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Vol. 5 Núm. 2 (2021)
Editorial
Importancia del docente en la formación de investigadores desde las aulas universitarias
El presente año se inicia con la instalación de la pandemia y sus consecuencias drásticas, sin embargo, como formadores de personas, emprender esta etapa con esperanza, fe y optimismo, ante los grandes desafíos y problemas coyunturales, emerge con fuerza en el espíritu de docentes que sienten la necesidad de postular visiones asertivas hacia el fenómeno educativo.
El escenario actual es sin dudas una de las más complejas, con dinámicas educativas multidimensionales, por ende, reflexionar sobre el compromiso de ser docentes universitarios, en tiempo de pandemia, es pensar en crear ambientes de aprendizajes cuyas características deben ser enfocadas a que el estudiante emplee lo que conoce y está a su alcance, teniendo la capacidad de vincular el contexto con la teoría, que trascienda la concepción meramente disciplinar.
Aunado a lo expuesto, el desempeño de la docencia universitaria debe tender hacia un enfoque investigativo del entorno, de los problemas sociales, educacionales, sanitarios con el firme propósito de conectar con los contenidos curriculares.
De ahí la importancia de abordar la formación del estudiante investigador, para incentivar la producción de conocimientos útiles sobre el entorno y evitar la repetición de contenidos sin la comprensión y la aplicación de soluciones a los problemas reales.
Ciertamente que formar estudiantes capaces de investigar los problemas reales, no constituye una tarea fácil, más aun considerando las clases virtuales instaladas a causa de la pandemia. Es necesario contar con el profesionalismo del docente con los procesos científicos y académicos, implica dedicar más tiempo a la planificación y sobre todo acompañar a los estudiantes a vivenciar el recorrido científico en forma real, con sentido ético enmarcado en métodos y técnicas científicas.
Formarse y formar investigadores es la consigna, construir competencias científicas, desarrollar habilidades, saberes, hábitos; en el marco de un proceso interno y la puesta en marcha de acciones didácticas, que abran la posibilidad de construir aprendizajes, con rigor científico.
Para lograr lo expuesto, es necesario considerar:
- Una planificación contextualizada del docente, para cada grupo de estudiante, de acuerdo a sus fortalezas y también, sus debilidades. En esta etapa el diagnóstico inicial constituye el punto de partida en la formación de investigadores. Conocer al grupo y realizar una planificación con un abordaje de comprensión de la competencia emocional del estudiante, afín de lograr los mejores
- Equipos de trabajos colaborativos, partiendo de los intereses y las necesidades de los mismos protagonistas para implementar la planificación. Delinear metas en forma conjunta y avanzar en la construcción requerida, vivenciar espacios formativos con la finalidad de lograr los objetivos planificados y sobre todo que respondan al perfil de la carrera; donde, si las acciones ejecutas son realizadas a cabalidad con una evaluación participativa, constante y rigurosa trasciende los límites planificados y se logra una satisfacción conjunta de docentes y estudiantes al concluir la investigación.
- Participación en espacios de difusión científica con el protagonismo de los estudiantes, de los procesos científicos vivenciados. Estos eventos permiten al investigador universitario, que está en su formación investigativa, se aproxime al desempeño idóneo, al informar y demostrar un manejo de estrategias científicas, cognitivas, motivacionales y de actuación relacionadas con el desempeño de su carrera, con la vivencia y puesta en práctica del pensamiento crítico y su relación con los procesos científicos.
Con todo lo expuesto se destaca, que la esencia de ser docente universitario, requiere implementar la formación científica en los estudiantes; donde la innovación, la flexibilidad, los valores y las ideas deben estar a la par de lo que se requiere con miras a dar respuestas a las exigencias de la sociedad.
Es imprescindible implementar la innovación pedagógica y la práctica de un espíritu investigativo, afectivo y cooperativo que apunte a multiplicar los conocimientos en el ámbito de la Educación Superior, a fin de superar las barreras de la repetición sin sentido y trabajar por la formación integral del ser, contribuir a la formación de personas que buscan y aplican procesos tendientes a solucionar problemas reales.
Finalmente, el docente universitario debe estar en constante actualización en su formación personal y profesional, a fin de ser formador de estudiantes críticos, capaces de tomar posturas frente a diversos temas y sobre todo sensibles a los problemas sociales del entorno, la investigación debe ser parte fundamental para el docente y lograr sobre todo, motivar e incentivar a los estudiantes en el fascinante proceso de la investigación.
Lida Valenzuela - Universidad Nacional de Pilar