiento de antiguas poblaciones precolombinas e incas, pero los primeros registros poblacionales datan del período colonial. El 14 de agosto de 1645 el cabildo de Quito encomendó a don Sebastián Collaguazo registrar a los indígenas de este territorio, teniendo un total de 148 habitantes, según el Archivo Nacional de Historia (1579-1620).

En la primera mitad del siglo XX, en el estudio sobre la parroquia de Nayón realizado por Ralph Beals (1966), se calculó a la población según el número de casas, número de residentes y el tamaño medio del hogar de los anejos existentes; además se señaló que casi el 70% de la población vivía en el pueblo de Nayón en 1949.

Tabla 1. Distribución residencial entre las subcomunidades de Nayón

 

Nayón pueblo

El Valle

Inchapicho

Tanda

No. casas*

187

25

20

48

No. residencias**

1005

145

104

212

Tamaño medio del hogar

5,37

5,40

5,20

4,58

* Se omiten las residencias de los maestros de escuela y las casas desocupadas.

** Incluye algunos hogares con residencia en más de una subcomunidad.

Fuente: Beals (1966, pág. 40).

 

En el primer censo nacional, 1950, Nayón registró una población de 1491 habitantes, en el censo de 1982 ascendió a 4616 habitantes, y en 1990 se censó a 5767 individuos. En este período se dio un crecimiento vegetativo lento, pero desde finales de los años noventa Nayón experimentó un gran crecimiento poblacional, alcanzando en 2001 una población de 9.693 habitantes, y en 2010 una cifra de 15.635 habitantes, entre nativos y foráneos, en una extensión de 1576 hectáreas distribuidas en trece barrios (INEC, 2010). Para el año 2020 se proyectó una población de 19.423 habitantes, cantidad que sigue creciendo constantemente en los últimos años. Según el último censo de 2010, las personas originarias de la parroquia Nayón siguen siendo la mayoría de la población, 70 % del total poblacional parroquial. Pero también hay una importante cantidad de personas de otros lugares de la ciudad y del país residiendo en la parroquia.

A lo largo de todo el siglo XX, los habitantes de la parroquia Nayón se dedicaron a la producción agrícola de legumbres y hortalizas para abastecer a los mercados de Quito; también establecieron rutas comerciales con otras ciudades y regiones, e iniciaron la producción y comercialización de plantas ornamentales, medicinales, frutales y forestales para el mercado parroquial, el de Quito y de las otras ciudades del país. En los últimos años la parroquia se ha consolidado como una ruralidad productora de plantas ornamentales, que le ha significado el reconocimiento como Jardín de Quito.

Desde finales del siglo XX Nayón ha experimentado un notable crecimiento urbano y poblacional debido a sus características territoriales: ruralidad de clima agradable, cercanía con el centro administrativo y financiero de la ciudad, y sector de rápido acceso al nuevo aeropuerto. Pero también es el resultado del comercio y la oferta laboral que se genera alrededor de la producción de plantas ornamentales y la oferta gastronómica parroquial. Estas nuevas realidades hacen de Nayón un territorio en transformación, con grandes proyecciones hacia el futuro.

Nayón, una comunidad en transición

La población de Nayón atravesó estos cambios como resultado de la vinculación de los pobladores indígenas con el mundo urbano quiteño. También como mecanismos para evitar la discriminación y el racismo del que eran objeto sus habitantes en las primeras décadas del siglo XX. Dentro de este proceso resaltó la influencia e intervención de un cura párroco, quien se propuso transformar algunos rasgos de la identidad cultural nayonense, estableciéndose como el reformador de las costumbres de esta parroquia.

Es preciso señalar que, por su valioso contenido, la mayor parte de la información de este acápite corresponde a las observaciones realizadas por el antropólogo norteamericano Ralph Beals, quien en 1949 realizó un estudio sobre los cambios económicos, sociales y culturales por los cuales atravesaba la comunidad indígena de Nayón.

Los cambios identitarios

Hasta finales del siglo XIX todos los hombres de la parroquia de Nayón llevaban el cabello largo y la vestimenta de los nayonenses eran los trajes típicos que se utilizaban desde el siglo pasado. Las mujeres usaban un camisón blanco y un anaco ajustado con la facha tupullido, y los hombres usaban bayeta, pantalón blanco y sombrero. Esta vestimenta fue cambiando en las primeras décadas del siglo XX, para evitar los malos tratos por la discriminación y el racismo que existía en la ciudad, también para mimetizarse entre la población urbana y generar oportunidades para el ascenso económico y social, que el cambiar de apariencia en ese entonces facilitaba (Espinosa Apolo, 2003, pág. 69).

