Tendencias Investigativas Sobre Autoevaluación Institucional y su Aporte a la Calidad de los Procesos Educativos

 

Yina Andrea Gómez Cabrales [1]

andreagomez.est@umecit.edu.pa

https://orcid.org/0000-0003-2815-9243

Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología, UMECIT

 

RESUMEN

El enfoque de la autoevaluación institucional es bastante claro en su propósito, proporcionar un espacio para que las instituciones reflejen y analicen cómo están logrando sus objetivos educativos, esta evaluación interna está vinculada a la noción de calidad educativa, ya que se basa en el principio de que la evaluación es un paso esencial para mejorar cualquier proceso o sistema. Por tanto, el presente articulo tiene como objetivo analizar las tendencias investigativas relacionadas con la autoevaluación institucional y su aporte a la calidad de los procesos educativos. Metodológicamente se fundamentó en un análisis documental cualitativo. Se concluyó que, para realmente ofrecer una educación de calidad, las instituciones educativas deben adoptar una perspectiva holística. Esto implica no solo centrarse en aspectos académicos, sino también en el bienestar emocional, social y físico de los estudiantes, garantizando así una formación integral que prepare a los individuos para los desafíos del mundo real. Las investigaciones evidencian que la calidad educativa no puede reducirse a simples métricas o indicadores aislados. Más bien, es un concepto multidimensional que involucra desde la gestión institucional y las políticas de acreditación hasta el desempeño docente y la pertinencia de los contenidos. Las políticas educativas eficientes se construyen desde una visión compartida, donde diversos sectores de la sociedad aportan en su diseño y ejecución, garantizando así su pertinencia y efectividad.

 

Palabras clave: tendencia; investigación; autoevaluación; calidad.


 

Research Trends on Institutional Self-Evaluation and Its Contribution to The Quality of Educational Processes

 

ABSTRACT

The approach of institutional self-evaluation is quite clear in its purpose, to provide a space for institutions to reflect and analyze how they are achieving their educational objectives, this internal evaluation is linked to the notion of educational quality, since it is based on the principle that evaluation is an essential step to improve any process or system. Therefore, this article aims to analyze research trends related to institutional self-evaluation and its contribution to the quality of educational processes. Methodologically, it was based on a qualitative documentary analysis. It was concluded that the studies presented demonstrate the relevance of incorporating interdisciplinary methodologies in primary education. The importance of involving children in philosophical debates and dialogues to improve their language skills. By stimulating critical thinking, the ability to question and the articulation of arguments, a more holistic development of communication skills is encouraged. In the idea that communication in the educational field requires authentic spaces for dialogue and reflection. The quality of communication does not depend only on the amount of information shared, but also on the depth of the exchanges generated, which implies active listening and equal participation between teachers and students.

 

Keywords: trend; research; competence; philosophy

 

 

 

 

 

Artículo recibido 15 setiembre 2023

Aceptado para publicación: 28 octubre 2023

 


INTRODUCCIÓN

La calidad educativa no es solo un concepto abstracto, sino un pilar esencial para el éxito y el progreso de las sociedades. De acuerdo con Pérez y Merino (2016), para que esta calidad se considere óptima, los procesos educativos deben ser capaces de satisfacer tanto las necesidades individuales de cada estudiante como las expectativas y demandas de la sociedad en su conjunto. Esto implica no solo tener recursos adecuados, sino también asegurarse de que estos recursos se utilicen de manera eficiente y equitativa. Cuando esto sucede, se crea un sistema educativo que realmente beneficia a todos sus participantes y contribuye al bienestar general de la comunidad.

En el contexto actual, la globalización ha transformado casi todos los aspectos de nuestra vida, y la educación no es una excepción. Las interconexiones entre países y culturas han generado nuevas expectativas y desafíos para los sistemas educativos. La creciente influencia de la globalización ha llevado a una reconsideración y, en muchos casos, a una redefinición de lo que significa la calidad en educación. Estas transformaciones se han traducido en cambios en políticas educativas a nivel mundial, ya que los países buscan adaptarse y seguir siendo relevantes en un mundo interconectado.

