La Enseñanza por Competencia y el Enfoque Semántico Comunicativo de la Enseñanza del Lenguaje

 

José Luis Ortega Cuello[1]

Jloc84@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-8206-1883

Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología UMECIT

Panamá

 

RESUMEN

La formación centrada en competencias se relaciona con cómo los docentes comprenden, internalizan y modulan el proceso educativo con el objetivo de promover habilidades, destrezas y valores definidos, mientras potencian sus propias habilidades como educadores. Este enfoque se basa en principios como la formación holística, la transversalidad, la adaptabilidad y la atención a las demandas sociales, culturales, éticas y económicas, buscando equilibrar el conocimiento teórico con la práctica. Por tanto, se definió como objetivo analizar los fundamentos teóricos que sustentan la enseñanza por competencia y el enfoque semántico comunicativo de la enseñanza del lenguaje. Metodológicamente se fundamentó en un análisis documental cualitativo, el cual hace referencia a un proceso de recuperación, que responde a los requerimientos informativos de los interesados relacionados con conocer primero, lo que otros investigadores han realizado sobre un tema específico y segundo las consideraciones sobre dichas investigaciones. Se concluyó que la enseñanza basada en competencias tiene un fuerte enfoque en la relevancia y pertinencia de lo que se enseña. Reconoce que cada estudiante proviene de un entorno particular y tiene necesidades únicas. Por lo tanto, el proceso educativo debe estructurarse de tal manera que responda a estas realidades, preparando a los estudiantes no sólo para superar exámenes académicos, sino para enfrentar los desafíos que encontrarán en sus comunidades y en el mundo laboral. A diferencia de modelos educativos más tradicionales, donde el estudiante es visto principalmente como receptor pasivo de información, en la enseñanza por competencias, el estudiante se convierte en un actor central en su propio proceso de aprendizaje.

 

Palabras clave: competencia; enseñanza;, lenguaje; enfoque.


 

Competency-Based Teaching and the Communicative Semantic Approach to Language Teaching

 

ABSTRACT

Competency-focused training relates to how teachers understand, internalize and modulate the educational process with the aim of promoting defined skills, abilities and values, while enhancing their own skills as educators. This approach is based on principles such as holistic training, transversality, adaptability and attention to social, cultural, ethical and economic demands, seeking to balance theoretical knowledge with practice. Therefore, the objective was to analyze the theoretical foundations that support competency-based teaching and the communicative semantic approach to language teaching. Methodologically, it was based on a qualitative documentary analysis, which refers to a recovery process, which responds to the information requirements of the interested parties related to knowing first, what other researchers have done on a specific topic and second the considerations on said investigations. It was concluded that competency-based teaching has a strong focus on the relevance and relevance of what is taught. Recognizes that each student comes from a particular background and has unique needs. Therefore, the educational process must be structured in such a way that it responds to these realities, preparing students not only to pass academic exams, but to face the challenges they will encounter in their communities and in the world of work. Unlike more traditional educational models, where the student is mainly seen as a passive receiver of information, in competency-based teaching, the student becomes a central actor in his own learning process.

 

Keywords: competence; teaching; language; approach.

 

 

Artículo recibido 19 agosto 2023

Aceptado para publicación: 22 setiembre 2023

 


INTRODUCCIÓN

En tiempos recientes, se ha notado que los estudiantes experimentan retos en la consolidación de competencias esenciales en el campo del lenguaje. Esta situación es palpable en los resultados de múltiples evaluaciones realizadas tanto a escala internacional como nacional y regional. Los datos del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) de 2013 indicaron que naciones latinoamericanas como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay tuvieron puntajes considerablemente bajos en todas las áreas evaluadas, posicionándose en los niveles más bajos del listado y mostrando un desempeño no óptimo en contraste con otras naciones.

Para 2018, las evaluaciones PISA evidenciaron que los estudiantes en Colombia se desempeñaron por debajo del promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en la competencia lectora. Apenas el 1% de los evaluados en Colombia alcanzó un desempeño sobresaliente en lectura, llegando al Nivel 5 o 6 de la prueba, en contraposición al 9% del promedio de la OCDE.