Así, los hombres empezaron a utilizar pantalón de tela, camisas, sacos y chalecos, y cambiaron las hoshotas (alpargatas de cabuya o goma) por zapatos de cuero. Las mujeres conservaron el anaco y los collares, pero agregaron nuevos faldones, chalinas y zapatos. Como resultado, para mediados del siglo XX “los aspectos más distintivos de la vestimenta han desaparecido […] solo dos hombres todavía usan el cabello largo y muchos aspectos del sistema social y ceremonial han sufrido una gran simplificación” (Beals, 1966, pág. 25).

La alimentación

Hasta los primeros años del siglo XX la alimentación de los habitantes de Nayón dependía de su producción agrícola y de los alimentos que se intercambiaban con otras regiones. La producción industrial de alimentos en Quito y la ampliación de las vías de comunicación hacia otras regiones del país cambiaron la alimentación en la parroquia y la hicieron más variada. La dieta diaria de una familia nayonense consistía principalmente de “coladas (mazamorras de haba, arveja, harina de trigo, máchica, crema de zapallo, locro de zambo, etc.)” (Espinosa Apolo, 2003, pág. 66), y de los platos tradicionales que aparecían en ciertos momentos festivos (mote con guagrasinca o chuyaucho, la chicha de jora, el caldo de gallina), otros alimentos (misque, ocote, cebo, champús con pan, pallasca, cuy, huevos) y todas las frutas y vegetales que se cultivaba en ese entonces. A mediados del siglo, a esta dieta se añadió los alimentos industrializados (harinas, fideos, sal, azúcar y chocolate). También se empezó a consumir los licores destilados y la cerveza (Beals, 1966, pág. 81).

El fin de las haciendas en Nayón

Las haciendas establecidas en el territorio parroquial desde la época republicana tuvieron un pequeño auge en los primeros años del nuevo siglo, pero desde los años cuarenta entraron en un proceso de crisis y se hallaban en distintas etapas de decadencia (Beals, 1966, pág. 21) a causa del estancamiento económico que ocasionó el cierre del mercado internacional y la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, fueron liquidadas con las reformas agrarias de los años sesenta y setenta; en unos casos pasaron a manos de arrendatarios nativos y de personas foráneas; en otros, fueron vendidas a empresas constructoras, que en los años ochenta iniciaron un proceso de lotización para dar lugar al aparecimiento de nuevos sectores poblacionales en Nayón.

El pueblo de Nayón

Sus habitantes tienen su origen en las antiguas poblaciones precolombinas y las de los mitimaes llegados en la época de los incas. Según Fausto Chávez (2002), su presencia histórica tiene su rastro en los apellidos que aún se mantienen en la parroquia: Anaguano, Sotalín con su derivado Sinayline, Quijia y Gualoto (origen peruano-chileno), mientras que los Lugmaña, Lamiña (Umiña, Namiña), Ushiña, Pillajo, Juiña y Lema son de origen quiteño (pág. 12).

En las primeras décadas del siglo XX la cabecera parroquial era conocida como el pueblo o la llacta de Nayón, y era el lugar donde residía más de la mitad de toda la población parroquial. También se lo conocía como el centro urbano porque las viviendas estaban distribuidas en bloques cuadrados alrededor del área central, que ocupaba la iglesia. Estaba dividido en sectores: Purgaloma (hoy las Palmas), en donde vivían las familias Tipán, Gualoto, Tasintuña y Pillajo. Huactapata y la Piola era otro sector y estaba ubicado por el chaquiñán que cruza a la quebrada de Zámbiza, donde habitaba mayormente la familia Luguaña. Al sur se encontraba Guashaola, donde vivían las familias Lamiña, Pumisacho y Yancha. En el centro de la parroquia vivían las familias Sotalín, Luguaña, Sinayline, Anaguano, Quijia y Chanchay, que eran las de mayores posibilidades económicas a mediados del siglo XX.

La parroquialización dio impulso al proceso de modernización económico, social y político de la población nayonense. Sin embargo, como se mencionó, las autoridades indígenas aún continuaban funcionando con base en las mingas comunitarias hasta los años sesenta del siglo XX. Entre los últimos gobernadores que se recuerdan estaban don Juancho Juiña, más conocido como Taita Grande; don José Domingo Juiña y don Miguel Anaguano, más conocido como don Carpanta (Comunicación personal, Pilapaña L., 2022).