La educación, siendo un pilar central para el crecimiento y el desarrollo sostenible de las naciones, es una preocupación constante para los gobiernos de todo el mundo. Esta preocupación se debe, en gran medida, a la evidente conexión entre un sistema educativo de alta calidad y el bienestar económico de un país. Si los ciudadanos están bien educados y capacitados, están en mejores condiciones para impulsar la economía, innovar y afrontar desafíos complejos. De hecho, la OCDE, una organización que trabaja en estrecha colaboración con numerosos países, promueve políticas que buscan mejorar las competencias de las personas, con la visión de que, al hacerlo, estas personas estarán mejor preparadas para contribuir activamente al crecimiento económico y, por ende, a la mejora de la calidad de vida en sus respectivos países (OCDE, 2019).

El desafío actual, radica en que muchos sistemas educativos alrededor del mundo no están a la altura de las demandas de la sociedad contemporánea. Herrera (2017) destaca la preocupante crisis educativa que se manifiesta en la incapacidad de estos sistemas para satisfacer las exigencias del mundo moderno. A medida que la economía global se vuelve más interconectada y competitiva, la educación necesita evolucionar para preparar adecuadamente a los estudiantes para este escenario.

En respuesta a esta crisis, ha emergido un consenso entre organismos internacionales y regionales, especialmente en América Latina, sobre la necesidad de transformaciones profundas en la educación. Estas transformaciones abarcan desde la formación y capacitación de docentes, la revisión y actualización de currículos, hasta la reestructuración de las jornadas académicas. Todo ello tiene como objetivo garantizar que la educación sea pertinente y adecuada para el mundo en el que vivimos, y no solo una mera repetición de modelos obsoletos.

La calidad educativa es un pilar esencial para el desarrollo sostenible de cualquier nación. En Colombia, conscientes de la importancia de monitorear y mejorar continuamente los estándares educativos, se han instaurado diversas estrategias para evaluar y potenciar los procesos pedagógicos. Una de estas estrategias es la autoevaluación institucional, tal como se menciona en la Ley 115 de 1994. Esta evaluación tiene como propósito analizar, desde la propia institución educativa, diversos elementos esenciales para la entrega de una educación de calidad: desde la preparación y desempeño del personal hasta los recursos y la infraestructura disponibles.

A nivel normativo, todas las entidades educativas en Colombia deben llevar a cabo este proceso de autoevaluación, siguiendo pautas y criterios delineados por el Ministerio de Educación Nacional. Estas directrices se encuentran detalladas en documentos como "Y ahora ¿cómo mejoramos?", que brindan herramientas para abordar adecuadamente las cuatro áreas de gestión que el Ministerio ha identificado como esenciales. Estas áreas incluyen gestión directiva, administrativa y financiera, académica, y de la comunidad. A través de estas evaluaciones, las instituciones pueden identificar áreas de fortaleza y debilidad en su oferta educativa, lo que es esencial para la planificación estratégica y la mejora continua.

El enfoque de la autoevaluación institucional es bastante claro en su propósito: proporcionar un espacio para que las instituciones reflejen y analicen cómo están logrando sus objetivos educativos. Como señala Martínez (2015), esta evaluación interna está profundamente vinculada a la noción de calidad educativa, ya que se basa en el principio de que la evaluación es un paso esencial para mejorar cualquier proceso o sistema. Al revisar el desempeño en las áreas clave de gestión, las instituciones pueden formular estrategias para abordar desafíos y construir sobre sus logros, lo que finalmente contribuye a la creación del Plan de Mejoramiento Institucional (PMI).

No obstante, es crucial notar que la implementación de la autoevaluación no está exenta de críticas. Aunque su propósito es noble y sus intenciones claras, algunos expertos, como Castañeda (2018), sugieren que, en la práctica, esta herramienta a veces se percibe más como una formalidad burocrática que como una oportunidad genuina para el mejoramiento. Esta perspectiva puede surgir cuando las instituciones sienten que están completando la autoevaluación simplemente para "marcar una casilla" o cumplir con un requisito administrativo, en lugar de utilizarla como un medio efectivo para mejorar la educación que ofrecen.