Relacionado con las evaluaciones Saber a nivel local, los datos igualmente sugieren una competencia lingüística limitada entre los estudiantes. En 2018, el 33% de ellos mostró un rendimiento no suficiente, el 42% llegó al nivel básico y apenas el 34% alcanzó un nivel aceptable. Es alarmante constatar que ningún estudiante llegó al nivel experto, el cual simboliza el desempeño más elevado en dicho examen. Estos indicadores ponen de manifiesto que los estudiantes en Colombia enfrentan obstáculos en la comprensión y producción textual. Se observan desafíos en la interpretación, construcción de argumentos, evaluación crítica y elaboración de textos, lo cual podría limitar su habilidad para comunicarse adecuadamente y ejercer el pensamiento crítico y analítico (Rodríguez, 2020).

Cuando se examinan los resultados de las Pruebas Saber en áreas rurales y urbanas de Colombia, se destaca que en las zonas urbanas, el 23,0% de los colegios oficiales se encuentran en las categorías A+ y A en Saber 11°, en contraste con el 6,8% en áreas rurales. Además, los alumnos urbanos logran un promedio de 306 puntos en lenguaje en Saber 3, 5 y 9, mientras que sus contrapartes rurales obtienen 274 puntos. Aproximadamente la mitad de las instituciones educativas rurales muestran un desempeño bajo en lectura en exámenes estandarizados, en comparación con el 20% en áreas urbanas. Esto resalta una discrepancia en lectura entre estas regiones, siendo más acuciante en zonas rurales con presencia de aulas multigrados (Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación [ICFES], 2018).

En este estudio, es fundamental destacar ciertas realidades de la región. Estas incluyen altos niveles de analfabetismo en adultos, educación limitada de padres y guardianes que a menudo no pueden apoyar académicamente a los estudiantes, y desafíos relacionados con el saneamiento y un sentido de pertenencia débil. La presencia de familias inestables puede llevar al abandono y al incremento del trabajo infantil, lo que repercute en la deserción escolar.

En respuesta, las escuelas aspiran a ser centros formativos que priorizan la integridad de los estudiantes y promueven capacidades humanas integrales. Su pedagogía se inspira en la pedagogía dialogante, enfocándose en la formación de individuos educados, democráticos y comprometidos. Para conseguirlo, adoptan un enfoque pedagógico social cognitivo alineado con los estándares del Ministerio de Educación Nacional y, al mismo tiempo, buscan empoderar a los estudiantes como solucionadores activos en su comunidad.

Dentro de este marco, es crucial impulsar habilidades esenciales en lenguaje, integrando la filosofía en la educación básica. Esto facilitará que los estudiantes ganen habilidades, conocimientos y valores para interactuar productivamente en el entorno escolar. Con este propósito, se proponen, implementan y evalúan metodologías centradas en la filosofía para niños, percibiendo el conocimiento como una curiosidad intrínseca. Se aprecia una filosofía pragmática, que aborda cuestiones cotidianas y urgentes con una mentalidad inquisitiva, atenta a las realidades económicas, políticas y sociales contemporáneas.

Teniendo en cuenta lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo analizar los fundamentos teóricos que sustentan la enseñanza por competencia y el enfoque semántico comunicativo de la enseñanza del lenguaje

METODOLOGÍA

La realización de este artículo se basó en un examen documental cualitativo, referente a un procedimiento de recolección de datos que satisface las necesidades informativas de aquellos interesados en, primero, entender lo que otros académicos han descubierto respecto a un tema concreto y, segundo, explorar segmentos específicos de información de un documento o la totalidad de datos relevantes existentes sobre el tema elegido.

Este método de análisis documental es una técnica de investigación diseñada para detallar y representar la información deseada de forma sistemática y consolidada, con el propósito de recuperarla de manera coherente con su forma original. Permite, además, un tratamiento analítico-sintético, ya que la información es examinada, interpretada y condensada meticulosamente con el objetivo de crear un nuevo documento que lo represente de manera resumida pero exacta.