La transformación de la ruralidad nayonense

Desde los años ochenta hasta la primera década del siglo XXI, el nororiente de la ciudad de Quito experimentó una expansión periurbana que fue configurando una baja rentabilidad agrícola, una creciente inversión inmobiliaria, cambios en el uso del suelo y el aparecimiento de conjuntos y barrios cerrados. Entre las obras de infraestructura que contribuyeron a esta expansión periurbana se encuentran: la construcción de la vía Interoceánica y de la que conecta Nayón con Quito en los años ochenta, la ampliación de la avenida Simón Bolívar hacia Calderón en 2003, y la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Quito (NAIQ) y sus vías de interconexión en 2005 (Durán, Martí, & Mérida, 2016, pág. 132).

Estas grandes obras convirtieron a la parroquia de Nayón en una zona residencial de alta plusvalía, pues como lo menciona una de sus pobladoras, “por sus características paisajísticas, la tranquilidad, la cercanía a Quito, Nayón se ha convertido en un destino predilecto de muchas personas de clase alta que buscan un estilo de vida más campestre, pero con las comodidades de la vida urbana” (Comunicación personal, Rosero, 2011, cit. López, 2012, pág. 60).

En la actualidad, los habitantes originarios de Nayón cohabitan de manera diferenciada con personas y familias de clases medias y altas provenientes de Quito. Este nuevo contexto ha producido ciertos cambios en las formas de relacionamiento comunitario, en el uso del territorio y de los espacios públicos, y ha generado problemáticas como la segregación social y residencial. Sin embargo, pese a que la mayor parte del suelo parroquial es de uso urbano, Nayón aún se mantiene como una ruralidad de paisaje variado y de clima agradable, más su cercanía al centro administrativo y financiero de la ciudad y al NAIQ la han convertido en una parroquia muy valorada para el hábitat familiar.

Los cambios también se dieron en el ámbito político-administrativo, ya que hasta los años setenta los miembros de la Junta Parroquial funcionaban informalmente como mediadores y tramitadores de las necesidades del pueblo hacia los distintos organismos del Estado. En 1971 fue reconocida formalmente como un órgano administrativo rural, para que sus miembros pudieran solicitar la ejecución de obras necesarias para su población. No obstante, la calidad y eficacia de la gestión de estas obras dependía de los vínculos de amistad que el presidente de la Junta Parroquial mantuviera con los distintos funcionarios públicos (Chávez, 2002, pág. 22). Esta situación cambió en los años 2000 con la aprobación de la Ley Orgánica de las Juntas Parroquiales Rurales, que ordenó que estas instituciones fueran órganos administrativos y financieros independientes, otorgando funciones y presupuestos propios para dar solución a las demandas de obras y servicios.

 

Tecnologías y saberes de los planteros de Nayón

La horticultura ha experimentado una gran expansión en los últimos años. La red de relaciones comerciales permitió adquirir experiencia y aprendizajes de otras comunidades, por ejemplo, de poblaciones cercanas como El Inca, que se dedicaba extensamente al cultivo de flores y en los años cuarenta enviaba claveles por vía aérea a Nueva York. “La expansión de oportunidades económicas y una atmósfera general de cambio cultural en la propia Quito pueden haber sido factores importantes en el inicio del ciclo actual de cambio cultural” (Beals, 1966, pág. 26).

En las décadas de los setenta y ochenta, Nayón, que fue un territorio agrícola por tradición debido a su cercanía a las haciendas o las parcelaciones que se dieron en la Reforma Agraria, a pesar de que en algunos sectores no había agua, incrementó el cultivo de una amplia variedad de productos (guabas, chirimoyas, aguacates, moras, guayabas, cítricos, algodón, maní, garbanzo, fréjol y maíz).

Los nayonenses iniciaron la ruta para adquirir plantas en todo el país, y así aprovechar variedades y climas. Traían esquejes o tallos, se- millas y plantas para experimentar su cultivo en terrenos locales; varios iniciaron la venta de plantas de forma incipiente y no muy tecnificada.

Las hierbas se producen localmente en huertos y jardines; otras se obtienen en las montañas circundantes, y se preparan para la venta en plazas y mercados de Quito. En especial los martes y viernes los curanderos locales acuden muy temprano para aprovisionarse y abastecerse de hierbas medicinales para usos diversos. En las últimas décadas se implementaron emprendimientos sobre arreglo de jardines, no solo de manera individual sino familiar y microempresarial.Los nayonenses iniciaron la ruta para adquirir plantas en todo el país, y así aprovechar variedades y climas. Traían esquejes o tallos, se- millas y plantas para experimentar su cultivo en terrenos locales; varios iniciaron la venta de plantas de forma incipiente y no muy tecnificada.