La crítica aquí es que la autoevaluación puede perder su potencial transformador si se reduce a una tarea de cumplimiento, sin reconocer y aprovechar su objetivo central: impulsar la mejora continua. Para que la autoevaluación institucional sea verdaderamente efectiva, es fundamental que las instituciones educativas, junto con las entidades gubernamentales, trabajen juntas para asegurar que este proceso sea valorado y utilizado como una herramienta de reflexión y acción en lugar de un mero trámite administrativo. A partir de lo anteriormente descrito, el presente articulo tiene como objetivo analizar las tendencias investigativas relacionadas con la autoevaluación institucional y su aporte a la calidad de los procesos educativos,

METODOLOGÍA

El desarrollo del presente artículo se orientó desde un análisis documental cualitativo, en la medida en que permite explorar y comprender los contenidos de textos y documentos. Su utilidad radica en su capacidad para extraer la esencia de extensos cuerpos de información y presentarla de manera accesible para un público más amplio. Según Pérez y Hernández (2020), este tipo de análisis va más allá de una simple revisión o resumen de los textos; implica un proceso reflexivo y crítico que busca identificar patrones, temas y relaciones entre los datos contenidos en los documentos.

Una característica distintiva del análisis documental, como apuntan Ortega y Romero (2019), es su enfoque en la contextualización. El investigador debe entender el contexto en el cual se generó el documento original, así como las circunstancias que rodearon su creación. Esta comprensión contextual permite al investigador interpretar el contenido de manera más precisa y le ayuda a evitar malentendidos o interpretaciones erróneas.

Además, el análisis documental cualitativo también implica un nivel de introspección por parte del investigador. Morales y Campos (2021) destacan la importancia de que los investigadores sean conscientes de sus propias creencias y preconcepciones al abordar los documentos. Estas creencias pueden influir, incluso de manera inadvertida, en la interpretación y presentación de los resultados. Por lo tanto, un constante autoexamen es esencial para garantizar la objetividad y la precisión del análisis.

Otro aspecto clave del análisis documental es la triangulación. Diversos autores, como Martínez y Sánchez (2022), subrayan la importancia de usar múltiples fuentes o documentos cuando se aborda un tema específico. Esta práctica ayuda a garantizar la validez y confiabilidad de los resultados, ya que se evita depender de una única fuente que pueda tener sesgos o limitaciones. Es decir, el análisis documental cualitativo es una técnica de investigación rigurosa y valiosa que permite destilar grandes cantidades de información en presentaciones comprensibles y accesibles. Aunque su implementación puede presentar desafíos, como garantizar la objetividad y la precisión, es una herramienta esencial para los investigadores que buscan entender y representar el contenido de documentos de manera efectiva.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En la revisión bibliográfica realizada se identificó el estudio de Torres (2018) quien destaca la importancia del rol del profesor en el proceso de evaluación de la calidad educativa. No sólo por su cercanía directa con los estudiantes, sino también por su experiencia cotidiana en el entorno educativo. El empleo de cuestionarios y revisión documental como técnicas e instrumentos de recolección de información refuerza la objetividad y veracidad de los datos obtenidos, dada la estandarización de los procesos y el respaldo de fuentes documentales existentes.

Además, el énfasis de Torres en el valor descriptivo y utilitario de la evaluación refleja una visión dinámica y práctica de esta herramienta dentro del ámbito educativo. No se trata simplemente de asignar una nota o calificación a los estudiantes, sino de ofrecer un panorama completo sobre su rendimiento, avances, áreas de mejora y potenciales dificultades. De este modo, la evaluación deja de ser un fin en sí mismo y se convierte en una herramienta valiosa para el mejoramiento continuo, tanto del sistema educativo como de la experiencia de aprendizaje de cada estudiante.

En cuanto a la propuesta de Torres (2018) sobre la necesidad de una consideración individual y profunda del estudiante, es una reflexión crucial en la educación contemporánea. La educación moderna reconoce que cada estudiante es único, con sus propias circunstancias, desafíos, fortalezas y aspiraciones. Por lo tanto, la evaluación debe ser adaptativa, flexible y sensible a estas diferencias individuales, asegurando que cada estudiante sea valorado en función de sus propias capacidades y potencial.

De igual manera, la investigación realizada por Radic (2018) pone de manifiesto la evolución y transformación en el ámbito de la evaluación educativa. En lugar de una simple herramienta que verifica el cumplimiento de objetivos preestablecidos, Radic propone una perspectiva más holística de la evaluación, donde esta actúa como una herramienta dinámica para la reflexión y toma de decisiones continuas dentro del contexto escolar. Esta conceptualización evidencia un cambio de paradigma donde la evaluación no es un simple acto terminal, sino un proceso constante que guía la enseñanza y el aprendizaje.