En este contexto, el análisis documental cualitativo se vuelve una herramienta invaluable para investigadores, proporcionando un marco estructurado para explorar y sintetizar información previa y existente sobre un tema. Este método facilita la comprensión profunda de los temas de investigación, al permitir a los investigadores extraer datos significativos y discernir patrones, temas y categorías emergentes dentro de los datos documentales existentes. Además, este tipo de análisis también es crucial para identificar lagunas en la literatura existente, lo que a su vez ayuda a orientar futuras investigaciones. El descubrimiento de áreas no exploradas o insuficientemente investigadas puede llevar a la formulación de nuevas hipótesis y preguntas de investigación, estimulando así el avance del conocimiento en el campo respectivo.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La pedagogía basada en competencias demanda cambios profundos en todos los niveles educativos, instando a todos los actores involucrados en el ámbito escolar a abogar por una educación de alta calidad. Esta debe garantizar que los estudiantes no solo logren los objetivos de aprendizaje, sino que también desarrollen habilidades y capacidades para implementarlos dentro y fuera del contexto académico. En este contexto, la formación centrada en competencias se relaciona con cómo los docentes comprenden, internalizan y modulan el proceso educativo con el objetivo de promover habilidades, destrezas y valores definidos, mientras potencian sus propias habilidades como educadores. Este enfoque se basa en principios como la formación holística, la transversalidad, la adaptabilidad y la atención a las demandas sociales, culturales, éticas y económicas, buscando equilibrar el conocimiento teórico con la práctica (Tobón, 2006).

Las competencias no deben ser vistas estrictamente como un modelo pedagógico, sino más bien como una perspectiva que guía ciertos aspectos de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación. No dictan un estándar específico de práctica pedagógica, sino que se enfocan en elementos clave como la integración de conocimientos, habilidades, valores y actitudes en la performance académica y cotidiana de los estudiantes, la alineación de programas educativos con las necesidades y expectativas del entorno, y la orientación hacia estándares de calidad (Tobón, 2006).

El concepto de competencias se ha originado y evolucionado gracias a múltiples disciplinas y contextos socioeconómicos. Su aparición se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo, Chomsky, inspirado en cómo los niños asimilan el sistema lingüístico y sus habilidades para comprender su entorno, introdujo el término "competencia". Paralelamente, Skinner destacó dentro de la psicología conductual. Además de estos marcos disciplinarios, la consolidación de un enfoque educativo basado en competencias también ha sido influenciado por eventos históricos y cambios económicos (Salas, 2013).

La evolución del enfoque basado en competencias ha estado influenciada por la urgencia de inculcar un pensamiento crítico en las áreas profesionales en las que los estudiantes eventualmente trabajarán. En el ámbito social, es crucial subrayar la constante demanda de que la educación se enfoque en la preparación de los individuos tanto para la vida cotidiana como para el ámbito laboral, según estándares de calidad que permitan la aplicación práctica y efectiva del conocimiento más allá de la teoría pura.

Desde la perspectiva económica, no se puede ignorar el creciente número de empresas que buscan que las instituciones educativas proporcionen formación adecuada para que los estudiantes puedan competir eficientemente en contextos nacionales e internacionales. Esta tendencia en la enseñanza basada en competencias en la educación está intrínsecamente ligada al creciente involucramiento de la sociedad en la formación educativa, lo que a su vez impulsa el avance cultural, económico y social.

En este contexto, Zapata (2015) argumenta que la educación orientada hacia competencias se centra en el desarrollo de procesos académicos que resulten en un aprendizaje sólido, duradero y relevante. Esta formación apunta a la educación integral del individuo basada en estándares de calidad, garantizando una conexión entre lo que se enseña en el aula y la capacidad de aplicar dicho conocimiento en situaciones prácticas. Esta perspectiva promueve la adaptabilidad entre los diferentes niveles educativos y su relación con la vida diaria. Dentro de este marco, se prioriza la habilidad de aprender de manera autónoma, esencial para alcanzar una comprensión profunda, no solo del conocimiento teórico, sino también de cómo interpretar y aplicar efectivamente dicho conocimiento.

Desde este enfoque, el aprendizaje basado en competencias está vinculado con el cultivo de habilidades emocionales, cognitivas y conductuales, así como con contenidos relacionados con el ser, pensar, actuar y conocer de los estudiantes. Esta relación propicia aprendizajes significativos, donde cada participante en el proceso educativo integra el nuevo conocimiento con el previamente adquirido y sus propias experiencias. Esta amalgama fomenta y perfecciona las competencias esenciales para lograr los objetivos educativos y prepara al alumno para enfrentar los desafíos cotidianos y profesionales.

