Violencia simbólica Y
desarrollo Social Comunitario Reflexionado en la Perspectiva de Pierre Bourdieu
Leyda Maricela Mc Kay Levy[1] https://orcid.org/0000-0002-6866-4351 Centro Regional Universitario de Colón Universidad de Panamá Panamá
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RESUMEN
La noción de violencia simbólica, acuñada por Pierre Bourdieu, se refiere a la imposición de categorías de percepción y pensamiento que una clase dominante instala en una comunidad, a menudo disfrazada en la naturalidad de lo social y lo cultural, sin aparente fuerza física. Esta dominación se manifiesta en prácticas cotidianas, lenguaje, e incluso en las instituciones educativas, las cuales perpetúan una estructura social desigual. En el contexto del desarrollo comunitario, esta violencia simbólica puede ser un obstáculo significativo, ya que moldea las aspiraciones y limita las posibilidades de aquellas personas dentro de comunidades marginadas, afectando su capacidad de imaginar y actuar hacia un cambio social. El desarrollo, desde la óptica de Bourdieu, requiere por tanto una lucha contra estas formas de violencia simbólica, implicando una transformación cultural y cognitiva que permita a los individuos reconocer y desafiar las estructuras de poder que los oprimen. Desde este enfoque la metodología del estudio es cualitativa documental bibliográfica, con documentos referenciados y analizados.
Palabras clave: violencia; simbólica; desarrollo; comunitario; pierre bourdieu
Symbolic Violence and community Development Reflecting in the Perspective of Pierre Bourdieu
ABSTRACT
The notion of symbolic violence, coined by Pierre Bourdieu, refers to the imposition of categories of perception and thought that a dominant class installs in a community, often disguised in the naturalness of the social and cultural, without apparent physical force. This domination is manifested in everyday practices, language, and even in educational institutions, which perpetuate an unequal social structure. In the context of community development, this symbolic violence can be a significant obstacle, as it shapes the aspirations and limits the possibilities of those within marginalized communities, affecting their ability to imagine and act towards social change. Development, from Bourdieu's point of view, therefore requires a fight against these forms of symbolic violence, implying a cultural and cognitive transformation that allows individuals to recognize and challenge the power structures that oppress them. From this approach, the methodology of the study is qualitative bibliographic documentary, with documents referenced and analyzed.
Keywords: violence; symbolic; development; community; pierre bourdieu
Artículo recibido 05 noviembre 2023
Aceptado para publicación: 12 diciembre 2023
INTRODUCCIÓN
En el desarrollo de un marco teórico centrado en "Violencia Simbólica y Desarrollo Social Comunitario reflexionando en la Perspectiva de Pierre Bourdieu", es esencial articular los conceptos clave del autor francés, que incluyen el habitus, el campo y el capital simbólico, todos ellos interrelacionados para entender la dinámica de poder en la sociedad.
Según Bourdieu (1980), el habitus se refiere a los patrones arraigados de pensamiento, comportamiento y gusto, que son adquiridos por los individuos a través de su socialización en un particular contexto social. Este concepto es crucial para comprender cómo la violencia simbólica se naturaliza y perpetúa en las prácticas cotidianas (Bourdieu, 1980). Por su parte, el campo es visto como un espacio de lucha de poder, donde los agentes y las instituciones compiten por el reconocimiento y la acumulación de diferentes formas de capital (Bourdieu, 1985). El capital simbólico, una forma de capital que reside en la percepción y el reconocimiento, es el medio a través del cual se ejerce la violencia simbólica, y se manifiesta en el prestigio, el honor o el reconocimiento que la sociedad concede a ciertos individuos o grupos (Bourdieu, 1989).
En términos de desarrollo comunitario, Bourdieu argumenta que para superar la violencia simbólica es necesario un cambio en las estructuras de percepción y apreciación de la realidad social. Esto implica que las iniciativas de desarrollo deben enfocarse en alterar las disposiciones habituales y las estructuras de poder que limitan la capacidad de acción de los individuos (Bourdieu, 1998). Además, Bourdieu destaca la importancia de la educación como una herramienta para fomentar la toma de conciencia crítica, permitiendo así a las personas reconocer y resistir las formas de dominación simbólica (Bourdieu & Passeron, 1977).
El desafío para los programas de desarrollo social comunitario, inspirados en la teoría de Bourdieu, es crear estrategias que permitan a las comunidades desmantelar los mecanismos de dominación simbólica, promoviendo la emancipación y la equidad social. Esto significa reconocer las relaciones de poder desiguales y trabajar hacia la construcción de un capital simbólico alternativo que revalide las identidades y prácticas culturales de las comunidades marginadas (Bourdieu, 1998).