El énfasis de Radic (2018) en que la evaluación atraviese diversas etapas —desde la medición y descripción hasta el juicio y la construcción— resalta la multifacética naturaleza de este proceso. No se trata solo de medir y calificar, sino de describir, reflexionar y, finalmente, construir un camino hacia el aprendizaje basado en la información recopilada. Esta perspectiva transforma la evaluación de un mero diagnóstico a una herramienta de intervención que permite a los educadores adaptar y mejorar su enseñanza.

En cuanto a la reestructuración de los objetivos educativos, Radic (2018) señala una preocupación esencial en la educación contemporánea: el desplazamiento desde una evaluación basada exclusivamente en resultados numéricos hacia una que valora y considera los resultados de aprendizaje desde una perspectiva más integral. Esta visión holística aboga por una comprensión profunda del estudiante, considerando no solo el contenido académico, sino también el desarrollo emocional, social y moral del individuo en el contexto del proyecto educativo.

Por su parte, el trabajo de Bonifacio (2018) introduce un punto de vista revolucionario sobre la calidad de la educación, alejándose de las concepciones tradicionales basadas únicamente en resultados académicos o métricas estandarizadas. Al fundamentar la calidad de la educación en la interacción entre aprendizaje y equidad, Bonifacio sitúa la educación en el corazón de los debates sobre el desarrollo humano y social. Es crucial entender que esta nueva perspectiva implica que una educación de calidad no sólo produce buenos estudiantes, sino también ciudadanos bien formados y justos.

La visión de la escuela como un "laboratorio social" resalta la importancia del contexto y el entorno en el proceso educativo. No se trata solo de adquirir conocimientos, sino de cómo estos conocimientos se aplican y se viven en un contexto social. La escuela, en este sentido, es un microcosmos de la sociedad, y como tal, debe reflejar y responder a los desafíos y oportunidades del mundo más amplio. La educación no puede y no debe ser vista como una serie de aulas aisladas, sino como un conjunto interconectado de experiencias que forman a la persona en su totalidad.

Bonifacio (2018) también recalca la importancia de los aprendizajes integrales, aquellos que van más allá del currículo tradicional para abordar el desarrollo completo de la persona. Esto significa que los estudiantes no sólo deben dominar ciertos contenidos, sino también aprender a pensar críticamente, a colaborar, a ser empáticos y a navegar por el mundo con una conciencia ética y moral. Estas habilidades y valores son esenciales no sólo para el éxito individual, sino también para el bienestar colectivo de la sociedad.

Por último, la relación entre calidad educativa y equidad es fundamental en la visión de Bonifacio. La verdadera calidad educativa no se mide simplemente por el éxito de unos pocos, sino por la capacidad de todos para acceder y beneficiarse de una educación de calidad. Cuando la educación se centra en ofrecer a todos, independientemente de su origen o circunstancias, las herramientas necesarias para prosperar en la vida, se está trabajando hacia una sociedad más justa y equitativa. Es una visión ambiciosa, pero esencial para el progreso y la justicia social.

También, la investigación de Díaz (2020) sobre la autoevaluación y la coevaluación busca entender cómo estos métodos pueden ofrecer una comprensión más profunda y reflexiva del proceso evaluativo en el contexto educativo. Estos enfoques representan un cambio de paradigma en el mundo de la evaluación, moviéndose desde una visión más tradicional, centrada en la medición de resultados, hacia una perspectiva que enfatiza la autoreflexión y la colaboración entre estudiantes.

La autoevaluación y la coevaluación, como sugiere Díaz (2020), no son simplemente técnicas para medir el conocimiento o las habilidades, sino estrategias que permiten a los estudiantes asumir una mayor responsabilidad y participación activa en su proceso de aprendizaje. Estas técnicas promueven la metacognición, es decir, el pensar sobre el propio pensamiento y el propio proceso de aprendizaje. Al involucrar activamente a los estudiantes en la evaluación de su trabajo y en el trabajo de sus compañeros, se les insta a reflexionar de manera crítica y constructiva sobre su progreso, sus fortalezas y áreas de mejora.