Al enfocarse en la enseñanza basada en competencias, el docente debe priorizar dos elementos clave: el conocimiento y la autorregulación del aprendizaje. Esto implica que, aunque el educador actúa como facilitador del proceso, los estudiantes deben asumir un rol más protagónico en su aprendizaje. Esto se logra mediante una evaluación continua para identificar el desarrollo de competencias y orientar al estudiante en su autoevaluación.

Con respecto a la autorregulación, se basa en tres pilares: planificación, monitoreo y evaluación. La planificación nace del entendimiento y asimilación de los objetivos de formación, definiendo las estrategias orientadas hacia el saber, el hacer y el ser. A continuación, se lleva a cabo lo planificado, monitoreando y ajustando según sea necesario. Finalmente, se realiza una evaluación continua del desarrollo de competencias en los estudiantes (Tobón, 2005).

Según lo expuesto, la educación basada en competencias propone un enfoque que permite lograr aprendizajes profundos durante el proceso educativo, centrándose en la formación holística y estructurada del alumno. Esto es esencial para la realización exitosa de proyectos académicos, donde se combinan diversas actividades, promoviendo la continuidad y conexión entre niveles educativos y la vida diaria y profesional. Esto impulsa el aprendizaje autónomo, orientado hacia la construcción de metas vitales, potenciando una mentalidad emprendedora, esencial para el crecimiento personal y el desarrollo socioeconómico del estudiante. Para lograr esto, es vital estructurar el currículo en función de la enseñanza basada en proyectos y promover habilidades de resolución de problemas.

Salas (2013) argumenta que una educación centrada en competencias requiere una adaptación curricular alineada con sus objetivos, garantizando su relevancia para los resultados educativos deseados. Diseñar un currículo de este tipo implica organizarlo en torno a temas clave, integrando diversas disciplinas y priorizando procesos sobre contenidos. Es fundamental cambiar de un modelo de enseñanza basado en la transmisión de información a uno donde los estudiantes participen activamente en la construcción de conocimientos, manteniendo la coherencia y conexión entre los temas abordados.

En este enfoque, el papel del educador es crucial, especialmente en términos didácticos. Deben tener un dominio metodológico que facilite la conexión entre los conceptos. La evaluación en este contexto prioriza el monitoreo de los procesos sobre los resultados finales, considerando factores como el contexto del alumno, su motivación y habilidades. Es esencial supervisar todo el proceso académico, desde la motivación inicial hasta la ejecución y los resultados.

Para mejorar la enseñanza basada en competencias, se pueden emplear métodos como la pedagogía de proyectos, que parte de problemas reales para adquirir conocimientos mientras se buscan soluciones. También es valiosa la resolución de problemas, que potencia y evalúa las capacidades cognitivas con un fuerte énfasis en la creatividad. Por otro lado, la enseñanza para la comprensión busca guiar el aprendizaje hacia la comprensión y asimilación de conceptos, organizando ideas a través de imágenes y símbolos, para que los estudiantes comprendan de manera consciente lo que estudian (Martínez y Echeverría, 2012).

El enfoque semántico-comunicativo se basa en la percepción del lenguaje como un sistema que permite expresar significados a través de los roles desempeñados en interacciones cotidianas. Esta perspectiva reconoce que el lenguaje va más allá de los componentes gramaticales e incluye aspectos funcionales y comunicativos del discurso. Dicho enfoque fue introducido con el Decreto 1002 del 24 de abril de 1984 en Colombia, que tenía como objetivo incorporar aspectos pragmáticos, semánticos, literarios, morfosintácticos y habilidades comunicativas en el estudio del español y literatura.

Narváez y Rodríguez (2015) indican que este enfoque se centra en actividades ligadas a la construcción del significado, poniendo énfasis en el uso social del lenguaje. Se priorizan distintos tipos de discursos, junto con elementos pragmáticos y socioculturales inherentes a la comunicación. Es vital en este enfoque que se le otorgue significado a las palabras, ya que esto potencia la enseñanza. Las habilidades comunicativas son cruciales para adquirir y desarrollar competencias lingüísticas, y estas se entrelazan con experiencias sociales, demandas, motivaciones y acciones.

Lo primordial es que los estudiantes estén al tanto y comprendan los procesos que llevan a cabo inconscientemente en su día a día. Deben ser capaces de transformar la realidad a través de la comunicación, valiéndose del sistema lingüístico para transmitir pensamientos, emociones e intereses. La materia de lengua castellana es crucial en el currículo educativo, ya que facilita la comprensión de interacciones humanas, fortalece la identidad y promueve la diversidad y diferencia. Así, los estudiantes aprenden a disfrutar investigando, cuestionando y creando textos, lo que beneficia su comunicación y autodescubrimiento.

