pág. 6214
Las necesidades educativas especiales están vinculadas a una discapacidad, temporal o permanente.
Algunas necesidades son por condiciones físicas (discapacidad visual, motriz, auditiva), neurológicas
(TDAH, TEA), psicológicas (depresión, ansiedad) o cognitivas (lenguaje, dislexia, discalculia), las
cuales representan obstáculos para el desarrollo de su aprendizaje (Silva, 2018).
Con respecto al término, Luque Parra (2009) hace un análisis en dos posturas: la necesidad individual o
personal y la del contexto, pasando de una necesidad especial a una básica, como la educación, que debe
ser cubierta de manera satisfactoria, solo así, menciona, puede haber desarrollo y progreso personal y
social.
Importancia de los reportes de desempeño escolar
El trabajo realizado por Quintero y Orozco (2013) refleja la importancia que tienen los reportes del
desempeño para los estudiantes, los docentes y los padres de familia, pues significa la posibilidad de
mejorar las condiciones de aprendizaje. Estos autores, señalan que dichos reportes son un instrumento
para tener información del rendimiento estudiantil, realizar acciones y tomar decisiones en su proceso
educativo. De tal forma que los reportes son un “informe de valoración de un conjunto de
comportamientos, actitudes y conocimientos” que los estudiantes demuestran día a día en la escuela (p.
103).
Estudios previos
La investigación realizada por Huerta, et al (2024) aporta el diseño de una escala para medir la
autoevaluación del desempeño académico de estudiantes universitarios a partir de ocho dimensiones:
hábitos de estudio, desempeño en clases, evidencias de aprendizaje, participaciones orales, socialización
del aprendizaje, metacognición, productos académicos y desempeño general, las cuales reflejan las
competencias generales y específicas de la profesión desarrolladas en el proceso formativo.
En relación a la investigación anterior, Casimiro Urcos, et al. (2019), presentan un estudio descriptivo
de las competencias profesionales para medir el nivel de desarrollo de los conocimientos, habilidades y
aptitudes de estudiantes universitarios a través de una encuesta, cuyo instrumento está estructurado en
tres dimensiones: competencias psicológicas, competencias participativo-sociales y competencias
técnicas, que por supuesto, conforman las competencias profesionales, y los resultados, son reflejo
también del desempeño académico desarrollado por los estudiantes participantes.