Díaz (2020) recalca la importancia de la flexibilidad en el proceso evaluativo. Mientras que ciertos estándares y criterios son esenciales para garantizar la coherencia y la equidad en la evaluación, es igualmente crucial reconocer que el aprendizaje es un proceso dinámico y personalizado. La evaluación no debe ser rígida y unidimensional, sino que debe adaptarse para reflejar la diversidad de experiencias y perspectivas de los estudiantes.

El estudio documental desarrollado por Martínez et al. (2020) se adentró en la comprensión profunda del concepto de calidad educativa desde un enfoque socioformativo. A través de la cartografía conceptual, los autores desglosan de manera sistemática las diferentes dimensiones y perspectivas asociadas con la calidad en educación. Una observación clave es que, aunque el ideal es que la educación proporcione una formación integral y contribuya al avance de la sociedad, en la práctica, el foco ha enfocado hacia la medición a través de pruebas estandarizadas, que, aunque útiles, no siempre reflejan la complejidad y particularidades de diferentes contextos educativos.

Estas pruebas y medidas de calidad a menudo se derivan de políticas públicas educativas, las cuales son definidas mediante una serie de decisiones destinadas a promover cambios en el sistema educativo. No obstante, es vital que estas políticas sean el resultado de un esfuerzo colaborativo entre todos los actores involucrados en la educación, desde las autoridades gubernamentales hasta los estudiantes y sus familias. Esta colaboración es esencial para garantizar que las políticas reflejen la realidad y necesidades de cada escuela y comunidad educativa, permitiendo así una educación más pertinente y holística.

Martínez et al. (2020) subrayan que, para ser verdaderamente efectiva, la calidad educativa debe estar cimentada en varios pilares fundamentales. Estos incluyen: garantizar una educación equitativa e inclusiva, promover una formación integral de los estudiantes, fomentar la mejora continua y la innovación, y asegurar la participación activa de diversos actores en la solución de problemas educativos. Cada uno de estos pilares contribuye a formar individuos capacitados para navegar y enriquecer la sociedad del conocimiento en la que vivimos.

Por último, los autores resaltan la importancia de que las políticas educativas partan de una visión compartida entre los diferentes sectores de la sociedad. Es esencial que se reconozcan y aborden los desafíos y necesidades específicas de cada contexto, estableciendo objetivos claros y específicos que guíen a las instituciones educativas hacia la consecución de los resultados deseados. La calidad en educación, por lo tanto, no es un concepto estático, sino dinámico y en constante evolución, que requiere de la adaptabilidad y colaboración de todos los actores involucrados.

En la investigación desarrollada por Medrano (2021), se puso en foco a la Unidad de Educación Continua y Posgrado (UECP) de la Facultad Regional Multidisciplinaria de Carazo, de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua. El autor se centró en identificar y comprender los elementos esenciales que contribuyen a la gestión de calidad desde la perspectiva de aquellos directamente involucrados, como los estudiantes, el personal docente y los equipos directivos. Esta investigación se basó en un enfoque cuantitativo, sustentado por el positivismo epistemológico, un paradigma que busca la objetividad y la medición en la recolección de datos. Para ello, Medrano utilizó herramientas como encuestas y cuestionarios para obtener respuestas concretas y cuantificables de los participantes.

En el proceso de descubrimiento, el estudio subraya la importancia de la gestión de calidad en la educación como un medio para lograr transformaciones positivas. Medrano identificó cuatro pilares fundamentales que sustentan una gestión de calidad exitosa. Estos incluyen un liderazgo fuerte y visionario; un enfoque sistemático hacia el desarrollo y mejora de procesos educativos; la eficacia de los equipos de trabajo, que abarca desde la administración hasta el profesorado; y, por último, la consideración del comportamiento de todas las partes interesadas, es decir, todos aquellos que de alguna manera se ven afectados o tienen un interés en el proceso educativo. El autor también resalta la relevancia de los sistemas de gestión de calidad en el ámbito académico, los cuales sirven para estructurar y optimizar métodos y procedimientos de enseñanza, promover una mentalidad de servicio y asegurar que todo el personal se esfuerce por satisfacer tanto a los estudiantes como al resto de la comunidad educativa.