El enfoque semántico-comunicativo promueve el desarrollo de competencias comunicativas esenciales, centradas en el lenguaje cotidiano formado en diferentes contextos, como el hogar, el barrio o la escuela. Por ello, es esencial analizar el propósito y el contexto de cada acto comunicativo. Esto requiere la creación y ejecución de actividades académicas que refuercen y expandan los conocimientos adquiridos, permitiendo al estudiante conectar con el mundo y potenciar su intelecto.

Rodríguez y Jaimes (1999) sostienen que, para aplicar el enfoque semántico comunicativo en la enseñanza de la lengua castellana, más allá de entender la naturaleza social del lenguaje, es esencial adoptar una visión constructivista. En este modelo, el estudiante es un actor principal en la construcción de su aprendizaje, no dependiendo únicamente del docente. La motivación, descubrimiento e indagación del estudiante son fundamentales tanto en la vida diaria como en el ámbito escolar. En esta dinámica, es vital reconocer el valor del desafío para fomentar el aprendizaje, ya que incentiva al estudiante a buscar coherencia entre los desafíos y sus soluciones, refinando gradualmente sus conceptos sobre el dominio del lenguaje.

Dicho esto, para aplicar este enfoque, es crucial promover la cooperación y colaboración. Las actividades deben incentivar el debate y la discusión de ideas, perspectivas e intereses. Es igualmente vital presentar a los estudiantes situaciones reales que les permitan explorar las características de su entorno, promoviendo el respeto y la tolerancia por las diferencias individuales. Así, más que un mero objetivo educativo, el desarrollo de habilidades comunicativas se convierte en un logro personal y colectivo, vinculado al contexto social.

La instrucción lingüística bajo este enfoque se centra en actividades comunicativas auténticas dentro del aula. En vez de simular situaciones, es primordial estructurar tareas que demanden el uso real del lenguaje para cumplir objetivos comunicativos específicos que respondan a las necesidades de los estudiantes (Cárdenas, 1999).

Por otro lado, aunque los aspectos teóricos son esenciales para entender los procesos lingüísticos en este enfoque, deben estar enraizados en la realidad de las prácticas comunicativas. Es fundamental introducir conceptos clave para el uso apropiado del lenguaje en situaciones comunicativas específicas. Además, para alcanzar las competencias lingüísticas deseadas, los estudiantes deben poder comprender y producir textos tanto verbales como no verbales, otorgándoles significado y utilizando estrategias comunicativas adecuadas según las circunstancias de interacción social.

CONCLUSIONES

La enseñanza por competencias no es estática; se adapta y cambia según las necesidades del entorno y de los estudiantes. Esta dinámica permite una mayor adaptabilidad a las realidades cambiantes del mundo actual. La flexibilidad es esencial en este modelo ya que permite adaptar el proceso educativo a cada estudiante; la transversalidad integra competencias comunes en diferentes áreas del conocimiento; la multidisciplinariedad reconoce que un mismo tema o problema puede ser abordado desde diferentes disciplinas, y la articulación busca conectar de manera coherente y secuencial los contenidos de un nivel educativo con otro.

El énfasis en capacidades, habilidades, destrezas y aptitudes hace que este modelo educativo sea especialmente efectivo para preparar a los estudiantes para la vida real. No se trata sólo de adquirir conocimientos teóricos, sino de cómo utilizarlos en situaciones prácticas, tanto en el entorno laboral como en el cotidiano. Esto implica que las estrategias educativas deben ser seleccionadas y adaptadas para optimizar la adquisición y aplicación de estas competencias.

La enseñanza basada en competencias tiene un fuerte enfoque en la relevancia y pertinencia de lo que se enseña. Reconoce que cada estudiante proviene de un entorno particular y tiene necesidades únicas. Por lo tanto, el proceso educativo debe estructurarse de tal manera que responda a estas realidades, preparando a los estudiantes no sólo para superar exámenes académicos, sino para enfrentar los desafíos que encontrarán en sus comunidades y en el mundo laboral.