Continuando con el marco teórico y teniendo en cuenta las implicaciones prácticas de la teoría de Bourdieu, es posible identificar intervenciones de desarrollo comunitario que buscan subvertir la violencia simbólica al desafiar las estructuras de poder existentes. Para ello, los proyectos de desarrollo deben fomentar la reflexión crítica entre los miembros de la comunidad, permitiéndoles reconocer las formas en que las estructuras sociales influyen en sus percepciones y acciones (Bourdieu, 1987). Esto se alinea con la idea de Bourdieu de que las estrategias de empoderamiento deben surgir internamente y estar conscientes de las dinámicas de poder en juego.
Figura. 1. Violencia Simbólica y Desarrollo Comunitario en la Perspectiva de Pierre Bourdieu
Fuente: Bourdieu (1980)
Las prácticas de desarrollo comunitario inspiradas en Bourdieu, además, reconocen la importancia de la educación como un medio para desafiar la distribución del capital cultural y simbólico. Bourdieu y Passeron (1977) analizan cómo el sistema educativo puede perpetuar la desigualdad al transmitir y legitimar la cultura dominante. Por tanto, una educación que sea consciente de las formas de violencia simbólica y que promueva el pensamiento crítico puede ser un vehículo para la transformación social (Bourdieu, 1986).
Además, Bourdieu (1998) sostiene que la movilización de capital simbólico es crucial en la lucha contra la opresión simbólica. Esto implica la revalorización de las culturas y prácticas subalternas y la promoción de formas de capital cultural que han sido históricamente devaluadas. En el contexto del desarrollo social comunitario, esto puede manifestarse en la promoción de la identidad cultural, la historia local y las prácticas tradicionales como fuentes legítimas de autoridad y conocimiento.
Es esencial, entonces, que los agentes de desarrollo comunitario actúen como facilitadores del cambio social, alentando a las comunidades a cuestionar y reconfigurar las relaciones de poder y las estructuras de dominación que sustentan la violencia simbólica. Esto requiere un enfoque participativo y reflexivo que permita a las comunidades ser autoras de su propio desarrollo, reconociendo la importancia del diálogo y la negociación colectiva en la reconfiguración del capital simbólico (Bourdieu, 1998).
En el ámbito del desarrollo comunitario, la violencia simbólica es un fenómeno que suele pasar desapercibido, pero que tiene efectos profundos en la dinámica social y en las posibilidades de cambio y mejora de las comunidades. Bourdieu describe la violencia simbólica como la coerción que se institucionaliza y se internaliza hasta el punto de no ser percibida como tal por el dominado, lo que resulta en la aceptación tácita de la jerarquía social y de las desigualdades (Bourdieu, 1998). Este tipo de violencia se manifiesta a través de lenguajes, prácticas, creencias, y sistemas educativos que refuerzan y perpetúan las estructuras de poder existentes, manteniendo a ciertos grupos en posiciones de subordinación.
En contextos comunitarios, la violencia simbólica puede ser particularmente insidiosa, ya que afecta cómo los miembros de la comunidad perciben su propia capacidad para provocar cambios o aspirar a condiciones de vida mejores. La imposición de normas, valores y "sentidos comunes" por grupos dominantes puede limitar la concepción de lo que es posible o deseable para los individuos y colectivos, afectando así iniciativas de desarrollo y perpetuando ciclos de pobreza y exclusión.
El problema se agudiza cuando las estrategias de desarrollo implementadas en estas comunidades no toman en cuenta las dinámicas de violencia simbólica y, por tanto, no abordan las raíces profundas de la desigualdad social. Muchas veces, los programas de desarrollo se enfocan en resultados cuantitativos y en la provisión de servicios sin cuestionar o modificar las estructuras subyacentes que perpetúan la desigualdad y la marginación. Este enfoque puede conducir a soluciones a corto plazo que no son sostenibles y que, en algunos casos, pueden incluso reforzar la posición subalterna de ciertos grupos.
Figura. 2. Las prácticas de desarrollo comunitario inspiradas en Bourdieu
Fuente: Bourdieu (1980)
Por lo tanto, se plantea el problema de cómo las intervenciones de desarrollo comunitario pueden diseñarse e implementarse para contrarrestar efectivamente la violencia simbólica y promover un desarrollo que no solo sea inclusivo y sostenible, sino que también sea emancipador y transformador. ¿Cómo pueden los proyectos de desarrollo reconocer y desmontar los mecanismos de dominación simbólica para no solo mejorar las condiciones materiales de vida, sino también fomentar la autonomía y la agencia de las comunidades afectadas? Este problema se sitúa en la intersección de la teoría sociológica crítica y la práctica del desarrollo comunitario, exigiendo un análisis profundo de las intervenciones sociales en términos de su capacidad para abordar las desigualdades arraigadas y las relaciones de poder.