Medrano (2021) también enfatiza que la calidad no es un concepto estático, sino que es dinámico y se manifiesta de manera diferente según el sector o contexto. Por ello, para evaluar la calidad en el ámbito educativo, es esencial diseñar herramientas y estrategias específicas. Estas herramientas deben ser capaces de medir de manera efectiva la calidad, teniendo en cuenta criterios como la medición directa, la evaluación basada en objetivos previamente establecidos y considerando las opiniones y experiencias de todos los miembros de la comunidad educativa. Además, se subraya la importancia de utilizar indicadores y estándares de calidad que se basen en datos objetivos y en el consenso de la comunidad.

Así mismo, Intriago (2021) dirigió sus esfuerzos hacia el análisis y propuesta de soluciones específicas para la Universidad Técnica de Babahoyo, en Ecuador. Su investigación tuvo como propósito principal diseñar un plan integral que promoviera el fortalecimiento académico, con el fin de elevar la calidad del servicio educativo ofrecido. Esta investigación no solo buscó identificar problemáticas, sino que adoptó un enfoque pragmático, usando metodologías de investigación aplicada. El autor eligió un enfoque mixto, es decir, combinando tanto elementos cualitativos como cuantitativos, y se basó en un diseño no experimental. Al igual que en estudios similares, las encuestas y cuestionarios fueron las herramientas principales para recabar información de relevancia.

El estudio destaca la imperativa necesidad de que las instituciones educativas adopten modelos de gestión integral de la calidad. Estos modelos no son solo estrategias para mejorar procedimientos; representan una filosofía entera de gestión. Su principal atractivo radica en cómo optimizan y dan sentido a cada proceso dentro de la institución. Esta eficiencia permite que cada individuo o departamento tenga claridad en sus responsabilidades y metas, minimizando esfuerzos infructuosos o actividades que no aportan valor al objetivo principal. Además, esta clase de modelos de gestión recalca la necesidad de alinear todas las acciones y prácticas diarias con los principios fundamentales de la institución, es decir, sus creencias, valores, misión y visión, asegurando así coherencia y dirección en todas las operaciones.

La investigación de Intriago (2021) también señala que para que una gestión sea efectiva, es fundamental tener una estructura de planificación robusta. Esta estructura no solo proporciona un camino claro a seguir, sino que también establece una relación coherente entre las distintas partes involucradas, definiendo roles, responsabilidades y cómo estos interactúan entre sí. La gestión no es un acto aislado, sino un conjunto de actividades interconectadas que van desde el diseño, la ejecución y el monitoreo, hasta la reestructuración y la evaluación.

En el trabajo realizado por Guzmán (2021), se incursionó en un campo crítico de la educación superior en Colombia: la acreditación de calidad y su interacción con la docencia práctica en universidades. A través de una investigación cualitativa, Guzmán no solo buscó entender las directrices y acciones propias de la política gubernamental de acreditación, sino cómo estas impactan y están integradas en el día a día de la docencia. Para ello, el autor empleó varias técnicas de recolección de datos, incluida la revisión de documentos oficiales y bibliografía relevante, así como entrevistas y cuestionarios que proporcionaron una visión detallada y contextualizada de la situación.

La investigación destaca la importancia de varios factores en la determinación de la calidad en instituciones educativas superiores, como una infraestructura adecuada, una gestión eficiente y la capacidad organizativa. Sin embargo, Guzmán (2021) argumenta que lo que realmente diferencia a una institución de otra es la calidad de la educación impartida, y esto se manifiesta más notoriamente a través de la calidad docente. Los profesores no solo son el nexo entre el conocimiento y los estudiantes, sino que también son actores fundamentales en la construcción de competencias y habilidades en los alumnos. Las universidades que han logrado mantener acreditaciones a lo largo de los años, según el estudio, tienden a tener un cuerpo docente más robusto y de mayor calidad.

Guzmán (2021) también observa que el proceso de acreditación ha influenciado los indicadores de calidad en la educación superior, particularmente aquellos asociados con la enseñanza. Estos indicadores, tras la implementación de políticas de acreditación, han mostrado cambios significativos, evidenciando tendencias y fluctuaciones que no estaban presentes o eran diferentes antes de los procesos de certificación. Esto sugiere que la acreditación, al establecer ciertos estándares, ha propiciado una adaptación o evolución en las universidades.