A diferencia de modelos educativos más tradicionales, donde el estudiante es visto principalmente como receptor pasivo de información, en la enseñanza por competencias, el estudiante se convierte en un actor central en su propio proceso de aprendizaje. Se valora y se parte de lo que el alumno ya sabe, se respeta su experiencia y se le desafía a conectar esos conocimientos previos con los nuevos, en un proceso constante de construcción y reconstrucción del saber.

Aunque el estudiante tiene un papel más activo, el rol del educador sigue siendo crucial, pero cambia en su naturaleza. El docente ya no es simplemente un transmisor de información, sino un orientador y facilitador del aprendizaje. Su tarea es guiar, desafiar, apoyar y proporcionar retroalimentación, asegurando que el estudiante avance en el desarrollo de las competencias necesarias, siempre en sintonía con el contexto y las metas educativas establecidas.

El enfoque semántico-comunicativo de la enseñanza del lenguaje ha revolucionado la manera en que se aborda el aprendizaje lingüístico en las aulas. Al centrarse en el uso real y funcional del lenguaje en lugar de solo en sus aspectos estructurales, este enfoque reconoce la importancia de la comunicación como actividad intrínsecamente humana y social. El lenguaje no es solo un conjunto de reglas gramaticales, sino un vehículo para transmitir significados, establecer relaciones y construir la realidad.

Uno de los pilares fundamentales de este enfoque es la activa participación del estudiante en el proceso de aprendizaje. La construcción del conocimiento lingüístico se da a través de situaciones comunicativas auténticas y significativas, que fomentan la motivación, el descubrimiento y la reflexión. Esta perspectiva constructivista, donde el estudiante es protagonista y no solo receptor, promueve un aprendizaje más profundo y duradero, alineado con las demandas y desafíos del mundo real.

El rol del docente en este enfoque es fundamentalmente el de un facilitador. En lugar de ser simplemente un transmisor de conocimientos, el educador crea escenarios y propicias oportunidades para que los estudiantes experimenten, exploren y jueguen con el lenguaje en contextos comunicativos reales. A través de esta metodología, los estudiantes no solo adquieren habilidades lingüísticas, sino también competencias comunicativas que les permitirán interactuar eficazmente en diversas situaciones sociales.

Es crucial destacar la importancia de la integración de aspectos socioculturales en la enseñanza del lenguaje bajo el enfoque semántico-comunicativo. El lenguaje no es un ente aislado, sino que está profundamente arraigado en el tejido cultural y social de las comunidades. Al abordar la lengua desde esta perspectiva, se promueve una mayor empatía, tolerancia y apertura hacia la diversidad, herramientas esenciales en un mundo globalizado.


 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cárdenas, A. (1999). El enfoque semántico-comunicativo: bases y proyecciones. Revista Enunciación, Vol. 3, No. 1, p.23-30.

Martínez, P. y Echeverría, B. (2012). Formación basada en competencias. Revista de Investigación Educativa, Vol. 27, No. 1, p.125-147.

Narváez, M. y Rodríguez, L. (2015). Una estrategia para el mejoramiento de la expresión oral, desde el enfoque semántico comunicativo en los estudiantes de 5º de básica primaria de la Institución Educativa Alberto Elías Fernández Baena. Cartagena. Universidad de Cartagena.

Rodríguez, M. y Jaimes, G. (1999). El enfoque semántico comunicativo en la enseñanza de la lengua materna: balance y perspectivas. Revista Universidad Distrital, Vol. 4, No. 3, p.9-13.

Rodríguez, T. (2020). El desarrollo de la competencia léxico-semántica a través de la morfología léxica. Revista de Filología, No. 40; p. 275-288.

Salas, W. (2013). Formación por competencias en educación superior. Una aproximación conceptual a propósito del caso colombiano. Medellín. Universidad de Antioquia.

Tobón, S. (2005). Formación basada en competencias. Pensamiento complejo, diseño curricular y didáctica.

Tobón, S. (2006). Aspectos básicos de la formación basada en competencia. Chile. Universidad de Talca.

Zapata, J. (2015). El modelo y enfoque de formación por competencias en la Educación Superior: apuntes sobre sus fortalezas y debilidades. Revista Academia y Virtualidad, Vol. 8, No. 2, p. 24-33.

 



[1] Autor Principal

Correspondencia: Jloc84@hotmail.com