Crecimiento poblacional: nativos y residentes

El traslado de las familias urbanas a la parroquia de Nayón comenzó a finales de los años ochenta y durante la década de los noventa, iniciando así la construcción de las primeras casas de campo y las primeras urbanizaciones que dieron forma a nuevos barrios y sectores al sur del territorio parroquial. Las primeras urbanizaciones se construyeron en las inmediaciones de San Francisco de Tanda: San Isidro en 1987; Huertos de Nayón en 1996; Rincón del Valle en 1996, y Rancho San Francisco en 2001 (Simbaña Rengifo, 2014, pág. 85), conformando de esta manera lo que es hoy el sector de Miravalle.

La construcción de estas urbanizaciones aumentó la plusvalía del suelo, generó continuos cambios en sus usos y revalorizó el territorio parroquial. Nayón pasó de ser un pueblo rural lejano a zona residencial de alta plusvalía y un importante dinamismo económico. Pero también estos cambios en los usos del suelo provocaron que ciertas áreas de la parroquia se convirtieran en zonas de uso residencial exclusivo y divididas por segregación residencial.

Los cambios en los usos de suelo se dieron a partir de 1992 con la aprobación de la Ordenanza n.° 2955, que dividió a la ciudad de Quito en área urbana y área suburbana. El área urbana se conformó con cuatro zonas metropolitanas centrales y dieciséis parroquias. La suburbana se dividió en seis zonas metropolitanas: Pululagua, Carapungo, Rumihuaico, Los Chillos, Oyambaro y Ungüí. Nayón fue integrada a la zona de Rumihuaico del área suburbana. Ya en 1998 Nayón pasó a ser una parroquia integrada a la zona metropolitana suburbana de Tumbaco. Y en 1994 “se emitió la ordenanza 3088 referida a la ‘reglamentación especial para el uso residencial agrícola de las áreas de reserva urbana de las parroquias suburbanas metropolitanas’, que hizo posible edificar en bajos volúmenes y con poca densidad poblacional” (Simbaña Rengifo, 2014, pág. 84). En 2001 se crearon las administraciones zonales como parte de la descentralización administrativa de la entidad municipal. En 2009 el municipio del DMQ formuló el Plan parcial de ordenamiento territorial de las parroquias de Nayón y Zámbiza, que asignó el uso de suelo urbano, urbanizable y no urbanizable (López Pazmiño, 2012, pág. 57), estableciendo las condiciones jurídicas y urbanísticas para incrementar las urbanizaciones y el crecimiento poblacional.

El traslado de los nuevos habitantes a la parroquia de Nayón fue modificando las relaciones de convivencia comunitaria y la forma de habitar el territorio. En algunos sectores, el crecimiento de las viviendas en forma de barrios con vida comunitaria fue modificado por la construcción de urbanizaciones cerradas, que dio lugar a la segregación residencial y la fragmentación del territorio, generando conflictos y tensiones entre los residentes nativos y los “recién llegados” (López Pazmiño, 2012, pág. 46). Esto repercutió en la desintegración social de algunos sectores del territorio parroquial; sin embargo, en los últimos años algunos residentes se han ido integrado a las dinámicas de la organización parroquial y comunitaria[2],   y generado propuestas turísticas, artísticas y culturales más especializadas para fortalecer la convivencia y el turismo parroquial.

Los pobladores indígenas siguen manteniendo fuertemente sus relaciones comunitarias y tradiciones culturales ancestrales, principalmente en las festividades de sus patronos Santa Ana y San Joaquín, y las festividades de los patronos de los barrios de San Francisco de Tanda, San Pedro de Inchapicho y San Pedro de El Valle, donde prevalecen los lazos de reciprocidad y lo colectivo es visto como un valor importante para el desarrollo de la vida de los nayonenses. Las celebraciones religiosas son las manifestaciones culturales más importantes de la parroquia, que además expresan la necesidad de la comunidad por mantener sus tradiciones y raíces culturales ancestrales.

Ya en la década de los años sesenta aparecieron nuevos barrios y sectores que fueron configurando una nueva territorialidad donde antiguamente existían propiedades de producción agrícola, bosques y suelos áridos. Uno de los nuevos barrios que apareció fue Chimbatola, que fue el resultado de la división de la hacienda Miraflores en los años sesenta; su nombre se debe a que, según cuentan sus pobladores, “eran sembradores en la loma, chimba significa soga, y tola loma, por eso significa loma de soga” (Comunicación personal, Yancha I., 2021).