Por último, aunque la calidad docente es crucial, Guzmán (2021) señala que otros aspectos, como la calidad de los estudiantes, también juegan un papel determinante en la calidad general de una institución universitaria. En este sentido, las políticas de acreditación han llevado a las universidades a implementar medidas concretas para abordar desafíos como la deserción estudiantil, desarrollando estrategias y programas que apoyen el aprendizaje y busquen reducir tasas de reprobación, garantizando así una educación superior más inclusiva y de calidad en Colombia.

CONCLUSIONES

Se puede concluir que las investigaciones concuerdan en que la calidad educativa es un concepto dinámico que evoluciona con el tiempo. No se trata simplemente de cumplir con ciertos estándares, sino de adaptarse a las necesidades cambiantes de los estudiantes y de la sociedad en general. De igual forma, existe una limitación de las pruebas estandarizadas, aunque estas pruebas pueden ofrecer una medición objetiva de ciertos aspectos de la educación, no capturan la totalidad del concepto de calidad. Hay aspectos intangibles y contextuales que son esenciales para ofrecer una educación de calidad, y que no siempre pueden ser cuantificados mediante exámenes estandarizados.

Las políticas educativas que promueven la calidad deben surgir de un esfuerzo colaborativo. Es esencial que todas las partes involucradas en el proceso educativo, desde el gobierno hasta los padres y estudiantes, participen activamente en la definición y promoción de la calidad educativa. Las investigaciones identifican pilares fundamentales para garantizar una educación de calidad. Aunque varían en algunos aspectos, hay coincidencias en la necesidad de liderazgo, inclusividad, mejora continua, y participación activa de todos los actores educativos. La calidad docente es un factor determinante en la calidad general de la educación. No se trata solo de transmitir información, sino de construir competencias y habilidades en los alumnos.

El éxito de las instituciones educativas depende en gran medida de su capacidad para gestionar y garantizar la calidad en todos sus procesos.  Se resalta la importancia de adoptar modelos de gestión integral que aseguren la coherencia y eficiencia de todas las operaciones institucionales. Para evaluar la calidad en educación, es necesario contar con herramientas y estrategias específicas que reflejen la complejidad y multidimensionalidad de este concepto. Las herramientas deben ser capaces de capturar tanto aspectos cuantitativos como cualitativos de la educación. Para realmente ofrecer una educación de calidad, las instituciones educativas deben adoptar una perspectiva holística. Esto implica no solo centrarse en aspectos académicos, sino también en el bienestar emocional, social y físico de los estudiantes, garantizando así una formación integral que prepare a los individuos para los desafíos del mundo real.

En este sentido, se definen las siguientes tendencias investigativas a partir del análisis de los estudios referenciados:

Enfoque Multidimensional de la Calidad Educativa: Las investigaciones evidencian que la calidad educativa no puede reducirse a simples métricas o indicadores aislados. Más bien, es un concepto multidimensional que involucra desde la gestión institucional y las políticas de acreditación hasta el desempeño docente y la pertinencia de los contenidos.

El Rol Central del Docente: Varios estudios resaltan la importancia crucial del profesorado en la calidad educativa. La formación, motivación y capacitación de los docentes son determinantes para el logro de resultados educativos óptimos.

Pertinencia de las Medidas de Calidad: Las pruebas estandarizadas, si bien útiles, pueden no capturar todas las dimensiones de la calidad educativa. Es fundamental que los sistemas de evaluación y acreditación consideren las particularidades y contextos de cada institución y región.

Participación Activa y Colaborativa: La calidad educativa no es responsabilidad exclusiva de las instituciones o los docentes. Requiere de la participación activa y colaborativa de todos los actores involucrados, desde las autoridades educativas hasta los estudiantes y sus familias.

Formación Integral y Desarrollo Continuo: La calidad educativa busca promover una formación integral de los estudiantes, preparándolos no solo en términos académicos sino también en habilidades socioemocionales, éticas y ciudadanas. Asimismo, se enfatiza la importancia del mejoramiento continuo y la innovación en las prácticas educativas.

Construcción Colectiva de Políticas: Las políticas educativas eficientes se construyen desde una visión compartida, donde diversos sectores de la sociedad aportan en su diseño y ejecución, garantizando así su pertinencia y efectividad.

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[1] Autor Principal

Correspondência: andreagomez.est@umecit.edu.pa