El tema de la violencia simbólica y el desarrollo comunitario se entrelaza profundamente con las teorías sociológicas de Pierre Bourdieu, las cuales proporcionan un marco de análisis crítico para comprender las dinámicas subyacentes de poder y cómo estas influyen en la estructuración de las sociedades. La violencia simbólica, un concepto central en la obra de Bourdieu, se refiere a la imposición de sistemas de significado y símbolos (como las creencias, los valores, los comportamientos y las expectativas sociales) por parte de los dominantes, de manera que sean percibidos como legítimos por los dominados, aún cuando esto vaya en contra de sus propios intereses.
En su libro "La Distinción", Bourdieu explora cómo las preferencias estéticas y culturales contribuyen a establecer divisiones sociales. Aplicado al desarrollo comunitario, este enfoque permite entender cómo ciertas comunidades pueden internalizar limitaciones que no sólo son económicas sino también culturales. Así, la violencia simbólica actúa de manera subterránea, a través del lenguaje, las prácticas educativas y los medios de comunicación, reforzando las diferencias de clase y manteniendo el statu quo.
Por ejemplo, en programas de desarrollo comunitario, la imposición de ciertos valores o prácticas (por ejemplo, aquellas promovidas por ONGs internacionales o gobiernos) sin un diálogo genuino con las comunidades puede ser vista como una forma de violencia simbólica. Esto se debe a que se podrían estar subyugando las culturas locales y sus formas de conocimiento, haciendo que las intervenciones sean menos efectivas y sostenibles, y a veces incluso contraproducentes.
Además, Bourdieu argumenta que el habitus —un sistema de disposiciones duraderas y transferibles que guían los pensamientos y acciones de los individuos— juega un papel crucial en la perpetuación de estas estructuras de poder. Las prácticas de desarrollo comunitario eficaces deberían, por lo tanto, buscar transformar el habitus, fomentando una reflexión crítica entre los miembros de la comunidad sobre las fuerzas sociales que influyen en sus vidas y proporcionándoles las herramientas para resistir y remodelar esas fuerzas.
En este contexto, la teoría de Bourdieu invita a una revisión crítica de cómo se llevan a cabo los programas de desarrollo. Los proyectos no sólo deben apuntar a cambios materiales, sino también a transformaciones en las estructuras simbólicas de poder. Esto implica trabajar hacia la deconstrucción de estereotipos, el fomento de la igualdad de género, la valorización de las lenguas y culturas locales, y el reconocimiento de formas alternativas de conocimiento y autoridad.
En última instancia, el análisis de la violencia simbólica y el desarrollo comunitario en la perspectiva de Bourdieu nos lleva a reconsiderar las estrategias de intervención social y económica. Sostiene que para lograr un cambio duradero, es fundamental comprender y abordar las formas sutiles en que las desigualdades se reproducen culturalmente. El desafío para los agentes de cambio es entonces diseñar e implementar programas que no solo reconozcan estas dinámicas, sino que activamente trabajen para transformarlas, empoderando a las comunidades para que sean las protagonistas de su propio desarrollo.
METODOLOGÍA
Los materiales y métodos utilizados se basan en una investigación cualitativa documental bibliográfica enfocada en la relación entre la violencia simbólica y el desarrollo comunitario, desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, requiere una indagación profunda en la literatura existente que no sólo comprenda la teoría fundamental del autor, sino que también explore las interpretaciones y aplicaciones prácticas de su trabajo. Este enfoque metodológico se basa en el análisis crítico de textos, documentos y discursos académicos para extraer comprensiones y significados relacionados con la manera en que la violencia simbólica se manifiesta y es reproducida en contextos comunitarios, así como las estrategias de resistencia y empoderamiento comunitario que pueden surgir al aplicar la teoría de Bourdieu.
Al sumergirse en una amplia gama de fuentes documentales, incluyendo libros, artículos de revistas, ensayos, y trabajos de investigación, el estudio pretende construir un marco teórico que conecte los conceptos de habitus, capital y campo con las experiencias vividas por comunidades específicas en proceso de desarrollo. El análisis documental, en este caso, va más allá de la mera revisión bibliográfica, buscando identificar patrones, temas y conceptos clave que emergen al cruzar la teoría con la realidad social contemporánea, proporcionando una visión crítica y comprensiva de cómo las estructuras de poder y dominación se perpetúan y, más importante aún, cómo pueden ser desafiadas y transformadas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Para desarrollar un análisis crítico en torno al tema de la violencia simbólica y el desarrollo Social comunitario desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, se considerarán las contribuciones de tres autores relevantes que han extendido o aplicado la teoría de Bourdieu a este campo. Los autores seleccionados para este análisis ofrecen distintas perspectivas y profundizan en la comprensión del impacto de la violencia simbólica en las iniciativas de desarrollo comunitario.