Actualmente Nayón tiene una gran cobertura de servicios básicos y cuenta con vías de primer orden en todos los barrios y sectores. El creciente plusvalor del suelo parroquial, principalmente en las zonas de menor densificación, ha provocado una serie de problemáticas en cuanto a límites, usos de suelo, retiros, especulación, incremento de los impuestos y poca disponibilidad de espacios públicos en relación con el número de habitantes. Frente a estos problemas, las autoridades tratan de encontrar soluciones consensuadas para que la municipalidad establezca una normativa adecuada que ordene el territorio.

 

 

CONCLUSIONES

A manera de conclusiones, la capacidad de emprendimiento de los pobladores indígenas de Nayón y su agilidad para adaptarse a nuevos contextos sociales, urbanos y tecnológicos marcaron las pautas para el desarrollo de la economía parroquial en cuatro ejes: productivo, comercial, gastronómico y turístico, siendo la producción y comercialización de plantas ornamentales los catalizadores de los otros ejes.

La producción agrícola de plantas ornamentales, medicinales, frutales y forestales es la actividad económica de mayor relevancia para los habitantes de Nayón, quienes han adaptado una gran variedad de plantas de distintas regiones climáticas del Ecuador, hasta obtener una gran oferta comercial  que se desarrolla al interior de la parroquia, en la ciudad de Quito y en varias provincias del país, por lo que se ha nombrado a la parroquia de Nayón como El jardín de Quito.

LISTA DE REFERENCIAS

Álvarez Palomeque, C., & Montaluisa Chasiquiza, L. (2017). Perfiles de las lenguas y saberes del Ecuador. Quito: Instituto de Idiomas, Ciencias y Saberes Ancestrales.

Andrade, G. (2016). Las comunas ancestrales de Quito. Retos y desafíos en la planifiocacion urbanística. Quito: Universidad Andina Simón Bolivar, sede Ecuador; Corporación Editora Nacional.

Beals, R. L. (1966). Community in Transition: Nayón - Ecuador (Vol. 2). Los Angeles: Latin American Center, University of California.

Caillavet, C. (2000). Etnias del norte. Etnohistoria e historia del Ecuador. Quito: Abya Yala, IFEA.

Chávez, F. (2002). Quito adentro. Identidad e historia: Nayón. Quito: FONSAL.

Cunduri, M. R. (2008). Uso de los morfemas en el habla kichwa de Columbe. Quito: UNICEF.

Deler, J. P. (1983). Estructuración y consolidación del área central (1830 - 1942). En J. P. Deler, N. Gómez, & M. Portais, El manejo del espacio en el Ecuador - Etapas claves (Vol. I, págs. 175-228). Quito: Centro Ecuatoriano de Investigación Geográfica.

Durán, G., Martí, M., & Mérida, J. (2016). Crecimiento, segregación y mecanismos de desplazamiento en el periurbano de Quito. Íconos: Revista de Ciencias Sociales(56), 123-146. doi:http://dx.doi.org/10.17141/iconos.56.2016.2150

Espinosa Apolo, M. (2003). Mestizaje, cholificación y blanqueamiento en Quito. Primera mitad del siglo XX. Quito: Corporación Editorial Nacional.

GAD Parroquial de Nayón. (2011). Levantamiento de la Memoria Colectiva de la Parroquia de Nayón. Quito. Obtenido de https://nayon.gob.ec/media/pictures/web/cultura/memoria_colectiva_nayon.pdf

GAD Parroquial de Nayón. (2019). Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial Nayón 2019-2022.

INEC. (2010). Censo de población y vivienda 2010. Quito: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Jijón y Caamaño, J. (1941). El Ecuador interandino y occcidental. Tomo I - II. Quito: Editorial Ecuatoriano.

López Pazmiño, N. V. (2012). Nayón, entre lo rural y lo urbano: segregación socio espacial y conflictos entre pobladores (Tesis de Maestría). Quito: FLACSO, sede Ecuador.

Pillajo, T. (2020). Prototipo de micro centralidad en el Barrio San Pedro de Inchapicho, Parroquia de Nayón. Quito: Universidad Central de Ecuador.

Simbaña Rengifo, C. D. (2014). Periubanización y territorio: el caso de la ex-comuna de San Francisco de Tanda y Pelileo de la parroquia suburbana de Nayón (Tesis de maestría). Quito, Ecuador: FLACSO, sede Ecuador.

 



[1] Autor principal.

Correspondencia: [email protected]

[2] Pero la tendencia de las urbanizaciones y residencias es a aislarse del entorno donde se ubican.