El primer autor a considerar es Loïc Wacquant, discípulo de Bourdieu, quien amplía el análisis de la violencia simbólica en su obra "Parias Urbanos: Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio" (Wacquant, 2001). Wacquant examina cómo las estructuras urbanas y la segregación espacial contribuyen a la marginalización y a la estigmatización de los pobres urbanos. Utiliza el concepto de violencia simbólica para analizar cómo las políticas públicas y las representaciones mediáticas refuerzan la percepción de las áreas de bajos ingresos como intrínsecamente desordenadas y peligrosas. Estas representaciones afectan la autoimagen de los residentes y limitan su acceso a los recursos necesarios para su desarrollo comunitario, encerrándolos en un círculo de reproducción de la pobreza y la exclusión.
Un segundo autor es Paul DiMaggio (1997), quien en su artículo "Culture and Cognition" profundiza en la influencia de la cultura en la estructura cognitiva de los individuos y grupos. DiMaggio retoma los conceptos de habitus y capital cultural de Bourdieu para explicar cómo los individuos interiorizan las limitaciones y posibilidades de su entorno, lo que repercute en la reproducción de la violencia simbólica a través de prácticas culturales. Esto es particularmente relevante en proyectos de desarrollo comunitario que buscan empoderar a las comunidades a través de la educación y el cambio cultural, ya que apunta a la necesidad de una reestructuración profunda de las percepciones y disposiciones habituales para combatir las formas de dominación simbólica.
¿El tercer autor es Nancy Fraser (1995), quien en “From Redistribution to Recognition? Dilemmas of Justice in a ‘Post-Socialist’ Age" desafía algunas de las premisas de Bourdieu al argumentar que la lucha por el reconocimiento puede ser tan importante como la lucha por la redistribución económica en el combate a la injusticia social. Fraser aboga por un enfoque bivalente que atienda tanto la redistribución de recursos como el reconocimiento de la diversidad y dignidad de las identidades colectivas. En términos de violencia simbólica, esto sugiere que el desarrollo comunitario debe dirigirse a la transformación de las relaciones sociales y culturales que marginan a ciertos grupos, no solo mejorar su situación económica.
Este análisis de tres autores muestra cómo la teoría de la violencia simbólica de Bourdieu puede ser ampliada y aplicada en el contexto del desarrollo comunitario. A través de la lente de diferentes disciplinas y enfoques, se hace evidente que la superación de la violencia simbólica es un proceso multifacético que implica tanto cambios estructurales como culturales y cognitivos.
CONCLUSIONES
Las conclusiones generales que emergen del análisis de la violencia simbólica y el desarrollo Social comunitario en la perspectiva de Pierre Bourdieu, enriquecidas por las contribuciones de autores como Loïc Wacquant, Paul DiMaggio y Nancy Fraser, revelan una compleja interacción entre estructuras sociales y procesos psicológicos y culturales que perpetúan la desigualdad y limitan el desarrollo comunitario. Estas conclusiones subrayan la necesidad de una aproximación multidimensional para abordar y mitigar los efectos de la violencia simbólica.
Primero, se reconoce que la violencia simbólica no es simplemente un subproducto de las desigualdades económicas; es una forma de control social que está profundamente arraigada en las estructuras sociales y culturales, y que se perpetúa a través de la educación, los medios de comunicación y las prácticas cotidianas. La investigación de Wacquant sobre la marginalización en zonas urbanas destaca cómo el entorno físico y social puede internalizar y normalizar la desigualdad, lo que plantea importantes desafíos para los programas de desarrollo comunitario que buscan promover la equidad y el empoderamiento.
En segundo lugar, a través del trabajo de DiMaggio, se aprecia cómo los esquemas culturales y cognitivos inculcados por el habitus afectan la percepción de las oportunidades y limitaciones, lo que sugiere que cualquier esfuerzo de desarrollo comunitario debe contemplar estrategias para modificar estas disposiciones internalizadas y promover una mayor conciencia crítica y autonomía entre los miembros de la comunidad.
Tercero, Fraser aporta a la conversación la importancia del reconocimiento, no sólo como un fin deseable por sí mismo, sino como un medio esencial para lograr la justicia social. Ella argumenta que el reconocimiento de la diversidad y la dignidad de las identidades colectivas debe andar de la mano con la redistribución de recursos para combatir efectivamente las formas de violencia simbólica.
Para que las iniciativas de desarrollo social comunitario sean verdaderamente efectivas, deben diseñarse con una comprensión profunda de las dinámicas de poder subyacentes y las formas en que la violencia simbólica puede manifestarse y perpetuarse. Esto implica no solo intervenciones que aborden las necesidades materiales, sino también aquellas que promuevan la reflexión crítica, el cambio cultural y el reconocimiento de la identidad y dignidad de las comunidades. El objetivo final de estas intervenciones debe ser la transformación estructural de la sociedad, eliminando las barreras que impiden el desarrollo comunitario integral y sostenible.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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